Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

Haga una búsqueda

BÚSQUEDA AVANZADA

DÍA XXVII
LA BIBLIA, FUENTE DE LA PIEDAD

SAN PEDRO

Simón, hijo de Juan o Jonás, era de Betsaida, Galilea. Había sido discípulo de Juan Bautista. Su hermano, Andrés, le puso en contacto con Jesús, que le cambió el nombre por el de Pedro.
Después del milagro de la pesca siguió definitivamente a Jesús, y no sólo fue uno de los apóstoles, sino el primero de ellos, tal como aparece en diversas circunstancias. Tenía una gran fe y un gran amor al divino Maestro.
Durante la pasión, presuntuoso en exceso de su fe, se puso en peligro y llegó a negar a su Maestro, a pesar de las protestas exhibidas en la última cena. Pero luego, muy arrepentido, reparó aquella negación con un amor indefectible.
Efectivamente, después de la venida del Espíritu Santo fue el primero en predicar intrépidamente el nombre de Jesús, y ni en la cárcel dejó de confesarle.
Sabemos que fue a Antioquía y que fundó allí una comunidad cristiana. Después del martirio de Santiago el Mayor, milagrosamente liberado de la cárcel, partió de Jerusalén y se fue a otro sitio, como dicen los Hechos (He 12,17). Muchos creen que en este tiempo fue a Roma. De su presencia en esta ciudad dan fe los más antiguos escritores cristianos, como san Clemente Romano, san Ireneo, Tertuliano y san Ignacio mártir.
269
No sabemos qué otros viajes apostólicos pudo hacer a partir de entonces.
La tradición es unánime en establecer el martirio de san Pedro en el 67. Su fiesta se celebra el 29 de junio.
Tenemos dos cartas de san Pedro.

Iª CARTA DE SAN PEDRO. Esta carta, dirigida a los cristianos dispersos en las provincias de Asia, fue escrita en Roma, probablemente del 63 al 65, y supone extendida por todo el imperio la persecución de Nerón, pues la cita y da algunos consejos sobre ella.
La carta exhorta en primer lugar a vivir, como cristianos, en el amor. Luego habla de los deberes de los cristianos en relación con la autoridad y según las diversas disposiciones sociales. Finalmente exhorta a los pastores a vigilar y a los fieles a ser sumisos, para terminar exhortando a todos a las virtudes cristianas.
La doctrina, sencilla y práctica, expresada con gravedad sublime, anima a tener buen ánimo en las aflicciones, trata de confirmar en la fe y predica contra los simoníacos y los nicolaítas la necesidad de las buenas obras para la salvación eterna.

IIª CARTA DE SAN PEDRO. Aunque no fue reconocida universalmente hasta el siglo IV, esta carta es ciertamente de san Pedro, pues lleva su nombre y contiene muchos detalles que sólo él podía registrar. No cabe negar, sin embargo, que difiere en el estilo de la primera carta, pero eso se explica perfectamente si tenemos en cuenta que san Pedro contó con diversas personas para redactar sus cartas. Ésta parece dirigida a los mismos destinatarios que la primera, y lo hace desde Roma en el año 67.
La finalidad de esta carta, que puede considerarse el testamento del príncipe de los apóstoles, consiste en inculcar la necesidad de las buenas obras, combatir a los herejes que reducían la libertad a libertinaje y negaban el retorno de Jesucristo.
Es también la carta testamento del padre que, ya próximo a la muerte, da a sus hijos los últimos consejos y manifiesta, aún más que la primera, el ánimo vibrante de san Pedro.
270
REFLEXIÓN XXVII

La Biblia fuente de la piedad


«Tiendo mis manos hacia tus mandamientos
y medito en tus decretos»

(Sal 118/119,48)


