Beato Santiago Alberione

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DÍA XXIX
LA BIBLIA ES LA VIDA PARA EL APOSTOLADO DE LA PRENSA

SAN JUDAS

San Judas, que nada tiene que ver con Judas Iscariote,1 se apellidaba Tadeo, que significa alabanza, confesión. En el texto griego de san Mateo se le llama también Lebeo, que significa hombre ingenioso e inteligente.
Era hermano de Santiago el Menor, de san Simeón de Jerusalén y de un tercero llamado José, todos ellos hijos de Cleofás y de María, hermana de la santísima Virgen.
Su Maestro divino le amaba especialmente, más que por vínculos de la sangre, porque Judas despreciaba el mundo y era muy resuelto y ardoroso. No se sabe ni cuándo ni cómo se hizo discípulo de Jesús. El Evangelio no dice nada de él hasta el momento en que aparece citado entre los apóstoles.
Después de la Ascensión y la venida del Espíritu Santo, Judas se unió a los demás apóstoles para difundir la doctrina que traía la salvación a los hombres.
Parece que predicó en Judea, en Samaría, en Idumea, en Siria y especialmente en Mesopotamia. Volvió a Jerusalén en el 62, después del martirio de Santiago, hermano suyo, y asistió a la elección de san Simeón como obispo de esta ciudad.
No sabemos nada del lugar y la fecha de su muerte. Su fiesta se celebra el 28 de octubre.
San Judas nos dejó una carta.
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LA CARTA DE SAN JUDAS

Esta carta recuerda mucho la segunda de san Pedro. No sabemos cuál de ellas apareció antes, pero lo cierto es que son casi contemporáneas y que la semejanza se debe al tiempo y a la finalidad, casi igual. La de san Judas, con menos repeticiones, es más ordenada y tiene mejor estilo.
Ataca con fuerza a los soberbios y los lujuriosos falsos doctores, a quienes amenaza con los castigos más severos, mientras que exhorta a los cristianos a mantenerse firmes en la fe y a cumplir sus deberes.
Esta carta parece escrita a los judeo-cristianos de la diáspora hacia el año 65.

REFLEXIÓN XXIX

La Biblia es la vida para el apostolado de la prensa2


«Según tu amor dame la vida,
y yo guardaré los decretos de tu boca»
(Sal 118/119,88)


La reflexión de hoy se relaciona con las de los días 9 y 19,3 pues se trata de continuar el mismo tema: la Biblia y el apostolado de la prensa.
a) El motivo que movió a Dios a regalar a los hombres el don inestimable de la sagrada Escritura fue el amor. Dios, en efecto, es llamado: El que
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ama cuanto existe, «Deus qui amas animas» (Sab 11,27). Lo mismo hay que decir del apóstol de la prensa. El motivo que le mueve a actuar es el amor: «Amor me impele, y es el que me hace hablar».4
El amor es una llama sagrada en el pecho del apóstol. Dios es el fuego mismo: «Ignis, charitas». Cuando la llama es muy viva se extiende, y el calor calienta por su misma naturaleza, de igual modo que el bien tiende a comunicarse, «bonum est diffusivum sui».5
Los santos persiguen el paraíso, pero no sólo para ellos. San Pablo decía: «Gaudium meum et corona mea» (1Tes 2,20).6 Y para llegar al mayor número de almas, el apóstol de la prensa se sube al púlpito más alto: «Clama, ne cesses, quasi tuba exalta vocem tuam: Clama a voz en grito sin reparo, alza la voz como la corneta» (Is 58,1).

