Beato Santiago Alberione

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INTRODUCCIÓN

Los textos reunidos en este volumen se remontan al trienio 1952-1954. Pertenecen a uno de los períodos más fecundos en la vida y en la actividad del P. Alberione. Como es sabido, a partir de la inmediata posguerra (1945) y hasta abril de 1960 cuando declaró completada la Familia Paulina,1 la tarea constante del Fundador consistió en dar una sistematización orgánica y una formulación definida a su pensamiento, sobre todo en lo concerniente a la fisonomía espiritual de sus fundaciones.
Es en este período cuando nacen obras como la Vía humanitatis,2 y la historia carismática Abundantes divitiæ gratiæ suæ.3 En tal período el Fundador elabora y publica en el boletín San Paolo los temas monográficos de los siete opúsculos, recientemente reeditados en un solo volumen.4 En el mismo período va cultivando de manera más decidida el sueño de una Enciclopedia sobre Jesús Maestro,5 y prepara la reunión de Ariccia para el mes de Ejercicios espirituales (abril de 1960), durante los cuales resumirá definitivamente las líneas vehiculantes del carisma recibido y del modo de aplicarlo.6
Y es también en este período cuando el P. Alberione dicta a las comunidades de la Familia Paulina, reunidas en el santuario romano Regina Apostolorum, memorables meditaciones sobre los temas centrales de su espiritualidad. De esas meditaciones publicamos ahora las dictadas entre el 27 de enero de 1952 (inauguración de la Cripta) y el 8 de diciembre de 1954 (dedicación del Santuario).
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Se trata de una serie consistente de intervenciones (unas 140), resumidas o registradas en magnetófono: homilías litúrgicas, meditaciones sobre temas variados, Horas de adoración comentadas ante el Smo. Sacramento, retiros, reflexiones sobre los misterios del rosario o sobre las estaciones del vía crucis, explicaciones de oraciones (las coronitas a san Pablo, a Jesús Maestro...).

Ocasión inmediata

La circunstancia inspiradora y unificadora de estas meditaciones fue la segunda inauguración del primer espacio sagrado en el conjunto del santuario Regina Apostolorum, llamado comúnmente la Cripta.7 Aclara este punto la crónica registrada en el Diario8 del P. Antonio Speciale:
«27 de enero de 1952 (domingo 3º de Epifanía).
Hoy, domingo, según [lo] programado por el Primer Maestro, la jornada se dedicará a la segunda inauguración de la Cripta del Santuario Regina Apostolorum. - La primera inauguración se hizo el 25 del mes ú.p., o sea en Navidad, cuando la Familia Paulina (por voluntad del Fundador) tomó [sólo] posesión del lugar sagrado como lugar de oración, que tuviera unidos alrededor del altar central a todos los miembros. No todo estaba preparado y acabado (por ej. faltaban el órgano, los bancos nuevos, los candeleros, etc., y aún falta el altar monolito en mármol blanco...). Hoy, domingo 27, se hace la verdadera inauguración de la Cripta, celebrando también la fiesta de la Conversión de san Pablo que caía el pasado viernes, 25 de enero...
El Primer Maestro ha celebrado la misa esta mañana (hacia las cinco y media) en el altar central, que provisionalmente es de
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yeso... Durante la misa solemne [a las 9] tuvo la homilía, exaltando la misericordia y sabiduría de Dios por la vida nueva de Pablo en la conversión y la vida nueva que deben comenzar los neo-vestidos (SSP) y las neo-vestidas (FSP) para que toda esta vida sea vivida por Cristo y transformada en él a ejemplo del Apóstol...».
Hay que tener presente toda la historia del Santuario,9 desde el voto del Fundador hasta la dedicación final, para situar en el tiempo y en el espacio estas intervenciones del P. Alberione. La Familia Paulina vivía un momento mágico de su existencia: era la vigilia del Año Mariano y se acercaba el 70º cumpleaños del Fundador, con la perspectiva de la coronación de su obra, mediante la constitución de los últimos Institutos.
Transcurrían meses de gran actividad y de viajes casi continuos del Padre, como se deduce del Diario del fiel secretario personal, P. Antonio Speciale, cuyas páginas registran paso a paso los gestos y movimientos del Fundador: desde las primerísimas horas de la mañana, con la celebración eucarística personal, y luego las meditaciones dictadas a diversos grupos de las comunidades romanas, y después las horas de trabajo -correspondencia, audiencias, visitas a otras comunidades de la ciudad o alrededores- y al final las horas de oración que cerraban la jornada del mismo modo que había comenzado: ante el sagrario.
Este ritmo, increíble si se piensa en las condiciones físicas de un hombre agobiado por los años, no variaba mucho durante los viajes, de breve o largo trayecto. Baste comprobar la crónica de uno de los días precedentes al comienzo de estas meditaciones: por ejemplo, del 24 de enero de 1952.10
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Los viajes fuera de Italia -que explican los intervalos en la serie de meditaciones aquí recogidas- cambiaban el género de las tareas, pero no modificaban la densidad del trabajo en los lugares visitados. Y durante las horas de vuelo o de navegación por mar, la oración se alternaba con la escritura o la predicación para las Hermanas o Hermanos que le acompañaban, sugiriendo meditaciones y programas apostólicos. Más de un retiro lo predicó a bordo de transatlánticos, como atestiguan las recopilaciones A las Hijas de San Pablo o A las Pías Discípulas del Divino Maestro.
Tal y tanta actividad, lejos de disociar su unidad interior, la hacía más tenaz y al mismo tiempo más concreta, más vinculada a la gracia del momento, más abierta a la comunicación formativa.
Es comprensible que, aun estando en casa, faltase a menudo la preparación inmediata, que asegura una perfecta linealidad del discurso. Pero la riqueza de su patrimonio interior, con el auxilio de una excelente memoria, consentía al Fundador estar siempre a la altura de su cometido y de su nombre, de Primer Maestro, como se le llamaba.11

