Beato Santiago Alberione

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PREFACIO

1. El título de la obra

Ut perfectus sit homo Dei (UPS) es una expresión de 2Tim 3,17 -«ut perfectus sit homo Dei ad omne opus bonum instructu»-, en un contexto cuyo tema es la lectura de la Biblia como camino de perfección pastoral para Timoteo: «Pues toda la Escritura divinamente inspirada es útil para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, dispuesto a hacer siempre el bien». La formación, la preparación completa del discípulo de Pablo como hombre de Dios o como pastor religioso, fue probablemente el motivo de que se eligiera este versículo como título de la compilación de las instrucciones, meditaciones y conferencias pronunciadas por el Fundador y por otros paulinos en el mes de abril de 1960 en Ariccia (Roma).
Este título, que figura en los cuatro volúmenes publicados entre 1960 y 1962, pudo haberlo sugerido José Mariani SSP, según una carta del 12 de marzo de 1982 enviada por el propio Mariani en respuesta a otra del P. Andrés Damino.1 El P. Alberione, que siempre había considerado al religioso como hombre perfecto en sentido dinámico, no dudó en asumir la expresión de Pablo a Timoteo como síntesis general de su curso extraordinario de Ejercicios.
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2. La reunión de un mes en Ariccia

Este volumen lo componen las 50 instrucciones del P. Alberione, precedidas por una introducción, también autógrafa,2 y por una conclusión que recoge las palabras de presentación del Primer Maestro en la audiencia con Juan XXIII y la respuesta del Papa a todos los participantes.
UPS I-IV (1960-1962) contenía más material, como las 54 meditaciones (dictadas a turnos por los padres Juan Roatta, Desiderio Costa, Pedro Marazza, Esteban Lamera y Guido Paganini) y unas 18 conferencia de carácter práctico pronunciadas por diversos conferenciantes paulinos.
La reunión de 1960 había sido bien preparada y con tiempo.3
Un programa parecido al definitivo había aparecido en el San Paolo de febrero de 1959.4 Ya entonces se hablaba del «curso especial de Ejercicios espirituales para una vida paulina más perfecta, contenida en las Constituciones». Se trataría de «días de oración y actualización tratando de vivir el genuino espíritu paulino». En el mismo número del San Paolo se decía también que «la actualización se refiere a la práctica de las Constituciones en las [diversas] circunstancias de la vida, de lugar y tiempo en relación con los apostolados y su actuación». El Primer Maestro estaba entonces preocupado por el peligro de que no se le comprendiera bien sobre la actualización. Efectivamente, decía a continuación, «la Familia Paulina acaba de completarse; no tiene que actualizarse como otros Institutos beneméritos que existen desde hace varios siglos». Destacaba tipográficamente una frase: «No tiene que actualizarse el Instituto a los tiempos, porque más bien los precede, sino actualizarnos nosotros al Instituto en conocimiento, amor, vida y apostolado».
El Instituto era la Sociedad de San Pablo, pero insertada en toda la Familia Paulina: «Renovación, pues, mediante el ahondamiento de la vocación específica, el conocimiento pleno de la familia paulina (sic, en minúscula) completada... Porque plugo al Señor completar la Familia Paulina conforme a su gracia y sabiduría y al designio con que nació».
Los puntos principales que desarrollar serían las cuatro partes o las cuatro ruedas del carro: a) vida espiritual; b) estudio: c) apostolado (redacción, técnica, propaganda); d) pobreza.
Entre los temas para el tiempo libre se encontraban las relaciones internas y externas y las que debe haber entre las Familias Paulinas, es decir, entre Congregaciones e Institutos y con la Sociedad de San Pablo. El gobierno, como tema importante e independiente, debía articularse bien en nueve puntos.
El San Paolo de abril-mayo 19595 se dedicaba casi por completo a la reunión de abril de 1960. Curso especial de Ejercicios espirituales, «para afianzar el trampolín de lanzamiento, para tomar altura, para vigorizar las fuerzas, para establecer definitivamente la vida en Jesucristo camino, verdad y vida, para el ibi fixa sunt corda ubi vera sunt gaudia, para adentrarse por el camino de san Pablo en santidad y apostolado».
El P. Alberione motivaba aquel programa presintiendo su muerte: «Yo estoy en el epílogo de la vida, preparándome a la muerte próxima; cosummatum est». Por eso exhortaba a la Sociedad de San Pablo, extendida por todo el mundo, con un augurio: «Vosotros tenéis aún por delante, en general, un largo camino; así lo deseo y por ello ruego, hasta el cursum consummavi paulino».
