PRIMERAS GRACIAS. VOCACIÓN Y MISIÓN PARTICULAR"Momentos de mayor gracia": vocación sacerdotal
Tuvo momentos de mayor gracia que determinaron la vocación y la misión especial.
Primero, la vocación sacerdotal; segundo, la particular orientación de la vida; tercero, el paso de la idea de organización de [laicos] católicos a la organización religiosa.«Gracias sean dadas a Dios y a María».
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A decir verdad, él no solía tomar apuntes, no sabiendo qué decir de muchas cosas; sintiendo al mismo tiempo repugnancia de hacerlo y humillación por todas partes; con sumo gusto lo dejaría todo en las manos de Dios, sabiendo que Él lo revelará todo en el juicio universal, para gloria suya.*
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Recuerda él un día del año escolar 1890-1891.2 La maestra Cardona,3 tan buena, verdadera Rosa de Dios, esmeradísima en sus obligaciones, preguntó a algunos de sus 80 alumnos qué pensaban hacer en el futuro, en el curso de la vida. A él le interrogó en segundo lugar: reflexionó un poco, luego se sintió iluminado y respondió resuelto, ante la extrañeza de los alumnos: «Quiero ser cura». Ella le animó y ayudó mucho. Era la primera luz clara: antes había sentido en el fondo del alma cierta tendencia, pero oscuramente, sin consecuencias prácticas. Desde aquel día los compañeros, y alguna vez los hermanos, comenzaron a llamarle «cura»; unas veces para burlarse de él, otras para recordarle su obligación... Esto le trajo [algunas] consecuencias: el estudio, la oración, los pensamientos, el comportamiento y hasta los recreos se orientaban en aquella dirección.
También en casa empezaron a tenerlo en cuenta y a disponer hacia aquella meta cuanto a él se refería. Tal pensamiento le salvó de muchos peligros.
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Desde aquel día, todo reforzaba en él tal decisión.
Cree que ello haya sido fruto de las oraciones de su madre,4 que siempre le protegió de modo particular; y también de aquella maestra tan piadosa, que siempre pedía al Señor que algún alumno suyo llegase a ser sacerdote.
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Contrariamente al uso del tiempo, fue admitido a la primera comunión antes que sus compañeros.5
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El párroco,6 sacerdote de gran espíritu, inteligencia e intuición, siempre le ayudó y acompañó hasta el altar. También bendijo, después, los primeros proyectos de la Familia Paulina.
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Noche de luz: la misión especial
La noche que dividió el siglo pasado del corriente7 fue decisiva para la misión específica y el espíritu particular con que habría de nacer y vivir su futuro apostolado. Después de la misa solemne de medianoche en la catedral (de Alba), se hizo la adoración solemne y prolongada ante el Santísimo expuesto.8 Los seminaristas de filosofía y teología tenían libertad para quedarse todo el tiempo que quisieran.
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Poco antes se había celebrado un congreso (el primero al que él asistía); había comprendido perfectamente el discurso calmo pero profundo y cautivador de Toniolo;9 había leído la invitación de León XIII a rezar por el siglo que empezaba.10 Uno y otro hablaban de las necesidades de la Iglesia, de los nuevos medios del mal, del deber de oponer prensa a prensa, organización a organización, de la necesidad de hacer penetrar el Evangelio en las masas, de las cuestiones sociales…
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De la Hostia vino una luz especial: mayor comprensión de la invitación de Jesús: «Venid a mí, todos»;11 le pareció comprender el corazón del gran Papa, las invitaciones de la Iglesia, la verdadera misión del sacerdote. Le pareció claro cuanto decía Toniolo sobre el deber de ser apóstoles de hoy, usando los medios utilizados por los adversarios. Se sintió profundamente obligado a prepararse para hacer algo por el Señor y por los hombres del nuevo siglo, con quienes habría de vivir.
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Tuvo una sensación bastante clara de su propia nulidad, y al mismo tiempo oyó: «Yo estoy con vosotros... hasta el fin del mundo»12 en la Eucaristía; y que en Jesús-Hostia se podía tener luz, alimento, consuelo y victoria sobre el mal.