Temática, finalidad y estilo

Los volúmenes de meditaciones ya publicados12 documentan la naturaleza de las intervenciones y el amplio abanico de los temas tratados por el P. Alberione en su predicación casi diaria.
Siguiendo el método irrenunciable de la integralidad, su don carismático inspirado en el trinomio Camino-Verdad-Vida, él desarrolla en forma cíclica la triple dimensión de la realidad cristiana: Doctrina, Moral y Culto. Exponía ante todo, como puntos de partida, los principios: las principales verdades de fe, privilegiando
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la enseñanza de Jesús y los textos de san Pablo. Resaltaba luego las consecuencias en el plano del vivir y del hacer: las virtudes teologales y morales; los compromisos de la vida consagrada; los votos; el celo por las almas y la fidelidad al apostolado; el puntual cumplimiento de los deberes específicos. Y, para fecundar todo esto, el determinante trato vital con Dios, la oración, modulada en sus diversas expresiones: la piedad personal y comunitaria, la vida sacramental, las prácticas y las devociones...
En fin, una propuesta totalizante y tridimensional13 de meditaciones encaminadas a lograr la consiguiente integral cualidad de la vida y del empeño apostólico.

LAS FUENTES de las que el orador se servía eran las comunes en la predicación de entonces: Liturgia del tiempo y de las Horas (obviamente anterior a la reforma conciliar); luego la Ascética y la Espiritualidad tradicional,14 la Legislación canónica y particularmente las Constituciones. A todo ello se añadía el patrimonio acumulado durante los años y enriquecido trámite una gran capacidad de absorción de cada experiencia y relación humana: lecturas juveniles y de actualización; conversaciones remotas con el canónigo Chiesa15 y el amigo teólogo José Priero; señalaciones y aportes de cohermanos y colaboradores.

Finalmente, en cuanto a la FORMA EXPRESIVA, es harto sabido que el P. Alberione miraba al núcleo de los contenidos más que al estilo. Nadie esperaba de él un lenguaje brillante o un
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modo de discurrir que no fuera el suyo: sobrio, esencial, aunque no carente de vivacidad y rico siempre de realismo, de concreción e incisividad. Partía, en efecto, de principios firmemente fundados -Evangelio, san Pablo, documentos eclesiales...- y de una clara declaración de intentos: explicitaba desde el principio el fruto que debía obtenerse con la meditación propuesta.
Tal finalidad, empero, no era tanto la edificación momentánea del oyente, cuanto la profundización y consolidación de valores vehiculantes, la formación continua y la auténtica construcción de las personas «hasta que Cristo tome forma plenamente en todos» (cf. Gál 4,19).
De los discursos del P. Alberione, como de sus escritos, creemos pueda decirse lo que san Pablo afirmaba de sí: «Mis discursos y mi mensaje no usaban argumentos hábiles y persuasivos, la demostración consistía en la fuerza del Espíritu, para que vuestra fe no se basara en saber humano, sino en la fuerza de Dios» (1Cor 2,4-5).