El curso de Ejercicios sería una especie de balance final del camino hecho hasta entonces por toda la Congregación, con el Primer Maestro a sus 76 años de edad, pero todavía bien presente como guía de la Congregación y de toda la Familia Paulina. Las intenciones eran claras: la reunión -querida como pausa en respuesta al evangélico requiescite pusillum, en Ariccia, «en una casa total y exclusivamente para Ejercicios espirituales»6- constituiría una ocasión oportuna para reunir, precisar y desarrollar los diversos elementos carismáticos que desde el principio habían ido estructurando especialmente la Sociedad de San Pablo, para confluir finalmente en las Constituciones7 de 1957.8
El curso extraordinario, el primero de una serie de tres previstos y que se distribuirían entre 1960, 1962 y 1964 para permitir a todos los sacerdotes y discípulos paulinos participar en ellos e intervenir,9 puede considerarse como una herencia carismática con la que los paulinos, tanto los de la primera hora como los que les seguirían, debían actualizar la vida para poder progresar sin replanteamientos a lo largo del camino emprendido.
Asimismo, el San Paolo de abril-mayo de 1959 comenzaba con estas palabras: «Se ha caminado mucho a lo largo de estos 45 años (1914-1959)» (CISP 190). Sin embargo, más adelante el P. Alberione decía que era ya necesario caminar unidos en el espíritu no sólo como Sociedad de San Pablo, sino como familia que había aumentado. El curso, en efecto, se proponía como fin alternativo la actualización de los miembros con la Congregación y con la Familia Paulina, así como testamento espiritual recapitulador de la misión que me impuso el Señor».
Se aprende a caminar en compañía yendo hacia adelante y no hacia atrás. Porque «el Señor va por delante encendiendo las lucecitas, a medida que se camina y se necesitan; no las enciende todas en seguida, al principio, cuando no son necesarias; no malgasta la luz, la va dando al tiempo oportuno».
En un librito-guía -Raduno Paolino, Aprile 1960, Casa de los Ejercicios 1960- del que disponían los ejercitantes, figura la lista de todos los participantes en el curso especial, provenientes tanto de Italia,10 la mayoría, como del resto del mundo.11 Los participantes previstos de Italia eran 77, de los que 21 eran discípulos y los demás sacerdotes. Del resto del mundo se preveían 59, casi todos italianos, 11 de ellos discípulos y los demás sacerdotes.
Este gran número (125-126)12 de personas en Ariccia para escuchar al Primer Maestro y a otros miembros expertos en cosas paulinas, es otro indicador de la importancia de la reunión.
El día estaba estructurado de modo espiritual, típico de un curso de Ejercicios. La hora de levantarse era a las 5.30 y a las 6.00 comenzaban las oraciones, seguidas de la primera meditación. De las 7.00 a las 8.30 se celebraban individualmente las misas rezadas, mientras que a las 9.00 todos participaban en la misa solemne, a la que seguía la primera instrucción del Primer Maestro y las reflexiones personales. A las 11.30 comenzaba la hora de visita para todos y a las 12.30 se iba a comer. A las 15.30 había una segunda instrucción del Primer Maestro, seguida de las reflexiones y del café. A las 17.00 se rezaba el vía crucis en el parque y a las 18.30 se recitaba el rosario, seguido de una segunda meditación. A las 19.30 se impartía la bendición eucarística precedida por oraciones y cantos paulinos. Seguía la cena. Durante la segunda, tercera y cuarta semanas la visita se anticipaba media hora para dejar tiempo, a las 12.00, a una conferencia de una hora, media de exposición y media de debate. La comida se retrasaba a las 13.00 y el resto del horario permanecía invariable. Los domingos eran libres. La celebración del Triduo Pascual exigió variaciones menores en el horario dentro del programa de trabajo y oración. El tiempo para el Oficio divino quedaba a la libre elección de cada uno. Durante la primera semana (1-9 de abril) el silencio fue absoluto, como se exigía en los habituales ocho días de Ejercicios espirituales. En las tres semanas siguientes se podía hablar (o murmurar), pero sólo después de comer y moderate, submissa voce. Durante las comidas se leía la Biblia. Se recomendaba una breve visita al sagrario después de comer y la recitación del Pange lingua.
También esta distribución del tiempo, a la vez que manifiesta el modo de pensar, obrar y exigir entonces del P. Alberione en relación con los suyos, puede ofrecer una clave de interpretación -o de actualización- de las diversas instrucciones reunidas en este libro.
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3. El ambiente eclesial donde se encuadra la obra

