Beato Santiago Alberione

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ABUNDANTES DIVITIÆ GRATIÆ SUÆ

PREFACIO

«Abundantes divitiæ gratiæ suæ»1
Si para condescender con vosotros, él2 quisiera narraros algo de lo que todavía recuerda y consideráis útil para la Familia Paulina,3 tendría que relatar una doble historia: la de las divinas misericordias, para cantar un vibrante «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres».4
Y también la humillante historia de la falta de correspondencia al exceso de la divina caridad y componer un nuevo y doloroso “Miserere”5 «por mis innumerables negligencias, pecados y ofensas».6
De esta segunda historia, considerada paso a paso, él medita y llora diariamente los diversos tramos, en las conversaciones con Jesús, esperando, por intercesión de María y de san Pablo, perdón total.

1
Esta segunda historia ha causado en él una profunda persuasión, que es objeto de su intensa oración: todos han de mirar a san Pablo apóstol como único padre, maestro, modelo y fundador. Porque lo es de hecho. Por él nació [la Familia Paulina], por él fue alimentada, él la hizo crecer y de él asumió su espíritu. Por lo que se refiere a su pobre carcasa,7 algo ha cumplido él de la voluntad divina, pero debe desaparecer de la escena y de la memoria, aunque por ser el más anciano debió tomar del Señor para dar a los demás. De la misma forma que el sacerdote, terminada la Eucaristía, deja los ornamentos y aparece tal cual es delante de Dios.
2
Rezo frecuentemente:8 «Padre, pequé contra el cielo y contra ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros». Así pretendo pertenecer a esta admirable Familia Paulina: como servidor ahora y en el cielo, donde me ocuparé de quienes emplean los medios modernos más eficaces para el bien: en santidad, en Cristo, en la Iglesia.9
3
«Nos ha hecho vivir con Cristo... nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él... así muestra en todos los tiempos las abundantes riquezas de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús» (Ef 2,5-7).10 [Dios], por su bondad, ha concedido a la Familia Paulina en Jesucristo abundantes riquezas de gracia,11 que se revelarán en el futuro por medio de los nuevos ángeles de la tierra, los religiosos.
El Señor ha derramado con sabiduría igual al amor la multitud de riquezas que hay en la Familia Paulina: «para que la multiforme sabiduría de Dios se manifieste ahora... mediante la Iglesia».12 Todo viene de Dios.13 Todo nos lleva al Magníficat.14
4
Considerando en este momento a la pequeña Familia Paulina, podría comparársela a una corriente de agua, que mientras corre se engrosa con la lluvia, el deshielo15 de los glaciares y otros pequeños manantiales. Las aguas así recogidas se van dividiendo y canalizando para el riego de fértiles llanuras y la producción de energía, calor y luz eléctrica.
5
Él más bien ha secundado, casi sufrido, más que provocado, la convergencia y recogida de las aguas en los valles; como luego ha secundado el querer de Dios en la división de las aguas por varias naciones en beneficio de muchos, a la espera de que nuevamente los canales se reúnan para desembocar en el mar de una feliz eternidad en Dios.
6

1 Esta expresión, tomada de la carta a los Efesios (2,7), la escribió a mano el P. Alberione al principio de la primera hoja del ds.

2 El Autor narra en tercera persona lo que le concierne.

3 Al escribir estos apuntes, en diciembre de 1953, la Familia Paulina estaba integrada por cuatro Congregaciones religiosas: Pía Sociedad de San Pablo (fundada el 20.8.1914), Pía Sociedad de Hijas de San Pablo (15.6.1915), Pías Discípulas del Divino Maestro (10.2.1924), Hermanas de Jesús Buen Pastor (7.10.1938). Posteriormente surgirían las Hermanas de María Santísima Reina de los Apóstoles, o Apostolinas (8.9.1959) y cuatro Institutos Agregados (8.4.1960): “Jesús Sacerdote” (para sacerdotes diocesanos), “San Gabriel Arcángel” (pa-ra hombres), “María Santísima de la Anunciación” (para mujeres) y “Santa Familia” (para casados y familias).

4 Cf. Lc 2,14 y Misal Romano, Ordinario de la Misa. [Los textos escriturísticos normalmente el P. Alberione los cita en latín. Aquí se han puesto traducidos, pero van siempre en cursivo para que se vea su extensión].

5 Cf. Sal 50.

6 Cf. Misal Romano, Ordinario de la Misa: “Súscipe...” [“Recibe...”. Así empezaba el ofertorio –la actual presentación de los dones– antes de la reforma del Vaticano II]. El P. Alberione modifica un poco la fórmula, anteponiendo “negligencias” (=pecados de omisión) a los otros dos términos: se subraya así uno de los temas sobre el que más a menudo reflexionaba él (cf. su Pablo Apóstol, ed. preparada por G. DI CORRADO, Roma 1981, nn. 13, 18, 27, 36 etc. [Traducción española, Madrid 1984].

7 El sujeto, que antes era san Pablo, cambia bruscamente y pasa a serlo el P. Alberione.

8 Este parrafito lo añadió a mano el Autor, que aquí usa la primera persona singular. El texto evangélico está tomado de Lc 15,18-19 (parábola del hijo pródigo).

9 Cf. 1Cor 1,2; Ef 3,21.

10 La cita completa (en latín y tomada de la Vulgata) es la siguiente: «Cuando estábamos muertos por las culpas nos dio vida con Cristo –estáis salvados por pura generosidad–, con él nos resucitó y con él nos hizo sentar en el cielo...» (Ef 2,5-6).

11 El P. Alberione encuentra en esta expresión de san Pablo la palabra clave que abre y describe todo el misterio de amor que Dios ha manifestado en él mismo y en la Familia Paulina, a beneficio de todo el mundo.

12 Cf. Ef 3,10. La cita completa es: «Desde el cielo, por medio de la Iglesia, se dan a conocer a las soberanías y autoridades las múltiples formas de la sabiduría de Dios».

13 Cf. 1Cor 3,22-23.

14 Cf. Lc 1,46-55 para todo el himno del Magníficat.

15 En el original hay un término italiano [“sgelo”] casi en desuso.