Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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DÍA XIX
LA BIBLIA ES EL CAMINO1 PARA EL APOSTOLADO DE LA PRENSA

SAN MATEO

El nombre de Mateo se lee por primera vez en el Evangelio cuando Jesús le invitó a una vida nueva en el colegio apostólico. Mateo era recaudador de aduanas y siguió al divino Maestro tras abandonar la oficina de los impuestos. El publicano llamado Leví de Alfeo, de quien se habla en otro pasaje del Evangelio, es él.
No se sabe de dónde era; el Evangelio nos dice que su conversión tuvo lugar en Cafarnaún. Nada más se dice de él a partir de su vocación, ni siquiera en los Hechos de los Apóstoles. Según la tradición, debió de llevar una vida muy austera y siempre se abstuvo de carne. Clemente Alejandrino dice que probablemente predicó el Evangelio en Palestina durante quince años. Luego, aunque algunos dicen que predicó en India y en Persia, según la versión aceptada en el Breviario Romano, evangelizó Etiopía y confirmó su predicación con muchos prodigios. Es famoso el milagro con el que resucitó a la hija del rey, lo que hizo que se convirtieran a la fe el rey, la reina y toda la región. Muerto el rey, su sucesor, Irtaco, quiso casarse con Ifigenia, hija del rey fallecido, y al no poder conseguirlo porque ella, aconsejada por san Mateo, había hecho voto de virginidad y perseveraba en su santa decisión,
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ordenó matar al santo cuando estaba en el altar celebrando los misterios. De este modo, san Mateo coronaba el 21 de septiembre su vida apostólica con la palma del martirio. Su cuerpo fue llevado a Salerno y sepultado en la iglesia a él dedicada en tiempos del pontificado de Gregorio VII, y allí sigue siendo venerado muy devotamente por los fieles.

EL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO

Todos los Padres están de acuerdo tanto en atribuir a san Mateo el primer Evangelio como en afirmar que fue escrito para los palestinos, entre los judíos y para los judíos. De hecho, la abundancia de las profecías del Antiguo Testamento demuestran que el evangelista habla a lectores judíos. Las descripciones, los relatos y todo lo que se dice sobre las costumbres parece estar dirigido a lectores que previamente lo conocen.
Fin del primer Evangelio: San Mateo quiere demostrar que Jesucristo es el Mesías prometido en el Antiguo Testamento, pues en él se han verificado las profecías, y que la incredulidad del pueblo y de sus jefes, fruto de sus prejuicios y de la perversidad de su corazón, ya había sido anunciada y prevista.
San Mateo expone detalladamente el argumento profético que demuestra la mesianidad y la divinidad de Jesucristo. Así, para resaltar la predisposición incrédula del pueblo y especialmente de los dirigentes, describe la indiferencia de los sacerdotes y de los doctores hasta la venida de los Magos. Jesucristo predice a los apóstoles las persecuciones de la Sinagoga y la reprobación del pueblo y de los dirigentes por su incredulidad.
El carácter y el fin del Evangelio hacen que comprendamos su orden y composición. San Mateo quiso elaborar, más que una obra histórica, una obra teológica, lo que le lleva a descuidar un poco el orden cronológico. Por eso describe los hechos particulares, aunque lo que pretende realmente es ofrecer la doctrina con hechos2 y milagros. Jesús es el Mesías prometido y por tanto debe aceptarse su doctrina.
El primer Evangelio fue escrito probablemente entre los años 42 y 48 d. C. Quizá la traducción al griego fue hecha por el propio san Mateo.
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REFLEXIÓN XIX

La Biblia es el camino3para el apostolado de la prensa


«Tu palabra es una luz para mis pies,
y una antorcha para mi camino»

(Sal 118/119,105)


Hemos considerado el Día IX4 que la doctrina y el fin del apostolado de la prensa son los de la Biblia. Hoy veremos que tanto la Biblia como el apostolado de la prensa son: 1. universales, es decir, para todos los hombres; 2. tienen la misma fuente, que hace que usen la máxima sencillez y claridad, y 3. el mismo modo, es decir, la misma presentación tipográfica e impresión.
El verdadero apostolado de la prensa debe modelarse en Dios-Escritor, es decir, en la Biblia. Tema cargado de consuelo, objeto de amor, luz que todo lo aclara, referencia que nos hace ser humildes.
El apostolado de la prensa debe tener: a) carácter universal, b) sencillez y claridad, c) conveniente presentación tipográfica.