La fecha que debe tenerse en cuenta al leer estos textos es abril de 1960.
Angel José Roncalli (nacido el 25 de noviembre de 1881, pocos años antes que el Primer Maestro) era papa desde el 28 de octubre de 1958 con el nombre de Juan XXIII y había anunciado el 25 de enero de 1959 la celebración de un Concilio ecuménico.
En los años inmediatamente precedentes se discutía vivamente de cine católico, así como de radio y televisión,13 especialmente después de la publicación de la Miranda prorsus, de 1957. Como en el caso de la prensa anteriormente, por fin se reconocían abiertamente los límites y las posibilidades pastorales y apostólicas de los nuevos medios que se le presentaban a la Iglesia para expresarse.
En sus instrucciones sobre el apostolado, la formación de los jóvenes y la formación continua de todos los miembros del Instituto, el P. Alberione refleja el contenido de los documentos de la Iglesia al respecto.
Pero es pronto en abril de aquel año para percibir el cambio radical y profundo que estaba a punto de producirse con el Concilio. Se nota cierta dificultad para actualizarse al compás y en sintonía con el resto de la comunidad eclesial.
El domingo por la tarde del 25 de enero de 1959, fiesta de la conversión de san Pablo, el Papa había convocado un consistorio en la basílica de san Pablo extra muros, del que L'Osservatore Romano (26-27 de enero de 1959) publicó una breve información y un compendio de la alocución pontificia en aquella ocasión. «Para salir al encuentro de las necesidades actuales del pueblo cristiano, el sumo Pontífice, inspirándose en las costumbres seculares de la Iglesia, ha anunciado tres acontecimientos de la máxima importancia: un sínodo diocesano para la Urbe, la celebración de un Concilio ecuménico para la Iglesia universal y la actualización del Código de derecho oriental. En cuanto a la celebración del Concilio ecuménico, el Santo Padre pretende no sólo la edificación del pueblo cristiano, sino lanzar asimismo una invitación a las comunidades separadas a buscar la unidad, que tantas almas anhelan en todos los lugares de la tierra».14
Según un testimonio del P. Renato Perino, «la fisonomía de la Iglesia como fortaleza asediada, a la defensiva, comenzó entonces a transformarse en casa abierta al mundo entero, ecuménica en el sentido más universal. El P. Alberione, aun con su fidelidad y devoción incondicionales al Papa, sentía desde hacía tiempo la necesidad de una profunda renovación en la Iglesia. Conversando confidencialmente con algún paulino,15 aunque apreciaba el magisterio de Pío XII por sus intervenciones casi cotidianas sobre las más diversas realidades humanas y espirituales, no dudaba en desear para la Iglesia reformas concretas e incisivas».
Por su parte, cuando Juan XXIII anuncia el Concilio ecuménico e invita a nuestro Fundador, el P. Alberione participa con entusiasmo tanto en las sesiones como en la gran empresa de la actualización de la Iglesia,16 y no sólo teóricamente o en abstracto, sino pasito a pasito y a lo largo de su camino, la línea recta, que es siempre para todos los cristianos Cristo Maestro y el primer Pastor de la Iglesia. La validez de este método evangélico le permite percibir la necesidad de dinamismo y novedad y de insistir una vez más en la validez de iniciativas apostólicas concretas, respondiendo siempre a las nuevas necesidades y a los signos de los tiempos y utilizando los medios más rápidos y eficaces.
Si en el ámbito eclesiástico se comienza ahora a hablar de hermanos separados, no para condenarles ya como protestantes sino para invitarles a un camino hacia la unidad, y si se habla de Concilio ecuménico, el P. Alberione reúne de hecho, aun antes de la celebración del Concilio, y proveniente de todo el mundo, a su pequeña ONU17 en Ariccia para exponer a todos los suyos un espíritu renovado de Familia, que es universal en cuanto a los tiempos, los lugares, los medios y los contenidos de la gran misión recibida del Señor.
Quizá para este nuevo modo de afrontar las cosas por el Primer Maestro había sido especialmente significativa su participación en el I Congreso general -internacional- de los Institutos religiosos, que se había celebrado en Roma del 26 11 al 8-12 del Año Santo de 1950.18 El tema de aquella asamblea había sido justamente la actualización de los Institutos de perfección según los tiempos y las circunstancias actuales, el respeto a la vida y la disciplina, la instrucción y la formación de los miembros, el apostolado ordinario y extraordinario. Del 8 al 14 de diciembre de 1957, el II Congreso general, en cambio, se había dedicado, como dijo Pío XII en el discurso de clausura, a hacer un balance de los progresos habidos en todas partes en relación con la organización y renovación de los propios Institutos.
Al tema de la universalidad y de la unidad, el P. Alberione quiso unir en Ariccia el de una organización internacional y expresó sus reflexiones sobre la necesidad de asumir la totalidad y modernidad del lenguaje y de los medios, para llegar de ese modo a todos los hombres de hoy con el Evangelio de siempre. La sinodalidad, que será exaltada por el inminente Concilio como necesidad de la Iglesia de caminar unida al encuentro de Dios y al encuentro del mundo de su tiempo, parece haber sido también un método válido que el P. Alberione hace suyo mediante el completarse de la Familia coextendida con la parroquia del Papa, el mundo entero.
Caminar juntos puede renovarnos.
La propia complejidad de la misión abierta a todos y con todos los medios, antiguos y modernos, se convierte en principio de actualización continua,19 si se entiende ésta como crecimiento espiritual y al mismo tiempo como adaptación pastoral a las cambiantes circunstancias del tiempo.
Otro tema del curso, que vale asimismo como propuesta de interpretación, lo deja el P. Alberione en herencia conscientemente cuando habla del progreso como de un deber en busca de lo mejor para el apostolado.
«El religioso paulino -decía en una instrucción- ha elegido la parte mejor, es decir, la perfección»,20 entendiendo por perfección el dinamismo perseverante en la base de la formación de cada religioso, sea discípulo o sacerdote, como del Instituto o de la Familia.