Con el nombre de piedad entendemos el conjunto de prácticas devotas: oraciones, actos virtuosos y acciones buenas que se practican a lo largo del día.
Cuando decimos que la Biblia es la fuente de la piedad, no queremos referirnos solamente al acto exterior, como sería el rezo del santo rosario, la comunión, etc., sino que entendemos referirnos al espíritu que vivifica todos estos actos, sin el cual todos ellos, incluidos los más santos, como sería la santa comunión, serían algo parecido a estatuas de mármol, muy hermosas pero sin vida.
Cuando el alma ora con humildad, arrepentida de sus faltas, cuando hace las cosas por puro amor de Dios y tiende a Él con un corazón bien dispuesto, decimos que se tiene espíritu de piedad. Por consiguiente, este espíritu no consiste solamente en las oraciones vocales o en las obras exteriores, sino especialmente en una conformidad constante de nuestra voluntad con la de Dios.
La piedad, como enseña el apóstol san Pablo, es útil para todo y para todos: «Pietas ad omnia
271
utilis est» (1Tim 4,8); es útil a los niños y a los muchachos inocentes para conservar su inocencia; es útil a los jóvenes para poder superar victoriosamente la crisis juvenil, punto delicadísimo de la vida; es útil a los adultos, a los ancianos, a los amos y a los criados. La piedad es indispensable a todos para poder vivir y morir en gracia de Dios.
Es útil en la prosperidad y en la adversidad, en la abundancia y en la carestía. La piedad es necesaria para vivir y morir bien. Y lo es asimismo porque el hombre necesita constantemente que la gracia de Dios le acompañe y le fortalezca.

* * *

De dos fuentes principalmente brota la virtud de la piedad: del Sagrario y de la Biblia. Aquí nos detendremos a considerar la segunda fuente.
«Nada hay tan conveniente para la salvación de las almas como conocer las divinas Escrituras», dijo san Juan Damasceno.1
«Los libros santos son sumamente útiles para los cristianos», afirmó Casiodoro.2
El espíritu de piedad cuenta con un alimento llamado lectura espiritual. Todos los maestros de ascética recomiendan la lectura espiritual, sobre la que tienen expresiones muy hermosas. San Agustín llama a los libros mis delicias, y la primera de esas delicias es la sagrada Escritura.
«Lo que de manera especial me ocupa en mis meditaciones es el Evangelio. En él encuentro todo lo necesario para mi alma. En él descubro siempre luces nuevas, sentidos misteriosos y soterrados, y comprendo y sé por experiencia que el reino de Dios está dentro de nosotros», escribió santa Teresita del Niño Jesús.3
Cuando alguien quiera progresar con rapidez y con seguridad en el camino de la perfección, debe necesariamente contar con un libro de lectura espiritual. Son muy útiles
272
para esto los libros de san Francisco de Sales, san Alfonso, el Ven. Olier,4 san Ignacio, santa Teresa de Ávila, Scupoli,5 etc. Todos los libros de estos autores son muy buenos, pero no dejan de ser humanos. Hay uno que está por encima de todos ellos, que es su fuente: la santa Biblia. Este es el mejor libro de lectura espiritual, la fuente cristalina de donde todos los escritores ascéticos sacaron su doctrina. Los demás libros son solo arroyuelos alimentados con el caudal de este inmenso mar.
¿Habrá libro mejor que el de Job para inducir al alma a la paciencia? ¿Habrá un libro tan eficaz como el Cantar de los Cantares para inflamar al alma de amor hacia su Dios y llevarla a la oración?
Conscientes de esto, los sumos Pontífices, especialmente Pío X, León XIII y Pío XI recomiendan vivamente que se lea cotidianamente la sagrada Escritura, especialmente el santo Evangelio.
Pío X se expresaba así en una carta del 21 de mayo de 1907 al cardenal Cassetta:6
«Habiéndonos propuesto restaurar7 todas las cosas en Cristo, nada mejor podemos desear como que se extienda entre los fieles la costumbre de leer, no ya frecuentemente sino todos los días, los santos Evangelios, siendo justamente esta lectura la que demuestra y hace que se vea con claridad cuál es el camino por el que se puede y se debe llegar a esa deseada restauración».
Y Benedicto XV, su dignísimo sucesor, escribiendo también al cardenal Cassetta, presidente de la Pía Sociedad de San Jerónimo,8 dice que la falta de lectura de los santos Evangelios es la causa de las desviaciones de la sociedad actual: «La experiencia enseña, más de lo que se pueda
273
decir, que los descarríos de la sociedad actual tienen su origen en el hecho de que la vida, la doctrina y las obras de Jesucristo han caído en el más profundo olvido, hasta el punto de que los hombres han dejado de inspirar en ellas sus acciones cotidianas». Y no solamente lamentaba este santo Pontífice un mal tan grande, sino que trató por todos los medios de que la lectura del santo Evangelio volviera a ser una práctica cotidiana en las familias maleadas por el liberalismo. Quiso ser él mismo presidente efectivo de la Sociedad de San Jerónimo y el 8 de octubre de 1914 emanó un nuevo documento pontificio, un magnífico breve, en el que alaba a esta Sociedad por la obra emprendida como «óptima en sí misma y muy grata a Dios». Confirmó y recomendó mucho los Grupos del Santo Evangelio, que son asociaciones de personas para leer, estudiar y meditar el santo Evangelio. Sus reuniones siguen activas aún hoy gracias al impulso que les dio Pío XI, hasta ganar nuevos socios. La consoladora recuperación9 de la religión y de la piedad en general en Italia es en buena medida fruto de este retorno a la lectura del santo Evangelio.
Siendo la piedad en nosotros la vida divina, cuanto más nos acerquemos a la fuente, más pura y fresca será el agua que bebamos. Del mismo modo, cuanto más los libros espirituales se alimentan del Evangelio, más eficaces y útiles son para las almas.
Vosotros escucháis y leéis muchas cosas de ascética y de vida espiritual, pero si tomáis la Biblia en las manos y la abrís, encontraréis en ella todas esas verdades según su belleza genuina.
Podríamos representar todos los libros espirituales10 con una multitud de rayos de luz cuyo origen es la sagrada Escritura, de donde reciben luz y calor.
Cuando un alma es tibia y no siente
274
el calor espiritual, es decir, cuando no tiene el espíritu de piedad, que tome la Biblia y la lea; sentirá en seguida que su corazón se inflama de santos deseos y que su mente se ilumina con la luz divina, haciendo así que su voluntad conciba propósitos firmes.
«El Evangelio, cuando hablamos del espíritu, es el sol, y las criaturas que le siguen son solamente planetas o satélites de planetas» (Papini).11
En el santo Evangelio palpita el corazón amorosísimo de Jesús. Vayamos pues y descansemos en su pecho; Él nos dará calor y nos hará conocer lo que quiere de nosotros.
Por eso san Bernardo llegó a formular una expresión cargada de sentido: Cuando leo o escribo, ningún libro me satisface si no leo y no escribo el nombre de Jesús.
Son muy eficaces las novenas y los triduos en los que uno se propone leer y meditar el texto bíblico; a veces basta una frase o un versículo para hacer que un alma tibia se transforme en fervorosa, e incluso que, estando muerta, resucite, lo que no pocas veces ha sucedido, como en el conocido caso de san Agustín, considerado un convertido de la sagrada Escritura.
Es verdad que hay muchos libros, pero el principal es la Biblia, y Dios mismo es quien nos dice que debemos leerlo y asimilar sus enseñanzas. Un día el Señor habló al profeta Ezequiel y le dijo: «Hijo de hombre..., come este libro y vete a hablar a la casa de Israel» (Ez 3,1ss). El profeta tomó el libro y lo comió, y en su boca, como añade el propio Ezequiel, «fue dulce como la miel».
Imitemos en esto a la santísima Virgen, que leía cotidianamente la sagrada Escritura, y tendremos un alimento tan sabroso
275
que nuestro espíritu se consolidará y robustecerá en el camino del bien.