* * *

1. UNIVERSALIDAD. Dios quiere que todos los hombres se salven, esto es una verdad de fe: «Deus vult omnes homines salvos fieri» (1Tim 2,4).5 Y Dios, de acuerdo con esa voluntad eficaz, ha dirigido a todos sus hijos su carta de invitación al cielo.
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Del sagrado corazón de Jesús salieron estas dulces palabras: «Venid todos a mí» (Mt 11,28).
La Biblia es universal en cuanto a los lugares, ya que debe llegar a todos los rincones; en cuanto a los hombres, ya que Dios quiere que todos los hombres conozcan su fin; en cuanto al contenido, ya que el tema es espiritual y eterno.
Conviene pues que al apostolado de la prensa, continuación de la Biblia, sea universal.
Todos los hombres deben ser iluminados por Dios, «Lux vera». Por consiguiente, el apóstol de la prensa ha de encender su lámpara y colocarla en un lugar visible: «Vos estis lux mundi» (Mt 5,14).

* * *

2. La SENCILLEZ. Es el elemento que debe reflejar la prensa religiosa popular, pues se dirige a toda clase de hombres: agricultores, obreros, pobres.
El Maestro divino predicaba con suma sencillez. Ninguna exhibición externa de cátedra, de escuela, de actitud; ninguna forma de hablar altisonante. Todo era sencillez: el lugar, el auditorio, el tono de voz, la frase, el ejemplo, la parábola. Y proclamó: «He sido enviado a los pobres». La sencillez es la verdad, la sencillez tiene el timbre de la divinidad.
Los escritos del apóstol de la prensa deben pues tener un estilo popular y limpio, sencillo y claro, ser una oferta modesta.6
La Eucaristía se nos ofrece bajo las apariencias del alimento más ordinario y necesario, y su presentación tiene forma de mesa, pero contiene a Jesucristo, el Dios-Hombre.
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El apostolado de la prensa debe adoptar esas mismas formas, presentarse bajo la forma de lo que se busca, que es leer, y ofrecerlo en un libro modesto, pero que contiene la Verdad divina: «Ego sum Veritas» (Jn 14,6).7

* * *

3. CONVENIENTE PRESENTACIÓN TIPOGRÁFICA de la Biblia y de todas las obras del apostolado de la prensa. Es lo que hicieron Moisés y los apóstoles después de haber predicado y es lo que debe hacer el que se dedica a este apostolado. Tienen el mismo medio, la impresión, con la que la palabra es reproducida para que sea leída y meditada y para que se convierta en una vida operativa, meritoria y de gloria eterna.

* * *

Se sigue de ello que, siendo este apostolado un sacrificio, se trata de un sacrificio al que Dios nos invita. Es pues conveniente tomar de la Escritura su estilo, su forma y el modo de difundirla.
Además, el apostolado de la prensa debe considerarse como pan, lo que quiere decir que debe llegar a todos y nutrirles. Debe difundirse muy especialmente la Biblia, que debería llegar a las manos de todos los hombres, al menos el Nuevo Testamento.
Por consiguiente, modelar todo el apostolado según Dios.
¿Quién cantará victoria en la lucha por el bien? Serán vencedoras las almas generosas que sepan ser víctimas, los que siembren su apostolado de sacrificios invisibles y omnipotentes ante el corazón de Jesús, divino Maestro.
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EJEMPLO. San Bernardo. Este santo es muy conocido por su gran devoción a la santísima Virgen y por su erudición en las ciencias sagradas y bíblicas. Nació en Fontaines, Francia, en el 1090. A la edad de veinte años entró en la Orden cisterciense, de la que es considerado cofundador por las muchas reformas que hizo y los numerosos monasterios que abrió. Gracias a sus numerosos libros sabemos cuán grande era su devoción a la Biblia y qué profundamente la conocía. Ese conocimiento y veneración los había adquirido estudiando constante y devotamente, lo que también quiso transmitir a sus monjes. Sus escritos están maravillosamente construidos y sembrados de frases bíblicas, hasta el punto que algunos de sus hagiógrafos no dudan en afirmar que el estilo de san Bernardo es bíblico.
Sus obras principales son discursos sobre algunos pasajes del Evangelio. Sobresale entre ellos el dedicado al «Missus est». También es célebre su comentario al Cantar de los Cantares, sobre el que pronunció 84 sermones. Sus biógrafos cuentan que más de una vez se le apareció la santísima Virgen y le sugirió el tema sobre el que debía escribir o predicar y que le indicó los pasajes más hermosos y más adecuados de la sagrada Escritura para demostrar e ilustrar el tema tratado.
Muchos pintores se complacen en representar al santo doctor y padre de la Iglesia con la santísima Virgen que tiene en los brazos al divino Infante en actitud de ofrecerle la Biblia.
Murió en un éxtasis de amor el año 1153, entre el llanto de sus numerosos religiosos. Con san Bernardo se cerraba la gloriosa multitud de los Padres de la Iglesia. Su fiesta se celebra el 20 de agosto.