«La historia es maestra de la vida. Podemos utilizar las experiencias de otros; nuestras experiencias nos enseñan aún más. Vivir con las personas más instruidas, utilizar las conversaciones y la correspondencia, pedir consejo y orientación. El sabio prefiere los mejores maestros y los mejores centros de la cultura».21

Según el P. Alberione, hay que mejorar incesantemente, no aislándose sino aprendiendo de los demás.
El P. Alberione había sido siempre muy sensible a una renovación pastoral,22 que será motivo constante en el inminente Concilio. En 1960 apareció también la tercera edición de sus Apuntes de Teología Pastoral,23 que comentaba así Domingo Grasso, S.I.:

«La publicación de la constitución Sedes Sapientiae del 31 de mayo de 1956, completada por otra no menos importante del 3 de junio de 1958, con la que Pío XII constituía el Pontificio Instituto Pastoral en la Pontificia Universidad del Laterano, ofreció al P. Santiago Alberione la ocasión de preparar una nueva edición actualizada de sus Apuntes de pastoral aparecidos en 1912. La ciencia pastoral, como es sabido, es de gran actualidad. Todos los libros que se publican sobre este tema suscitan interés y discusiones. Por consiguiente, la idea de revisar un libro que tuvo en su tiempo mucho éxito, ha sido muy oportuna. El trabajo de revisión se lo confió el P. Alberione a monseñor G. Pistoni, del seminario de Módena. El resultado ha sido un libro que todo sacerdote al servicio de las almas debería conocer, pues es una auténtica mina de consejos prácticos y de iniciativas sobre el modo de hacer fecundo nuestro apostolado» (cf. Civiltà Cattolica, 1961, II, 408).

En suma, con la reunión de 1960, además de otros escritos, el P. Alberione manifiesta también su voluntad de que la Familia camine cada vez más acompasadamente con la Iglesia y con los tiempos, fijándose en lo esencial de su vida religiosa y apostólica.
Como hombre de su tiempo, el P. Alberione adopta una modernidad permanente, como actualidad y adaptabilidad del Evangelio a todos los tiempos, a todos los lugares y a todas las personas, con todos los lenguajes que el hombre de hoy usa y comprende.
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4. Historia de la composición-recopilación

En la lectura de estas cincuenta instrucciones que estamos presentando es necesario recordar la historia de UPS, una obra compleja que se fue formando en varias etapas, anteriores y posteriores a lo que se dijo en abril de 1960 en Ariccia.
Hemos aludido ya al hecho de que un programa y la descripción de los contenidos y finalidad de la reunión se habían publicado por lo menos un año antes en dos números del San Paolo.
Según el testimonio del Hno. Silvano De Blasio (secretario personal del P. Alberione) al P. Antonio da Silva, el P. Alberione seguía al dictar sus instrucciones apuntes manuscritos24 que tenía en su cuaderno.
En el momento de dictar la instrucción se inspiraba en el programa publicado en el San Paolo de febrero de 1959, articulado según las cuatro partes y siguiendo el método general camino, verdad y vida (dogma-moral-culto; mente-voluntad-corazón).
Poco antes del curso se había publicado el librito-guía que hemos citado arriba,25 con la lista detallada de los participantes y los horarios semanales y cotidianos, pero también con los títulos de las instrucciones (del Primer Maestro), de las meditaciones y de las conferencias (que dictarían otros paulinos).
El P. Alberione no seguía al pie de la letra el programa ni el librito, y probablemente tampoco sus apuntes personales, en la exposición de los temas. Escribe el P. Damino:

«Habitualmente él [P. Alberione] comenzaba leyendo algunos artículos de las Constituciones de los que arrancaba para desarrollar las instrucciones que había preparado cuidadosamente. De vez en cuando, prescindiendo del escrito, hacía observaciones o añadía algo de carácter práctico y muy incisivo. Las instrucciones fueron grabadas y posteriormente mecanografiadas. No todo lo que pronunció en las instrucciones se imprimió. Por otra parte, el mismo Fundador admitió, casi contrariado, que quedaban muchas cosas por decir, incluso sobre temas importantes como el apostolado y el gobierno de la Congregación: ...¡y en modo alguno puedo decirlo todo en este curso!».26
Encargó personalmente al P. Paganini que grabara en cinta magnética todas las instrucciones.27
La transcripción mecanografiada de la grabación tiene también correcciones, tachaduras y anotaciones autógrafas del P. Alberione. No obstante, los cuatro volúmenes impresos, incluso en relación con la corrección de lo mecanografiado, incluyen variaciones y signos evidentes de sucesivas y laboriosas revisiones de varias manos, con la aprobación final del Primer Maestro.
En la edición que presentamos hemos considerado como definitivo el texto impreso en 1960-1962.28
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5. Ideas principales

