Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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9. EL COMETIDO DE LA VIRGEN SANTÍSIMA HACIA JESUS SACERDOTE

Roma, 6 de febrero de 1947


El Papa Pío X en 1904 escribió una encíclica en la que decía: Nadie conoció mejor los afectos y los sentimientos de Jesús que su Madre la Virgen1.
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Reflexionar sobre el oficio que tuvo la Virgen María hacia Jesús, para comprender cómo Jesús os ha llamado a vosotras para una misión muy alta, muy semejante a la de la Virgen. Vosotras tenéis que mirarla para imitarla, y tenéis que esperar de ella la ayuda para realizar vuestra misión.
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Dios no quiso que el hombre estuviese solo: No está bien que el hombre esté solo; hagámosle una ayuda semejante a él2. Y entonces creó a la mujer.
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En toda familia está el padre que gana, y está la madre que tiene autoridad moral para mandar a los hijos e influir sobre el mismo ánimo del padre, para que padre e hijos se salven.
Así en la familia de la Iglesia: está el Padre Dios, y está María, que es nuestra Madre y Madre de toda la Iglesia. Esta Madre no es por sí misma la fuente de la gracia; es el Padre. María ganó para nosotros de congruo la gracia y administra los tesoros de la Redención.
Dice el padre en una familia: id a la madre. El Papa dice: id a donde la Virgen, ministra de las gracias.
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1. ¿Cómo se comportó María antes de que naciese su Hijo amado?
Suspiraba la venida del Redentor. Suplicaba que la humanidad fuese salvada y sus oraciones subían hasta el cielo. Eran muchas las tinieblas, los errores, los escándalos. María oraba para que viniese pronto Aquel que tenía que volver a traer a los hombres la verdad, la justicia, la piedad.
La verdad, porque María es Maestra de verdad. Trono de la Sabiduría3.
La justicia, porque María es Espejo de justicia4.
Pensad en aquella niña en la cuna, en el templo, en su casa. ¡Oh, que oración! y ¡qué oración sobre todo en el momento de la Encarnación! Entonces el Padre celestial recibió grande gloria. María pedía el Redentor, el Salvador, el Reparador, el gran Sacerdote, el Maestro de la humanidad. Mientras tanto por su humildad, por su virginidad, mereció llegar a ser digna Madre de Dios. Agradó por la virginidad, concibió por la humildad5.
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He aquí cómo se ganan las vocaciones: súplicas a Dios, pero hechas in virginitate, es decir, por almas totalmente de Dios; que no tienen el corazón dividido. Luego, humildad, porque Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes6.
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2. Cómo acompañó María a su Jesús, el gran Sacerdote.
Enseñó el Papa: La Virgen bendita no sólo dio a la Hostia divina, la carne para el sacrificio, sino que tuvo también el oficio de prepararla, alimentarla, hacerla crecer, defenderla, ofrecerla7. Vosotras preparáis: los ornamentos sagrados, las hostias, el vino, la cera, todo lo que sirve para el santo sacrificio y lo preparáis en unión con María, queriendo contribuir a la salvación de los hombres, al bien de la humanidad.
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María tuvo que hacer crecer a Jesús con su leche; le preparó el alimento, los hábitos, le asistió.
He aquí oficios correspondientes: crecer, nutrir, asistir.
Por consiguiente, gran mérito, cada día, a cada instante, tanto en los oficios al servicio directo del Sacerdocio como indirecto.
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La Virgen tuvo también el oficio de defender a Jesús. Pensad en Belén, en Egipto. Salvar la vida del Hijo de Dios, porque Él había venido para iluminarnos, para dar ejemplo, para dejar el Evangelio y después morir ofreciéndose al Padre como víctima por el mundo.
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María vivía en la casa con Jesús. Participaba en todos los deseos, las miras, las intenciones de Jesús, los designios de Jesús. Entrando en la intimidad con la Hostia Santa, vosotras debéis comprender, más que los demás, los secretos del Maestro Divino.
