Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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21. APOSTOLADO DE LOS DESEOS

La llevaré al desierto...1. La llevaré al desierto y le hablaré al corazón. La soledad es realmente el lugar donde podemos nosotros escuchar a Dios. Cuando estamos en el ruido, en las conversaciones, en los entretenimientos con los hombres, Dios habla menos, porque espera el momento en el que pueda ser escuchado. Entonces, abre su corazón, comunica sus cosas íntimas, hace comprender los santos deseos.
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Cuando un alma ama verdaderamente al Señor tiene deseos santos. Y ¿por qué los santos deseos se llaman apostolado? Porque proceden del amor de Jesús y tienden hacia él.
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Los deseos pueden ser de muchas especies: buenos, indiferentes, malos. Si el que, habiendo recibido una ofensa, quiere vengarse, el suyo es deseo malo: si otra, en cambio, desea que en la mesa haya una verdura mejor que otra, tiene un deseo indiferente. Deseos buenos son: el desear la perfección, el amor de Dios; si luego se desea la gloria de Dios, la salvación de las almas, se tienen deseos apostólicos.
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Cuando el Hijo de Dios se encarnó, los Angeles cantaron en la gruta: Gloria a Dios en lo alto del cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad2. Jesús había venido al mundo para procurar la gloria de Dios y la salvación de las almas, y los Angeles cantaron los deseos de su pequeño corazón.
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Hay personas que en su vida no tendrán nunca que realizar un verdadero apostolado de obras, sino mas bien un apostolado de oración, de buen ejemplo, de vida interior, de santos deseos. Santa Teresita3 se distingue por el apostolado de los santos deseos. Pensad en la conquista de su primer pecador: Pranzini, y cómo la escuchó el Señor4.
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Hay deseos que constituyen el más encendido apostolado: Santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad5 Ad maiorem Dei gloriam6 fue el suspiro incesante de S. Ignacio; que Dios sea glorificado, amado, obedecido, respetado por todos, sobre la tierra. Bendito sea Dios, bendito sea su santo nombre, bendito sea Jesucristo verdadero Dios y hombre, bendito sea el nombre de Jesús...7: todos deseos santos, todo apostolado que se refiere a la gloria de Dios. El apostolado es la flor de la caridad y la primera caridad se ejerce hacia Dios deseando su gloria. El Maestro Divino, en su vida terrena, ha deseado siempre la gloria del Padre: Yo busco su gloria8. He aquí el primer deseo.
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Segundo deseo: buscar el bien de las almas. Bendita la gran Madre de Dios María SS.; bendita su santa e inmaculada concepción; bendito el nombre de María Virgen y Madre; bendito san José su castísimo Esposo; bendito sea Dios en sus Angeles y en sus Santos9. Estas cuatro expresiones se refieren al deseo de la gloria de María SS., de san José, de todos los Angeles y Santos.
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A los niños de Fátima10 la Virgen les habló y les pidió cosas grandes. Pero ¿qué podían hacer ellos sino desear lo que quería la Virgen? Los deseos santos alcanzan a los pecadores, a los niños, a los pobres, a los infieles, a los enfermos. Sin deseos buenos es imposible hacer obras buenas.
Decimos por la mañana: Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo11. ¡Cuántos deseos expresa el Cantar de los Cantares! Entre la esposa y el esposo hay un mutuo deseo de amor y entre ellos se establece una intimidad, una unión perfecta que es unidad de vida. Todo lo que el esposo quiere y ama, lo quiere y lo ama también la esposa.
Daniel, llamado el profeta de la Encarnación, es llamado por Dios mismo: hombre de deseos12. Los deseos santos agradan a Dios y él los escucha.
San Francisco de Sales13 decía: He tenido pocos deseos y esos pocos Dios me los ha escuchado.
Todos los deseos santos se resumen en éstos: que el Señor sea conocido, amado, glorificado; que todas las almas sean salvadas y santas.
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La Santísima Virgen ejerció el apostolado de los santos deseos. ¡Qué deseos ardientes salían de su alma para que se acelerase la encarnación del Verbo! Repetía las palabras de los profetas: Rorate coeli, desuper, et nubes pluant Iustum! aperiatur terra et germinet Salvatorem14 Egredietir virga de radice Iesse et flos de radice eius ascendet15. Bendita la flor brotada de este tronco bendito.
Con sus santos deseos la Virgen aceleró la venida del Mesías, la encarnación del Verbo.
