Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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42. UNIR LOS MÉRITOS DE LA VIDA ACTIVA Y DE LA VIDA CONTEMPLATIVA

Alba, Casa Madre, plaza S. Pablo, 15 de agosto de 1947.


Cuando ordenáis bien la capilla, cuando preparáis los ornamentos hermosos, renováis los manteles, adornáis el altar, María está muy contenta, porque ella goza viendo bien revestido a su Jesús y lo que a él sirve.
La Virgen, durante la vida, cuidó con gran diligencia todo lo que tenía que servir para su divino Hijo; lo sirvió no con lujo, pero sí con gran propiedad. En su vestuario Jesús iba bien, limpio, cuidado con gran delicadeza por su Madre.
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Puesto que Jesús fue bien vestido por María, él a su vez la vistió espléndidamente de gloria, como consideramos en este día, el día de la celebración de la Asunción de María Virgen al cielo1.
Los cuadros bonitos, las bellas descripciones que representan este misterio dicen todos esta misma cosa: Jesús revistió a María de luz, de esplendor, de impasibilidad y de toda cualidad reservada al cuerpo glorioso.
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El Evangelio de hoy2 nos recuerda la unión de la vida activa con la vida contemplativa. La Iglesia aplica a la Virgen este pasaje del Evangelio, que nos narra cómo el Divino Maestro fue acogido por las dos hermanas, que se querían mucho, aún demostrando estar cada una de ellas apegada a sus propias ideas.
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El Divino Maestro iba con frecuencia a Betania con sus Apóstoles para recibir alimento y descanso. Aquí Jesús recibió muchas manifestaciones de piedad, de afecto y pasó los últimos días de su vida.
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Marta, sabiendo que había llegado el Divino Maestro, comenzó a ocuparse de preparar la comida.
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María hizo los honores de casa: acogió al Maestro, lo invitó en una sala apartada para retirarse con él en dulce conversación. El Evangelio no nos refiere cuáles fueron los temas de aquel coloquio. Nosotros podemos pensar, sin embargo, que María lloró sus pecados, pidió y obtuvo perdón, reparó, prometió cambiar y perfeccionar siempre su conducta. ¡Y fue fiel!
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No muchas confesiones generales, pero sí ¡una sola conversión general! Vale más que muchas acusaciones, cartas, consejos y palabras.
Recibir la gracia es ciertamente mucho, pero corresponder a ella vale mucho más. Hacer fructificar la gracia. En el momento de la muerte no tendremos que llorar las gracias que nos hayan faltado, sino aquellas a las que no hayamos correspondido.
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Mientras María estaba sentada a los pies de Jesús, Marta estaba atareada. A un cierto punto, no pudiendo ya tenerse, disgustada y quizás un poco envidiosilla..., se presenta a la puerta de la habitación donde el Maestro se entretenía con María, y Maestro, ¿no te importa que mi hermana me deje sola a servirte?. Jesús le dio una respuesta que no es desaprobación del servicio de Marta, pero que al mismo tiempo es justificación de la actuación de María: Marta, Marta, andas inquieta y preocupada por muchas cosas, cuando en realidad una sola es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y nadie se la quitará.
María había escogido la vida íntima, el pensar en su alma, el dedicarse a la única cosa necesaria.
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La vida contemplativa tiene sus bienes, como los tiene también la vida activa.
La Virgen Santa supo acoger y conciliar los dos métodos de vida; supo unir los méritos, la gloria de estos dos tipos de vida. Fue la más cercana a su Hijo, y al mismo tiempo fue aquella que más que ninguna otra trabajó para darlo al mundo. Por eso, hoy es glorificada, por encima de todas las Vírgenes y de todos los Santos.
¡Ave, gratia plena!3. Poseía la plenitud de la gracia, y bien merecía precedernos en el cielo también con el cuerpo.
