«¿Cómo un joven podrá tener una conducta pura?
Guardando tu palabra»
(Sal 118/119,9)
(Is 26,1-10).
(Tit 1,5-16).
(Sal 42/43,1-5).
1 El ejemplo de este gran santo, transformado con la escucha y la lectura de la Biblia, aparece varias veces en LS: pp. 147, 155-157, 290, 311.
2 Sal 81/82,6; Is 41,23; Jn 10,34.
3 Alusiones a este doctor “máximo” de la Escritura y a sus opiniones se encuentran en las pp. 96, 152, 176n, 198, 203, 213, 245, 247, 297. Jerónimo (Hieronymus, del griego Ierónymos, “que tiene un nombre sagrado”) es el traductor principal de la Vulgata. Su perfil esencial lo tenemos en De viribus illustribus (n. 135), una obra de alrededor del año 393, del propio Jerónimo, y de su epistolario. Nacido en Estridón, Dalmacia, hacia el 347, en el 360 fue a Roma, donde recibió el bautismo en el 366. Se distinguen tres periodos en la vida de Jerónimo: el periodo oriental (372-381), el periodo romano (382-385) y el segundo periodo oriental. La muerte del papa san Dámaso (diciembre del 384) y las fuertes tensiones con el clero de Roma obligaron a Jerónimo a volver a Oriente. En agosto del 385 se estableció en Belén. Los años 386-393 fueron de una intensa actividad literaria especialmente en el campo de la traducción y de los comentarios de la Escritura. Murió el 30 de septiembre del 419 (o del 420), cuando estaba comentando el libro de Jeremías. Hacia el 570, un peregrino anónimo de Piacenza escribía que Jerónimo descansaba en la iglesia de la Natividad de Belén, junto a las tumbas de Paula y Eustaquio. El itinerario existencial de este doctor encontró en el amor y en el estudio de la Biblia las raíces de la santidad.
4 Mt 6,21; Lc 12,34.
5 Sal 6,6; cf. Is 38,18; Sir 17,22.