«Según tu amor dame la vida,
y yo guardaré los decretos de tu boca».
(Sal 118/119,88).
(Lc 1,68-79).10
(Rom 12,9-21).
(1Crón 29,10-18).
1 Los Paralipómenos son 1 y 2 Crónicas. Estos dos libros del Antiguo Testamento que siguen a los dos libros de los Reyes (3 y 4 Reyes, según LS) corresponden al título hebreo “Acontecimientos de los días”. Para los hebreos constituían un único libro que ocupa el último lugar en su canon. En la traducción griega de los LXX y de la latina de Jerónimo, las Crónicas se llamaron Paralipómenos, un término que significa “lo que fue omitido en la tradición [precedente]”. El título completo que les dio san Jerónimo fue: “Crónica de toda la historia sagrada”, e indica con relativa precisión el contenido del libro.
2 Sobre la atribución de los dos libros de Esdras, ver nota 9 de la p. 18.
3 Alejandro Magno (356-323 a. C.), hijo de Filipo, rey de Macedonia, y discípulo de Aristóteles, fue el conquistador y organizador de un imperio que se extendía desde el Mediterráneo oriental (Grecia y Egipto) hasta India (cf. 1Mac 1,1-9; 6,2), instaurando así la que fue llamada “civilización helénica”. Algunos pasajes de las profecías de Daniel probablemente se refieren a él y a su reino (cf. Dan 2,40-41; 7,7; 11,3-4). La historiografía que ha visto en el helenismo la edad de la “conversión” a la religión hebreo-cristiana, ha incluido también la cultura y la filosofía latina de los primeros siglos de la era cristiana.
4 Sobre este tema encontramos luz en La interpretación de la Biblia en la Iglesia: «A los relatos sobre la historia de la salvación, la Biblia une estrechamente muchas instrucciones sobre la conducta que hay que observar: mandamientos, prohibiciones, disposiciones jurídicas, exhortaciones, llamadas de atención proféticas y consejos de los sabios. Uno de los fines de la exégesis consiste en precisar la importancia de este abundante material para preparar de este modo el trabajo de los teólogos moralistas» (n. 39).
5 Estos “consejos” son las tres caras religiosas de la obediencia, la castidad y la pobreza, como se dirá en la p. 153.
6 Aquí se recuerda el Shemá Israel (“Escucha, Israel”), la oración en la que consiste la profesión de fe hebrea. Consta de tres pasos bíblicos (Dt 6,4-9; 11,13-21; Núm 15,37-41) que proclaman la unidad de Dios, el mandamiento de amarle por encima de todas las cosas, de meditar su ley y observar las prescripciones de las filacterias (tefillim), de la mezuzah (texto bíblico escrito y fijado en las puertas de las casas) y de los flecos de los vestidos, como “recuerdos” de la voluntad de Dios. El Shemá se recita cotidianamente, por la mañana y por la tarde, y el primer versículo es también pronunciado por los moribundos.
7 Es ahora el salmo 119.
8 Cf. Jn 21,15-17: «Apacienta mis corderos... apacienta mis ovejas».
9 Dt 28,1-4.15-19.
10 LS indica “Lucas I, 68-80”, pero el pasaje citado termina en el v. 79.