* * *

b) La eficacia del apostolado de la prensa es semejante a la de la sagrada Escritura, porque contiene una fuerza interior realmente divina. Leyendo las Escrituras divinas, los Padres y los Doctores de la Iglesia obtenían luces y estímulos para santificarse y trabajar por la salvación de las almas; leyendo las Escrituras divinas san Agustín, san Ignacio, san Antonio abad, san Benito y san Francisco de Asís propusieron un nuevo estilo de vida que no sólo consistía en la observancia de los mandamientos, sino que se elevaba a los consejos evangélicos y a la más alta perfección. Todos los santos y todos los hombres sacan de la lectura de la
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Biblia las virtudes de la fortaleza, la justicia, la prudencia y el amor al prójimo, porque en ella están contenidas las virtudes divinas y es un sacramental.
Y esas mismas virtudes se encuentran en el apostolado de la prensa: 1) por lo que contiene, es decir, la verdad de Dios o Dios-Verdad; 2) por su fin, que consiste en sanar la mente y elevar la voluntad y el corazón a los bienes eternos; 3) por su origen e institución.
El apostolado tiene siempre esa virtud, y lo tiene especialmente cuando reproduce, comenta o aplica la Biblia. Todas las virtudes de los sacramentos, de los sacramentales y de las oraciones proceden del sacrificio de la Misa, es decir, del Calvario, y cuanto más sacan de esta fuente divina, más eficacia tienen.7*
Igualmente, todo el apostolado de la prensa, periódicos y libros, tiene eficacia en virtud de la Biblia, de la predicación de Jesús, del Evangelio, y esa eficacia es tanto mayor cuanto más refleja el Evangelio, más se acerca a él, más lo defiende y lo aplica.
c) Los escritores sagrados no se apoyan en sí mismos, sino en Dios, y por eso tienen un espíritu de oración tan singular. Además buscan al Señor, es decir, la gloria divina y la paz de los hombres, de donde procede su rectitud de intención. Estos dos elementos son esenciales para ser eficaces, para que el apóstol se santifique y salve a los hombres.
El espíritu de oración y la recta intención
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son las condiciones de la gracia divina, y se pueden traducir así: Yo cuento con Dios, yo busco a Dios. En esto consiste la justicia, la verdad y el orden, que implican el reconocimiento de lo que es Dios y de lo que es el hombre. Filosofía y teología, ascética y experiencia, la Iglesia y los concilios, todo concuerda en la proclamación de estos principios. Pero además de la dimensión teórica, es necesario que se quiera y se sienta en conformidad con la fe. La oración debe preceder, acompañar y seguir al apostolado, y la recta intención debe ser el móvil que determine a escribir, a imprimir y a difundir.

* * *

La difusión del santo Evangelio en particular y de la Biblia en general debe ser siempre la labor esencial del apostolado de la prensa.
El apostolado de la prensa que realice bien esta tarea estará cumpliendo ya lo más esencial de este ministerio. Todo lo demás por sí mismo, sin la Biblia, no será suficiente, porque la obra de la Biblia es necesaria e insustituible.
La tarea consiste en procurar que en cada familia el Evangelio ocupe un lugar de honor, que el cabeza de familia lo lea a la familia reunida, que se explique de manera correcta y con la guía de un buen comentario aprobado por la Iglesia.
Hay que conseguir que el Evangelio se lea en la escuela. Dios es el mejor educador, y Jesucristo el auténtico Maestro por naturaleza, por misión y por vocación. El alma del niño, en su inocencia y sencillez, es la más apta para recibir estas divinas enseñanzas: «Revelasti ea parvulis» (Lc 10,21).8
Hay que conseguir que se lea en todas las escuelas, desde la elemental hasta la universidad. Es inconcebible que la escuela excluya a quien es el único Maestro.
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Hay que conseguir que se lea en la iglesia. El domingo debe leerse por lo menos el Evangelio, y donde sea posible se debe explicar; debe leerse en Cuaresma, en las horas de adoración, en la oración de la noche, en las reuniones de la Acción Católica.
Hay que conseguir que se lea y medite por todos en privado, porque el recogimiento personal ayuda a ahondar debidamente en el pensamiento divino y en el corazón para luego tomar decisiones. Que lo lean especialmente los profesionales, los artistas, los gobernantes y los que tienen cargos públicos.

