Opera Omnia

35. DISPOSICIONES PARA CUMPLIR BIEN EL APOSTOLADO: SABIDURÍA Y CONFIANZA

El último día de los Ejercicios es día de agradecimiento. La gracia ha crecido mucho en estos días, mucho la comunicación de bienes que os ha dado el Señor. A las muchas gracias corresponda una gratitud grande.

Amad a este Dios que os ha amado primero y que desde toda la eternidad piensa en vosotras. Él os hizo nacer de una familia piadosa, en un pueblo cristiano, ha puesto en vosotras tantas buenas inclinaciones; os ha dado la gracia de la vocación. Amad a este Dios que os ama con tanta predilección.

Vuestra jornada sea eucarística. Se concentre en un solo punto: la sagrada Hostia; gire en torno a esto: las consagraciones de la Misa. Todo sea preparación y acción de gracias por la consagración de la Misa y acción de gracias por la Comunión. Es Jesús quien os llama a esta intimidad y que os da la gracia.
Toda vuestra vida sea un Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. La eternidad la gastaréis en esto: glorificar al Padre por medio del Hijo, ir al Padre por el Hijo en el Espíritu Santo. Ésta es la vía que siguió María, que os señala san Pablo, que tenéis que seguir vosotras.

Hoy, gran vivencia de alegría íntima, de buenos propósitos, de súplica al Señor para que os haga perseverantes.
No faltarán las dificultades, pero el Esposo está con vosotras, no temáis¹. Estrecha es la vía, fatigoso el sendero que conduce al cielo². Encontraréis asperezas, espinas, pero mirad al final. ¿A dónde conduce la vía estrecha? A aquella patria celestial donde finalmente encontraréis a Jesús para siempre en la más pura alegría. He aquí que me he alejado del mundo y vine a la soledad. Así cada día de vuestra vida hasta el día eterno que no tendrá ocaso.

Los Institutos tienen también sus pruebas, como la vida de cada individuo, de cada persona que quiera hacerse santa. No os sorprendáis por las dificultades, no os tiréis atrás en el trabajo cotidiano. ¡Adelante! Hay que ser muy buenas y sabias. Las que tienen poca instrucción que por lo menos sean muy buenas. Las personas instruidas son más fácilmente obedientes, pero es, en cambio, bastante difícil tratar con quien es orgulloso y por añadidura ignorante. La cosa más difícil es tratar con las ignorantes no buenas. Poner juicio.
Si encontráis quien os pone obstáculos, quien os dice mal, no os paréis, sino seguid la gracia y sus invitaciones; no os perdáis.
Quien comulga todos los días no puede sino procurar ser semejante a Jesús. ¿Hasta dónde llega vuestra bondad? ¿Cuánto os parecéis ya a Jesús?

Tratad bien a las almas. Cuando recibís una carta, cuando acogéis a una persona, dirigíos a Jesús: Señor, haz que comprenda bien a esta alma que tú me mandas y que responda según tu sabiduría y bondad. Concédeme a mí y a ella caminar por tus caminos sin errar.

Hay a veces Superioras que no entienden nada de gobierno, tratan a las Hermanas como si fueran estatuas de escayola. Cada alma tiene sus necesidades, hay que saberlas comprender. Así como Dios no hizo dos hojas iguales, tampoco encontraremos dos almas iguales. Cada uno tiene sus necesidades, sus tendencias, sus particularidades, sus matices.

Haced el apostolado con sabiduría. Vuestro apostolado sea sapiente, iluminado; sobre todo los tres puntos: Eucaristía, Sacerdocio, Liturgia.

Todo el misterio eucarístico, como nos es presentado por la Iglesia; como resulta por el capítulo VI de san Juan; como nos lo describe san Pablo: Yo recibí del Señor lo que os transmití, que el Señor Jesús la noche en que iba a ser entregado, tomó el pan, dio gracias, lo partió y dijo: Tomad y comed: esto es mi Cuerpo...³ .

Iluminadas sobre el Sacerdocio. Quién es el Sacerdote, quién es María y cómo la misión de la Virgen María, en relación con el Sacerdote ayuda, coordina y completa el ministerio Sacerdotal.

