Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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10. EL APOSTOLADO QUE SE ELIGE EN LA TIERRA SE PERPETUA EN EL CIELO

Roma, Fiesta de santa Escolástica,
10 de febrero de 1947


Los designios de Dios sobre las Pías Discípulas del Divino Maestro estaban muy claros en aquel año en que, por santa Escolástica, tuvo principio vuestra misión especial.
Las diversas vicisitudes han sido para la mayor gloria de Dios y la santificación vuestra.
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Propósito de hoy: ser cada día más las Pías Discípulas, semejantes a María, las íntimas de Jesús Hostia, miembros activos en el Cuerpo místico de Jesucristo la Iglesia, para la vida entera y para la eternidad.
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Nuestra vida no termina con la muerte. La vida no termina, se transforma1; con la muerte, nuestra vida no se destruye, sino que se cambia. Mientras el cuerpo está sano, puede hospedar al alma. Pero cuando ya no es capaz de contenerla, el alma es acogida por Dios en el cielo: Dissoluta terrestris huius incolatus domus, aeterna in caelis habitatio comparatur2. Destruida la casa de esta morada terrenal, el alma es acogida en la eternidad.
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¿Qué se hace en el cielo? Se continúa lo que se comenzó en la tierra: la misma misión, las mismas ocupaciones. En el Paraíso se poseerá el grado de santidad alcanzado en la vida. Como se muere, así se permanece para siempre.
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¡Solícitas en ganar méritos! Algunas, en vez de recoger los frutos, se paran sólo a oler las flores. Hay diablos que tientan a las religiosas en esto: hacer oler las flores. Me gusta que adornéis la iglesia, el altar con las flores, que simbolizan vuestras virtudes, vuestros santos deseos. Los deseos santos son meritorios. Por ejemplo: si yendo a la cama tuvierais este deseo: quisiera que en esta noche todas las almas santas del Purgatorio dejasen sus penas para descansar en el Paraíso; este deseo santo es meritorio. El deseo malo consentido es pecado.
Hay personas que pierden su vida oliendo las flores, que viven de deseos. En la primavera, admiráis el cerezo cargado de flores, pero después esperáis que a las flores sigan los frutos. Así es para nosotros, en cuanto podamos hacer seguir a nuestros deseos, los frutos.
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No busquéis demasiados cambios, no demasiados métodos, no ansiar un poco una cosa, un poco otra, sino frutos, muchos frutos, en cuanto sea posible. Nuestra vida tiene que ser fructuosa. En el lecho de muerte, el alma recoge lo que ha sembrado3 y en la eternidad permanece en el grado de gracia, de mérito, de santidad, con el que se halle en el último instante. A esto será proporcionada su gloria.
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En el Paraíso no se cambiará apostolado. El alma aquí abajo lo elige; y la elección vale no sólo para la vida, sino para la eternidad.
¿Qué hace S. Teresita4 en el Paraíso? Reza por los Misioneros. ¿Qué hace S. Luis5 ? Obtiene a los jóvenes la gracia de la castidad, que tan bien practicó durante la vida. ¿Qué hacen los Papas? Rezan por la Iglesia.
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En el cielo rezaréis por el apostolado de la prensa, de la radio, del cine.
En el cielo, vosotras rezaréis por el honor de Jesús Eucarístico, por los Sacerdotes, por las Hermanas. Rezaréis al Divino Maestro para que se cumpla su deseo: Venid todos a mí6, para que todos lo reconozcan, lo sigan, lo amen.
Las Pías Discípulas en el Paraíso harán lo que deben hacer en esta tierra: contemplación de Dios, visión del misterio eucarístico, de la Santísima Trinidad.
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En la Eucaristía se concentra todo misterio: la Trinidad Santísima. Pero reposa en el corazón eucarístico de Jesús Maestro Divino. Nosotros no vemos, pero praestet fides supplementum, sensuum defectui7. En el Paraíso nuestros ojos se fijarán en Dios: lo veremos tal y como es8; no sólo en una visión, como tuvo santa Margarita M. Alacoque9, sino toda la Trinidad, todo el cielo, en Jesucristo Maestro. Toda la Iglesia se recoge y es el Cuerpo místico de Cristo.
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Nuestra vida en el cielo será vida de imitación del Maestro Divino.
Sobre la tierra ¿habéis seguido a Jesús? Pues bien, en el cielo os encontraréis en el cortejo elegido de almas que seguirán al Cordero dondequiera que vaya10.
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La Santísima Virgen siguió siempre a Jesús: en Nazaret, en la vida pública, en el Calvario, en el sepulcro, hasta el día en que lo vio ascender al Padre. Luego, lo siguió en el cielo.
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En el cielo, vosotras estaréis unidas al Maestro Jesús, difundiendo la verdad, haciendo conocer al Padre: ésta es la vida eterna, que te conozcan a ti único Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo11. Os uniréis al Divino Maestro para obtener la salvación de la humanidad. Él quiere que todos los hombres se salven12.
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Lo que tenéis que hacer ahora en la tierra: encontrar en la Eucaristía toda vuestra delicia, vuestra dulzura, vuestro gozo; lo haréis, lo tendréis también en el cielo. Allí arriba el gozo no será sólo virginal, sino beatificante; un gozo inmenso, diverso del que podéis disfrutar aquí. Jesús aparecerá como en una custodia, grande como el cielo, y vosotras estaréis allí en torno para adorarlo, amarlo, cantar sus alabanzas. Daos cita allí arriba; que estén todas las almas de vuestra Familia, en torno a la grande custodia, con María SS. primera Pía Discípula, Virgen bendita: Ella entonará el Magnificat13, el cántico eterno, al que haréis eco todas, en una perpetua y dichosa juventud.
A veces, se ven bonitas custodias, que llevan esculpidos ángeles en adoración alrededor de la sagrada Hostia. ¿Queréis sustituirlos? Vuestro lugar, vuestro gozo, vuestra vocación: en torno a Jesús Eucarístico en la tierra y en el cielo; elegir la vocación durante la vida es elegirla para la eternidad.
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Ahora alguna cosa para la Adoración. En los pocos días que pasé en el avión, tenía que hacerme la Visita volando, pasando la hora en la presencia espiritual de la Eucaristía y de la SS. Trinidad. Ponía entonces a san Pablo14 en presencia de Jesús Sacramentado y lo comprometía a presentaros a todas vosotras y a mí en adoración ante el Divino Maestro. ¡Oh, san Pablo, cómo tenía el corazón lleno de Jesús! Jesús tuvo con él preferencias de amor que no le concedió a otros. Él mismo le explicó el Evangelio, puesto que san Pablo no se había encontrado junto con los demás Apóstoles, y san Pablo se dejó instruir y correspondió.
Cuando en la Adoración os sentís débiles, poned a san Pablo ante Jesús, para adorar, suplicar, y especialmente para que obtenga santos Sacerdotes, santos religiosos; para que se multipliquen las vocaciones de las Pías Discípulas.
