Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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38. VOCACIONES - NORMAS PARA EL APOSTOLADO

La almas llamadas a la vida eucarística son muchas. Es necesario cooperar con la divina Providencia para encaminarlas en su vía.
El problema vocacional es el gran problema que se impone a los que comprenden los deseos del Corazón del Maestro Divino y que lo quieren secundar. Pero el problema de las vocaciones y de su formación no es entendido suficientemente y es obstaculizado.
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El Divino Maestro predicó durante tres años, y no fue fuera de Palestina, tierra no más extensa que el Piamonte. La mayor parte de estos tres años los dedicó a las vocaciones. Los llamados al apostolado fueron objeto continuo de sus atenciones: Venid conmigo y os haré pescadores de hombres1.
Si quitásemos del Evangelio los discursos hechos a los Apóstoles y lo que se refiere a su formación, quitaríamos de veras una gran parte. Los instruía; los llevaba consigo; los enviaba a predicar de dos en dos y cuando regresaban los acogía con bondad y se interesaba por los frutos de su trabajo2. Él, el Maestro, nos dio ejemplo. Encomendó orar por las vocaciones3; les prometió el Espíritu Santo, lo envió. Os he llamado amigos no siervos, porque os he manifestado todo lo que yo he aprendido de mi Padre4. En la oración sacerdotal, la vigilia de la muerte, reserva una gran parte de su oración por sus Apóstoles. Que no se pierda ninguno...Padre, que donde esté yo estén ellos también conmigo5.
Y los salvó. Si me buscáis a mí, dejad ir libres a éstos6.
No les mostró pesar, porque lo habían abandonado. Resucitado de la muerte, reserva para Pedro y para los Apóstoles sus apariciones y sigue ocupándose de su formación hasta la venida del Espíritu Santo que los confirma y continúa su obra.
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Concluir: atención por las vocaciones, llamada y formación, según la orientación de las Constituciones.
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El apostolado litúrgico está en el corazón de la Iglesia. No se trata de un apostolado que se viene a añadir, ni de una obra aconsejable, sino que se trata de una obra mandada en la sustancia que la Iglesia realiza desde hace unos dos mil años, y que vosotras asumís como vuestro propio cometido.
La Iglesia os precede en este gran apostolado. Vuestro cometido es el de ser Discípulas dóciles y secundar las atenciones de esta Madre, las enseñanzas de esta Maestra.
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¿Qué haréis, pues, vosotras, que os encontráis en el a,b,c?
Concentración de inteligencia, de corazón, de voluntad. Servid a Dios totalmente. Este apostolado se ejerce con los medios que conocéis, con los que se os han sugerido. Delante de vosotras se extiende un campo inmenso y altísimo.
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Los Benedictinos tienen cuidado especial de la Liturgia. Ellos la practican de manera especial y dan el ejemplo.
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Todo lo que es extensión de este apostolado os pertenece. Haced cuanto podáis.
¿Podréis tener centros de difusión? Sí, de manera conveniente, en forma que no os expongáis demasiado al público.
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¿Podréis tener cooperadores en este apostolado? Ciertamente, y es aquí adonde se debe llegar. Tener una ayuda: párrocos, buenos fieles, los cuales conozcan y difundan. Mucha atención, pues, a los cooperadores, y dicho cuidado se haga cada vez más sabio. Sería importante y utilísimo un pequeño centro en cada parroquia.
¿Podéis hacer realizar a otros? Ciertamente, y cuanto más consigáis hacer colaborar a los laicos, multiplicar los objetos religiosos, dar incremento a la vida litúrgica, tanto mejor.
¡Oh, si pudiéramos poner al servicio de Dios muchos laicos! Sería de mucha gloria al Señor y de aportación para la salvación de las almas. En todo, donde se pueda, esté puesta vuestra marca, aunque el servicio sea realizado por otros. Ciertamente, sería mucho mejor si pudierais tener maquinaria vuestra, todo lo que se requiere para los varios trabajos.
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Seguid las reglas de la Liturgia y tened gusto artístico. Seguid bien a la Iglesia en todo. Hay imágenes, cuadros, estampas, en las que no hay devoción, en las que incluso hay más profanación, hasta en las iglesias.
Haced cosas claras y hacedlas bien. Puede ser cosa difícil y menos popular. El simbolismo es más difícil pero tenéis que darle gran parte. Cuidad, sobre todo, lo que es útil para la Misa. Por lo demás, la Liturgia tiene ya tantos modelos que antes de inventar está bien que se copie, cuando el camino que se sigue es bueno. Pero con el desarrollo del espíritu litúrgico, se podrá incluso proceder, hacer trabajos bonitos, crear.
La invención cuando es demasiado atrevida es peligrosa. Haced bien antes las cosas comunes; cuidad de hacerlas siempre mejor y multiplicarlas para que sirvan para cada parroquia, para cada familia.
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Este tipo de apostolado puede penetrar también en medio del pueblo pagano, y bajo un cierto aspecto será bastante más útil y eficaz que otras formas de apostolado. Lo hermoso gusta siempre, siempre encuentra y canta las glorias de Dios.
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Imitad a la naturaleza, reproducid la obra de Dios.
Si la Virgen no es bien representada cuanto sea posible, no suscita aquella devoción que tiene que suscitar una imagen de la Toda hermosa.
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El sentido litúrgico, el gusto artístico, son dones de Dios. Pedidlos para su gloria y para el bien de las almas.
Muchas conversiones se realizan a través del sentimiento: por ejemplo, una Misa bien celebrada, un canto cantado con devoción, ¡cuántas impresiones buenas pueden dejar en un alma y cuánto pueden acercarla a Dios! Las cosas bonitas conquistan los corazones.
Hay tres caminos para obtener las conversiones: iluminar las inteligencias, mover las voluntades, conmover el sentimiento.
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Dios estará con vosotras en vuestro apostolado, porque lo realizáis para su gloria y animadas por su amor.
Llegar a todos por medio del apostolado litúrgico. Llegad también a aquellos que, aún no sabiendo leer, tienen los ojos para ver.
¡Qué interesante y cuánta edificación produciría, por ejemplo, una Biblia en tarjetas o en estampas! Y ¡qué útil resultaría el ilustrar lo que es dogma, moral, culto!
Trabajad con celo. ¿Hasta dónde llegaréis? No os lo sé decir. Depende del número de las vocaciones y de la aplicación de cada una al apostolado.
Poned mente, voluntad, corazón. Recordad: El que me dé a conocer tendrá la vida eterna7.
¡Animo, pues, y adelante!
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Rezad ahora un Acto de dolor. Os doy la bendición con la indulgencia plenaria, aneja al curso de los Ejercicios.
Concluid bien este sagrado Retiro. Comenzad un año espiritual intenso.
Siempre la mirada en el Paraíso.
Deshojemos el calendario de la vida, hasta que lleguemos al último día que es llamado el día de la muerte, pero que yo prefiero llamarlo el dies natalis, el día de la entrada en el cielo.
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1 Mc 1, 17.

2 Cf Mc 6, 7. 31.

3 Cf Lc 10, 2.

4 Cf Jn 15, 15.

5 Jn 17, 24.

6 Jn 18, 8.

7 Ecle 24, 31.