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Vagando con la mente en el futuro, le parecía que en el nuevo siglo personas generosas sentirían cuanto él sentía; y que, asociadas en organización, se podría realizar lo que Toniolo tanto repetía: «Uníos; si el enemigo nos encuentra solos, nos vencerá uno por uno».13
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Ya había recibido confidencias de compañeros seminaristas: él con ellos, ellos con él, nutriéndose todos del sagrario.
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La oración duró cuatro horas, después de la misa solemne [pidiendo]: que el siglo naciera en Cristo-Eucaristía; que nuevos apóstoles sanearan las leyes, la escuela, la literatura, la prensa, las costumbres; que la Iglesia tuviera un nuevo empuje misionero; que se usaran bien los nuevos medios de apostolado; que la sociedad acogiese las grandes enseñanzas de las encíclicas de León XIII, explicadas a los seminaristas por el canónigo Chiesa,14 especialmente las concernientes a las cuestiones sociales y a la libertad de la Iglesia.
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La Eucaristía, el Evangelio, el papa, el nuevo siglo, los nuevos medios, la doctrina del conde Paganuzzi15 sobre la Iglesia, la necesidad de un nuevo escuadrón de apóstoles se le clavaron de tal modo en la mente y en el corazón, que luego dominaron siempre sus pensamientos, oración, trabajo interior y aspiraciones. Se sintió obligado a servir a la Iglesia, a los hombres del nuevo siglo y a trabajar con otros en organización.
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A las diez de la mañana algo debía traslucirse de su interior, porque un seminarista (luego fue el canónigo Giordano),16 al encontrarse con él se mostró maravillado. – Desde entonces estos pensamientos dominaron el estudio, la oración, toda la formación. La idea, primero muy confusa, se iba aclarando, y con el pasar de los años llegó a concretarse.
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En el fondo permanecía el pensamiento de que es necesario desarrollar toda la personalidad humana para la propia salvación y para un apostolado más fecundo: mente, corazón, voluntad. Es lo que quiso expresar en la inscripción colocada sobre la tumba de su amigo Borello (1904).17
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El proyecto fundacional:de la organización a la vida comunitaria-religiosa
Pensaba al principio en una organización católica de escritores, técnicos, libreros, distribuidores católicos; y18 dar orientaciones, trabajo, espíritu de apostolado...
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Hacia 1910 dio un paso definitivo. Vio con mayor luz: escritores, técnicos, propagandistas, sí; pero religiosos y religiosas. Por una parte conducir personas a la más alta perfección, la de quien practica también los consejos evangélicos, y al mérito de la vida apostólica. Por otra parte dar más unidad, más estabilidad, más continuidad, más sobrenaturalidad al apostolado. Formar una organización, sí; pero religiosa; donde las fuerzas están unidas, donde la entrega es total, donde la doctrina será más pura. Una sociedad de personas que aman a Dios con toda la mente, fuerzas y corazón,19 se ofrecen a trabajar por la Iglesia, contentas con el salario divino: «Recibiréis cien veces más, y heredaréis la vida eterna».20 Él gozaba entonces considerando parte de esas personas como militantes en la Iglesia terrena, y parte ya triunfantes en la Iglesia celestial.
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En la oración que por la mañana presentaba al Señor con el cáliz, la primera idea era aquella parte de los Cooperadores que hoy (diciembre 1953) es todavía reducida y consiste en la cooperación intelectual, espiritual, económica; la segunda idea era la Familia Paulina: intenciones que Jesús Maestro escucha diariamente.
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Hacia 1922, apenas entró en la primera casa que había construido,21 comenzó a sentir la pena más fuerte. Tuvo un sueño.22 Vio el número 200, pero no comprendió. Luego oyó que le decían: «Ama a todos; serán muchas las personas generosas. Sufrirás a causa de extravíos e infidelidades; pero persevera: recibirás otros mejores». El doscientos no tenía relación alguna con cuanto oyó.