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Tened también vosotras deseos que aceleren la hora del reino de Jesucristo. Santa Teresita16 deseaba ir al cielo para hacer caer sobre la tierra una lluvia de rosas, así hizo y así sigue haciendo. Jesús escucha los santos deseos y los deseos son siempre santos cuando miran a la gloria de Dios, a nuestra santificación, a la santificación del prójimo. Estas son gracias que Dios seguramente concede.
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La Santísima Virgen tuvo también otros santos deseos: que su Hijo derramase su sangre para la salvación de la humanidad, que se manifestase a las gentes. En los diez días después de la Ascensión invocó la venida del Espíritu Santo, deseó que la Iglesia naciese, que los Apóstoles cumpliesen su misión. Después suspiró el Cielo. Como suspira la cierva por las corrientes de agua, así mi alma suspira por ti, mi Dios17.
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¿Deseáis vosotras de veras que la Iglesia se extienda? ¿Que los religiosos sean fervientes, que el Clero sea santo? ¿Deseáis que Jesús eucarístico sea adorado, que vuestras Hermanas tiendan a la perfección? ¿Cuáles son vuestros deseos? ¿Son ardientes, o son débiles, fríos, indiferentes? ¿Deseáis que los niños se conserven inocentes, que las vocaciones se multipliquen? ¿Pensáis en los pecadores, en los moribundos? ¿Deseáis que cesen las blasfemias, que se santifique el día festivo, que en el mundo reine la caridad? Examinad un poco si en vuestros deseos entra algo que no sea santo, que no sea conforme a la voluntad de Dios. Entrad bien en el espíritu de vuestra vocación; tendríais que tener un corazón solo con el Corazón de Jesús, como san Pablo: ¿Quién me separará del amor de Cristo?18.
Si amáis de veras a Jesús tenéis que buscar, estudiar, lo que le agrada a él, tener deseo encendido de la gloria del Padre, de la propagación de la fe. Jesús desea mucho la salvación de las almas y, sobre todo, desea que vuestras almas sean santas, bellas, totalmente suyas, que nunca le desagraden.
El alma religiosa no es verdaderamente esposa de Jesús sino cuando tiene sus mismos deseos, su misma voluntad, y cuida su honor.
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En la fiesta de las bodas hay varias especies de personas en el banquete: están los siervos, que son pagados; los hijos, que piensan para sí mismos, cómo colocarse; están los amigos, los invitados, que piensan en hacer fiesta y en dar gracias. Y están luego los esposos; entre esposo y esposa las relaciones son muy íntimas. Éstos tienen un solo corazón, una intención sola, una vida sola. Vosotras no sois siervas, ni invitadas, o tan solo las hijas. ¡Vosotras sois las esposas de Jesús! A los demás les está permitido tener otros deseos, a vosotras no. Tenéis que tener los deseos de vuestro Esposo Jesús.
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En el santo Evangelio Jesús, además de los tres consejos principales, ha dado otros, y hay por lo menos diez. Vosotras tenéis que abrazarlos todos. Éste es espíritu de la Pía Discípula, es entrar en vuestra vocación especial: abrazar todos los deseos del Corazón de Jesús. Si sois silenciosas, si vuestro Maestro y vuestro guía es el Evangelio, veréis qué pasos daréis hacia adelante, y de año en año comprenderéis más vuestra vocación.
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Vuestro Instituto requiere mayor perfección y, por consiguiente, es camino hacia más alta santidad. Esta tarde tomad el Evangelio y considerad atentamente las palabras de Jesús. Estáis llamadas a tomar todas sus palabras y a hacerlas vuestras. No busquéis los libros de ascética que constituyen la piedad al estilo de agua de rosas, sino Evangelio, y por consiguiente, piedad sólida.
Meditad palabra por palabra y comenzad por la encarnación: Jesús, tú has amado a María; yo quiero tener tu amor por ella, quiero ser su hija verdadera, quiero esconderme en tu Corazón.
También la Imitación de Cristo interpreta bien los deseos del Corazón de Jesús. El camino sería interminable y yo no terminaría de deciros, pero resumo todo en esto: tened un solo corazón con el Corazón de Jesús.
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1 Os 2, 14.

2 Lc 2, 14.

3 S.TERESA DEL NIÑO JESÚS (1873-1897).

4 Cf Historia de un alma.

5 Mt 6, 9-10.

6 S.IGNACIO DE LOYOLA (1491-1556), fundador de la Compañia de Jesús.

7 Oraciones de la Familia Paulina.

8 Cf Jn 8, 50.

9 Cf Las oraciones de la Familia Paulina.

10 Los niños de Fátima son: Francisco Marto (1908-1919), Jacinta Marto (1910-1920), Lucía Dos Santos, viviente.

11 Sal 62, 2.

12 Dan 9, 23.

13 S. FRANCISCO DE SALES (1567-1622) Doctor de la Iglesia.

14 Is 45, 8.

15 Is 11, 1.

16 S. TERESA DEL NIÑO JESÚS (1873-1897).

17 Sal 41, 2.

18 Rom 8, 35.