Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

Haga una búsqueda

BÚSQUEDA AVANZADA

INSTRUCCIÓN X
MARÍA, DISCÍPULA Y MAESTRA

Nota sobre la Pía Unión Apostolado de Técnicas Audiovisuales

Se trata de una tercera Pía Unión específica para las técnicas audiovisuales al servicio del Evangelio y de la Iglesia. Por sus estatutos podemos comprender su espíritu, su naturaleza y su fin:
1. - La Pía Asociación «Apostolado de Técnicas Audiovisuales» es un ente religioso que tiene como fin divulgar la doctrina de la Iglesia por medio de las técnicas audiovisuales (cine, televisión, radio y discos) y especialmente llevar a la práctica las enseñanzas y las exhortaciones de los sumos Pontífices expresadas de manera especial en las encíclicas Vigilanti cura y Miranda prorsus, en los discursos sobre el film ideal y en la actas y discursos de S.S. Juan XXIII.
La Asociación tiene una finalidad eminentemente espiritual: comunicar a Cristo camino, verdad y vida a las almas y llevar a las que trabajan con este fin los tesoros espirituales que se derivan de la acción apostólica asociada.
2. - Con este fin, se propone:
a) reunir a todas las personas que trabajan para este apostolado;
232
b) apoyar espiritual y moralmente a todas estas personas en su difícil tarea;
c) hacerlas conscientes y partícipes de todas las ventajas espirituales que el apostolado puede ofrecerles;
d) asegurar mejor el éxito de este apostolado con la unión de oraciones, estudio y actividades, así como con la colaboración y la ayuda mutuas.

* * *

Art. 263. Como se vitupera la excesiva solicitud por las cosas relativas al cuerpo, así se recomienda a todos el moderado y prudente cuidado de las fuerzas del cuerpo y de la salud, que son un don precioso del Señor, a fin de que cada uno pueda dedicarse con mayor entereza y por más tiempo al servicio divino. Quien, por consiguiente, comprendiere que algo daña notablemente a su salud, expóngaselo confiada y humildemente al Superior; los Superiores, por otra parte, cuiden con solicitud particularmente de la salud de sus súbditos.
Art. 270. Cuando el enfermo se hallare en grave peligro de muerte, renueve la profesión religiosa. Vea el Superior el modo de que sea ayudado el moribundo con las preces prescritas por la santa Iglesia para los moribundos en tiempo oportuno.
Art. 271. Muerto un religioso, debe avisarse a todos los miembros de la Sociedad para que le apliquen cuanto antes los sufragios prescritos por las Constituciones.
Art. 272. La caridad con que viven unidos los miembros entre
233
sí, no se disuelve con la muerte, sino que se torna mejor. Por esto los funerales y sepultura de nuestros difuntos han de ser dignos, pero sin salirse de las costumbres de los religiosos, y se ha de procurar socorrerlos con sufragios más abundantes. Empero, mientras uno vive, mire por sí mismo, haciendo penitencia por las culpas cometidas y lucrando sagradas indulgencias, para que una vez muerto no se exponga al peligro de permanecer demasiado tiempo en el Purgatorio.

Por María Maestra a Jesús Maestro

Nuestra devoción a Jesús divino Maestro se perfecciona cuando la prepara y precede la devoción a María Maestra.
León XIII escribe en la encíclica Adjutricem populi christiani (1895): «...es verdad evidente que María debe ser considerada Madre de la Iglesia, Maestra y Reina de los Apóstoles, a quienes comunicó los divinos oráculos que conservaba en su corazón».
Así pues, María Maestra. Si se dice «per Mariam ad Jesum»,1 también será digna [de fe] la frase «per Mariam Magistram ad Jesum Magistrum».2 Primero fue alumna, luego Maestra, Madre y tutora de los maestros.

