«Me doy prisa y no pierdo un instante
en guardar tus mandamientos»
(Sal 118/119,60)
(Sal 65/66,1-20).
(Gál 3,1-14).
(Sal 53/54,3-9).
1 Entre las páginas 114 y 115 del texto original se insertaron una página con el antetítulo de la “Parte segunda” y la siguiente página en blanco sin numerar.
2 Eclesiástico, o Sirácida.
3 Sir 50,27. En la Vulgata el texto corresponde al versículo 29.
4 Recordemos que las horas de adoración efectivamente predicadas a la comunidad fueron diez, pero en LS se proponen en 30 meditaciones. La nueva estructura es aprobada por el P. Alberione, como se ve en una circular dirigida a las Hijas de San Pablo: «G.D.P.H. | Alba, 22 de noviembre de 1933 | Queridas Hijas de San Pablo: | He entregado a las Hijas de San Pablo para que se editen seis visitas | al santísimo Sacramento sobre la muerte y seis sobre el paraíso. También se encuentra ya impreso el libro de las visitas sobre la lectura | de la Biblia» (Considerate la vostra vocazione, n. 34).
5 En el n. 6 de la Dei Verbum, leemos: «Por medio de la revelación, Dios quiso manifestarse a Sí mismo y sus planes para salvar al hombre, para que el “hombre se haga partícipe de los bienes divinos, que superan totalmente la inteligencia humana”. El santo Sínodo profesa que el hombre “puede conocer a Dios con la razón natural, por medio de las cosas creadas” (cf. Rom 1,20); y enseña que, por medio de dicha revelación, “todos los hombres, en la condición presente de la humanidad, pueden conocer con absoluta certeza y sin error las realidades divinas, que en sí no son inaccesibles a la razón humana”».
6 En LS este término es muy rico de significado. Ejemplos: centro de la Biblia es Cristo (p. 118); quien ama la Biblia no se queda en la periferia, sino que llega al centro (p. 318). Confróntense estas afirmaciones con lo que dirá más tarde la Nota Pastorale de la CEI: «Jesús es el centro y el fin de la Escritura... Por eso la Iglesia, siguiendo la tradición apostólica, encuentra la Biblia “por Cristo, con Cristo y en Cristo” y a su luz la comprende como designio unitario de Dios para nuestra salvación» (La Bibbia nella vita della Chiesa, n. 2). La centralidad de Cristo es el principio hermenéutico de la Iglesia en la interpretación de la sagrada Escritura. Es necesario “leerla en Cristo” para comprenderla en su significado más profundo.
7 Cristo, Maestro divino, es siempre el centro o está en el centro, en toda situación y representación, porque así aparece en la sagrada Escritura.
8 «Mi justo vivirá por la fe».