Opera Omnia

20. APOSTOLADO DE LA VIDA INTERIOR

Los artículos principales de las Constituciones son los dos primeros. Además de tender a la propia santificación, cada una tiene que realizar un apostolado para la gloria de Dios y el bien de las almas.

Si nosotros seguimos lo que se dice muy a menudo, creemos apostolado casi únicamente la actividad externa. En cambio, hay que entender los apostolados en su orden, como son ante Dios.

Durante 30 años Jesús vivió la vida privada, en el escondimiento, en el silencio, en la oración. En estos treinta años ¿ejerció un apostolado? o ¿fue apóstol solamente durante los tres años de la vida pública? Jesús fue apóstol durante los treinta y tres años y enseñó que hay que apreciar la vida interior. En la vida privada ejerció los apostolados que quiso anteponer, aquellos a los que dio la mayor importancia y a los que llama a todos.

Cinco principales formas de apostolado:
- Apostolado de la vida interior.
- Apostolado de los santos deseos.
- Apostolado del buen ejemplo.
- Apostolado de la oración.
- Apostolado del sufrimiento.
Además de estos, existe el apostolado de las obras que es múltiple y puede llamarse:
- Apostolado misionero.
- Apostolado de la beneficencia.
- Apostolado de la predicación.
- Apostolado de las ediciones, etc.

¿Qué significa apostolado? Es la acción nuestra para dar gloria a Dios y paz a los hombres. Es hacer el bien.

Apostolado de la vida interior.
Muchas almas caen en el error de dar mayor importancia a la actividad externa que a la vida interior. Vosotras tenéis que evitar y combatir este error. El libro El alma de todo apostolado¹ tiene la finalidad de iluminar sobre este punto importantísimo. Es útil a este propósito también el libro El apostolado interior², que tendría que referir por completo. El Papa siempre ha condenado la tendencia a poner en primer plano la vida de trabajo. El primer apostolado es el de nuestra santificación. Ninguna está dispensada de ella.
Hay almas llamadas incluso sólo a este apostolado, pero, sin éste, ningún otro es eficaz. Si tenéis tres ceros, no tenéis nada, pero si les ponéis delante una unidad tendréis mil, y si añadís todavía un cero conservando siempre la unidad, aumentaréis el valor. Siempre y en primer lugar la preciosa unidad formada por el apostolado de la vida interior. Procuremos comprenderlo bien.

Apostolado de la vida interior significa: luchar por corregirnos a nosotros mismos; trabajar por purificar nuestra conciencia; cuidar las pequeñas cosas; esforzarse cada día para ser más pacientes, más buenas, más unidas con Dios. Significa: orar, examinarse, procurar adquirir pensamientos siempre más elevados, deseos siempre más puros; confesarse con siempre mayor fe y dolor; hacer la Comunión siempre más fervorosa; mejorar la meditación; escuchar siempre más santamente la Misa. Tener fe más sentida, esperanza más firme, caridad más ardiente, llevar una vida siempre más pura y santa.

El Niño Jesús reclinado en el pesebre, ¡qué vida de unión vivía con el Padre! Y así durante la vida terrena. Cuando dio comienzo a la vida pública, su ocupación primera fue la de retirarse durante cuarenta días en el desierto, en penitencia y oración³.

Recordad a Marta y a María. Ésta se pone a los pies de Jesús, se hace pequeña en la humillación, pide perdón por los pecados, pide consejo al Maestro Divino y se eleva en las cosas admirables que él le comunica. Llega Marta y, viendo la escena, prueba algo de envidia, se enfada y tiene nada menos que el valor de reprochar a Jesús: Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola para servirte? Dile, pues, que me ayude. Pero el Señor le respondió: Marta, Marta, te preocupas e inquietas por muchas cosas, sin embargo una sola es necesaria. María ha elegido la parte mejor, que no se le quitará⁴.

Pensad si alguna vez no merecéis también vosotras el reproche de Jesús a Marta. Él había ido a Betania con los Apóstoles precisamente para descansar, para recuperarse, pero Marta había olvidado éste, que es el primer deber de la hospitalidad: la compañía del huésped. Hacía quizás las cosas más por conveniencia social que por íntimo amor, y Jesús la reprende y la ilumina.
Jesús no reprochó el trabajo de Marta, sino su olvido del principal deber y su afán.

Vosotras por la mañana tenéis que gastar las primeras dos horas para Jesús. Si comenzáis la jornada dedicándoos a la parte mejor, todo lo demás quedará bendecido.
Para sostener eficazmente el trabajo externo, cuidad más la vida interior. La vida interior ilumina las mentes, sacude los corazones, robustece las voluntades, hace entrar a las almas en sí mismas para que provean a su eterna salvación.