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El desconcierto en que os habéis encontrado, el Señor no lo permitió por casualidad15. Lo permitió sobre todo por tres motivos:
1. Para que fueseis más Discípulas Pías; es decir, más eucarísticas, más silenciosas, recogidas; conforme a vuestra institución.
2. Para que renovaseis vuestra vida.
Entre vosotras no haya ninguna que sea tibia, sino todas fervorosas.
3. Para que tuvierais vuestra casa y os multiplicarais cuanto antes. Una renovación de vida y no un entierro. Para mejorar, no para turbarse; para elevar vuestros deseos, vuestras aspiraciones; para que os preocupéis por trabajar vuestro jardín y para hacerlo más hermoso, más santo, sin envidiar el jardín vecino...Cada una tiene las gracias para la santidad propia.
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El martes en la Adoración uníos a las Almas del Purgatorio que adoran. Ellas están todas en adoración y ofrecen sus llamas de dolor y de amor, unidas a vuestras oraciones, intenciones. Si encargáis a san Pablo para que pida Sacerdotes, a las Almas del Purgatorio les pedís: delicadeza de conciencia, de manera que podáis presentaros ante Dios sin mancha. Ninguna mancha ni en la lengua, ni en las manos; que no haya nada más que lavar; que podáis después de la muerte, ir en seguida al Paraíso. Siempre el deseo de sufragar.
Por mi parte le pido a Jesús que os aplique la sangre brotada de la mano derecha y de la mano izquierda; el azote en la mejilla; la coronación de espinas, las heridas de los pies, para que cada vez, al final de las dos horas de Visita, pueda entrar en el cielo un grupo de almas: esto consuela el corazón eucarístico de Jesús.
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El miércoles poneos en adoración con san José. Una de las imágenes más bellas de san José que he visto, es la que se coloca en el Nacimiento en Roma. San José está de rodillas ante el Niño, lo mira y contempla extasiado. He aquí la adoración. Después de la Virgen san José fue el primer adorador; y es modelo de los adoradores.
A san José le pedís vocaciones, vuestras vocaciones. Él es el custos virginum; que os custodie a todas y os haga santas.
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Acompañad en la Adoración a los Angeles custodios, a todos los Angeles del Paraíso: los Serafines, los Querubines, las Potestades, las Dominaciones, los Tronos, las Virtudes, los Principados, los Arcángeles, los Angeles. Poneos en medio de estos Angeles, buscad vuestro sitio; y, para encontrarlo, haced muchos actos de contrición, porque para poder estar con los ángeles hay que tener un corazón muy puro.
Los Angeles os ayudarán a difundir sobre la tierra la doctrina de Jesús. Más de mil millones de hombres no conocen al Señor. Los Angeles os ayudarán también en vuestro ministerio de oración, de adoración, de devoción.
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Poneos sobre todo en adoración con la Santísima Virgen María. ¡Qué adoraciones, qué bellas oraciones fueron las suyas, en la tierra y ahora en el cielo! Uníos a la Virgen y, con ella, por ella y en ella adorad, dad gracias, rogad, suplicad. Decidle a la Virgen María: Yo pongo tus intenciones, rezo contigo; hago pasar mi oración por tus manos purísimas.
Orando así, en la Adoración no seréis pocas, sino centenares, millares.
116
Cada visita al Santísimo Sacramento sea una nueva entrega y renovación de los votos.
Adorad, dad gracias, reparad a Jesús Maestro Divino, presente en el misterio eucarístico; con una devoción piadosa y generosa.
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Reparad los pecados de las ediciones de prensa, radio, cine; las ofensas y frialdades de las personas consagradas a Dios, de los gobernantes y maestros.
118
Suplicad al Maestro Divino para que atraiga a todos los hombres hacia su escuela de verdad, de bondad, de gracia.
119
Que se multipliquen mucho en número y santidad los Sacerdotes, religiosos, religiosas, y las personas de corazón apostólico; su ministerio produzca frutos abundantes y estables.
120
Tener siempre las intenciones y disposiciones de María antes de la Encarnación del Hijo de Dios, viviendo luego con él en Nazaret, acompañándolo en el ministerio público, en la pasión, muerte, vida gloriosa, en el cielo. Todas las intenciones del Corazón de Jesús durante la Misa, las intenciones del Papa, las necesidades de todos los errantes.
121
Que las almas lleguen al Maestro Eucarístico; el culto litúrgico sea siempre según el espíritu de la Iglesia; reciban el descanso eterno las almas de los Sacerdotes, religiosos, religiosas.
Vivir siempre mejor la vida religiosa, eucarística y litúrgica.
122
Vosotras deseáis tener una bella eternidad. Cada día que pasa arrancamos una hoja del calendario, y este día ya no vuelve más. Pero habéis elegido una vocación que no tiene fin, y con la muerte cambiaréis para mejor la manera de desarrollarla. Otra forma, otra manera, pero si en la tierra habéis correspondido a vuestra vocación y cuanto más hayáis sido almas eucarísticas, tanto más continuaréis bien en el cielo: la unión allí será más íntima, la visión profunda. El amor más intenso, el gozo más conforme al de Jesús mismo. Entra en el gozo de tu Señor16.
123
Haced sensible vuestra devoción. La Virgen bendita apretaba a Jesús contra su corazón; también para vosotras está dicha la palabra: mi alma te desea17. Así se explica vuestro deseo de ir incluso materialmente más cerca de Jesús para la Adoración.
Si se pudiese tener envidia de la gracia de otros (pero no hay que tenerla), todos tendrían que envidiar vuestra suerte de Pías Discípulas. Pero vosotras, Pías Discípulas, tenéis una responsabilidad grande si no correspondéis.
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Yo siempre tengo un poco de miedo que se disfrute sólo del perfume de las flores, sin buscar suficientemente los frutos; y que alguna se considere demasiado y vanamente se complazca del bien y de las gracias que tiene: Que no sepa la mano izquierda lo que hace la derecha18 y yo quisiera que ni siquiera la derecha supiese lo que ella misma hace, decía el santo Cottolengo19.
Examen: si correspondéis, si estáis unidas a Jesús, si crecéis en la intimidad con él, si son bellas vuestras Adoraciones.
125
Las horas de Adoración son no sólo vuestro primer trabajo, sino el centro de la jornada al que tenéis que orientar todo otro trabajo; y del que vuestra vida interior y la actividad externa recibirán vigor y fuerza.
126
Hoy resucitad la gracia de vuestra institución, de vuestra Profesión, de vuestra devoción al Divino Maestro.
1. Conformación con María, Madre de Jesús y Apóstol.
2. Vivid unidas con Jesús Maestro, Camino, Verdad y Vida, presente en el Misterio Eucarístico.
3. Sentíos miembros vivos y dinámicos20 en el Cuerpo místico de Jesucristo, que es la Iglesia.
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Haréis bien en cantar un hermoso Magnificat21 a Dios y un hermoso Magnificat anima mea Mariam22.
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1 Cf Misal Romano, prefacio de los difuntos.