Sin embargo, esa pena se le quedó siempre hundida en el corazón como una espina.23
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La acción de Dios y la doble obediencia
Dios concentró en la Familia Paulina muchas riquezas: divitias gratiæ.24 Algunas parecieron llegar como resultado normal de los acontecimientos; otras, más bien de las enseñanzas de personas iluminadas y santas que acompañaron el período de preparación, nacimiento e infancia de la Familia Paulina; y otras más claramente de la acción divina.
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Alguna vez el Señor le ha obligado paternalmente a aceptar algunos dones que le repugnaban instintivamente. Lo mismo se diga de ciertos impulsos a caminar. Ordinariamente naturaleza y gracia obraron tan compenetradas que no dejaban descubrir la distinción entre sí: pero siempre en la misma dirección.
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Para mayor tranquilidad y confianza tiene que decir:
1) Que tanto el comienzo como la continuación de la Familia Paulina procedieron siempre bajo una doble obediencia: a la inspiración ante Jesús eucarístico, confirmada por el director espiritual25 y, a la vez, a la expresa voluntad de los superiores eclesiásticos.
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El obispo,26 cuando se trató de empezar, hizo sonar la hora de Dios (esperaba el toque de campana),27 encargándole de dedicarse a la prensa diocesana,28 lo cual le abrió el camino al apostolado; y lo mismo cuando se trató del desarrollo, pues cuando vio la orientación que tomaban las cosas, consintió a su petición de abandonar el servicio a la diócesis: «Te dejamos libre, lo solucionaremos de otra forma; dedícate completamente a la obra iniciada.»
Él lloró entonces amargamente, pues estaba muy aficionado a la diócesis; pero hacía un año que lo había pedido, y el director espiritual le había dicho que ésa era la voluntad de Dios.
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2) Que sin el rosario él se sentía incapaz de hacer exhortación alguna. A la vez está persuadido de que muchas otras cosas se podían hacer con un poco más de virtud y menos pusilanimidad.29
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3) Que los miembros del Instituto30 y personas externas suplieron sus innumerables deficiencias. Todavía más: que, aun debiendo guardar secreto, la Familia Paulina tuvo numerosos y claros signos de que el Señor la quería, y de la intervención sobrenatural de su sabiduría y bondad.
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Primer balance: relaciones entre las Familias Paulinas31
Quiso el Señor que nuestras congregaciones fuesen cuatro, pero podemos decir: «El amor de Cristo nos ha congregado en un solo ser..., así que cuando nos reunamos estemos atentos a no dividirnos espiritualmente».32
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Se da un estrecho parentesco entre ellas, pues todas han nacido del Sagrario. Tienen un único espíritu: vivir la vida de Jesucristo y servir a la Iglesia. Hay quien representa a todos intercediendo ante el Sagrario; hay quien difunde, como desde lo alto, la doctrina de Jesucristo; y hay quien entra en contacto directo con las personas.
Se da entre ellas una íntima colaboración espiritual, intelectual, moral, económica.
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Existe separación en cuanto a gobierno y administración; pero la Sociedad de San Pablo es nutricia de las otras tres.33
Sí, hay separación, pero [existe] un vínculo íntimo de amor, más noble que el vínculo de la sangre.
Hay independencia entre ellas; pero se da un intercambio de oraciones, de ayudas, de diversas formas: la actividad va por separado, pero debe darse una coparticipación en las alegrías, en las penas y en el premio eterno.34
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1 El párrafo señalado con el número 8 en la edición de 1971, y colocado aquí por G. Barbero, pasa ahora a su lugar original tras el número 46.
2 En 1890-1891, Santiago Alberione, que tenía seis años, frecuentó en Cherasco (Cúneo) el primer curso de enseñanza básica inferior.
3 Rosita Cardona, nacida en Turín y transferida muy joven a Cherasco, empleó su vida en la escuela primaria de este pueblecito, donde murió a los sesenta años, en marzo de 1917 (cf. Gazzetta d’Alba 24.3.1917). En 1891-1892 Santiago Alberione frecuentó el primer curso elemental superior. Los alumnos inscritos eran 88; por orden alfabético, Alberione ocupaba el tercer lugar.
