Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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16. LAS RELACIONES DEL ESPOSO CON LA ESPOSA

Roma, 30 de marzo de 1947. Domingo de Ramos


La Semana Santa es Semana de amor. Cada año esta Semana marca una circunstancia en la que se tienen que aumentar nuestras comunicaciones de caridad con Dios. Con Dios, por María, siento que éste es el método divino, en la vida espiritual.
Semana del amor, que tiene su centro en el Viernes Santo, día que más que los otros realiza el nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros1. El Viernes Santo va precedido de la efusión de amor, que es la institución de la Santísima Eucaristía y del Sacerdocio, conmemorada el día de Jueves Santo. Y va seguido del culmen triunfal de este mismo amor, conmemorado el Domingo de resurrección.
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Jesús se lleva como trofeo de victoria una primera conquista: el buen ladrón2. Tuvo atención particular en su vida de buscar a los pecadores para salvarlos, para redimirlos.
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Considerar toda la Liturgia en esta Semana, bajo el aspecto del amor. Crecer en este amor; intensificar la llama que ha encendido en vosotras el Espíritu Santo, para que su luz brille sobre nosotros y nos dé calor y vida.
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Dice san Pablo: Ni el don de las profecías, ni el conocimiento de las cosas ocultas, ni ningún otro don o privilegio, se puede comparar con el don del camino mejor que os enseño: la caridad. La única virtud que permanece eternamente3.
Cuanto más el alma se deja purificar en la tierra por la llama del amor, tanto más digna se hace del Paraíso; tanto menos necesitará ir a satisfacer en las llamas del Purgatorio.
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Se lee en el Apocalipsis: He aquí que estoy a la puerta y estoy llamando: si alguno escucha mi voz y me abre la puerta, entraré, cenaré con él y él conmigo4.
Palabras que encuentran un paralelo en las expresiones del Cantar de los Cantares, comentado tan profundamente por san Bernardo5 en sus Discursos.
Alma, yo estoy a la puerta de tu corazón y estoy llamando...Déjame entrar. Si tú me abres yo entraré para morar contigo, en tu corazón.
¿Estáis dispuestas a acoger a Jesús, sólo a Jesús en vuestro corazón? ¿Hay, quizás, sitio para otros afectos? Que vuestro corazón sea todo y sólo de Dios. ¿Podéis decir que el vuestro es todo y sólo suyo? ¿Es realmente tan puro que no haya nada que quitar de él? ¿Es tan libre la entrada para Jesús, que vosotras a vuestra vez podáis llamar con seguridad a las puertas del Paraíso, en la confianza de ser en seguida acogidas?
Entraré...y cenaré...Este paso indica las místicas nupcias de Jesús con el alma su esposa.
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Todas las religiosas están llamadas a esto: pero no todas llegan, porque no saben desprenderse de todas las cosas y no viven en el verdadero espíritu religioso.
Existen profundas intimidades entre Dios y la Esposa; comunicaciones espirituales, dulcísimas, reservadas solamente a las que pertenecen de veras totalmente a Dios.
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El Paraíso a menudo es representado como un banquete, una celebración de bodas, y mientras tanto aquí abajo, figura del Paraíso es la santa Comunión.
Jesús invita: Venid todos a las nupcias6. Venid a las bodas. En el cielo la alegría de comunicar con él será perfecta; aquí abajo las almas virginales tienen un ensayo en las bellas Comuniones.
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Llegaréis también vosotras al eterno banquete, mientras tanto preparaos y disponeos acercándoos a la Comunión con el alma muy pura; aumentad el amor y haced estable, profunda vuestra unión con Jesús.
El alma religiosa tiene que dejarlo todo7; no tiene ya más opciones y preferencias personales; busca y quiere solamente a Jesús.
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Pensad en las bodas de que se habla en la parábola evangélica8.
¿Cuántas especies de personas encontramos en aquellas bodas? Podríamos contar seis categorías: los siervos, los familiares, los amigos invitados, los hijos de la familia, la esposa, el esposo, la madre del esposo.