Para una renovación espiritual

Con este título apareció, el 18 de marzo de 1952, la primera recopilación parcial de 35 breves meditaciones más 8 Horas de adoración, publicada por iniciativa de las Hijas de San Pablo. Una breve presentación advertía: «Reproducimos -tal como hemos podido recoger- la preciosa palabra que el Revmo. Primer Maestro dirigió a las Familias Paulinas, reunidas en la Cripta del templo Regina Apostolorum, desde el día de la inauguración, 29 de enero, al 19 de marzo16 de 1952».
Este inciso deja entender el procedimiento de registración mediante el que nos han llegado las meditaciones de esta recopilación. Dado que aún no se disponía de un registrador magnético, las pláticas eran transcritas a mano por una oyente.17 Este particular no puede olvidarse: sobre todo en esta primera sección (35
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meditaciones) el texto nos da ciertamente el contenido, el pensamiento del Fundador, pero no las exactísimas palabras o expresiones usadas por él. Ello queda confirmado también confrontándolas con la relación que de algunas de esas mismas pláticas compiló el P. Antonio Speciale.18 Aparte eso, resulta muy atinada la elección del título, tomado del exordio de la primera meditación: «La inauguración de la Cripta tiene que ir acompañada por una renovación de espíritu».
Otra notable circunstancia hay que señalar: la fecha de publicación, 18 de marzo. Sabemos que el 19 de marzo, solemnidad de san José, era el onomástico del P. Alberione, que había tomado como segundo nombre el del Patriarca nazaretano. Se quería, pues, tributar por parte de las Familias Paulinas (como se solía decir entonces para indicar a cada uno de los institutos) un filial homenaje al Fundador imprimiendo sus meditaciones habladas.
Idéntica es la destinación de la segunda recopilación, editada también por las Hijas de San Pablo y fechada el 17 de marzo de 1953. En la portada, se indicaba: «A las Familias Paulinas. Pláticas del Revdo. Primer Maestro - Agosto-Noviembre de 1952». Contenía 37 meditaciones, dictadas aún en la Cripta desde el 7 de agosto al 23 de noviembre de 1952, y finalmente registradas en cinta magnética. Son particularmente significativas las pronunciadas con motivo de la consagración del altar marmóreo (20 de agosto), y las dedicadas a la santificación de la lengua, al sentido de nuestro apostolado y a la Reina de los Apóstoles.
El 9 de marzo de 1954 salía la tercera recopilación: «Pláticas del Primer Maestro - Diciembre de 1952-Diciembre de 1953. Para uso manuscrito». Reproducía 31 meditaciones, dictadas desde el 30 de noviembre de 1952 al 13 de diciembre de 1953, registradas en cinta. De particular importancia son el conmovedor recuerdo del P. Giaccardo en el quinto aniversario de su muerte (24 de enero de 1953), las meditaciones sobre los dones del Espíritu Santo (novena de Pentecostés) y sobre María Mediadora de todas las gracias (13 de diciembre de 1953).
Y en fin, la cuarta recopilación, «Pláticas del Primer Maestro - Marzo-Diciembre de 1954», publicada el 15 de marzo de
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1957. Nótese aún la fecha significativa, en la proximidad del onomástico y en el año del Jubileo sacerdotal del P. Alberione (1907-1957). Hay registradas 29 meditaciones, propuestas desde el Jueves santo al 8 de diciembre de 1954.19 Las últimas coinciden con los festejos solemnes para la Dedicación del Santuario y la conclusión del Año Mariano, acontecimientos que consagraban en el signo de María un arco de meses extremadamente cargados de significado carismático y de creatividad apostólica.

¿Cómo acercarse a estas páginas?

Al ser el eco vivo de un mensaje con valor testamentario (recuérdese que en el umbral de los setenta años, al P. Alberione le gustaba citar el salmo 89: «Los años de nuestra vida son setenta, ochenta para los más robustos»), estas páginas tienen que releerse con escucha interior y con devoción, como textos inspirados. Ellas siguen transmitiéndonos, a veces con una fuerza mayor que la de la viva voz, lo que el Fundador pretendía instilar en los corazones para que constituyera el fundamento duradero de su herencia.
En la medida en que sepamos escuchar, yendo más allá de algunas frases arcaicas, captaremos la continuidad de un magisterio, que arrancando del Maestro divino y a través de la mediación de Pablo, nos transmite lecciones vitales. Nos harán, al mismo tiempo, discípulos de la Palabra y secuaces creíbles de un humilde sacerdote, que llevó con honor el título de Primer Maestro. Tal sigue siendo el P. Alberione para nosotros y para la Iglesia de hoy y de mañana.
Roma, 4 de abril de 2005

CENTRO DE ESPIRITUALIDAD PAULINA


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1 Cf. S. ALBERIONE, Ut perfectus sit homo Dei (UPS), San Paolo, Roma 1998, I, 19.

2 Breve síntesis teológica de la historia de la salvación. Cf. ROSARIO F. ESPÓSITO, La dimensión cósmica de la oración: La “Vía Humanitatis” del P. Santiago Alberione, San Paolo, Roma 1999.