El Maestro, camino, verdad y vida

El concepto pleno y comprensivo de maestro en relación con cada hombre y con toda la humanidad, para una elevación humana y sobrenatural, se encarna en Cristo:
234
«Yo soy el camino, la verdad y la vida». San León Magno escribe: «En vano nos llamaríamos cristianos si no nos conformáramos con Jesucristo, que se declaró camino para que la vida del Maestro fuera forma para el discípulo». Lo mismo dice santa Catalina de Siena.
En la encíclica Divini illius Magistri escribe Pío XI: «Puesto que la educación consiste esencialmente en la formación del hombre... está claro que en el orden presente de providencia... es decir, desde que Dios se ha revelado en su Hijo unigénito, que es sólo camino, verdad y vida, no puede haber más educación perfecta adecuada que la educación cristiana».
Esta conformidad con Jesucristo, «conformes fieri imagini Filii sui»,3 comprende a todo el hombre: inteligencia, sentimiento y voluntad.
Clemente Alejandrino, hablando de educación, observaba que, si alguien se acerca a Platón, aprende a ser filósofo; así también, si uno se acerca a Jesucristo, conseguirá una formación perfecta sobre la imagen del Maestro divino y llegará a vivir como el Dios-Hombre.

María, camino hacia Jesús

Jesucristo es hombre, pero también es Dios, y dada nuestra debilidad humana, tendremos dificultades para formarnos conforme a su modelo. Con el fin de hacer que nuestra conformación con él nos resultara asequible, el Señor, en su amor infinito, quiso socorrer nuestra fragilidad ofreciéndonos un camino sencillo y fácil: María, la criatura amabilísima y santísima. María es camino hacia Jesucristo y Jesucristo es camino hacia el Padre.
235
Debemos imitar a Dios conformándonos con la obra de su sabiduría y de su amor.
Y como el Hijo de Dios pasó a través de María en la obra de nuestra redención, «conceptus de Spiritu Sancto, natus ex Maria Virgine»,4 así el Señor aplica a todo hombre la salvación y la santificación por medio de María, la vida y el aumento de la vida: «Salve Regina... vita»; «vitam datam per Virginem, gentes redemptae, plaudite».5 María es quien nos da a Jesús y lo forma en nosotros.
Es el estilo de Dios, que no lo cambia una vez que lo ha adoptado, del mismo modo que un hábil arquitecto, cuando construye un templo para Dios, sigue su propio estilo incluso en los detalles, como los manteles del altar, las vinajeras y el atril.
Es lo que hizo Jesús. Cada uno de sus actos es directivo, más aún, ley. Es camino para nosotros en este primer paso de la encarnación y debemos seguir por el camino que nos ha trazado. Vino como Maestro a través de María.

Maestra para Jesús y para nosotros

Por este altísimo cometido de María, Maestra para Jesús y para nosotros, el Señor la adornó con privilegios, dones y poderes adecuados. León XIII dice que María fue Maestra para los apóstoles y para los primeros cristianos, pues ella, «edificó admirablemente a los fieles con la santidad del ejemplo, con la autoridad del consejo, con la suavidad del consuelo y con la eficacia de sus oraciones». Jesús
236
es Maestro por ser camino, verdad y vida, y María es Maestra por tener santidad, sabiduría, gracia y vida.
Jesús es Maestro absoluto y único; María lo es por participación, dependencia y relación con Jesucristo. Del mismo modo que es Corredentora y Reina en dependencia y participación con Jesucristo redentor y rey.

1. La santidad del ejemplo de María

La gracia de un alma es como la raíz por la que la planta echa ramas, hojas, flores y frutos. Las virtudes crecen en el alma de acuerdo con la gracia. Se comprende, pues, que María, siendo «gratia plena», se elevara al más alto grado de virtud y santidad. En ella son copiosísimas las virtudes teologales, cardinales y morales, las bienaventuranzas y los frutos del Espíritu Santo.
Son acertadas las palabras de León XIII en la encíclica Magnae Dei Matris: «Brilla en esta Madre el ejemplo de todas las virtudes».
Es un ejemplo providencial para que, meditándolo nosotros, no nos perdamos de ánimo ni nos inquietemos, como puede suceder al considerar las perfecciones divinas de Jesús, sino que nos sintamos más atraídos al considerarlas en María, pura y santísima criatura como nosotros.
Este pensamiento es también de Pío X en la encíclica Ad diem illum. Debemos conformarnos con Cristo, pero como él es Dios además de hombre, el Señor se adaptó a nuestra debilidad y podemos conformarnos con Cristo siguiendo el camino fácil, María. Su ejemplo materno nos invita y nos atrae.
237
Son casi iguales las invitaciones de santo Tomás de Aquino y de santo Tomás de Villanueva cuando dicen: «Cada santo se ha especializado en una virtud, en la fe, la obediencia, la caridad, el celo... María, en cambio, tiene todas las virtudes y en cada una de ellas es eminente. Las incluye todas y en cada una de ellas supera a todos los santos». De ahí la conclusión siguiente: «Leed con frecuencia este libro (María) escrito dentro y fuera por el dedo de Dios. Leed en él la santidad, la pureza, la prudencia, la caridad, la mansedumbre, la humildad..., más aún, leed en él la plenitud de las virtudes».