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Los siervos: los cristianos comunes.
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Amigos y familiares invitados: se pueden comparar especialmente con los Sacerdotes, los cuales son realmente los amigos del Esposo; a ellos se les usan las primeras preferencias, cortesías, amabilidad.
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Los hijos de la familia: los hijos de Dios, todos los que viven en gracia. Nos llamamos y somos hijos de Dios9. Hijos y herederos10.
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La Esposa: he aquí el alma religiosa, la que ha concentrado todos sus afectos en Jesús solo; que ha hecho suyas las aspiraciones de él, sus deseos; que quiere formar con él una unidad de vida. He aquí la Esposa fiel, cercana al Esposo Jesús. Mi Amado es para mí y yo soy para mi Amado11.
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Está el Esposo, Jesús. Él,en su gran corazón, dispensa bienes a todos y especialmente se da a sí mismo a la Esposa que ama y de la que es intensamente amado12.
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La Madre del Esposo. No tiene un puesto determinado. Está bien junto al Esposo y a la esposa, está bien presidiendo la mesa; entre los hijos, como la hija predilecta; está bien entre los siervos, como la primera sierva; está bien entre los amigos, los Sacerdotes. ¡La Madre es María!
En las bodas de Caná13 no la encontramos sentada cómodamente en la mesa; su ojo vigilante y materno observa, ve, provee. Donde va siembra luz, alegría, gozo.
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Vuestro puesto en la Iglesia de Dios es el de la Esposa. Pero para ser dignas de este puesto:
a) Tened todos los afectos concentrados en el Esposo, porque la mujer, dice san Pablo, pertenece al hombre, al esposo14. Vosotras, como esposas de Jesús, tenéis que pertenecer única y totalmente a él.
b) La Esposa tiene que tener las mismas miras, intenciones del Esposo.
¿ Tenéis todavía deseos personales, intenciones menos rectas, o seguís realmente en todo a Jesús?
c) La Esposa tiene dominio sobre el corazón del Esposo; el alma religiosa tiene dominio sobre el corazón de Dios.
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Nuestra oración será tanto más eficaz ante Dios, cuanto más nos despojemos de nosotros mismos. Quien vive la propia consagración a Dios, le puede decir con audacia, con la confianza de ser escuchado: Quiero esta gracia, dámela; es para tu gloria, es para el bien de las almas.
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El alma que ha conseguido desprenderse de todo lo que pasa, que no tiene ya apegos humanos, después de cada meditación, comunión, Visita al Santísimo Sacramento, en todo momento de silencio, de reflexión, en todo encuentro con Jesús, oye su voz, se adhiere a ella, y entre el Esposo y la esposa se establece una relación siempre más íntima, verdadera preparación a la relación perfecta en la eternidad feliz.
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Todo deseo vuestro santo será escuchado, si tenéis fe profunda, una fe no común, una fe grande.
Si os establecéis así en vuestra unión con Jesús, seréis escuchadas siempre y obtendréis todo lo que deseéis en la vida, en la muerte, en la eternidad. También en la eternidad seguiréis ejerciendo vuestro mismo ministerio, elegido y comenzado aquí abajo.
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Creo que os he aclarado vuestra posición en la Iglesia de Dios.
Las almas pequeñas, humildes, sencillas, como la Virgen Santa, comprenden estos secretos, comprenden mejor las maravillas de la gracia y poseen mayormente la luz divina: Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y prudentes y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre; porque así te ha parecido bien15 .
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1 Cf Gál 2, 20: dilexit me et tradidit semetipsum pro me.

2 Cf Lc 23, 40-43.

3 Cf 1Cor c. 13.

4 Ap 3, 20.

5 S.BERNARDO DE CHIARAVALLE (1090-1153), Doctor de la Iglesia, escribió 84 Discursos sobre el Cantar de los Cantares.

6 Mt 22, 4.

7 Lc 5, 11.

8 Cf Mt 22, 1-14.

9 1Jn 3, 1.

10 Cf Rom 8, 17.

11 Ct 2, 16.

12 Cf C. MARMION, Esposas de Cristo, “Studi monastici” n. 6, Praglia (PD) pp. 2-3.

13 Cf Jn 2, 1-11.

14 Cf Ef 5, 21-33.

15 Mt 11, 25-26.