EJEMPLO. Orígenes. Es el escritor más fecundo que ha existido en la Iglesia. Sus biógrafos nos dicen que el asombroso número de sus obras escritas llega a seis mil o más, y que las principales versan sobre la sagrada Escritura.
Muy joven9 todavía, su padre, san Leónidas, le hacía estudiar de memoria textos de la sagrada Escritura, y tan bien la aprendió que cuando se le preguntaba sobre algún texto, lo recitaba de memoria sin olvidar una sola palabra.
Como tenía un deseo ardiente de leer la carta del Padre celestial en la lengua en que había sido escrita, se entregó afanosamente al estudio del griego, el hebreo, el sánscrito y el latín, y gracias a la fuerza y la tenacidad de su voluntad, además de suplicar la ayuda de la gracia divina, llegó a conocerlas profundamente, hasta el punto de poder más tarde redactar con ellas su obra principal, la famosa Héxapla,10 Esta obra grandiosa expone y ordena en seis columnas el texto hebreo y las versiones griegas,11 para que así, con una sola mirada, se pueda ver lo que dice tanto el texto hebreo como las versiones griegas. En la primera columna aparece el texto hebreo escrito con caracteres hebreos, en la segunda aparece también el texto hebreo, pero escrito con caracteres griegos, mientras que en la tercera, cuarta, quinta y sexta columnas se encuentra, respectivamente, la traducción12 griega de Aquila, Símaco, los Setenta y Teodoción.
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Comentando el Evangelio de san Juan, el gran doctor dice que nadie puede entender su sentido, dedicado por entero a demostrar la divinidad de Jesucristo, si no ha acercado su cabeza, como san Juan, al pecho del divino Maestro y no le ha confiado Jesús mismo a María como Madre.
Orígenes, al igual que san Agustín, pone como medio principal para progresar en el camino de la perfección la lectura de la sagrada Escritura, y añade que para captar bien su sentido se necesita la ayuda de la santísima Virgen, que tenía un conocimiento perfectísimo de la Biblia.
El estudio de la Biblia, continúa Orígenes, nos hace conocer a Jesús y sus virtudes y nos indica los medios de practicarlas; nos hace conocer sus mandamientos y preceptos, que si los cumplimos nos llevarán con seguridad a la cima de la montaña de la perfección.

FLORECILLA. Recitar la oración San Pablo, apóstol de los gentiles, que se encuentra al final del libro, para que todos los llamados al apostolado de la prensa aprendan a encontrar en la Biblia la verdad, el camino y la vida.

CÁNTICO A DIOS LEGISLADOR [#]

Los cielos narran la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos,
un día comunica el pregón al otro día
y una noche transmite la noticia a la otra noche.
No es un pregón, no son palabras,
no son voces que puedan escucharse,
mas su sonido se extiende por la tierra entera
y hasta el confín del mundo sus palabras.
Puso una tienda al sol allá en lo alto
y él sale como un esposo de su alcoba,
como un atleta alegre que emprende una carrera.
Sale por un lado del cielo
y tras su carrera se pone por el otro,
sin que haya nada que a su calor escape.
La ley del Señor es perfecta, portadora de vida;
el testimonio del Señor es veraz, hace sabio al sencillo;
los preceptos del Señor son justos,
reportan alegría al corazón;
los mandamientos del Señor son límpidos,
dan luz a los ojos;
el temor del Señor es puro, dura para siempre;
los decretos del Señor son la verdad misma,
todos ellos son justos;
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más preciosos que el oro, más que el oro fino,
más sabrosos que la miel,
más que el jugo de panales.
Por eso tu servidor se instruye en ellos,
en guardarlos encuentra gran provecho.
¿Quién reconoce sus propios errores?
Perdóname, Señor, mis pecados ocultos,
guarda a tu siervo del orgullo,
que el orgullo no me domine nunca;
así seré perfecto y libre de pecado.
Acoge las palabras de mi boca,
acepta los deseos de mi corazón,
Señor, roca mía, redentor mío.

(Sal 18/19).


