14. COMO LA VIRGEN
Roma, 27 de febrero de 1947
Hoy se celebra la fiesta de san Gabriel de la Dolorosa
1. Él nos enseña el amor a Jesús en la cruz, la contemplación de los dolores de la Santísima Virgen.
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También para nosotros la Pasión no está lejana, no tenemos que remontarnos a veinte siglos atrás; se renueva cada día, a cada instante.
En la Santa Misa:
a) tenemos los mismos frutos de la cruz que se nos aplican.
b) tenemos al mismo Sacerdote principal. El que celebra es verdaderamente Jesús; el Sacerdote secundario queda como absorbido por él, se hace su boca, su voz, sus manos.
c) tenemos a la misma víctima que se ha inmolado sobre el altar.
Aquí está la fuente de toda gracia, todos los demás medios son riachuelos de esta fuente. También la Virgen bendita recibió todo don de la cruz. La misma concepción inmaculada es fruto de los méritos previstos de la cruz.
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Pedid la gracia de asistir bien, siempre mejor a la Santa Misa, en el espíritu de la Virgen María. Vosotras tenéis que entrar íntimamente en el espíritu de la Virgen y poseer sus mismos sentimientos.
Toda la vida de la Pía Discípula es continuación de la vida de la Virgen: la Pía Discípula tiene que vivir con la Virgen.
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Desead Sacerdotes como María Santísima deseó al Mesías. ¡Oh, qué santo deseo! Obtener a la Iglesia, al mundo, un millón seiscientos mil Sacerdotes. Que haya por lo menos uno para cada dos mil personas.
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Haced mucho silencio: Las Pías Discípulas están llamadas a vivir en un mayor silencio y escondimiento para ser más activas en la Iglesia de la que constituyen como la parte vital: el corazón. Como la Virgen, llamada precisamente el corazón de la Iglesia.
Imitad el silencio y la oración de la Virgen Niña en la cuna, en el templo, en Nazaret. Rezad como ella, con sus intenciones: que se abra la tierra y brote el Salvador2. Que se multipliquen los salvadores del mundo, los Sacerdotes.
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Mirad a María en los treinta años en los que tuvo consigo a Jesús.
Seguidla en la vida pública. Las Piadosas Mujeres que la acompañaban, veían en ella el Evangelio en acto. Mirando a la Virgen Santa se podía decir: Así se es pobres, así se es mansos, así se es puros, misericordiosos, así se sufre, así se difunde paz....
En la vida pública la Virgen no sólo rezaba sino que colaboraba en el ministerio de su Divino Hijo. Le hacía compañía a Jesús, le preparaba la comida, los vestidos; era su discípula más fiel. Acogiendo al Verbo de la Vida, su alma estaba íntimamente unida a Dios y rezaba para que la predicación evangélica produjese abundante fruto.
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Colaborad en la preparación de las vocaciones de los adolescentes; colaborad en la formación de los jóvenes; pero colaborad también con los Sacerdotes en el desarrollo de su ministerio.
No con uno o con otro en particular, sino con el Sacerdocio en general.
Como María estaba en la boca de Jesús, en su corazón, en su actuación, la Pía Discípula está en la voz, en el corazón, en el obrar de cada Sacerdote, de todos los Sacerdotes. Como la Virgen, la Pía Discípula es apóstol.
El oficio que ejerció María hacia Jesús, continuó ejerciéndolo luego hacia la Iglesia naciente. María la llevó en sus brazos de Madre y la guió en sus primeros pasos.
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Vuestro apostolado está en el corazón de la Iglesia, por lo que no hay que temer mucho por las dificultades externas; esto en cambio hay que temer: que no viváis bien vuestro espíritu. Ésta es la verdadera preocupación: nosotros mismos, nosotros que no somos aún lo suficientemente buenos.
No cedáis a la tentación de mirar el jardín de los vecinos..., de admirar los frutos de los demás. Vuestro jardín es el más bello. En este jardín os espera vuestro Amado3; sabedlo encontrar vosotras y conversad con Él en dulce intimidad.
Vuestra vocación es la más hermosa. No hagáis comparaciones inútiles.
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La Pía Discípula tiene que rezar por las vocaciones de todos los Institutos, por la santificación de todos los Sacerdotes. Como el corazón tiene que dar la sangre que va a vivificar todos los miembros.
Sabed que el Señor ha dado y da la vocación a muchas jovencitas y a muchos muchachos. Ayudadles: Rogad al Dueño de la mies...4. Que todos correspondan, que aumente la gracia y que la gracia halle fidelidad. Esta oración es muy grata al Divino Maestro. Tres son los principales consejos evangélicos, pero éste también es importantísimo. Rogad al Dueño de la mies que mande obreros a su mies5. Uníos en la oración a la Virgen María y decidle: Tú, que eres poderosa, reza con nosotras, para que el Dueño envíe buenos obreros a su mies.
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Dos conclusiones:
1. ¿Sois buenas Pías Discípulas? Para ser buenas Pías Discípulas es necesario tener mucha piedad, pero también mucha inteligencia, mucha sabiduría, mucha voluntad.
Vuestro apostolado es sencillo, pero es también difícil y no todas lo entienden como se debe. Adelante, creced, elevaos, avanzad siempre más y progresad como el Divino Maestro en sabiduría, edad y gracia6. Creced en número, en sabiduría, en capacidad, en santidad. Creced en el conocimiento de la vocación, llegad a comprender vuestro estilo de vida y a vivirlo como verdaderas Pías Discípulas.
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2. Es necesario un buen trabajo por las vocaciones.
Sois vosotras las que formáis el Instituto: mañana, dentro de cien años, la Congregación será como la preparáis ahora vosotras que sois las primeras.
Haced, pues, como las abejas que van a chupar el néctar en cada flor. De todos los sitios sabed sacar y formar lo bello y lo bueno.
Todas unidas en uno solo. Buscad y encontrad vocaciones bellas, inteligentes, llenas de salud, ricas de buen carácter, sociables, capaces de comprender y de vivir a la altura de vuestra vocación.
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Confirmo cuanto os ha dicho, enseñado, el Señor Maestro7. Considerad muy preciosas sus enseñanzas.
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Unámonos en estas intenciones:
- Vivir de veras la vida de la Pía Discípula del Divino Maestro, como la Virgen, en unión con ella, en su espíritu
- Crecer y formar las vocaciones.
- Tener pronto una bella casa para la formación, donde Jesús se complazca grandemente de vosotras, y donde vosotras viváis siempre más unidas a Él, en el espíritu de María, primera Pía Discípula del Divino Maestro.
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1 S.GABRIEL DE LA DOLOROSA (1838-1862).
2 Is 45, 8.
3 Cf Ct 4, 12.
4 Lc 10, 2.
5 Ibidem.
6 Cf Lc 2, 52.
7 Ratificación del encargo específico confiado al beato padre Timoteo Giaccardo.