FLORECILLA. Recitar tres padrenuestros, avemarías y glorias a Jesús Maestro por el apostolado de la prensa.

CÁNTICO [#]

Justos, alabad al Señor,
la alabanza es propia de los rectos;
dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor con el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cantar nuevo,
dad un buen concierto de instrumentos y de voces,
pues la palabra del Señor es eficaz,
y sus obras demuestran su lealtad;
él ama la justicia y el derecho,
la tierra está llena del amor del Señor.
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Con su palabra el Señor hizo los cielos
y con el soplo de su boca todo lo que hay en ellos.
Él juntó entre diques las aguas de los mares
y almacenó en depósitos las aguas del abismo.
Que tenga temor de Dios la tierra entera
y todos sus habitantes tiemblen ante él;
porque él lo dijo, y todo fue hecho;
él lo ordenó, y todo existió.
El Señor desbarata el plan de las naciones
y deshace los proyectos de los pueblos;
pero el plan del Señor subsiste eternamente,
sus proyectos, por todas las edades.

(Sal 32/33,1-11).


LA ORACIÓN DE JESÚS

Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu hijo, para que tu hijo te glorifique a ti, y que por el poder que tú le has dado sobre todos los hombres, él dé vida eterna a todos los que le has confiado. (Y la vida eterna es que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo). Yo te he glorificado en la tierra, llevando a término la obra que me encomendaste. Ahora, Padre, glorifícame tú junto a ti con la gloria que tenía contigo antes de existir el mundo. He manifestado tu nombre a los hombres que escogiste del mundo y me los confiaste; tuyos eran, y tú me los confiaste; y ellos han guardado tu doctrina. Ahora han conocido que todo lo que me confiaste viene de ti; porque les he comunicado las enseñanzas que tú me diste, y ellos las han aceptado. Ahora saben con toda certeza que salí de ti, y ya están convencidos de que tú me enviaste.
Yo te ruego por ellos: no te ruego por el mundo, sino por los que tú me has confiado, pues son tuyos; todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y yo he sido glorificado en ellos. Ya no estoy en el mundo; pero ellos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, guarda con tu poder a los que me has confiado, para que sean, como nosotros, una sola cosa. Cuando yo estaba con ellos, yo les guardaba y les protegía con tu poder; tú me los confiaste, y ninguno se perdió, a no ser el que tenía que perderse para que se cumpliera la Escritura. Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas cuando todavía estoy en el mundo para que tengan la plenitud de mi alegría. Yo les he confiado tu doctrina; el mundo les odia porque no son del
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mundo, como tampoco yo soy del mundo. No te pido que les saques del mundo, sino que les guardes del mal. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságrales en la verdad: tu palabra es la verdad.

(Jn 17,1-17).