EJEMPLO. San Cirilo de Alejandría. Es el famosísimo doctor y defensor de la divina maternidad de María, el vencedor del impío Nestorio, que fue el primero que se atrevió a blasfemar contra la Madre de Dios, María santísima. San Cirilo es justamente llamado doctor de la Encarnación porque fue el que más extensamente escribió y probó que Jesucristo es verdadero Dios y Hombre.
Cuando en el 431 se convocó el concilio de Éfeso, el papa san Celestino I encomendó a Cirilo la misión de abrir y presidir aquel concilio ecuménico. El santo pronunció en la primera sesión un magnífico discurso sobre la maternidad divina de María y demostró esta dulcísima verdad con argumentos diáfanos apoyados en numerosos textos de la sagrada Escritura, hasta el punto de que, tras la primera sesión, unánimemente los 198 obispos reunidos firmaron la condena en contra de Nestorio y proclamaron la maternidad divina de María.
Los biógrafos de san Cirilo dicen que tenía un carácter enérgico y resuelto. Era un obispo y un pastor muy vigilante que, apenas aparecían los lobos rapaces cerca de su rebaño, sabía ponerlo a seguro y en guardia. Ninguna herejía pudo hacerse sitio entre sus fieles a los largo de su episcopado.
¿De dónde sacaba san Cirilo tanta ciencia y tanta energía contra los enemigos de la fe cristiana? Sin duda, fundamentalmente de la sagrada Escritura. La leía con mucha frecuencia y ello constituía precisamente su mayor consuelo.
Inestimables siguen siendo todavía hoy sus comentarios sobre los libros de los Reyes, Salmos, Proverbios, Cantar de los Cantares, Jeremías, Ezequiel, Daniel, los doce profetas menores y los cuatro Evangelios. Entre otras obras suyas, recordamos el precioso opúsculo que escribió para demostrar que la santísima Virgen es verdadera Madre de Dios, un opúsculo que consiste especialmente en una colección de los mejores textos de la sagrada Escritura que prueban la legitimidad de este título dado a María santísima.
La fiesta de este santo Doctor de María se celebra el 9 de febrero.

