Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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39. EL BAUTISMO

Retiro, Alba, Casa Madre, plaza S. Pablo, junio 1947


La gracia en el alma constituye nuestra unión con Jesucristo.
La gracia del alma corresponde al grado de santidad: el grado de gracia corresponderá al grado de gloria en el Paraíso.
El Señor, al juzgarnos, nos asignará el premio correspondiente al mérito. Quien tenga mayor gracia, poseerá gloria más grande. Quien, en cambio, en el momento de la muerte esté sin gracia, quedará por toda la eternidad privado de gloria.
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Los medios para obtener y aumentar la gracia son: los sacramentos, los sacramentales, la oración. Los medios más eficaces son los sacramentos, porque fueron instituidos por Jesucristo y son obra de Jesucristo.
Los sacramentales, en cambio, son instituidos por la Iglesia y obran según las disposiciones de quien los recibe.
La oración hay que considerarla como deber privado y como deber público.
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Primero entre los sacramentos: el Bautismo.
Considerémoslo brevemente, no tanto para disponernos a recibirlo, cuanto para hacer revivir la gracia.
Ser bautizados quiere decir ser cristianos.
En el Bautismo, entre Jesucristo y el alma, se ha establecido un pacto.
¿Qué habéis pedido por medio de los padrinos cuando os llevaron al fuente bautismal? ¿Qué pides a la Iglesia de Dios? La Fe, habéis contestado. La Fe ¿qué te aporta?, ¿Qué te procura la Fe? La vida eterna. Pero si quieres entrar en la vida eterna, observa los Mandamientos: amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda tu mente y tus fuerzas; amarás a tu prójimo como a ti mismo1.
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Entonces el sacerdote ha echado del alma al demonio, para dejar lugar al Espíritu Santo.
Se concluyó el pacto: Jesús ha prometido su gracia, sus ayudas, el Paraíso. El bautizando se ha comprometido a creer, a observar los mandamientos, a querer servir a Nuestro Señor Jesucristo, evitando el pecado, haciendo el bien, amando a Dios y al prójimo.
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Al echar el agua, se rompieron las cadenas del pecado y entró la gracia, que nos hizo hijos de Dios.
Dios se empeñó en darnos las gracias necesarias para toda la vida. Nunca somos tentados por encima de nuestras fuerzas2. Él no se aleja del alma, si el alma no lo echa fuera voluntariamente.
Tenemos las gracias para observar los mandamientos, para ser fieles a los votos religiosos. Si alguna vez nosotros no correspondemos, tenemos que agachar la cabeza y decir: por mi culpa; porque la gracia la tenemos.
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Cuando nos parece que nos falta y que tenemos mayor necesidad de ella, la oración está a nuestra disposición; con ella obtenemos la gracia. Todos pueden rezar y obtener.
Si luego somos fieles hasta el final: ¡Paraíso!
El que fuese infiel durante la vida, tiene como salvación el camino del arrepentimiento, la penitencia, la corrección.
No podemos estar nunca seguros de la salvación eterna: pero estamos seguros de tener cada día las gracias para corresponder cotidianamente.
Tener confianza. El Señor es fidelísimo a sus promesas.
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El Bautismo nos hace hijos de Dios, miembros de Jesucristo. Estamos tan unidos a nuestra Cabeza, Cristo, que sus méritos pueden ser nuestros méritos.
Es necesario estar persuadidos de que, a pesar de la gracia del Bautismo, no faltan las tentaciones.
¿Hemos mantenido hasta ahora las promesas de renunciar a Satanás?
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El Bautismo nos ha elevado a la vida sobrenatural. Tú eres hija de Dios, coheredera de Jesucristo3. ¡Qué dignidad! No echéis, pues, las cosas santas a los perros, ni a los perros las piedras preciosas que habéis recibido4.
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Cuando el Sacerdote te ha bautizado, te ha impuesto una vestidura cándida, la posó sobre tu persona, y te dijo: Guárdala inmaculada hasta el tribunal de Dios5. ¿Hemos conservado cándida nuestra veste bautismal? Y, si por desgracia la hemos manchado, ¿nos hemos empeñado en limpiarla?
¿Hay almas que conservan la inocencia bautismal? Sí, las hay ciertamente, pero caminan con cautela, porque el demonio está lleno de envidia y quiere manchar este candor, conduciendo al pecado. ¡Vigilar!
Si luego, desgraciadamente, se hubiese manchado, lavémosla con la sangre y las lágrimas de Jesucristo y hagámosla de nuevo bella, con gran confianza. Jesús ha venido a salvar y a buscar a los pecadores6.
564
Los Religiosos son los hijos más íntimos de Dios; poseen la inestimable dignidad de ser hijos elegidos de la Iglesia. Más que los demás, pueden contribuir al desarrollo de la Iglesia y a la extensión del reino de Jesucristo en el mundo.
565
El Bautismo es la puerta de los Sacramentos. La puerta del palacio de oro que contiene todo tesoro de gracia; el primer anillo de oro de toda gracia, se unirá con el último anillo, que nos introducirá en la eterna bienaventuranza.
566
Renovemos las promesas y los votos bautismales.
Pensemos que más de mil millones de hombres no conocen la gracia del Bautismo, no tienen todavía la gracia de aprovechar la misericordia prometida por Jesucristo.
Acelerad con los buenos deseos, con la oración, la venida de Jesucristo.
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1 Cf Ritual del Bautismo de los niños.

2 Cf 1Cor 10, 13.

3 Cf Rom 8, 17.

4 Cf Mt 7, 6.

5 Cf Ritual del Bautismo de los niños.

6 Cf Mt 2, 17.