«Tu palabra es una luz para mis pies,
y una antorcha para mi camino»
(Sal 118/119,105)
(Sal 32/33,1-11).
(Jn 17,1-17).
(Mt 10,16-28).
1 En LS figura “vida”, pero la palabra correcta es “camino”. Efectivamente, toda la segunda parte está dedicada al “Camino”, mientras que la tercera lo está a la “Vida” (v. la consideración XXIX, titulada “La Biblia es la vida para el Apostolado de la Prensa”).
2 Aquí el P. Alberione enuncia un principio al que él mismo fue fiel: el primado de los hechos sobre las palabras. Escribía el beato Giaccardo en su Diario, reproduciendo el pensamiento del beato Alberione: «Esta mañana, en la exhortación a orar: “Vosotros sois pequeños y poco visibles, pero si tenéis dolor de los pecados, sois humildes y estáis donde debéis; si os humilláis y os consideráis poca cosa y pecadores, confiando en Dios, si oráis, vuestra voz se dejará oír en todo el mundo por medio de la buena prensa... Sed gente que edifica, no que derriba: hechos y el deber cumplido con diligencia”» (30 de septiembre de 1918).
3 Ver nota 1, p. 189.
4 En el original este número se transcribe XIX, pero se trata de un error: al día XIX le corresponde pues la presente XIX consideración. El número exacto de la cita es IX, ver p. 95. En la p. 97ss aparece la consideración IX con el título “La Biblia es la verdad para el apostolado de la prensa”.
5 «Dios quiere que todos los hombres se salven». En el texto original la cita (I Tim. XI, 4) está evidentemente equivocada.
6 No en cuanto al “precio” de portada sino en cuanto al contenido. En el lenguaje del P. Alberione, los términos usados por un apóstol no deberían ser nunca comerciales. En los mismos años de la elaboración de LS preguntaba retóricamente a un grupo de Hijas de San Pablo: «¿Cómo dar la Palabra de Dios?», y respondía: «Difundidla en hojas y pequeños catecismos con las principales verdades necesarias para salvarse que lleguen a todos incluso sin pagarse» (agosto de 1932, HM II,4, pp. 169-170). En enero de 1954 dirá y aclarará a los paulinos: «Nuestro apostolado tiene una parte que parece relacionarlo con la industria (ej. la tipografía) y una parte que parece acercarlo al comercio (librería); en cambio, todo es medio para la predicación, como la pluma en mano del doctor de la Iglesia. Hay que evitar, incluso externamente, darles una impronta comercial e industrial» (Carissimi in San Paolo, p. 1089s). Aún más explícita, y de tono humorista, es una plática de 1957: «No se diga que Mi protendo in avanti significa lanzarse también en los precios. Nos lanzamos hacia el mínimo posible, es decir, el menor precio o la menor oferta posible, para que el apostolado continúe, la Congregación viva y pueda realizar las obras en bien de las almas» (Pr D, p. 522; la cursiva es nuestra). Un texto definitivo sobre este tema es del 1960 y se refiere a la función de las librerías paulinas: «No son comercios, sino lugares de servicio a los fieles. En ellas no se vende, sino que se ofrece apostolado. No tienen clientes, sino cooperadores. No son para hacer negocio, sino centros de luz y de calor en Jesucristo. No se pretende el enriquecimiento, sino servir a la Iglesia y a las almas. No son para explotar, sino para hacer el bien. Los fieles y el clero han de encontrar en ellas colaboración, luz, orientación en su ministerio; no se trata de precios sino de ofertas» (UPS IV, p. 162).
7 «Yo soy la verdad».