LECTURA

Oposición entre el Evangelio y la sabiduría humana

Cristo no me mandó a bautizar, sino a evangelizar; y esto sin alardes literarios, para que no se desvirtúe la cruz de Cristo.
Porque el lenguaje de la cruz es una locura para los que se pierden; pero para nosotros, que nos salvamos, es poder de Dios. Pues dice la Escritura: Inutilizaré la sabiduría de los sabios y anularé la inteligencia de los inteligentes. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el maestro? ¿Dónde el estudioso de este mundo? ¡Dios ha convertido en tontería la sabiduría del mundo! El mundo con su propia sabiduría no reconoció a Dios en la sabiduría manifestada por Dios en sus obras. Por eso Dios ha preferido salvar a los creyentes por medio de una doctrina que parece una locura. Porque los judíos piden milagros, y los griegos buscan la sabiduría; pero nosotros anunciamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos, pero poder y sabiduría de Dios para los llamados, judíos o griegos. Pues la locura de Dios es más sabia que los hombres; y la debilidad de Dios, más fuerte que los hombres.
Considerad si no, hermanos, vuestro grupo de llamados: no hay muchos sabios, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; Dios eligió lo que el mundo tiene por necio para humillar a los sabios; lo débil, para humillar a los fuertes; lo vil, lo despreciable, lo que es nada, para anular a los que son algo; para que nadie
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presuma delante de Dios. Por él vosotros estáis en Cristo Jesús, el cual de parte de Dios se ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención, para que, como dice la Escritura, el que quiera presumir de algo, que presuma de lo que ha hecho el Señor.

(1Cor 1,17-31).


ORACIÓN

¡Oh, si tú rasgases los cielos
y bajases haciendo estremecer
con tu presencia a las montañas,
como el fuego inflama las ramas secas,
como el fuego hace hervir el agua,
para manifestar tu nombre a tus enemigos
y hacer temblar a las naciones ante ti,
realizando maravillas inesperadas
de las que nadie jamás había sabido!
Ni oído alguno oyó, ni ojo alguno vio jamás,
fuera de ti, un Dios que hiciera tanto
con quien confía en él.
Tú sales a recibir a los que practican la justicia
y tienen en la mente tus caminos.
Te has irritado, sí, porque pecamos;
contra ti, desde antiguo, hemos sido rebeldes.
Todos nosotros éramos inmundicias,
y todas nuestras obras buenas
como un lienzo manchado.
Todos hemos caído como hojas,
y nuestras iniquidades nos barren como el viento.
No hubo nadie que invocara tu nombre,
que despertara para apoyarse en ti,
pues tú habías escondido tu rostro de nosotros
y nos habías dejado a merced de nuestras iniquidades.
Y sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre;
nosotros somos la arcilla y tú nuestro alfarero,
todos somos obra de tus manos.
No te irrites sin medida, Señor,
no recuerdes siempre nuestras culpas.
Pues, mira, tu pueblo somos todos nosotros.
Tus santas ciudades han quedado hechas un desierto;
Sión está desierta, Jerusalén es una desolación.
Nuestro templo santo y glorioso,
donde te alabaron nuestros padres,
ha sido devorado por el fuego,
y todo lo que hacía nuestras delicias está en ruinas.
¿Vas a ser insensible a todo esto, Señor,
seguirás aún callado para humillarnos sin medida?

(Is 63,19-64,11).13


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1 Iscariota, literalmente “hombre de Kerioth” (una aldea palestina). Thaddaios, palabra de origen incierto, podría significar, como el hebreo Lebbeo, “de gran corazón, valiente”. De una confrontación con el catálogo de los apóstoles en Lc 6,16, Mt 10,3 y He 1,13, parece que Judas, hijo de Santiago, y Tadeo son la misma persona, el probable autor de la carta de Judas.

2 A propósito de las publicaciones de carácter científico o divulgativo sobre la exégesis bíblica, véase PCB, La interpretación de la Biblia en la Iglesia, 1993, n. 36.

3 Ver las pp. 97ss e 191ss.

4 DANTE ALIGHIERI, Divina Comedia, Infierno, II, 72.

5 Se trata de una máxima neoplatónica, derivada de las obras de Plotino (filósofo que vivió del 203/5 al 270 d.C. aproximadamente) y que posteriormente entró, tal vez a través de un monje sirio del siglo V-VI, el Pseudo-Dionisio Areopagita (De cœlesti hierarchia 4), en las obras de Tomás de Aquino y de la escolástica. Importante para la metafísica de Plotino era el proceso de emanación de las cosas reales del Uno invisible. Plotino ofrecía metáforas de esta emanación, como la radiación del calor o del fuego, del frío o de la nieve, de la fragancia de una flor o de la luz del sol: el bien, concluía, se difunde espontáneamente por el hecho de ser bueno en sí mismo. Los entes que han alcanzado su perfección del ser, no la tienen por sí mismos, sino que la expresan generando de ese modo imágenes externas de actividades interiores. El mismo concepto se asume hoy como eslogan de la comunicación libre y espontánea en Internet.