FLORECILLA. Si deseamos gracias especiales, debemos proponernos hacer un triduo o una novena y leer cada uno de sus días un texto del Evangelio.
276
CÁNTICO [#]

Sí, en ti hay un Dios escondido,
el Dios de Israel, el salvador.
Confusos y corridos están todos tus rivales,
avergonzados se van los autores de ídolos.
Israel ha sido salvado por el Señor,
salvado para siempre;
no seréis avergonzados ni humillados
por los siglos de los siglos.
Esto dice el Señor, el que creó los cielos,
el que es Dios, el que formó la tierra y la creó,
el que la estableció y no la creó vacía,
sino que la formó para ser habitada;
yo, el Señor, y nadie más:
No he hablado en secreto,
en un rincón tenebroso de la tierra;
no he dicho a la raza de Jacob:
¡Buscadme en el vacío!
Yo, el Señor, predico la justicia
y anuncio el derecho.
¡Reuníos y venid, acercaos todos juntos,
supervivientes de las naciones!
Insensatos son los que pasean un ídolo de madera
y suplican a un dios que no puede salvar.
Hablad, exponed vuestras pruebas,
deliberad unos con otros.
¿Quién ha manifestado esto desde antiguo?
¿No fui yo, el Señor?
No hay otro dios más que yo.
Dios justo y salvador, no existe otro fuera de mí.
Volveos a mí y os salvaréis,
confines todos de la tierra,
porque yo soy Dios y nadie más.
Por mí mismo lo juro;
de mi boca sale la verdad,
una palabra irrevocable:
Ante mí se doblará toda rodilla,
toda lengua jurará por mí,
diciendo: ¡Sólo en el Señor está la salvación!
A él vendrán avergonzados
todos los que se enfurecían contra él.
Gracias al Señor toda la raza de Israel
obtendrá la justicia y saltará de gozo.

(Is 45,15-25).12


LECTURA

Cómo prepararse a la comunión

Yo recibí del Señor lo que os he transmitido: Que Jesús, el Señor, en la noche que fue entregado, tomó pan, dio gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía». Después de cenar, hizo lo mismo con el cáliz, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; cada vez que la
277
bebáis, hacedlo en memoria mía». Pues siempre que coméis este pan y bebéis este cáliz anunciáis la muerte del Señor hasta que vuelva. Por eso, el que come del pan o bebe del cáliz del Señor indignamente será reo del cuerpo y de la sangre del Señor.
Por tanto, examine cada uno su propia conciencia, y entonces coma del pan y beba del cáliz. Porque el que come y bebe sin considerar que se trata del cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación. Por eso muchos de vosotros estáis enfermos y débiles, y otros han muerto. Si nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos castigados. Y si el Señor nos castiga, es para corregirnos y para que no seamos condenados con el mundo.

(1Cor 11,23-32).


ORACIÓN

Bendito seas tú, Señor, Dios de Israel, nuestro padre, desde la eternidad y para siempre. Tuya es, Señor, la grandeza, el poder, el honor, la majestad y la gloria, pues todo cuanto hay en el cielo y en la tierra es tuyo. Tuyo, Señor, es el reino, porque te alzas soberanamente sobre todo. La riqueza y la gloria te preceden, tú eres el dueño de todo, en tu mano está la fuerza y el poder, en tu mano encuentran estabilidad y grandeza todas las cosas.
Ahora, Dios nuestro, te damos gracias y alabamos tu glorioso nombre. ¿Quién soy yo y quién es mi pueblo para que podamos ofrecerte tantas cosas? Pues todo viene de ti y tuyo es lo que te hemos dado. Ante ti somos extranjeros y emigrantes, como lo fueron todos nuestros padres. Nuestros días sobre la tierra pasan como sombra en la cual no hay esperanza. Señor, Dios nuestro, todo esto que hemos reunido para construir un templo a tu santo nombre es tuyo y a ti te pertenece. Yo sé, Dios mío, que tú sondeas los corazones y amas la rectitud; con rectitud de corazón he hecho yo mis ofrendas, y ahora veo con gozo al pueblo aquí presente comprometerse voluntariamente contigo. Señor, Dios de Abrahán, Isaac e Israel, nuestros padres, conserva para siempre en tu pueblo estos sentimientos y disposiciones y orienta sus corazones hacia ti. Concede a mi hijo Salomón un corazón perfecto para que guarde tus mandamientos, tus preceptos y tus leyes, para que los ponga en práctica y construya el templo que yo te he preparado.

