Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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INTRODUCCIÓN

Antes de comenzar las reflexiones sobre la sagrada Escritura es necesario que supliquemos al Maestro divino para que, tras habernos prometido el Espíritu Santo: «Ego rogabo Patrem et alium Paraclitum dabit vobis», nos lo envíe abundantemente a cada uno y nos convierta en hombres nuevos: «Emitte Spiritum tuum, et creabuntur». De este modo seremos capaces de entender y difundir las verdades divinas que nos disponemos a considerar: «Et renovabis faciem terrae».
La obra del Espíritu Santo en relación con la sagrada Escritura es triple: en primer lugar, movió, iluminó y asistió a los sagrados hagiógrafos para que escribieran sin errores todo aquello y sólo aquello que él quería, libremente, de forma adecuada y sin errores. En segundo lugar, iluminó a la Iglesia fundada por Jesucristo, para que en virtud del mismo Espíritu conserve íntegros y auténticos [estos libros], al tiempo que los interpreta infaliblemente y los comunica a sus fieles.
Pero eso no es todo. Es necesario también que el Espíritu Santo mueva a los hombres a leerlos, incline su corazón a amar el Libro sagrado, abra su mente para entenderlo según las enseñanzas de la fe católica y les conceda la gracia de practicar lo que leen.
Invoquemos pues al Espíritu Santo con el «Veni, Creator Spiritus» y pidámosle que nos conceda comprender que la Biblia no es un libro común, sino un libro divino, y que para leerlo no basta la luz solar o eléctrica, o solo la de la razón, sino que necesitamos una luz sobrenatural. Pidamos también perdón al Maestro divino, solemnemente
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expuesto ante nosotros, por haber preferido tantas veces la lectura de libros humanos más que la de la Biblia y la conversación con los hombres más que la conversación con Dios.

HIMNO AL ESPÍRITU SANTO

Veni Creator Spiritus,
Mentes tuorum visita,
Imple superna gratia,
Quae tu creasti pectora.

Qui diceris Paraclitus,
Altissimi donum Dei,
Fons vivus, ignis, charitas,
Et spiritalis unctio.

Tu septiformis munere,
Digitus paternae dexterae,
Tu rite promissum Patris,
Sermone ditans guttura.

Accende lumen sensibus:
Infunde amorem cordibus;
Infirma nostri corporis
Virtute firmans perpeti.

Hostem repellas longius,
Pacemque dones protinus:
Ductore sic te praevio,
Vitemus omne noxium.

Per te sciamus da Patrem
Noscamus atque Filium,
Teque utriusque Spiritum
Credamus omni tempore.

Deo Patri sit gloria,
Et Filio, qui a mortuis
Surrexit, ac Paraclito,
In saeculorum saecula.
Amen.

Ven, Creador, Espíritu amoroso,
ven y visita el alma que a ti clama
y con tu soberana gracia inflama
los pechos que creaste poderoso.

Tú que abogado fiel eres llamado,
del Altísimo don, perenne fuente
de vida eterna, caridad ferviente,
espiritual unción, fuego sagrado.

Tú te infundes al alma en siete dones,
fiel promesa del Padre soberano;
tú eres el dedo de su diestra mano,
tú nos dictas palabras y razones.

Ilustra con tu luz nuestros sentidos,
del corazón ahuyenta la tibieza,
haznos vencer la corporal flaqueza,
con tu eterna virtud fortalecidos.

Por ti, nuestro enemigo desterrado,
gocemos de paz santa duradera,
y siendo nuestro guía en la carrera,
todo daño evitemos y pecado.

Por ti al eterno Padre conozcamos,
y al Hijo, soberano omnipotente,
y a ti, Espíritu, de ambos procedente,
con viva fe y amor siempre creamos.

Gloria al Padre omnipotente,
gloria al Hijo, que él nos da,
gloria al Espíritu Santo,
en tiempo y eternidad.
Amén.
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