Entre los temas más importantes de la edición actual, no deben pasar inadvertidos especialmente los siguientes:
1. Las Constituciones (obviamente, según la edición de 1957), como enciclopedia espiritual del paulino, síntesis carismática aprobada por la Iglesia. «Hemos querido lo máximo y por tanto debemos recibir gozosamente el libro de las Constituciones, besarlo y meditarlo, ya que nos señala los medios mejores, la optimam partem, para lo más máximo: la santidad».29 «Nuestras Constituciones son de las mejores, pues se consultaron las mejores y se eligió lo mejor... y la santa Sede ha estampado en ella su sello supremo».30 Las Constituciones describen autorizadamente la espiritualidad paulina. «Las leges credendi, orandi et agendi se relacionan íntimamente y constituyen en el fondo una única ley, del mismo modo que el hombre, aun teniendo tres facultades (memoria, sentimiento y voluntad), es una sola persona. Y ese ha sido el espíritu que ha guiado el trabajo para constituir la persona moral de la Pía Sociedad de San Pablo: las Constituciones paulinas, la piedad paulina y el apostolado paulino. Los cánones y los artículos son fríos como el mármol, pero se les ha dado vida espiritual. El libro de nuestras oraciones es más importante por las introducciones -espíritu- que por las fórmulas. Al principio hay... una introducción especial que explica que la piedad da alma a las reglas y a cada uno de los artículos y comunica el espíritu que informa la jornada paulina y el apostolado, de tal modo que todo esté ordenado a la gloria de Dios y la paz de los hombres. Sobre todo, entra la gracia del Espíritu Santo, que es el alma del alma».31
2. La espiritualidad se articula claramente en la descripción de Jesucristo Maestro, camino, verdad y vida como método para la vida espiritual, los estudios y el apostolado. En segundo lugar se describe y enaltece la figura de María, Madre, Maestra y Reina de los Apóstoles, a la que pertenece la hora presente. En tercer lugar se presenta, aunque no de manera sistemática, a san Pablo como el apóstol de las gentes, que vive de Cristo, con Cristo y por Cristo.
3. Las cuatro ruedas, o cuatro partes, en que se divide el curso (vida espiritual, estudio, apostolado y pobreza), deben los Superiores tenerlas en cuenta y hacer que se muevan al unísono, de manera equilibrada y a su máxima velocidad, a fin de que el carro que es la comunidad y toda la Familia Paulina se mueva hacia adelante y no hacia atrás.
4. La Familia Paulina está ya al completo,32 con sus diez instituciones, de las que la Sociedad de San Pablo es nodriza.
5. El apostolado, considerado como fin especial en el artículo segundo de las Constituciones (de 1957): «los miembros cooperen, a la gloria de Dios y salvación de las almas, en la divulgación de la doctrina católica por medio del Apostolado de las Ediciones, esto es, de la prensa, cine y radio, televisión y otros medios más fecundos y rápidos o inventos de cada época, que el progreso humano proporcione y las condiciones y necesidades de los tiempos exijan. Procuren, pues, los Superiores que cuanto por concesión de Dios viniere a descubrir el progreso en el campo de las ciencias humanas y de la técnica industrial... se use y efectivamente sirva para la gloria de Dios y salvación de las almas, o lo que es lo mismo, para propagación de la doctrina católica». El pensamiento del P. Alberione sobre el progreso apostólico aparece asimismo expresado en los artículos 242-243: «El apostolado, según el fin específico de la Pía Sociedad de San Pablo, requiere medios técnicos apropiados, que llegan a hacerse sagrados al dedicarlos a la divulgación del Evangelio y de la doctrina de la Iglesia». Por tanto, «las máquinas y los otros medios de apostolado sean los mejores que presente el progreso de las artes técnicas». Al apostolado se orienta asimismo la vida común: «El estado de perfección comporta cierta vida común... La Iglesia quiere mostrar públicamente así la importancia de la comunidad para la obra de la santidad cristiana. La vida común no tiene siempre el mismo significado profundo. Por ejemplo, en una abadía benedictina tiene una finalidad amplia e importante e informa la vida cristiana de los miembros, tanto en la santidad personal como en la irradiación apostólica. En cambio, en el caso de muchos clérigos regulares, así como en el nuestro, nació del apostolado y con vistas al apostolado. Este carácter de sociedad determinada por un fin incluye el bien común de los miembros, pero la propia organización de la vida conventual posee una organización que tiene esto en cuenta: estamos al servicio de las almas, somos religiosos apóstoles y hay que dar lo que hemos aprendido, a ejemplo del Maestro divino».33
Otros temas importantes aparecen en los índices al final del libro.
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6. Sugerencias para la lectura