(1Crón 29,10ss).


278

1 Juan Damasceno (650-750, presbítero, doctor de la Iglesia). En los numerosos campos en los que ejercitó sus cualidades de escritor y de orador (dogmática, exégesis, moral, ascética, poesía), lo hizo en perfecta sintonía con las tendencias propias de su tiempo y con lo que esperaban de él los lectores a los que se dirigía.

2 Casiodoro (490-583). Hombre implicado en la política y escritor romano. Nació probablemente en Calabria de una familia senatorial de remoto origen sirio. Su padre había sido prefecto del pretorio de Teodorico, rey de los godos, y Casiodoro siguió la misma carrera. En el 535 intentó en vano (en colaboración con el papa Agapito) instituir una universidad cristiana en Roma. En el 537 se retiró a vida privada y se dedicó cada vez con más intensidad al estudio y la religión. En las posesiones de su familia (en Squillace, Calabria) fundó una comunidad religiosa llamada Vivarium, cuyo rasgo más característico consistía en el interés que tenían las actividades intelectuales de los monjes. El Vivarium, aunque no llegó más allá del siglo VII, fue importante para la conservación de los libros antiguos griegos y latinos y para la creación de un modelo de vida monástica que influiría más tarde en la orden benedictina. Casiodoro es uno de los fundadores de la civilización medieval en Occidente.

3 Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz (1873-1897), carmelita, canonizada el 17 de mayo de 1925, la “niña más amada de la historia” (Pío XII), fue proclamada doctora de la Iglesia por Juan Pablo II el 19 de octubre de 1997. El descubrimiento de Teresita del “pequeño camino totalmente nuevo” de santidad, tuvo lugar quizá a finales del año 1894. De este período es su encuentro con la palabra del profeta Isaías: «“Como a un hijo a quien consuela su madre, así yo os consolaré a vosotros” [Is 66,13]. ¡Ah, nunca palabras tan tiernas y armoniosas han alegrado mi alma. El elevador que ha de subirme al cielo son tus brazos, Jesús. No necesito pues crecer, sino seguir siendo pequeña, serlo cada vez más». Teresa es doctora de la pura gracia: vio que todo depende del amor libre del Padre. Otra de sus grandes intuiciones es el descubrimiento del amor a partir de la lectura de la primera carta a los Corintios: «El amor me dio la clave de mi vocación. Comprendí que si la Iglesia tiene un cuerpo que se compone de diversos miembros, no le falta el órgano más necesario, el más noble de todos; comprendí que la Iglesia tiene un corazón y que éste arde de amor. Comprendí que sólo el amor hace que los miembros de la Iglesia actúen... Comprendí que el amor incluye todas las vocaciones, que el amor es todo, que se extiende a todos los tiempos y a todos los lugares; en una palabra, que es eterno... mi vocación es el amor» (Ms B, 3v, en Obras completas).
En la edición original de LS el texto de Teresa antes citado, como los de Juan Damasceno y Casiodoro, aparecían en nota, fuera de contexto. Hemos considerado más oportuno insertarlos en esta sección del texto.

5 Lorenzo Scúpoli (Ótranto 1530 - Nápoles 1610), escritor de ascética, sacerdote teatino desde 1577, denunciado con calumnias que desconocemos, fue reducido al estado laical con un decreto del capítulo general de 1585. Su obra más famosa, Certamen espiritual, apareció anónima en Venecia en 1589. En 1610, pocos días después de su muerte, aparecía en Bolonia por primera vez (en su 50

a edición) con el nombre del autor. El combate espiritual es un “tratado de estrategia espiritual” expuesto con método ascético sencillo y práctico en 66 capítulos de densa doctrina. Quiere conducir al lector hacia una perfección totalmente interior, basada en la negación de sí mismo y consumada en la unión con Dios.

