APÉNDICE IITESTIMONIO ACERCA DE LA PRIMERA MAESTRADE LAS HIJAS DE SAN PABLOEl secretario del P. Alberione, P. Antonio Speciale, atestigua en su Diario (inédito) con fecha 14 de abril de 1954, miércoles santo:
«[El Primer Maestro] celebra muy temprano, como de costumbre en la Cripta, y hacia las 5,15 va a la capilla de la Casa general para esperar a los sacerdotes de dicha casa y decirles que hagan por su cuenta la meditación.
Él se queda allí hasta las 7,30 escuchando dos santas Misas, que esta mañana tienen como evangelio la Pasión.
Dejada la capilla va a su habitación y escribe un artículo sobre las tres Congregaciones femeninas para las memorias de la Familia Paulina, que luego se publicará con el título Abundantes divitiæ gratiæ suæ; pero se detiene sobre todo en la vocación de la Primera Maestra, Tecla Merlo (FSP) y en el buen trabajo realizado por ella.
[...] (Conservado original escrito de s[u] p[uño] en el Archivo general, la fecha la puse yo; me queda fotocopia del original y el texto mecanografiado; el original está en tres hojas de bloc grande; el mecanografiado, corregido también por el P.M., y con dos últimas palabras de la M. Ignacia Balla, ocupa dos hojas con el membrete de C[asa] G[eneral] – formato grande. N° 1545)»
De este texto nos han quedado tres redacciones: una manuscrita del P. Alberione, con numerosas correcciones y añadiduras; otra mecanografiada, también con muchas correcciones y añadiduras; y la tercera, definitiva, impresa en el volumen Mi protendo in avanti (págs. 408-410), que es la reproducida aquí.
Lleva la siguiente introducción: «En julio de 1922 el Primer Maestro reunió a las Hijas de San Pablo adultas, de las casas de Alba y Susa, para los Ejercicios espirituales. Terminado el curso, las invitó a emitir privadamente los votos religiosos perpetuos. (...) En tal circunstancia fue nombrada la Primera Maestra de las Hijas de San Pablo en la persona de Teresa Merlo [1894-1964] que en la profesión había tomado el nombre de Tecla. Habiéndole preguntado recientemente sobre esta elección inicial tan acertada, el venerado Fundador exponía así sus recuerdos y su impresión de hoy».
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Él había confiado y sometido [a consideración] el pensamiento de formar una Familia religiosa femenina junto a la masculina apenas comenzada. Le recomendaron algunas muchachas buenas, pero poco conocidas por él y ya no tan jóvenes. Tuvo que darse cuenta pronto que tanto para la primera como para la segunda Familia, algunas de las personas ingresadas no poseían la vocación a una verdadera vida religiosa; ¡y esto era no obstante lo esencial! La inteligencia y el amor al apostolado específico iría formándose poco a poco, con tal que hubiera docilidad a la voz de Dios.
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Esta preocupación había durado varios meses... Entonces los seminaristas y otros, unidos ya como cooperadores espirituales, celebraron el mes de mayo [pidiendo] que el Señor proveyera a la Familia religiosa.
Terminado el mes alguien le dijo: «En Castagnito de Alba hay una joven de buena familia, que por piedad, inteligencia, docilidad y bondad iría bien... Pero se dan dos dificultades: su escasa salud y haber frecuentado sólo la escuela del pueblo». – «Que venga, respondió el Primer Maestro; el Señor le dará la salud suficiente y la ciencia necesaria para su menester. Cuando el Señor quiere...».1
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Hubo obstáculos, pero fueron superados, especialmente con la ayuda del por entonces seminarista, y hoy canónigo-párroco de Barolo, [Constancio] hermano de la joven que ahora es la Primera Maestra de las Hijas de San Pablo. Las cosas procedieron de modo que se vio claramente la mano de Dios.
Entró y, para empezar, cayó enferma. Pero había despertado rápidamente en todos una estima casi reverencial. Se tomó enseguida con el Señor el compromiso que tenemos en nuestro pacto o secreto del éxito, que sirvió siempre en las mayores ocasiones y necesidades.