4 La madre se llamaba Teresa Rosa Allocco (Alocco-Olocco); había nacido en Bra, localidad cercana a Alba, el 7.6.1850; se casó el 11.2.1873 con Miguel Alberione (Albrione). Enviudó el 26.11.1904; murió en Bra el 13.6.1923.
5 Santiago Alberione fue admitido a la primera comunión probablemente en 1892, antes de pascua (que aquel año cayó el 17 de abril), en la iglesia parroquial de San Martín, perteneciente a Cherasco. La confirmación la recibió el 15.11.1893 de mons. José Francisco Re, obispo de Alba (1848-1933).
6 El párroco era Juan Bautista Montersino (1842-1912), arcipreste de San Martín, en Cherasco, desde 1874. – Santiago Alberione había nacido en San Lorenzo de Fossano (Cúneo) el 4.4.1884, y al día siguiente fue bautizado. Poco después, su familia se trasladó al territorio de Cherasco (diócesis de Alba). En Cherasco, Santiago frecuentó el primer año de enseñanza media (1895-1896). Luego pasó al cercano seminario arzobispal de Bra (diócesis de Turín) y allí estudió hasta el quinto año (1896-1900). En otoño de 1900, entró en el seminario de Alba y cursó filosofía y teología. Vistió la sotana clerical el 8.12.1902; fue ordenado sacerdote en la catedral de Alba el 29.6.1907 por mons. José Francisco Re.
7 Es la noche entre el 31.12.1900 y el 1.1.1901.
8 La adoración eucarística estaba patrocinada por la Obra de la Adoración Nocturna, que solicitó al efecto una intervención del Papa. – Cf. A. F. DA SILVA, Il cammino degli Esercizi Spirituali nel pensiero di Don G. Alberione, Centro de Espiritualidad Paulina, Ariccia, 1981, págs. 42s.; y R. F. ESPÓSITO, Il Giubileo secolare del 1900-1901 e l’enciclica “Tametsi futura”, en Palestra del Clero, marzo-abril 1996, págs. 169-196, con amplia documentación..
9 José Toniolo, sociólogo y economista católico (Treviso 7.3.1845 - Pisa 7.10.1918) fue uno de los maestros del pensamiento social cristiano, animador de la Obra de los Congresos (ver más adelante, nota 32) y primer presidente nacional de la Unión Popular (cf. AD 60ss).
10 León XIII, Joaquín Vicente Pecci (1810-1903), fue elegido Papa el 20.2.1978. Su carta encíclica Tametsi futura prospicientibus (en Acta 20, 294-314) se publicó el 1 de noviembre de 1900, dos meses antes de la “noche” recordada aquí (cf. R. F. ESPÓSITO, art. cit.).
11 La frase latina Venite ad me omnes (Mt 11,28) estaba escrita en la portezuela del sagrario.
12 La frase completa de Mt 28,20 dice: «Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo».
13 Recuérdese el grito de Karl Marx (1818-1883) que incitaba a los trabajadores a la lucha de clases: «Trabajadores de todo el mundo, ¡uníos!» (Manifiesto del comunismo, 1848). Compañero y adversario de Marx en el parlamento de Berlín era el célebre obispo de Maguncia, Wilhelm von Ketteler (1811-1877), diputado por el Centro cristiano social. Sus llamamientos a la unidad de los católicos fueron acogidos por los sociólogos cristianos encuadrados en el “Volksverein” y en la Unión de Friburgo, entre los cuales estaba Toniolo. – Ketteler era conocido entre los primeros paulinos por su afirmación: «Si san Pablo viviera hoy, se haría periodista».
14 Francisco Chiesa (1874-1946), sacerdote, profesor en el seminario de Alba, cura de la parroquia de san Damián, declarado venerable el 11.12.1987. – Cf. A. VIGOLUNGO, “Nova et vétera”, Can. Francesco Chiesa, Ed. Paoline, Alba 1961; L. M. ROLFO, Il buon soldato di Cristo..., Ed. Paoline, Alba 1978; E. FORNASARI, “Ho dato tutto”..., Ed. San Paolo, Cinisello Bálsamo 1993.
