«Tiendo mis manos hacia tus mandamientos
y medito en tus decretos»
(Sal 118/119,48)
(Is 45,15-25).12
(1Cor 11,23-32).
(1Crón 29,10ss).
1 Juan Damasceno (650-750, presbítero, doctor de la Iglesia). En los numerosos campos en los que ejercitó sus cualidades de escritor y de orador (dogmática, exégesis, moral, ascética, poesía), lo hizo en perfecta sintonía con las tendencias propias de su tiempo y con lo que esperaban de él los lectores a los que se dirigía.
2 Casiodoro (490-583). Hombre implicado en la política y escritor romano. Nació probablemente en Calabria de una familia senatorial de remoto origen sirio. Su padre había sido prefecto del pretorio de Teodorico, rey de los godos, y Casiodoro siguió la misma carrera. En el 535 intentó en vano (en colaboración con el papa Agapito) instituir una universidad cristiana en Roma. En el 537 se retiró a vida privada y se dedicó cada vez con más intensidad al estudio y la religión. En las posesiones de su familia (en Squillace, Calabria) fundó una comunidad religiosa llamada Vivarium, cuyo rasgo más característico consistía en el interés que tenían las actividades intelectuales de los monjes. El Vivarium, aunque no llegó más allá del siglo VII, fue importante para la conservación de los libros antiguos griegos y latinos y para la creación de un modelo de vida monástica que influiría más tarde en la orden benedictina. Casiodoro es uno de los fundadores de la civilización medieval en Occidente.
3 Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz (1873-1897), carmelita, canonizada el 17 de mayo de 1925, la “niña más amada de la historia” (Pío XII), fue proclamada doctora de la Iglesia por Juan Pablo II el 19 de octubre de 1997. El descubrimiento de Teresita del “pequeño camino totalmente nuevo” de santidad, tuvo lugar quizá a finales del año 1894. De este período es su encuentro con la palabra del profeta Isaías: «“Como a un hijo a quien consuela su madre, así yo os consolaré a vosotros” [Is 66,13]. ¡Ah, nunca palabras tan tiernas y armoniosas han alegrado mi alma. El elevador que ha de subirme al cielo son tus brazos, Jesús. No necesito pues crecer, sino seguir siendo pequeña, serlo cada vez más». Teresa es doctora de la pura gracia: vio que todo depende del amor libre del Padre. Otra de sus grandes intuiciones es el descubrimiento del amor a partir de la lectura de la primera carta a los Corintios: «El amor me dio la clave de mi vocación. Comprendí que si la Iglesia tiene un cuerpo que se compone de diversos miembros, no le falta el órgano más necesario, el más noble de todos; comprendí que la Iglesia tiene un corazón y que éste arde de amor. Comprendí que sólo el amor hace que los miembros de la Iglesia actúen... Comprendí que el amor incluye todas las vocaciones, que el amor es todo, que se extiende a todos los tiempos y a todos los lugares; en una palabra, que es eterno... mi vocación es el amor» (Ms B, 3v, en Obras completas).
En la edición original de LS el texto de Teresa antes citado, como los de Juan Damasceno y Casiodoro, aparecían en nota, fuera de contexto. Hemos considerado más oportuno insertarlos en esta sección del texto.
5 Lorenzo Scúpoli (Ótranto 1530 - Nápoles 1610), escritor de ascética, sacerdote teatino desde 1577, denunciado con calumnias que desconocemos, fue reducido al estado laical con un decreto del capítulo general de 1585. Su obra más famosa, Certamen espiritual, apareció anónima en Venecia en 1589. En 1610, pocos días después de su muerte, aparecía en Bolonia por primera vez (en su 50
a edición) con el nombre del autor. El combate espiritual es un “tratado de estrategia espiritual” expuesto con método ascético sencillo y práctico en 66 capítulos de densa doctrina. Quiere conducir al lector hacia una perfección totalmente interior, basada en la negación de sí mismo y consumada en la unión con Dios.