Alguno seguía objetando: «Dará cuanto tiene, pero será bien poco para la nueva Familia; y eso si no se vuelve un peso por culpa de su endeble salud». Pero el pacto se renovaba continuamente... y todo sumado demostró que el Señor actuaba y actúa casi insensiblemente aunque eficazmente; y que la bondad y la sensatez superan la fortaleza física y la ciencia.
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La Familia de las Hijas de San Pablo sufrió, al comienzo, bastantes chirridos... Pero todo contribuyó para que «Teresa», como la llamaban todos, se ganara el afecto de las Hijas y la estima general; de modo que cuando un día, después que se fueron quienes no tenían verdadera vocación religiosa, se les anunció a las ya numerosas jóvenes reunidas que Teresa era nombrada superiora, el consentimiento fue total.
Su progreso en la oración, vida religiosa, docilidad, amor al Instituto, al apostolado y a las personas fue siempre creciendo.
El trabajo que hoy le toca hacer sería excesivo incluso para una persona físicamente robusta: todo ha sido don de Dios.
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Al primer Maestro le fue constantemente de ayuda:1) Para formar bien a las Hijas de San Pablo, que empezaron de cero y han alcanzado una formación espiritual, intelectual y apostólica aceptada y operante en todas partes con sencillez, sobrenaturalidad, agilidad.
2) Para encaminarlas al apostolado específico, algo insólito en aquel tiempo y difícil según el razonamiento humano; sin embargo, bajo su guía, se llegó a formar a las escritoras, conferencistas, técnicas, propagandistas, adscritas al cine y a la radio.
3) Para superar los puntos escabrosos, que fueron muchos, en parte dependientes de las personas, en parte de la economía, en parte de las incomprensiones, del tiempo, de enfermedades, de muertes, etc.
4) Para fundar a las Pías Discípulas y a las Hermanas Pastorcitas, pues ella fomentó fuertemente el nacimiento, el crecimiento y la aprobación de ambas Congregaciones: las sostuvo, las aconsejó, les procuró ayudas financieras, se sometió a sacrificios y por eso tiene el reconocimiento y la confianza de entrambas Familias.
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Su ejemplo y su bondad actuaron mucho más que la autoridad, pues sabe conciliar la suavidad con la determinación, la prudencia con la fortaleza. Fue de veras sostenida físicamente por Dios, guiada con luces sobrenaturales, como constató el Primer Maestro en muchos viajes al visitar las casas.
Así es como las Hijas de San Pablo crecen en número, casas e iniciativas: ya están en unas veinte naciones.
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Las Hijas de San Pablo tienen en ella [la Primera Maestra Tecla] un doble libro: el de su diaria vida ejemplar, en primer lugar; y en segundo lugar, un libro de papel en el que se pueden recoger sus continuas y prácticas conferencias a las Hermanas, los numerosos avisos generales y particulares, los escritos publicados en la circular «Regina Apostolorum», etc. Todo sumado, puede hacerse un grueso volumen, bien bueno, que resultaría ser un tesoro, ahora y para el futuro, para todas las Hijas de San Pablo; ahora, especialmente para las que están lejos y apenas pueden contactar con ella durante las visitas; y especialmente para las aspirantes, que casi nunca pueden hablarle cara a cara por falta de tiempo.2
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1 De esta manera, el 27 de junio de 1915, entró Teresa Merlo en la comunidad de San Pablo. Había nacido en Castagnito de Alba en 1894 y formó parte del primer grupo de las futuras Hijas de San Pablo. Emitió la profesión perpetua el 22.7.1922 y en tal ocasión fue nombrada, por el Fundador, “Primera Maestra” (Superiora general) de la comunidad femenina. Rigió la Congregación de las Hijas de San Pablo hasta la muerte, acaecida en Albano Laziale (Roma) el 5.2.1964.
2 El libro existe realmente; fue publicado por Margarita BAVIERA fsp: TECLA MERLO, Un corazón solo y un alma sola, Conferencias - meditaciones 1954-1963, EP 1993, págs. 765 (sigla de la obra CSAS).