6 Cf. 1Tes 2,19-20: «Vosotros sois nuestra corona y nuestro gozo».

7* «Leed pues la Sagrada Escritura, hermanos míos, leedla para no ser ciegos y guía de ciegos. Leed la Sagrada Escritura y veréis con claridad lo que se debe aceptar y lo que se debe evitar. Leedla, que es más dulce que la miel, más suave que el pan, más estimulante que el vino. Estudiadla y veréis que el Dios de los dioses es la anchura en su caridad, la longitud en su eternidad, la altura en su majestad y la profundidad y la inmensidad en su sabiduría». Autor no citado; probablemente se trata de san Agustín.

8 «Y se las has revelado a los sencillos».

9 Llevado del radicalismo juvenil, vendió los manuscritos griegos que poseía por una cantidad muy pequeña (demostrando así que renunciaba a todo lo que no era conocimiento de Dios) y adoptó una vida muy austera.

10 La Héxapla es una de las obras más importantes de Orígenes. Consiste en la edición del Antiguo Testamento (compilado alrededor del 240 d.C.), en la que figura en seis columnas el texto hebreo y las diversas traducciones griegas del mismo. Lamentablemente, de esta obra, en la que demuestra una gran inteligencia en la crítica textual, sólo quedan algunos fragmentos.

11 Con san Jerónimo, Orígenes es el mayor exegeta crítico y “literal” de la antigüedad. Sentía una curiosidad insaciable por las variaciones que encontraba en los manuscritos del Antiguo y del Nuevo Testamento, y lo registraba y explicaba todo. Para él, sin embargo, el texto griego prevalece sobre el hebreo, porque es el que los apóstoles dieron a la Iglesia. Explica con esmero el significado literal del texto con ayuda de la filología griega y de la historia de los usos y costumbres del pueblo hebreo, y por tanto con la ayuda de las interpretaciones hebreas, gracias a la relación que mantenía con algunos rabinos. El sentido “literal” para Orígenes es el sentido filológico y etimológico de la palabra o de la frase. En cambio, por significado literal nosotros entendemos el que el autor humano entendió y quiso expresar. Orígenes, con el sentido literal (sería mejor llamarlo literalista, de fidelidad a la letra) corre el riesgo de no percibir el lenguaje figurado, que también existe en el texto bíblico (por ejemplo, las parábolas y metáforas). Orígenes conoce, no obstante, el sentido “espiritual”, inspirado por el Espíritu Santo. Como Pablo, acepta que todo el Antiguo Testamento fue escrito “figuradamente” y “como aviso para nosotros” (cf. 1Cor 10,11), profecía o figura de Cristo. En cuanto a la exégesis del Nuevo Testamento, ésta debería aplicar a todo cristiano lo que se dice de Cristo. En una palabra, el método de Orígenes -que tanto influyó en la lectura de la Biblia en la Iglesia- prevé un triple significado de la Escritura en su conjunto (cf. De Principiis, IV, 2), que corresponde a su antropología en tres aspectos: un significado corporal (o literal), uno psíquico (o moral) y otro espiritual (o místico). H. de Lubac, Exégèse Médiévale I/1, 198-211, hace remontarse a la praxis exegética de Orígenes la doctrina del cuádruple significado que será enunciado por el monje Casiano (360-435): el significado literal; el significado alegórico, que consiste en la afirmación de Cristo como centro de la historia; el significado antropológico, que tiene que ver con el comportamiento del cristiano, y el significado anagógico. Que hace presentir y pregustar los bienes futuros, eternos (ver nota 7 de la p. 40).

12 En LS se alude a la traducción de la Biblia hecha por mons. Martini (p. 81, nota 8) y a la traducción de la Vulgata hecha por Jerónimo (pp. 245-248). Para el P. Alberione las traducciones tienen un valor pastoral y apostólico relevante. La Dei Verbum hace hincapié en la necesidad de traducciones apropiadas y correctas (n. 22).

13 LS, de acuerdo con la Vulgata, indica “Is. LXIV, 1-12”.