La lectura de una obra como ésta, que a primera vista no parece actual, nos plantea algún problema.
El P. Alberione habla y escribe antes del Concilio Vaticano II, antes de que se produzca un cambio profundo en el modo habitual de percibir la realidad del mundo en que vivimos, antes de la promulgación del Código de derecho canónico y antes de las nuevas Constituciones de la Sociedad de San Pablo (1984). Él citaba las Constituciones de 1957, que posteriormente fueron renovadas. ¿Qué validez tienen entonces las cosas que dijo en 1960?
Una aproximación paulina a estos textos puede ayudarnos.
A propósito de las Escrituras, Pablo habla de una letra que mata y de un espíritu que hace vivir. Tiene en su mente la antigua ley que conocía y observaba y por la que tanto combatía. Pero después de Damasco considera esa ley como una pérdida frente al encuentro personal con el Mesías crucificado y que vive.
La interpretación de una obra carismática como ésta no puede ser sólo o principalmente para nosotros un retorno a 1960, sino que hemos de hacer de ella una nueva lectura a partir del Maestro que sigue vivo y actual.
Desde un punto de vista paulino, no sería válida una fidelidad a la letra que nos retrotrayera y no nos impulsara hacia adelante.
Otro peligro que debe evitarse es reputar falso o sin interés para lectores de hoy lo considerado viejo. Naturalmente, cabe pensar que el P. Alberione no usaría hoy el lenguaje de entonces. Probablemente estaba condicionado, como nosotros hoy, por la edad y por el tiempo. Tal vez no diría ciertas cosas y tal vez diría otras, por ejemplo sobre la condición femenina34 o sobre el uso de los medios más rápidos y eficaces de apostolado. El convencimiento de la dignidad de la mujer y el progreso tecnológico han avanzado desde los años 60, tanto en la sociedad civil como en la Iglesia. La propia teología postconciliar ha seguido nuevos derroteros. En general ha cambiado la perspectiva y el modo de ver a la Iglesia.
No obstante, por más que hayamos de evitar el riesgo del fundamentalismo, tampoco el escepticismo es una forma correcta de aproximarse a un texto que, si bien de 1960, supera por su carácter carismático a nuestro tiempo.
En el fondo de esta obra está la autoridad del Fundador, del mismo modo que está presente y activa, aunque escondida en la tierra, la raíz que permite al árbol vivir, crecer y dar flores y frutos. Si la raíz está muerta, muerto está el árbol. Olvidar el pasado es olvidar la identidad y la proyección hacia el futuro.
Entonces, ¿qué orientación deducir de las instrucciones de abril de 1960 para nuestra vida paulina de hoy?
Las palabras y expresiones de éstos y de muchos otros textos revelan una fidelidad creativa al carisma paulino, expresan movimiento, exigencia de dinamismo y perfeccionamiento continuo, tal como sugieren la imagen del carro con sus cuatro ruedas, la referencia al hoy, el estímulo a seguir siempre adelante, a progresar en todo; la indicación del método camino, verdad y vida; la necesidad de caminar con los tiempos, es decir, con la Iglesia y con el mundo; la de caminar juntos, sinodalmente, como Instituto o Congregación, así como Familia Paulina, unidos todos, organizándonos cada vez más y mejor; la adopción de los medios más modernos, más rápidos y eficaces necesarios para el apostolado; el recuerdo de la universalidad de los contenidos, de los destinatarios y de los lugares; el mejorar hasta la perfección, que será definitiva sólo cuando se convalide la corona de gloria.
Así pues, el P. Alberione cambia etapas y metas cuando considera que se puede subir más alto o superar la línea hasta entonces establecida. En estas instrucciones nos ofrece también orientaciones seguras con vistas al camino que queda por recorrer y ofrece un método para actuar con espíritu de iniciativa al mismo tiempo que recordando el pasado. Nos propone una espiritualidad perenne, que se renueva con una visión del camino del Maestro y se convierte en paulina con el vivit in me Christus.

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En conclusión, «las cincuenta instrucciones dictadas por nuestro Fundador en la reunión de 1960 tienen un alcance carismático que integra Abundantes divitiae y que de alguna manera lo supera. Vibra aquí el ansia de transmitir a sus hijos su herencia espiritual e institucional con garantías de fidelidad y dinamismo. Efectivamente, muchas veces manifiesta su preocupación testamentaria e insiste en la unidad, la solidez y la complementariedad de la Familia Paulina».35
Quien lee estos textos está exponiendo su mente, su voluntad y su corazón a la realización de una síntesis, quizá la más madura y autorizada del pensamiento del P. Alberione. Puede terminar también entusiasmándose con su modernidad y excelencia.
Roma, 1997
EL CENTRO DE ESPIRITUALIDAD PAULINA
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1 El P. Rosario F. Espósito ssp considera que la sugerencia de Mariani no influyó. Ese título estaba ya en el orden de ideas del P. Alberione, quien, sea como sea, lo adoptó (Testimonio escrito el 10 de junio de 1995).

2 Publicada también en San Paolo de abril-mayo 1960 (cf. Carissimi in San Paolo [CISP] 197-198).

3 El P. Espósito ofrece al respecto un testimonio personal (fechado el 10 de junio de 1995): «Los “ejercicios ignacianos” de 1960 suponen un cambio muy serio en la historia de la espiritualidad paulina. Los dos cursos siguientes [de 1962 y de 1964] no tuvieron la misma carga pentecostal ni por el momento de su programación y preparación ni por su creatividad, inventiva y fervor del momento celebrativo. El P. Alberione no tenía excesiva simpatía a las asambleas muy numerosas, a no ser que se tratara simplemente de dirigirlas un discurso. Y si se trataba de participar en un “trabajo” comunitario, sentía cierto disgusto. La dialéctica no era su fuerte, mientras que la reflexión, el trabajo interior y el diálogo directo evidenciaban una sensibilidad y carga excepcionales. A pesar de todo, la experiencia vivida en aquella sala, que entonces se llamaba “del cine”, tenía algo, en el plano doméstico, de Cenáculo, algunos aspectos de lo que no mucho tiempo después se sentiría en el aula del Concilio». El P. Espósito elenca algunas «exigencias sugestivas que brotaron de hecho de la comunidad reunida»: 1) un reforzamiento de la cohesión fraterna y de la recuperación apostólica en su triple dimensión: escribir, producir y difundir, con una intensificación específica de la primera; 2) una articulación organizativa de carácter multinacional; 3) atención al aspecto antropológico de la “reclutación” y especialmente de la formación de las vocaciones; 4) intensificación de la pertenencia paulina de todas las Congregaciones e Institutos y de los cooperadores de todo el mundo. El P. Espósito concluye con una sugerencia al lector: «No digo que el nivel de las intervenciones alberonianas fuera siempre altísimo, pero las páginas de inspiración cálida son muchas y colman abundantemente la pequeña paciencia que a veces se requiere al recorrer alguna llanura menos cambiante».

