Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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LA MEDITACIÓN DE LOS MISTERIOS DEL ROSARIO1

Debemos mejorar la oración. Ayer consideramos cómo mejorar el modo de oír la santa misa. Hoy consideraremos cómo mejorar el rezo del santo rosario. | [RSp p. 52] Ya vimos, hace unos días,2 que el mejor modo de rezar el rosario es meditar los misterios; de ese modo rezarán la mente, el corazón, los labios y todo nuestro ser. Esta mañana vamos a hacer un ejemplo meditando el primer misterio doloroso (lectura del santo Evangelio según san Lucas: 22,39-46).
Jesús ha sido siempre para nosotros un modelo perfecto de oración. Pero desde la última Cena hasta el momento en que expiró en la cruz, su oración nos parece, podríamos casi decir, más perfecta.
Son dos las consideraciones que hacer:
1. Hay almas que, frente a las dificultades, tentaciones etc., se abaten y dejan la oración, ¡justo cuando la necesidad es mayor! ¡No hacemos así para nada3 cuando nos sentimos débiles físicamente, al contrario, se come más veces al día, se ingieren alimentos más sustanciosos y se toman reconstituyentes!
2. La oración debe tener un fin predominante. Aun pudiendo pedir cualquier gracia, la que más importa es hacer la voluntad de Dios, o sea corresponder a la vocación, a las gracias del Señor, a las gracias de esta jornada en particular. ¡Esa es la gracia que debemos pedir siempre!
Consideremos cómo reza Jesús: lo hace con humildad, casi como si fuera un hombre igual que nosotros; pide el socorro de Dios Padre; reza con perseverancia. La perseverancia es la condición que más a menudo le falta a nuestra oración. Pedimos un
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poco y enseguida nos cansamos. ¡No!, debemos seguir pidiendo con insistencia, implorar especialmente la gracia de cumplir la voluntad de Dios, siempre, de pasar por donde Dios Padre quiere que pasemos; por esos caminos él nos hace pasar sólo porque quiere conducirnos al cielo, donde está su divino Hijo, donde se nos aguarda en la casa paterna.
La de Jesús es una oración que concierne a la salud4 de las almas. Jesús acepta la voluntad del Padre; | [RSp p. 53] el Hijo de Dios encarnado se inmolará de veras por ellas. Nuestra oración ha de mirar también ella a la salud de las almas. Cierto, los sacerdotes, en la misa y en el breviario, rezamos por toda la humanidad; pero también vosotros debéis acostumbraros a pensar en los demás. Por esto decimos «Padre nuestro» y rezamos al plural. ¡Que nuestra oración sea caritativa, piadosa, devota!
[Preguntémonos:] ¿Meditamos los misterios del rosario, o bien nuestros rosarios los rezamos un tanto a lo loco? Hemos de poner atención, reflexión, recogimiento.
En este primer misterio doloroso pidamos la gracia de saber rezar bien, a imitación del Maestro divino, nuestro modelo de oración.
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1 Meditación dictada el sábado 1° de marzo de 1952. - Del “Diario”: «Ha pasado la noche con fiebre fuerte, causada por la inyección que le pusieron ayer en vistas del viaje que hará al extranjero. No obstante sigue el horario acostumbrado para levantarse y para la misa, que celebra a las 4. Dicta la meditación a las 6,30, leyendo antes el paso del Evangelio donde se narra la agonía de Jesús en el huerto de los olivos».

2 Cf. arriba, pág. 61s.

3 Para nada (en italiano “mica”, expresión del lenguaje popular).

4 Salud: del latín “salus”, aquí indica «salvación».