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María tenía un corazón semejante al de Jesús para compartir sus deseos. Los hacía todos suyos. Entrad en la intimidad con Jesús, en la intimidad con la Iglesia. Hijas de la Iglesia como sois, es necesario que comprendáis los deseos del Papa, de los Obispos, de los Sacerdotes, de los ministros de Dios, de los Misioneros, de todas las almas que se dedican al apostolado.
Especialmente en la oración, en la Visita, sentid el Sitio8 de Jesús y los suspiros de la Iglesia.
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María ofreció la Hostia. Fue al Calvario para ofrecer al Hijo. Habría soportado con más gusto ella todos los dolores de Jesús, pero quiso, aun llorando, ofrecer la gran oblación del Hijo, siguiendo la voluntad del Padre. Es más, se dice que si hubiese conocido que tal era la voluntad divina, ella misma habría con sus propias manos sacrificado a Jesús.
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También vosotras sed generosas, y ante los sacrificios que os cuestan,... si a Jesús le agrada esto, lo quiero y lo hago de buena gana. Y aunque una pueda tener las lágrimas en los ojos, la repugnancia en el corazón, dice su fiat.
Ofreced las Misas, todas las Misas que se celebrarán hoy (poned ahora la intención) y ofrecedlas para poder ser también vosotras pequeñas víctimas que se sacrifican y se consumen en adoración y en amor.
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María ofreció a su Hijo por nosotros, sus hijos; he aquí dónde y cómo se hizo Madre nuestra: en el dolor, en el Calvario. He aquí a tu Madre...9.
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3. María después de la muerte de Jesús y después de la ascensión al cielo: realizó su oficio junto a la Iglesia naciente. Ella era la Maestra de los Apóstoles, la más grande consolación de los fieles.
Dice Santo Tomás10: Con su enseñanza tuvo el mérito de los apóstoles, predicadores y escritores.
Ella animaba, iluminaba. Muchos iban a ella para ser iluminados, guiados, consolados.
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Tal oficio hacia la Iglesia se tiene que ejercer por parte de la Pía Discípula: sentir con la Iglesia, honrarla con una vida santa, llevar siempre en sí todos los deseos de esta Madre. Venga a nosotros tu reino11. Que la Iglesia se extienda por toda la tierra.
Tened siempre presentes a los dos mil millones de hombres: cuatrocientos ochenta millones de católicos; ¿y todos los demás?
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¡Oh, qué meditación tenemos que hacer sobre este argumento! ¡Cuántas, cuántas almas que no reciben el beneficio de la Redención! Que el Señor suscite Sacerdotes: un millón seiscientos mil.
Llevad en vosotras los deseos y las necesidades de la Iglesia, tanto más en este tiempo en que los enemigos se levantan contra ella, incluso aquellos a los que la Iglesia ha nutrido, ha hecho crecer, a los que ha hecho un mayor bien. ¡Qué ingratitud tan triste! Sucedió así también para Jesús: a lo mejor, entre los que gritaban: ¡Crucifícalo!12, estaban los que habían comido el pan milagroso.
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Resumiendo:
1. María antes del nacimiento de Jesús.
2. María durante la vida de Jesús.
3. María después de la muerte y la ascensión de Jesús.

Que se establezca en el mundo la devoción a María, y ciertamente el mundo encontrará a Jesús.
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1 S. Pio X, Papa. La referencia parece referise a la encíclica: Ad diem illum laetissimum del 2.2.1904, en Atti di Pio X, vol. I pp. 147 ss.

2 Gén 2, 18.

3 De las Letanías lauretanas.

4 ibidem.

5 S.BERNARDO DE CHIARAVALLE, Super Missus est, Homilía I, 5, col 59, PL 183: Et si placuit ex virginitate tamen ex humilitate concepit.

6 1 Pe 5,5.

7 Estas enseñanzas se encuentran en la encíclica de S. Pio X: “Ad diem illum laetissimum”, del 2.2.1904.

8 Jn 19, 28.

9 Jn 19, 27.

10 S.TOMÁS DE AQUINO (1225-1274), Doctor de la Iglesia.

11 Mt 6, 10.

12 Jn 19, 15.