3 Aparecida primero con el título “Yo estoy con vosotros” (1969), tuvo luego diversas ediciones: en 1971 preparada por G. Barbero; en 1985 preparada por E. Pasotti-L. Giovannini (ed. crít.); en 1998 preparada por A. Colacrai-E. Sgarbossa.

4 G. ALBERIONE, Alma y cuerpo para el Evangelio, opúsculos para una pedagogía apostólica, San Paolo, Cinisello Bálsamo 2005.

5 Cf. Esquema de estudio sobre Jesús Maestro, en San Paolo, septiembre de 1959.

6 Cf. UPS, cit.

7 Es la iglesia intermedia, situada entre la Subcripta o Cripta inferior y el Templo superior. El Santuario tiene su ingreso en el terreno de las Hijas de San Pablo, en la zona sur del conjunto paulino en Roma, mientras a la Cripta se accede por una escalinata que arranca de los patios de la comunidad masculina.

8 Se trata de la crónica, prácticamente cotidiana, de la vida y de la actividad del P. Santiago Alberione, hilvanada por su secretario, P. Antonio Speciale, ssp. La misma cubre el último período de la vida del Fundador de la Familia Paulina: desde 1946 al 26 de noviembre de 1971, fecha de su muerte. En este volumen la citaremos por: “Diario”.

9 Cf. G. B. PÉREGO, El Santuario Basílica “Regina Apostolorum”, Apuntes históricos, ed. Archivo Histórico General de la Familia Paulina, Roma 1985.

10 «Regresa de Catania con el avión de la LAI hacia las 16,15... Nos dice que ha hecho un buen viaje, a pesar del fuerte viento. Apenas llega a casa, uno de sus primeros pensamientos va a los trabajos de la Cripta del Santuario Regina Ap., que visita enseguida antes de ir a su despacho; y mientras camina me entrega una carta que ha escrito al superior de Catania, en el avión... Vuelto de la inspección a los trabajos, que le ha ocupado una horita, sube al despacho y abre la correspondencia. Manda un telegrama a California (USA)... Escribe luego una carta personal a D.T.R. en Bálsamo (Milán); y tras haber cambiado algunas palabras con el Procurador general, P. Federico, baja a la capilla para la visita al Smo. Sacramento».

11 El sentido de semejante título, bien lejos de intentos ambiciosos, se explica por referencia a la figura de Cristo Maestro, y como herencia del juvenil trato habido con la orden dominica, cuyo Superior general se denomina “Maestro general” (cf. AA.VV., Jesús el Maestro, ayer, hoy y siempre, San Paolo, 1997, pp. 76-78).

12 Cf. A las Hijas de San Pablo (5 vols., de 1929 a 1961, todavía en fase de publicación); A las Pías Discípulas del Divino Maestro (11 vols., de 1955 a 1966); A las Hermanas de Jesús Buen Pastor (10 vols., de 1957 a 1968)...

13 Una demostración ejemplar de tal procedimiento “tridimensional” la observamos en las oraciones compuestas por él, particularmente en la coronita a Jesús Maestro. Véase asimismo la división tripartita de las reflexiones en las “Horas de adoración”.

14 Texto preferido: Compendio de Teología Ascética y Mística, de Adolfo Tanquerey, Roma-París 1927. Más tarde, en los años 60, el P. Alberione hará amplio uso de la Teología de la perfección cristiana de A. Royo Marín O.P., Ed. Paoline, Roma 1960 (original español en la BAC).

15 Recordamos las obras principales de F. CHIESA: Jesucristo Rey; Jesús Maestro; Ego sum Vita; Formación pedagógica de los catequistas; Introducción a la Ascética; La llave de la vida; Lectiones theologíæ dogmáticæ (4 vols.); Historia de la Filosofía; Para la unidad en la formación del clero; La llave de la Biblia; Reparación; Contricción perfecta; La Sagrada Familia; Para pensar [“Pensarci su”]; etc.

16 En realidad, la recopilación concluía con la meditación del 16 de marzo.

17 Testimonios dignos de fe aseguran que la veloz “escribana” fue Maestra Ignacia Balla FSP, habilísima en trasladar al papel cuanto el predicador iba exponiendo. Ella transcribía luego completamente el texto y lo sometía al control del P. Alberione, antes de pasarlo a la Hna. Clementina Laudanno, responsable de la tipografía.

18 Ver más adelante, pp. 19, 22, 41...

19 Una de ellas, empero, ha sido omitida por ser extraña al contexto y al destino del presente volumen, como se dirá a su debido tiempo.