6 Francisco de Paula Cassetta (Roma 1841 - 1919). Estudió en el Seminario romano y se graduó en teología y en utroque iure. Sacerdote desde el 10 de agosto de 1865, quería ser misionero entre los no cristianos. Por obediencia permaneció en Roma, donde se dedicó a la educación de la juventud. Fue nombrado obispo y a su vez ordenó sacerdote a Eugenio Pacelli, el futuro papa Pío XII. Fue prefecto de las Congregaciones del Concilio y de Estudios, y bibliotecario de la Santa Iglesia Romana. También como cardenal fue un generoso y ardiente propulsor de las formas más modernas de actividad católica, teniendo como ideal de vida la efusiva caridad de san Pablo. Hizo testamento de su rico patrimonio familiar a favor de Propaganda Fide.

7 El P. Alberione dirá también: «Para todas las cuestiones que siguen agitándose hoy entre los hombres, no hay más solución que ésta: Instaurare omnia in Christo. ¿No viene de ahí la salvación?» (Pr 5, p. 28; Prediche alle comunità paoline - Per la canonizzazione di Pio X - 23 de mayo de 1954). Durante el mes de abril de 1960, en el mes de ejercicios de los paulinos en Ariccia, añadiría: «Conocer, imitar, rogar y predicar mejor a Jesucristo, Maestro único, en quien todo se concentra y recapitula, omnia instaurare in Christo - In ipso omnia constant - Magister vester unus est Christus» (UPS II, pp. 243-244). Algunos días antes había dicho: «El Hijo de Dios vino a reparar el edificio antiguo, a restaurar al hombre y sus facultades. Así fue como restauró la mente (él es la verdad), la voluntad (él es el camino), el sentimiento (él es la vida)» (UPS I, p. 369).

8 Ver nota 9 de la p. 203.

9 Un ejemplo de la “recuperación” moral y espiritual, con el consiguiente cambio de vida, se encuentra en la p. 21. Aquí el P. Alberione habla de una recuperación conseguida con la lectura más asidua del Evangelio. La Biblia en la vida de la Iglesia (CEI 1995), en el n. 9 dice: «En síntesis, podemos verificar tres signos fundamentales del prometedor despertar bíblico entre nosotros: la renovación radical e interior de la fe, conseguida en la fuente de la Palabra de Dios; la afirmación consciente y la aceptación del primado de la Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia, y la promoción de un camino ecuménico más solícito impulsado por las Escrituras».

10 «Quien lee el Libro divino adquiere el lenguaje divino, habla el lenguaje divino, consigue la eficacia divina... Muchas meditaciones, muchos libros, muchas exhortaciones tendrían más eficacia si, en lugar del hombre, hablaran de Dios» (15 de enero de 1935, Unione Cooperatori Apostolato Stampa, n. 1, p. 3). «No busquéis libros de ascética que forman una piedad evasiva, sino el Evangelio, para una piedad sólida» (junio de 1941, IA 1, p. 34).

11 Giovanni Papini (Florencia 1881-1956). Poco inclinado, ya desde joven, a estudios convencionales, lector voraz y frenético organizador cultural, su vagar de aventura en aventura, del pragmatismo al futurismo, al fascismo y al catolicismo, son la demostración de su inquieta conciencia de intelectual, activa en un mundo que ha agotado todas las certezas y valores. El estallido de la primera Guerra Mundial le llevó a un profundo examen de conciencia que concluyó con su adhesión al catolicismo oficial. Su conversión tuvo una resonancia internacional y propagandística. Fue la conclusión ejemplar de una vicisitud intelectual ostensiblemente a contramarcha. Con su libro Historia de Cristo, en 1921, adquirió fama mundial. En los últimos años de su vida, una larga enfermedad le obligó a permanecer inmóvil y le privó de la vista y de la palabra, aunque no por eso dejó de mantener una intensa actividad de escritor. Nos ha parecido que esta cita de Papini, colocada como nota a pie de página, debía figurar dentro del texto.

12 LS indica “Is. XLV, 15-26”. En la Vulgata el capítulo 45 de Isaías tiene 26 versículos, mientras que en las nuevas traducciones son 25: los versículos 23 y 24 están comprendidos en el 23.