4 Cf. CISP 193-195.

5 Cf. CISP 190-193.

6 Cf. San Paolo de abril-mayo 1959 (CISP 190-193).

7 El curso sería una lectura y una explicación, pero también un comentario libre de los artículos de aquellas Constituciones, entendidas como la summa paulina, aprobada por la santa Sede. El P. Alberione promovió un curso parecido a éste para las Hijas de San Pablo (cf. Spiegazione delle Costituzioni, Istruzioni degli Esercizi straordinari, Ariccia, 15 de mayo-6 de junio de 1961, Roma, Figlie di San Paolo, 1962). Las Pías Discípulas lo tuvieron del 12 de mayo al 1 de junio de 1963, y las instrucciones del Primer Maestro están contenidas en Alle Pie Discepole del Divin Maestro, vol. VIII, 1963. En la introducción al UPS I (1960), pp. 7-10, reproducida también en el San Paolo, n. 3 de abril-mayo 1960 (CISP 197-198), el P. Alberione escribía: «[El curso] lo tendrán todos [los paulinos]. Se han anunciado ya las reuniones-ejercicios espirituales para 1962 y para 1964». En el San Paolo de agosto de 1961, p. 4, se lee: «Como ya se ha anunciado otras veces, los Ejercicios espirituales extraordinarios se celebrarán en 1962. Comenzarán por la tarde del día 30 de junio y terminarán el 30 de julio». Debían participar todos los sacerdotes ordenados no más tarde de 1945 y los discípulos que habían hecho la profesión perpetua no más tarde de 1945. En el n. 8 del San Paolo de junio-julio-agosto de 1962 se hace un balance: «Este año ha habido dos reuniones en la Casa del Divino Maestro, y todos se han sentido movidos por el más vivo deseo de santidad paulina, amor a la Congregación y generosidad en el apostolado... Luego nos reunimos para el curso extraordinario de Ejercicios espirituales, que duró todo el mes de julio, 130 religiosos entre sacerdotes y discípulos» (cf. CISP 201).

8 Las Constituciones que el P. Alberione tenía en las manos y leía durante el curso eran las impresas el 9 de marzo de 1957, con cambios y añadidos relacionados especialmente con el estado jurídico de los discípulos. Tales modificaciones habían sido aprobadas con un decreto de la sagrada Congregación de los Religiosos del 18 de abril de 1956.

9 Cf. San Paolo de agosto-septiembre 1959 (CISP 195s). El P. Alberione presentaba en él una especie de catecismo con preguntas y respuestas. «¿Qué es la reunión de 1960? Es un curso extraordinario de Ejercicios espirituales de cuatro semanas. ¿Cuál es su fin principal? La actualización de la vida de cada uno y de las casas según las Constituciones... ¿Habrá otras reuniones como la de 1960? Sí, como ya se dijo: la segunda en 1962 y la tercera en 1964, para dar a todos, como se ha solicitado, la posibilidad de hacer Ejercicios espirituales parecidos y con los mismos fines».

10 De la Casa general y de las casas de Alba, Albano, Bari, Catania, Florencia, Milán, Módena, Ostia, Pescara, Roma Vocacionario, Roma Buon Pastore, Roma Sampaolo Film, Sanfrè, Turín, Vicenza y Ciudad del Vaticano.

11 De Alemania, Argentina, Brasil, Canadá, Colombia, Chile, Congo Belga, Cuba, España, Estados Unidos, Francia, India, Inglaterra, Irlanda, Islas Filipinas, Japón, México y Portugal.

12 En el archivo de la Casa del Divino Maestro de Ariccia figura en el mes abril de 1960: «1-30 - Curso especial de Ejercicios para sacerdotes paulinos y discípulos del divino Maestro (95 sac. y 30 disc.)».

13 Cf. G. PASQUALI, Stampa, cinema, radio nella parola di Pio XII, Roma, Edizioni Paoline 1953, pp. 158; Le cinèma dans l'enseignement de l'Eglise, Ciudad del Vaticano 1955, pp. 548. Del Magisterio de la Iglesia sobre el cine son la encíclica Miranda prorsus, de Pío XII en 1957, que se añadía a la Vigilanti cura (1936) de Pío XI, y el motu proprio de Juan XXIII Boni Pastoris, del 22 de febrero de 1959, primer solemne documento pontificio de Juan XXIII sobre el cine, la radio y la televisión.

