«Qué dulce a mi paladar es tu promesa:
mucho más que la miel para mi boca»
(Sal 118/119,103)
(Sal 46/47,2-10).
(Lc 11,1-13).
(Lam 5,1ss).
1 En las pp. 199ss.
2 GUGLIELMO AUDISIO, Lezioni di eloquenza sacra, Marietti, Turín 1858-1859. La “Imprenta real” de Turín había publicado los volúmenes II y III de esta obra en 1846.
3 Terminado el tiempo de Epifanía, comenzaba [antes de la reforma del Vaticano II] el tiempo Septuagésima, seguido del de Sexagésima y Quincuagésima, para seguidamente, con el miércoles de ceniza, comenzar el tiempo de Cuaresma. Septuagésima indicaba pues los 70 días anteriores a Pascua. «En los días de Septuagésima y Cuaresma, nuestra madre la Iglesia multiplica sus cuidados para que cada uno de nosotros considere sus miserias para incitarnos activamente a la enmienda de las costumbres, para detestar de modo especial los pecados y borrarlos con la oración y la penitencia, puesto que la continua oración y la penitencia por nuestras faltas nos atrae el auxilio divino, sin el cual todas nuestras obras son vanas y estériles» (Pío XII, Mediator Dei, 20 de noviembre de 1947).
4 «Quien me sigue no camina en las tinieblas».
5 DANTE ALIGHIERI (Florencia 1265 - Rávena 1321), Divina Comedia, Paraíso, V, 76-78.
6 DANTE ALIGHIERI, Divina Comedia, Paraíso, XIII, 127-129.