María fue la que siguió al Maestro Divino mejor que nadie, en la práctica de sus enseñanzas. Por consiguiente, hoy: Alegrémonos en el Señor todos los que celebramos el día de fiesta en honor de la Bienaventurada Virgen María; por cuya Asunción gozan los Angeles y alaban al Hijo de Dios4.
La Iglesia toma las palabras de la Sabiduría y, refiriéndolas en la epístola5 de la Misa hodierna, las aplica a la Virgen bendita: Moraré en la heredad del Señor...el que me creó reposó en mi tabernáculo y me dijo: ...hunde tus raíces entre mis elegidos... Ahora habito en la plenitud de los Santos...
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Hoy es la exaltación de la vida religiosa, especialmente de la vida religiosa que une, junta las dos formas de vida: la contemplativa y la activa.
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1. Dad gracias al Señor por la vocación, no en general sino en particular por vuestra especial vocación. Es un tesoro cuyo valor podremos comprender en el día del juicio.
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2. Pedid como gracia en vuestras Adoraciones: que se difunda en la tierra el atractivo, la práctica de la castidad perfecta, de la santa virginidad. Que sean muchas y muchas las almas que, pasando por el mundo, difunden el perfume del lirio, que llaman y atraen a salvación a muchos hombres que caminan hacia la perdición.
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3. Pedid perdón si no habéis correspondido totalmente a la vocación. Cultivad un amor crecido sobre el temor de ofender a Dios y de no corresponder suficientemente a sus gracias.
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4. Tended al recogimiento y cultivadlo.
Quien, por voluntad propia, cambia con frecuencia de oficio, de lugar, de confesor, de propósito, de libro de lectura, etc., difícilmente se santifica.
Quien va de acá para allá, aún alegando buenas razones, se engaña a sí mismo.
El cambio de lugares engañó a muchos6. Querer hacer siempre novedades, también espirituales, es distracción, disipación, es una manera de hacer nuestra voluntad y de alejarnos de la voluntad de Dios.
El amor sincero a Dios consiste en el perfecto cumplimiento de su voluntad, de su beneplácito.
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5. Pedid a la Santísima Virgen la gracia de poder y saber imitarla. Tanto en la santidad individual, como en la práctica del apostolado.
La Virgen estuvo siempre dispuesta al fiat7; siempre dócil, sin excepciones, sin búsqueda de cambios, sin querer conseguir comodidades personales, sin ambición de aventuras. Permaneció en la práctica generosa e incesante de un devotísimo sí a la voluntad de Dios.
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Daos, por consiguiente, a Dios sin oponer en la voluntad, en el corazón, las dificultades para unirnos con él.
Pedid a la Virgen su espíritu de oración: ¡Señora, enséñanos a orar!8.
Almas orantes, almas de perfecta vida contemplativa, imitando a la Virgen. Pedidle saber cumplir el apostolado: Enséñanos también a obrar.
Almas apóstoles, en el seguimiento de la Apóstol.
Recibiréis gran premio, si acogéis bien a Jesús en vuestro corazón, en vuestras casas, en vuestras capillas. Si acogéis y servís bien a Jesús, presente en sus Sacerdotes.
Gran premio, si correspondéis a vuestra vocación, la cual requiere los méritos y la gloria de la vida activa y de la vida contemplativa.
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1 El Primer Maestro toma como motivo de la presente meditación el formulario de la Misa de la solemnidad de la B.V. María Asunta, del 15 de agosto, formulario en uso hasta la definición del dogma de la Asunción de María SS. Después de dicha fecha, 1 de noviembre de 1950, el formulario fue cambiado completamente.

2 Evangelio Lc 10, 38-42.

3 Lc 1, 28.

4 Formulario del Introito en la Misa celebrada antes del 1 de noviembre de 1950.

5 De libro del Eclesiástico 24, 11-13 y 15-20.

6 Imitación de Cristo, I, cap. IX, 1.

7 Cf Lc 1, 38.

8 Cf Lc 11, 1: Señor, enséñanos a orar.