2 Ibidem.

3 Cf 2 Cor 9, 6.

4 S. TERESA DEL NIÑO JESÚS (1873-1897).

5 S. LUIS GONZAGA (1568-1591).

6 Mt 11, 28.

7 Liber Usualis Missae et Officii, en festo Corporis Christi, Himnus Pange lingua, ad II Vesperas.

8 1 Jn 3, 2.

9 S.MARGARITA MARÍA ALACOQUE (1647-1690).

10 Ap 14, 4.

11 Jn 17, 3.

12 Cf 1Tm 2, 4.

13 Cf Lc 1, 46-55.

14 S.Pablo apóstol, (siglo I).

15 Se refiere a la práctica para la distinción de las Pías Discípulas del Instituto de las Hijas de S. Pablo.

16 Mt 25, 21. 23.

17 Sal 83, 3.

18 Cf Mt 6,3.

19 S. JOSÉ BENITO COTTOLENGO (1786-1842), fundador de la “Pequeña Casa de la Divina Providencia”, canonizado en 1934.

20 Esta frase fue sucesivamente inserta en las Constituciones de las Pías Discípulas del Divino Maestro (cf art. 3 de las mismas Constituciones de 1947).

21 Cf Lc 1, 46-55.

22 Cf Oraciones de la Familia Paulina.