6 Francisco de Paula Cassetta (Roma 1841 - 1919). Estudió en el Seminario romano y se graduó en teología y en utroque iure. Sacerdote desde el 10 de agosto de 1865, quería ser misionero entre los no cristianos. Por obediencia permaneció en Roma, donde se dedicó a la educación de la juventud. Fue nombrado obispo y a su vez ordenó sacerdote a Eugenio Pacelli, el futuro papa Pío XII. Fue prefecto de las Congregaciones del Concilio y de Estudios, y bibliotecario de la Santa Iglesia Romana. También como cardenal fue un generoso y ardiente propulsor de las formas más modernas de actividad católica, teniendo como ideal de vida la efusiva caridad de san Pablo. Hizo testamento de su rico patrimonio familiar a favor de Propaganda Fide.
7 El P. Alberione dirá también: «Para todas las cuestiones que siguen agitándose hoy entre los hombres, no hay más solución que ésta: Instaurare omnia in Christo. ¿No viene de ahí la salvación?» (Pr 5, p. 28; Prediche alle comunità paoline - Per la canonizzazione di Pio X - 23 de mayo de 1954). Durante el mes de abril de 1960, en el mes de ejercicios de los paulinos en Ariccia, añadiría: «Conocer, imitar, rogar y predicar mejor a Jesucristo, Maestro único, en quien todo se concentra y recapitula, omnia instaurare in Christo - In ipso omnia constant - Magister vester unus est Christus» (UPS II, pp. 243-244). Algunos días antes había dicho: «El Hijo de Dios vino a reparar el edificio antiguo, a restaurar al hombre y sus facultades. Así fue como restauró la mente (él es la verdad), la voluntad (él es el camino), el sentimiento (él es la vida)» (UPS I, p. 369).
8 Ver nota 9 de la p. 203.
9 Un ejemplo de la “recuperación” moral y espiritual, con el consiguiente cambio de vida, se encuentra en la p. 21. Aquí el P. Alberione habla de una recuperación conseguida con la lectura más asidua del Evangelio. La Biblia en la vida de la Iglesia (CEI 1995), en el n. 9 dice: «En síntesis, podemos verificar tres signos fundamentales del prometedor despertar bíblico entre nosotros: la renovación radical e interior de la fe, conseguida en la fuente de la Palabra de Dios; la afirmación consciente y la aceptación del primado de la Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia, y la promoción de un camino ecuménico más solícito impulsado por las Escrituras».
10 «Quien lee el Libro divino adquiere el lenguaje divino, habla el lenguaje divino, consigue la eficacia divina... Muchas meditaciones, muchos libros, muchas exhortaciones tendrían más eficacia si, en lugar del hombre, hablaran de Dios» (15 de enero de 1935, Unione Cooperatori Apostolato Stampa, n. 1, p. 3). «No busquéis libros de ascética que forman una piedad evasiva, sino el Evangelio, para una piedad sólida» (junio de 1941, IA 1, p. 34).
11 Giovanni Papini (Florencia 1881-1956). Poco inclinado, ya desde joven, a estudios convencionales, lector voraz y frenético organizador cultural, su vagar de aventura en aventura, del pragmatismo al futurismo, al fascismo y al catolicismo, son la demostración de su inquieta conciencia de intelectual, activa en un mundo que ha agotado todas las certezas y valores. El estallido de la primera Guerra Mundial le llevó a un profundo examen de conciencia que concluyó con su adhesión al catolicismo oficial. Su conversión tuvo una resonancia internacional y propagandística. Fue la conclusión ejemplar de una vicisitud intelectual ostensiblemente a contramarcha. Con su libro Historia de Cristo, en 1921, adquirió fama mundial. En los últimos años de su vida, una larga enfermedad le obligó a permanecer inmóvil y le privó de la vista y de la palabra, aunque no por eso dejó de mantener una intensa actividad de escritor. Nos ha parecido que esta cita de Papini, colocada como nota a pie de página, debía figurar dentro del texto.
12 LS indica “Is. XLV, 15-26”. En la Vulgata el capítulo 45 de Isaías tiene 26 versículos, mientras que en las nuevas traducciones son 25: los versículos 23 y 24 están comprendidos en el 23.