Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

Haga una búsqueda

BÚSQUEDA AVANZADA

18. LAS DISPOSICIONES PARA HACER BIEN LOS EJERCICIOS: HUMILDAD Y CONFIANZA (Introducción)1

Estoy seguro de que el Sagrado Corazón de Jesús se complace al veros recogidas aquí, esta tarde, para comenzar los santos Ejercicios Espirituales, y no dejará de dirigiros una palabra de invitación: He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres...2 ¡Amadme! - y además - ¡Hacedme amar!
Escuchad esta dolorida invitación del Corazón divino que os dirige en el ocaso de la solemnidad del Corpus Christi y rezad: Venga, Jesús, tu reino que es reino de amor3.
238
Os habéis recogido aquí ahora, después de que vuestro Instituto dio un paso importante, para el bien de toda vuestra Familia religiosa. En estos días pensaréis ante todo en vuestra alma, y luego en la manera de desarrollaros, en el medio para obtener vocaciones, mejores vocaciones, cómo organizar, promover el espíritu de unión, y cómo corresponder a los designios de Dios sobre vuestra Congregación religiosa.
El Señor os ha llamado a esta sagrada soledad, donde durante varios días estaréis fuera de vuestras ocupaciones ordinarias. Él quiere hablar con vosotras, quiere manifestarse a sí mismo. ¡Cuántas cosas tiene que deciros, cuánto desea vuestras confidencias! Puede ser que en estos días hagáis grandes progresos en el amor de Dios y que haga gran progreso también vuestro Instituto. Depende de vuestras disposiciones que se reducen a dos: humildad y confianza.
239
Es necesario presentarse ante Jesús humildemente, reconociendo las propias debilidades y necesidades. La parábola del hijo pródigo nos enseña la manera. Él, presentándose ante el padre, le dice: Padre, ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo. Se había reducido así por culpa suya, exclusivamente por su culpa, pero se echa a los pies del padre con mucha humildad: Ya no soy digno..., pero tú acógeme como a uno de tus criados. Y el padre lo acoge, lo abraza, lo reviste y lo hace presentar en casa no como un andrajoso, un miserable, sino como hijo amado. El primogénito, de vuelta del campo, protesta y se enfurece. He aquí que desde hace tantos años te sirvo sin infringir nunca un mandato tuyo, y a mí nunca me has dado ni un cabrito para disfrutarlo con mis amigos... Y el padre le responde: Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo; pero era justo hacer fiesta y banquete porque este hermano tuyo estaba muerto y ha resucitado, estaba perdido y ha sido encontrado4.
240
Presentémonos a Jesús como el hijo pródigo. Hemos desperdiciado muchas gracias en la vida, hemos ofendido también a Jesús, a este Jesús que nos ha llamado a la intimidad con él, a su amor. Y nosotros nos hemos negado a ello.
El padre del hijo pródigo no le echó en cara al hijo sus culpas, sino que mandó que se hiciese fiesta, pensó en limpiarlo, revestirlo y presentarlo ante los siervos como hijo suyo queridísimo.
Humillémonos, reconozcamos nuestros fallos y no tendremos reproches, sino que se nos introducirá en la intimidad con el Corazón de Jesús. La humildad lo remedia todo.
241
Tomemos el ejemplo de María Magdalena. Entra silenciosa en la sala del banquete y se echa a los pies de Jesús. Besa aquellos sagrados pies, los riega con las propias lágrimas, los seca con sus cabellos. No habla, pero llora. Jesús comprende todo. El dolor de María Magdalena, sus lágrimas dicen más que muchas palabras.
El Divino Maestro ve la duda que nace en el interior del fariseo y le dice: Simón, tengo que decirte una cosa. Y él: Maestro, di. Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Pero como no tenían para pagarle, les perdonó la deuda a los dos. ¿Quién de ellos lo amará más? Simón respondió:
- Supongo que aquel a quien le perdonó más. Jesús le dijo: - Así es. Y volviéndose a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Cuando entré en tu casa no me diste agua para lavarme los pies, pero ella ha bañado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste el beso de la paz, pero ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste con aceite mi cabeza, pero ésta ha ungido mis pies con perfume. Te aseguro que si da tales muestras de amor es que se le han perdonado sus muchos pecados5.
242
Echémonos a los pies de Jesús; lloremos nuestros pecados con mucha humildad.
Un alma puede decir ante Dios: ¿yo no tengo pecados graves? Da gracias al Señor si has conservado la estola bautismal, pero no por esto puedes gloriarte. ¡Cuántas imperfecciones, cuántas incorrespondencias tenemos que reprocharnos, a pesar de las muchas gracias que Dios nos ha hecho! Porque Dios os ha amado con amor particular, os ha dado una vocación tan hermosa, tan alta, ha trabajado de manera especial vuestra alma y os ha llamado a una mayor intimidad con él. Alguna de vosotras especialmente está llamada a una vida de intimidad grande con el Maestro Divino. ¿No os parecen graves las ingratitudes y las incorrespondencias? En un alma tan amada por Jesús, ¡qué grave es la venialidad!
243