En el mundo se esparce mucha palabra divina, pero mucha se desperdicia por los caminos, en el terreno pedregoso, entre las espinas⁵, porque no hay quien la alimente y la haga producir.
El alma llena de Dios, invisible, insensiblemente, pero con igual seguridad, atrae la gracia y obra el bien. La Virgen SS. derramó muchísima gracia, más que cualquier otra criatura humana. Madres de familia que rebosan para santificar a toda la familia.

Si las Pías Discípulas fuesen almas de verdadera vida interior, ¡cuánta gracia derramarían sobre nuestras comunidades, sobre la cristiandad!; rebosarían tanta que llegaría incluso a los infieles, a los paganos, a los cismáticos; tanta que se multiplicarían las vocaciones y se santificarían los sacerdotes.
La gracia está, hay que obtenerla para las almas y la obtendrá quien esté más lleno.
Vosotras no os dais cuenta de la humilde acción del alma de vida interior, pero os daréis cuenta en el juicio de Dios, y entonces quedaréis sorprendidas por las muchas almas salvadas por su medio.

La Iglesia, dicha Cuerpo místico de Jesucristo, es como un organismo. La Cabeza es Jesucristo, nosotros somos sus miembros⁶. Cuando en el corazón hay sangre pura, fuerte y sana, la vida pasa a todo el organismo. Así cuando en la Iglesia hay almas de sangre pura, sana, corazones totalmente de Dios, he aquí que su sangre, la vida, se difunde por toda la Iglesia.

En vuestras Constituciones hay un renglón que lo dice todo: sean miembros vivos y dinámicos en el Cuerpo místico de la Iglesia⁷.
Pero si falta la santidad interior, no seréis miembros ni vivos ni dinámicos.
¿Poseéis esta santidad interior? Vuestra fe ¿llega a haceros apreciar ante todo la gracia, la vida interior? Esta verdad está en la base y en la cabeza de todas las demás. Hace la parte esencial aquella que, no pudiendo trabajar externamente, vive intensamente la vida interior.

Considerad que el Señor se elige almas que alimenten la vida de la gracia. Como se eligió a la Virgen bendita, así llama a tantas vírgenes y os ha llamado a vosotras. Entrad en el Corazón de Jesús para conocer sus deseos, sus aspiraciones, tomad parte en ellas, suspirad como suspira él, mirad a lo que mira él. Un corazón solo con el Corazón de Jesús. ¿Entró esto bien en vuestra alma?

Hay personas que trabajan toda la vida; van, vienen, sudan, caminan, se cansan y no concluyen nada porque les falta vida interior. Son ceros sin unidad, plantas vacías que exteriormente pueden hacer un poco de figura, pero que no dan fruto.

¿Creéis de veras en esta necesidad? ¿Estáis persuadidas? No dejéis fallar la base. ¡Cuántas existencias se extinguen después de haber vivido inútilmente! ¡Cuántas obras son vacías! Recordad lo que decía Jesús de san Juan: Era una lámpara ardiente e iluminante⁸; ardens et lucens. Antes ser ardientes para luego iluminar.
No será la actividad la que salvará el mundo, sino la gracia: no serán los que obran sólo externamente, sino los Santos.

¿Habéis venido a los Ejercicios para fortalecer la vida interior? ¿Odiáis el pecado como lo odia Dios? En ciertas comunidades hay muchas personas, pero pocas almas santas. Vosotras tenéis que ser religiosas buenas, religiosas santas.
¿Sois almas que pueden decir como Jesús: Yo hago siempre lo que le agrada a Él⁹? ¿en la interior y sincera disposición a la voluntad de Dios? ¿dispuestas a hacer lo que le agrada a él? ¿almas de las que Dios puede hacer lo que quiere, disponer como desea? ¿totalmente de Dios, hasta el fondo? Estas almas se mantienen unidas al Señor, siempre: en la salud y en la enfermedad, en el último puesto tanto como en el primero. He aquí la verdadera devoción: ¡ser de Dios! No confundáis el sentido de la devoción.

El primer día de los Ejercicios os lleve a un profundo examen, al conocimiento sincero de vosotras mismas. Decidle a Jesús: Que te conozca a ti, que me conozca a mí¹⁰. Señor, que yo te conozca a ti, que me conozca a mí. Yo no soy nada, soy pecado, tú en cambio, eres el Todo, la gracia; todo lo que poseo es don tuyo.
Con los confesores pocas palabras, con Dios mucha intimidad.
Estad con la cabeza inclinada, humillaos, dad gracias y tened confianza.