PASAR BIEN LA JORNADA1
«Todo de Dios y todo para Dios; sin Dios, nada». Para pasar bien la jornada, es necesario evitar el pecado a cualquier costo. El diablo no ha de entrar en nuestra casa, pues no paga pensión, no tiene los requisitos exigidos; no tiene vocación: ¡echémosle!
Veamos el modo de pasar la jornada. Para ello es preciso:
1. Que todas las obras se hagan en gracia de Dios. Si no hay esta gracia, no hay mérito; seríamos como un árbol seco. Para dar frutos, el árbol debe estar vivo, estar plantado junto al curso | [RSp p. 41] de agua, o al menos tener nutrición suficiente. Pensando en la tierra quemada, tras la guerra, alrededor de Cassino,2 tenemos el símbolo de un alma separada de Dios. Hay que vivir siempre en gracia, llevar siempre a Jesús con nosotros, y entonces daremos los frutos de Jesús: «El que sigue conmigo... ese produce mucho fruto» [cf. Jn 15,5].
2. Que todo se haga en obediencia. Es la que nos debe guiar, la que nos comunica la voluntad de Dios y nos mantiene en ella. Debemos ayudar a los superiores para que conozcan la voluntad de Dios. Cumplir el deber en obediencia es un acto de adoración muy superior a la genuflexión; es el ofrecimiento de nuestra mente, de nuestra voluntad, de nuestro corazón a Dios.
3. Que haya recta intención. Nunca la ambición, pues queremos la voluntad de Dios, queremos el paraíso. Nuestra alma anhela a Dios, el Dios que nos nutre de sí en la comunión. A él debemos aspirar, a él ofrecérselo todo, según las mismas intenciones que tiene Jesús, sustituyendo nuestras cosas imperfectas con sus intenciones santísimas por las que se inmola renovadamente cada día en nuestros altares.
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4. Que las cosas se hagan bien, es decir con prontitud. Cuando hay que ir al estudio o al apostolado, no se pierda tiempo, dando vueltas por aquí y allá. Prestos al altar, prestos al trabajo. Vida común en la iglesia, en el estudio, en el apostolado, en el comedor, doquier. «Pœnitentia mea máxima vita communis».3 hay que hacer las cosas bien: estudiar bien; realizar bien el apostolado, sea el que fuere; hacer bien la limpieza; hacer con diligencia cada cosa, prestar atención en clase; y, cuando se está en la iglesia, se está en la iglesia, siendo educados con Dios: entrar, por tanto, en la iglesia con alma purificada, con el hábito en orden; y estar luego de modo conveniente. Ciertas maneras de comportarse indican poca fe, mientras otras maneras indican mucha fe.
Examen de conciencia: ¿Tenemos recta intención? | [RSp p. 42] ¿Estamos en la obediencia? ¿Cumplimos las cosas con toda la perfección que nos es posible?
Recemos la oración: «Querida y tierna Madre, María...».
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1 Meditación dictada el viernes 22 de febrero de 1952. - Es notable el comienzo, según el “Diario”: «Insisto aún en el canto y en la puntualidad, especialmente la puntualidad al horario de la oración en la iglesia. Hay dos medios que facilitan y acompañan nuestro deber. En el canto nos acompaña el órgano para cantar bien y unidos, haciendo competencia a los ángeles. Para la puntualidad nos guía al deber el reloj».
2 Cassino, ciudad del Lazio en la provincia de Frosinone, en cuyo territorio se desencadenó una larga batalla (de noviembre de 1943 a mayo de 1944) con duros bombardeos anglo-americanos que destruyeron también la abadía de Montecassino.
3 «Mi máxima penitencia es la vida común». Famoso dicho de san Juan Berchmans, clérigo jesuita (1599-1621).