No sé exactamente hasta qué punto conducirá el Señor en particular vuestras almas, pero sé que la vuestra es vocación de intimidad, de especial perfección. Vocación al amor, semejante al de la Virgen María. ¿Quién lo conseguirá? ¿Hasta qué punto corresponderéis? ¿Con qué generosidad pronunciaréis vuestro fiat?6 ¿Daréis a Jesús lo que espera de vosotras? ¿A la Iglesia lo que le debéis? ¿Al Sacerdote toda la caridad que espera de vosotras? Depende de vuestra humildad y confianza, de vuestra humillación y confianza. Llamadas a especial intimidad, toda venialidad, todo titubeo y toda duda es cosa seria.
244
Vuestra vocación se conecta, asemeja, participa mucho de la vocación de la Virgen Santísima. ¿Hasta qué punto llegó María? María estuvo siempre con Jesús. También vosotras tenéis que estar siempre con Jesús. Estáis invitadas a seguir a María, a caminar por el camino de las más íntimas comunicaciones con el Maestro Divino. Detestad todo retraso, toda duda, toda negligencia y echaos con humildad a los pies de Jesús para que os haga comprender la sublimidad de vuestra vocación y os conceda corresponder plenamente a los designios que él tiene sobre vosotras.
245
Y tened confianza. Sí, precisamente porque estáis llamadas a trabajar en la Iglesia con el apostolado más íntimo y eficaz, tened mucha confianza. Confianza en que el Señor quitará de vosotras todo resto, toda frialdad, toda reliquia de pecado, toda deuda, todo lo que le desagrada, de forma que a él le agrade mucho vuestra alma.
246
En la Santísima Virgen Dios no permitió ni siquiera la mancha del pecado original. ¿Queréis que también a vosotras, en estos días, os dé el candor y la inocencia plena? ¿Queréis que quite de vosotras incluso la mancha más pequeña? ¿Qué esperáis? Tened mucha confianza. El Señor quitará todo y os dará todo. ¿Sois capaces de hacer una confesión extraordinaria que os haga descender hasta el fondo del alma? No creo que tengáis que pensar en una confesión general...No tengáis escrúpulos, pero descubrid, quitad todo lo que desagrada a Jesús. Quitad el espíritu de curiosidad, el apego a la estima de vosotras mismas, a la propia voluntad, a los caprichos; el buscar más las consolaciones de Dios que al Dios de las consolaciones; luego, la falta de docilidad a la gracia, a las inspiraciones divinas, la envidia, las palabras que no edifican, etc. ¿Sabéis que sobre vosotras pesa el porvenir de vuestro Instituto? Quitad de vosotras todo lo que es demasiado humano, natural; quitadlo porque pesa sobre el Instituto. Decidle a Jesús: Señor, odio y detesto todo lo que te desagrada, como lo odias tú. Si estoy atrás en la intimidad contigo: ¡perdóname! Señor, un pacto: que mi alma vuelva al estado de inocencia que te agrada a ti. Padre celestial, haz que, terminados los Ejercicios, tú puedas decir con complacencia: ésta es mi hija amada, en la que me complazco7: haz que yo pueda comenzar una vida nueva, una vida santa.
247
La Iglesia, aceptándoos entre sus hijas, espera mucho de vosotras; no la decepcionéis.
Tened confianza que el Señor os dé un tal dolor de los pecados que, si tuvierais que morir en estos días, estéis preparadas para volar en seguida al cielo. No porque tengáis realmente que morir, sino porque la efusión del Espíritu Santo sea tan abundante que santifique todas las potencias de vuestro ser.
248
La Virgen os introducirá y os hará avanzar en vuestra vía.
El Maestro Divino reparará toda deficiencia y llevará a vuestro Instituto a un tal desarrollo que podrá realizar en él todos sus designios. Os dará muchas vocaciones, y hará grandes cosas por vosotras.
¿Qué es lo que no hará por vosotras el Señor? Tened mucha humildad y confianza. También el ladrón en la cruz, el que luego se hizo bueno, había insultado antes al Señor y luego pidió misericordia y la obtuvo. Hoy estarás conmigo en el Paraíso8 Fue santo, el primer santo canonizado por el mismo Jesús. Tened, pues, confianza.
249
Los Ejercicios son una oración continua. Es oración la oración, oración es el canto, oración el escuchar las pláticas, el trabajo, el descanso. Y en esta oración tened presente: es Dios el que escucha. Por su parte, él concede todo lo que se le pide, con tal de que, se entiende, haya las disposiciones debidas. Lo que pidáis en la oración...9 La oración es omnipotente.
Todos los que oran son escuchados. Orad y recibiréis, pedid y obtendréis, llamad y se os abrirá10. Si no dudáis y tenéis fe. Dos condiciones: Si no dudáis y tenéis fe.
Jesús ofrece preces y súplicas al Padre, con grandes gritos11, él os une a su Sangre preciosísima. Cuando vais a descansar, Jesús sigue orando: Está siempre vivo, para interceder en nuestro favor12.
250
Examinad si tenéis estas dos disposiciones: humildad y confianza. Con estas dos virtudes, haréis progresos en la santidad: y entonces, se multiplicarán también las vocaciones: A los humildes les da la gracia13.
Que os bendiga Jesús Sacramentado.
Pedid la santidad, la santidad verdadera y tomad como modelo a la Santísima Virgen.
251

1 Ejercicios Espirituales (12-21) de junio de 1947 a las Madres y Hermanas ancianas Pías Discípulas del Divino Maestro. Todo el curso de Ejercicios Espirituales (meditaciones nn. 18-38) se desarrolló en la Casa paulina de Albano Laziale (Roma), ex via De Gregorio, Castro Partico, 12.

2 Palabras de Jesús a S. Margarita M. Alacoque (1647-1690).

3 Cf Mt 6, 10.

4 Cf Lc 15, 11-32.

5 Cf Lc 7, 36-50.

6 Cf Lc 1, 38.

7 Cf Mt 3, 17 (adaptado).

8 Lc 23, 43.

9 Cf Mc 11, 24: “todo lo que orando pidáis...

10 Cf Mt 7, 7.

11 Cf Heb 5, 7.

12 Heb 7, 25.

13 1Pe 5, 5.