14 Cf. Civiltà Cattolica, 1959, I, 316. A cargo de la secretaría de la Pontificia Comisión Central Preparatoria del Concilio Vaticano II. Simultáneamente al curso de los paulinos en Ariccia, en 1960 se publican los Actos del sumo Pontífice Juan XXIII referidos al Concilio (Acta et Documenta Concilio Œcumenico Vaticano II apparando, Roma, Tipografía Vaticana 1960, pp. 168).

15 Con el propio P. Perino.

16 Véase a propósito de esto Don Alberione al Concilio Vaticano II, Proposte, Interventi e Appunti, a cargo de Andrés Damino SSP, Ediciones del Archivo Histórico General de la Familia Paulina, Roma 1994.

17 Cf. el artículo publicado en Orizzonti, n. 8, 1960, sobre «La ONU de los paulinos», firmado por el P. Eugenio Fornasari y reproducido en el San Paolo n. 3 de abril-mayo 1960.

18 La meditación pronunciada por el Primer Maestro la mañana del 6 de diciembre en la iglesia de Santa María de la Vallicella de Roma, ante religiosos provenientes de todo el mundo, se titulaba «Jesucristo es el apóstol», y tenía estos puntos: a) el celo; b) el apostolado de Jesucristo camino, verdad y vida; c) algunos principios prácticos. Concluía con una lista de los principales apostolados para responder a las necesidades del mundo moderno. Cf. San Paolo de enero de 1951 (CISP 557-563). El P. Alberione tuvo la posibilidad de encargar intervenciones a otros paulinos. Así lo hicieron los padres Federico Muzzarelli y Rosario Espósito, y a este último no sólo le confió el tema de la prensa católica, sino que le dio el esquema de la exposición, lo discutió con él y corrigió luego el texto. Las Actas estuvieron a cargo de Muzzarelli y de la Familia Paulina (P. Espósito, 10 de junio de 1995).

19 Ya hacia 1953 el P. Alberione reflexionaba sobre la modernidad de nuestras Constituciones: «Hay artículos en las Constituciones que no permiten a la Familia Paulina envejecer o hacerse inútiles en la sociedad», cf. AD 130.

20 Cf. III, 58.

21 Cf. II, 213.

22 Cf. el programa del “Año de Pastoral” en el San Paolo de diciembre de 1957, II.

23 Alba, Edizioni Paoline, 1960, 422 pp.

23 El P. Espósito afirma al respecto: «Es verdad que el P. Alberione ponía por escrito sermones e instrucciones. Vi los textos cuando yo preparaba el CISP; nunca he visto manuscritos alberonianos tan retorcidos, rehechos y tachados como los de la “Reunión 1960”». Pero de esos manuscritos no se ha encontrado hasta el presente ni rastro en el Archivo de la SSP.

25 La Reunión Paulina fue rastreada por el P. Antonio da Silva escuchando una y otra vez la grabación de las instrucciones del P. Alberione. El Primer Maestro aludió a ella en una instrucción: «Dejemos ahora aparte otras cosas para aludir a lo que tiene que ver con estos días. Semana de silencio total, ésta que hemos comenzado, es decir, la primera. En el librito-guía se ha escrito... Por tanto, demos gracias al Señor de este curso, especial, gracia única en la vida quizá para pensar en nuestra alma... Y pensar cómo es la vida paulina, con sus cuatro ruedas: espíritu, estudio, apostolado, pobreza...». Cf. A. DA SILVA, Il Cammino degli Esercizi spitiuali nel pensiero di Don G. Alberione, Centro de Espiritualidad Paulina, Casa del Divino Maestro, Ariccia 1981.

26 Cf. A. DAMINO, Bibliografia di Don Giacomo Alberione, Roma 1994

3 , 34.

27 En el San Paolo de abril-mayo 1959, el P. Alberione escribía sobre el curso: «Todo deberá ser grabado para el futuro y para los ausentes»(cf. CISP 192).

28 En la edición multimedial que el Centro de Espiritualidad está preparando de ésta, así como de todas las demás obras del P. Alberione, podrán ponerse simultáneamente en confrontación la voz del Primer Maestro, cuando existe, el manuscrito, lo mecanografiado y lo impreso.

29 Cf. I, 44.

30 Cf. I, 52.

31 Cf. I, 310-311.

32 Aunque el P. Alberione diga varias veces en sus instrucciones que la Familia está completa en abril de 1960 (cf. I, 19; 357; III, 184), probablemente no hay que entender este adjetivo como si la Familia hubiera llegado a su punto culminante y que ahí concluyera definitivamente. En una hoja introducida en la solapa de un cuaderno personal que comienza en octubre de 1957 y termina en 1963, figura una declaración con la firma entera del propio Sac. Santiago José Alberione (fechada en Ariccia, 10 de agosto de 1963), donde afirma: «Esta es la santa herencia que dejo a mis sucesores para que completen la obra», refiriéndose a los Institutos femeninos, todos los cuales deberían tener «junto a ellos con fin paralelo un correspondiente Instituto masculino».

33 Cf. I, 285.

34 De todos modos, decir que el P. Alberione presta poca atención al movimiento femenino, parece fuera de lugar.

35 Testimonio escrito del P. Renato Perino el 10 de junio de 1995.