Tened claro conocimiento de la voluntad de Dios sobre vuestro Instituto. Hasta ahora os habéis perdido un poco de aquí para allá. Ahora, dirección única en la sencillez. Sed Pías Discípulas y tened libertad de caminar rápidamente bajo vuestro gobierno. Habéis tenido muchos amigos, pero un solo Padre: Jesucristo⁴. Tened pocos consejeros. Iréis adelante mejor siguiendo el espíritu que guía toda vuestra Congregación.

En 1911 he comenzado a escribir el libro: La mujer asociada al celo sacerdotal⁵ y terminé en 1913 para preparar a la Pía Discípula luz sobre su vocación y sobre las vocaciones.

Creced en el conocimiento del apostolado litúrgico. Escoged y preparad bien a las que queréis destinar al estudio. Encaminadlas al estudio de la teología; en el conocimiento de la Liturgia, no sólo, sino también de la Sagrada Escritura, de la moral, de la ascética y de la mística.
Haced el pacto con el Señor: Señor, danos salud y medios suficientes; Señor, sostennos en las dificultades que encontraremos.

Tenéis que tener periódicos vuestros⁶ de los que resulten vuestros apostolados: Eucaristía, Sacerdocio, Liturgia.
Para llegar a esto, no acojáis a las ignorantes y, si ya las hay, tengan disposiciones de inteligencia y capacidad para instruirse. Que sean personas rectas, abiertas, diligentes; porque a Jesús hay que darle las flores mejores, reservarle las almas más inteligentes, las cosas más hermosas, personas aptas para correr por los caminos de Dios.

La Iglesia es sabia y los tesoros de su sabiduría los ha derramado en la sagrada Liturgia. Acogedlos y difundidlos poco a poco.

Tened paciencia con las más lentas, porque el Señor permite que en todas las Familias religiosas haya algunas que hacen sólo número; como permite equivocaciones también en las aceptaciones, en las admisiones al noviciado, a la profesión.
Otras veces no se equivoca en la admisión, pero falta correspondencia por parte del sujeto.
Jesús perdonó a todos, porque conocía la debilidad humana; perdonad vosotras también y ayudad. Tanto más que a veces las equivocaciones, las faltas, no son fruto de malicia, sino de menor preparación, de precedentes penosos, de ambientes no favorables.

Apostolado sabio tiene que ser, pues, el vuestro, apostolado cumplido con piedad verdadera, según el espíritu de la Iglesia.

Además, el apostolado sea realizado con humildad. Vividla según vuestro estado.
Vosotras no sois sacerdotisas, sois Pías Discípulas, es decir, que vuestro trabajo tiene que ser hecho en colaboración y bajo la guía del Sacerdote.
Sois mujeres y a vosotras no se os confía la predicación, ni el gobierno de las almas, ni la administración de los sacramentos. Por esto vuestro ministerio lo tenéis que cumplir en unión con el Sacerdote, dependiendo del Sacerdote, siguiendo las normas sabias de la Iglesia.
A pesar de todo esto, podéis haceros más santas que los mismos Sacerdotes, como la Virgen Santísima superó en santidad a San Pedro y a los demás Apóstoles.

Por naturaleza, la mujer está más inclinada a la piedad, a la humildad, a la unión con Dios. Ésta es vuestra fuerza. Pro devoto femineo sexu⁷.
Más que los demás, tenéis el poder del corazón. A la mujer que es piadosa, humilde, que ama con el corazón de María no se le resiste; ella vence siempre.
No tengáis la pretensión de hacer lo que no debéis, pero tened la ambición santa de estar en la humildad y de serviros de las fuerzas y del poder que Dios ha puesto en vosotras para su gloria y para el bien de la Iglesia y de las almas.

Esta humildad os obtendrá el siguiente fruto: jamás haréis muchas imprudencias. Porque son los orgullosos, los que confían en sí mismos los que caen en el error, los que hacen desastres, los que impiden el bien. La humildad os hará atentas, prudentes, de forma que evitéis las caídas intelectuales y morales.

Haced el apostolado con sabiduría y con humildad.
No cuento mucho con lo que os digo, sino que cuento con la acción del Espíritu Santo, con las reflexiones que haréis, porque en el silencio del alma Dios os habla directamente. Después de las pláticas, estad muy recogidas.