LECTURA

Cómo deben comportarse los apóstoles en las persecuciones

Os envío como ovejas en medio de lobos. Sed prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas. Tened cuidado con la gente, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas. Seréis conducidos por mi causa ante los gobernadores y reyes para dar testimonio ante ellos y ante los paganos. Pero cuando os entreguen, no os preocupéis sobre cómo habéis de hablar o qué habéis de decir, porque en aquel momento se os sugerirá lo que debéis decir. Pues no sois vosotros los que habláis, es el Espíritu de vuestro Padre el que habla en vosotros. El hermano entregará a su hermano a la muerte, y el padre a su hijo. Los hijos se levantarán contra sus padres y les matarán; todos os aborrecerán por causa mía, pero el que persevere hasta el fin se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra; y si también en ésta os persiguen, huid a otra. Os aseguro que no se acabarán las ciudades de Israel hasta que venga el hijo del hombre. El discípulo no está por encima de su maestro, ni el criado por encima de su amo. Al discípulo le basta ser como su maestro, y al criado como su amo. Si al amo de la casa le han llamado Belcebú, ¡qué no dirán de los de la casa! No les tengáis miedo, porque no hay nada tan oculto que no se llegue a descubrir, y nada tan secreto que no se llegue a saber. Lo que os digo en la oscuridad decidlo a plena luz, y lo que oís al oído predicadlo sobre las terrazas. No tengáis miedo de los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien al que puede perder el alma y el cuerpo en el fuego.

(Mt 10,16-28).


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1 En LS figura “vida”, pero la palabra correcta es “camino”. Efectivamente, toda la segunda parte está dedicada al “Camino”, mientras que la tercera lo está a la “Vida” (v. la consideración XXIX, titulada “La Biblia es la vida para el Apostolado de la Prensa”).

2 Aquí el P. Alberione enuncia un principio al que él mismo fue fiel: el primado de los hechos sobre las palabras. Escribía el beato Giaccardo en su Diario, reproduciendo el pensamiento del beato Alberione: «Esta mañana, en la exhortación a orar: “Vosotros sois pequeños y poco visibles, pero si tenéis dolor de los pecados, sois humildes y estáis donde debéis; si os humilláis y os consideráis poca cosa y pecadores, confiando en Dios, si oráis, vuestra voz se dejará oír en todo el mundo por medio de la buena prensa... Sed gente que edifica, no que derriba: hechos y el deber cumplido con diligencia”» (30 de septiembre de 1918).

3 Ver nota 1, p. 189.

4 En el original este número se transcribe XIX, pero se trata de un error: al día XIX le corresponde pues la presente XIX consideración. El número exacto de la cita es IX, ver p. 95. En la p. 97ss aparece la consideración IX con el título “La Biblia es la verdad para el apostolado de la prensa”.

5 «Dios quiere que todos los hombres se salven». En el texto original la cita (I Tim. XI, 4) está evidentemente equivocada.

6 No en cuanto al “precio” de portada sino en cuanto al contenido. En el lenguaje del P. Alberione, los términos usados por un apóstol no deberían ser nunca comerciales. En los mismos años de la elaboración de LS preguntaba retóricamente a un grupo de Hijas de San Pablo: «¿Cómo dar la Palabra de Dios?», y respondía: «Difundidla en hojas y pequeños catecismos con las principales verdades necesarias para salvarse que lleguen a todos incluso sin pagarse» (agosto de 1932, HM II,4, pp. 169-170). En enero de 1954 dirá y aclarará a los paulinos: «Nuestro apostolado tiene una parte que parece relacionarlo con la industria (ej. la tipografía) y una parte que parece acercarlo al comercio (librería); en cambio, todo es medio para la predicación, como la pluma en mano del doctor de la Iglesia. Hay que evitar, incluso externamente, darles una impronta comercial e industrial» (Carissimi in San Paolo, p. 1089s). Aún más explícita, y de tono humorista, es una plática de 1957: «No se diga que Mi protendo in avanti significa lanzarse también en los precios. Nos lanzamos hacia el mínimo posible, es decir, el menor precio o la menor oferta posible, para que el apostolado continúe, la Congregación viva y pueda realizar las obras en bien de las almas» (Pr D, p. 522; la cursiva es nuestra). Un texto definitivo sobre este tema es del 1960 y se refiere a la función de las librerías paulinas: «No son comercios, sino lugares de servicio a los fieles. En ellas no se vende, sino que se ofrece apostolado. No tienen clientes, sino cooperadores. No son para hacer negocio, sino centros de luz y de calor en Jesucristo. No se pretende el enriquecimiento, sino servir a la Iglesia y a las almas. No son para explotar, sino para hacer el bien. Los fieles y el clero han de encontrar en ellas colaboración, luz, orientación en su ministerio; no se trata de precios sino de ofertas» (UPS IV, p. 162).

7 «Yo soy la verdad».