Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

Haga una búsqueda

BÚSQUEDA AVANZADA

PARA UNA RENOVACIÓN ESPIRITUAL

Meditaciones dictadas en la Cripta del 29 de enero al 15 de marzo de 1952

[RSp p. 3]
RENOVACIÓN DE ESPÍRITU1

La inauguración de la Cripta tiene que ir acompañada por una renovación de espíritu. Esta iglesia deberá ser como el corazón de todo el Instituto. La Cripta es [así se ha querido] especialmente para las prácticas de piedad «íntima»; es necesario orientarse aquí, ya desde ahora.
Esta mañana veamos en qué debe consistir la renovación de espíritu, considerando las palabras de san Pablo a Timoteo: «Sectare justitiam, pietatem, fidem, mansuetúdinem et patientiam».2
«Sectare justitiam»: Hemos de ser justos con Dios, con el prójimo y con nosotros mismos.
«Sectare pietatem»: Hermosas funciones, misas devotas, bien escuchadas, sacramentos bien recibidos. Las Pías Discípulas han empezado ya a hacer la adoración nocturna, continua; muchas gracias aguardamos de esta adoración.
«Sectare fidem»: Hay aún muchos pensamientos que no son conformes al Evangelio. ¡A corregirlos!
«Sectare mansuetúdinem, patientiam»: Hemos de combatir también nosotros la buena batalla [cf. 2Tim 4,7], dominar las pasiones; éstas son fuerzas que deben canalizarse, si no, hacen como las aguas del Po en los pasados meses:3 producen riadas desastrosas.
Es necesario que nos dirijamos con más fervor a la Reina de los Apóstoles; cantar solemnemente y devotamente la Salve Regina. Ella es nuestra Madre, Maestra y Reina: de ella esperamos las gracias necesarias para cada uno.
~
Falta desde hace un tiempo la meditación profunda y serena de los novísimos,4 | [RSp p. 4] y esto explica muchas cosas... Digamos a la Virgen que vuelva a nosotros sus ojos misericordiosos; digámosle que nos ayude a dirigir nuestra mente y nuestro corazón al cielo.
Viniendo aquí, para la adoración, muchas cuestiones se resuelven sin tanto parloteo. Hay aún demasiadas palabras, demasiados pensamientos no conformes a la «religión», a la vida religiosa.
Digamos a la Virgen que nos muestre después de este destierro a Jesús y que nos haga dignos de alabarla también en esta tierra.
Hay por lo menos tres gracias importantes que yo engarzo a la Salve Regina: una concierne al espíritu, otra al apostolado, la tercera a las intenciones que una vez me confiaba el Señor Maestro,5 diciéndome: «Estas intenciones nunca las predicaré, se las digo sólo a ella».
Nuestro camino será el del eterno gozo en el cielo, después de haber sido el camino de la paz en la tierra.
~

1 Meditación dictada el martes 29 de enero de 1952. - Del “Diario”: «El Primer Maestro celebra pronto [la misa], después se queda en la capilla de la Casa general rezando y al mismo tiempo escucha las misas que en ella se celebran; luego... se dirige a la Cripta. Dicta la meditación a las 6,30 a todos los sacerdotes allí reunidos, a los clérigos, a las religiosas (Hijas de San Pablo y Pías Discípulas) y a los aspirantes...».

2 1Tim 6,11: «Esmérate en la rectitud, la piedad, la fidelidad, el amor, la constancia, la delicadeza».

3 Se refiere a la desastrosa inundación del río Po acaecida en los últimos días de 1951. La riada afectó a las provincias de Reggio y de Parma, y sobre todo a la comarca del Polésine, donde 100.000 hectáreas de terreno quedaron cubiertas por las aguas.

4 Sobre este tema el P. Alberione volverá frecuentemente, como se verá a continuación (cf. 9 de marzo de 1952).

5 Con esta expresión se refería al P. Timoteo Giaccardo. De él escribió el Fundador: «Al P. Timoteo se le llamaba y era de veras el Señor Maestro» (P. Alberione, en San Paolo, febrero 1948, pp. 2-3). - José Timoteo Giaccardo nació en Narzole (Cúneo, Italia), diócesis de Alba, el 13 de junio de 1896. El 17 de octubre de 1908 entra en el seminario de Alba y el 4 de julio de 1917 pasa a la naciente Sociedad de San Pablo. El 19 de octubre de 1919 es ordenado sacerdote por el obispo de Alba. En enero de 1926, por su gran amor al Papa, el P. Alberione le manda a Roma para fundar la primera Casa filial de la Congregación. En 1936 regresa a Alba como superior de la Casa Madre y está allí hasta 1946, año en que vuelve a Roma, como Vicario general de la Sociedad de San Pablo. Colaborador fidelísimo del Fundador, se prodiga por las Congregaciones paulinas, hasta ofrecer la propia vida para que fuera reconocida en la Iglesia la Congregación paulina de las Pías Discípulas del Divino Maestro. Muere de leucemia fulminante el sábado 24 de enero de 1948, día de su onomástico y vigilia de la fiesta de la Conversión de san Pablo.