15 Juan Bautista Paganuzzi (Venecia 1841-1923), conde, abogado, presidente de la Obra de los Congresos (cf. AD 60).
16 Luis Giordano, nacido en Cortemilia (Cúneo) en 1878, ordenado sacerdote el 28.6.1903 y muerto el 30.12.1939.
17 Este párrafo fue añadido a mano en el ds. – Agustín Borello, nacido en Canove di Govone el 20.10.1883 y muerto el 2.6.1902, fue honrado por el seminarista Alberione con un conmovedor discurso fúnebre. Cf. “Sono creato per amare Dio” (Diario y escritos juveniles), ed. preparada por G. Barbero, págs. 73-85.
18 Aquí la conjunción “y” está por el pronombre “a los cuales”.
19 Cf. Mt 12,30. El Autor, de acuerdo con el esquema “mente-voluntad-corazón”, corrige la cita evangélica, haciendo pasar el “amar con todo el corazón” del primer puesto al tercero.
20 Cf. Mt 19,29.
21 El traslado de la casa alquilada en la calle Vernazza a la construcción propia, el primer bloque de la Casa San Pablo, tuvo lugar el 10 de agosto de 1921.
22 Cf. AD 151ss.
23 Esta “pena”, «como una espina clavada en el corazón» (cf. 2Cor 12,7), se entiende mejor a la luz de un relato paralelo de 1938: «Cuando se tenía que comprar este terreno, los jóvenes vinieron a jugar aquí: yo miraba arriba y abajo... y pensaba si sería voluntad de Dios afrontar tantos gastos... y me pareció haberme dormido un rato: el sol resplandecía mientras se construían las casas; luego se oscurecía, y yo veía que el dolor más grande lo producían quienes, habiendo sido llamados por Dios, luego abandonarían su vocación...» (MV 138). Considérese la frase añadida a mano por el Autor que excluye cualquier referencia al número “200”.
24 Cf. Ef 2,7; ver más arriba AD 4 y las relativas notas
25 Es decir Francisco Chiesa.
26 Era mons. José Francisco Re, citado ya varias veces en las notas. Nació el 2.12.1848; llegó a ser obispo de Alba el 30.12.1889; murió el 17.1.1933.
27 El sujeto del inciso entre paréntesis es obviamente el P. Alberione.
28 La “prensa diocesana”, o sea la publicación a la que alude el Autor, es la Gazzetta d’Alba, semanario fundado en 1882 por el predecesor mons. Lorenzo Pampirio (obispo desde 1879 a 1889). La dirección del periódico le fue confiada al P. Alberione la tarde del 8 de septiembre de 1913.
29 «Menor pusilanimidad» lo añadió a mano el Autor en el ds.
30 Instituto indica aquí todas las instituciones fundadas por el P. Alberione.
31 La expresión “Familias Paulinas” (plural que pronto dejará lugar al singular, indicando el conjunto de las instituciones) queda inmediatamente precisada con la palabra “Congregaciones”, que a finales de 1953 eran cuatro: faltaban aún las Apostolinas y todos los Institutos agregados (cf. AD 1, nota 3).
32 Son palabras del canto Ubi cáritas et amor [donde hay caridad y amor], perteneciente a la liturgia del Jueves Santo (cf. Misal Romano, Misa vespertina de la Cena del Señor).
33 Nutricia, en el original “altrice” (del latín “álere” = nutrir): la que alimenta. Cabría también decir “alma máter”, frase latina lexicalizada en español para calificar a la Universidad; el adjetivo literario almo/a significa “lo que alimenta o cría” (así pues, “madre nutricia”), con el matiz de “bienhechor, maternal, bueno”. – Cf. F. PIERINI, Ruolo della Società San Paolo “altrice” della Famiglia Paolina secondo Don Alberione, en Il ministero dell’unità nella F.P., Ed. Archivo Histórico General de la F.P., Roma 1987, págs. 135ss.
34 «El premio eterno»: añadidura manuscrita.