2. María vida: eficacia de sus oraciones

La Iglesia nos enseña en la Salve Regina a saludar a María como vida, e incluso la llama Mater divinae gratiae6 en las letanías. Ella no es autora de la gracia, pero la comunica por su misión. Es la Madre, porque Jesús-vida pasó a través de ella.
En María está la vida. No sólo participó de la gracia adquirida por su Hijo Jesús, como es nuestro caso, sino que con Jesús y en dependencia de él colaboró para reproducirla en su vida y especialmente durante la pasión de su Hijo, compartiendo sus dolores: «tuam ipsius animam pertransibit gladius».7 De este modo, cuando por vez primera y como de su fuente recibimos la gracia-vida, recibimos los méritos de Jesucristo y participamos de ellos, y posteriormente de los méritos de María por la comunión de los santos.
238
La comunica especialmente en tres momentos.
a) En Nazaret nos concibió. Nuestra concepción espiritual se verificó en el misterio de la encarnación. Sin la encarnación, todos estaríamos aún sepultados en la muerte del pecado. Ahora bien, Dios llevó a cabo la encarnación en María y quiso que su cooperación fuese libre, consciente y necesaria.
Su fiat era un acto de aceptación de nuestra concepción sobrenatural y de su maternidad sobre nosotros.
b) En el Calvario nos engendró. El misterio de la encarnación llega a su cumplimiento en el misterio de la redención. Cristo nos mereció con su muerte que pudiéramos vivir definitivamente de su vida. Lo que ya existía vino a la luz.
Por consiguiente, del mismo modo que nuestra generación espiritual, comenzada en el misterio de la encarnación, llegó a su plenitud en el de la redención, así la maternidad espiritual de María, que comenzó en Nazaret, llegó a su plenitud en el Calvario, y allí se la proclamó.
c) En la fuente bautismal nos engendra individualmente. La fuente bautismal es el Belén de cada uno de nosotros.
En el momento de nuestro nacimiento, desde el punto de vista sobrenatural, somos algo parecido a seres que nacen muertos, y por eso necesitamos que la vida, que a todos nos mereció la muerte de Cristo, se nos infunda particularmente a cada uno. Esta infusión la realiza María. De este modo, el hijo del hombre se convierte en hijo de Dios.
239
El arcángel Gabriel la saludó llena de gracia. Así aparece en la doctrina común de la Iglesia: María es la mediadora y distribuidora de la gracia adquirida por Jesucristo con la cooperación de ella.

3. María tiene sabiduría: autoridad de su consejo

Si María es la llena de gracia, será también la llena de sabiduría. Y es que la primera gracia para la humanidad y para cada hombre es la sabiduría celestial, la luz divina, la verdad. Las demás gracias la siguen o la acompañan.
La Iglesia invoca a María Sedes sapientiae, Mater boni consilii, Regina apostolorum.8
Más que de ciencia profana, se trata de la ciencia que une a Dios y hace partícipes de la ciencia de Dios.
María debía ser la Madre de Jesús Maestro «forma Dei» «forma Christi».9 Según la liturgia, Dios formó en María un sagrario digno del alma y del cuerpo de su Hijo.
Es válido este principio que entre los mariólogos más distinguidos se convierte en axioma: todo lo bueno que Dios concedió a los ángeles, a los santos y a las criaturas debió concedérselo también a su Madre, y por tanto todos los privilegios de naturaleza, de gracia y de gloria distribuidos entre las criaturas, fueron también distribuidos a María y conjuntados en ella, pero en grado eminente, es decir, real, porque debía ser Reina de los profetas, apóstoles, mártires, confesores y vírgenes, de todos los ángeles y santos. Dante, el teólogo poeta, expresa esto con breves palabras:
240
«(María) en ti se acumula/cuanto de bondad hay en criatura».10
María fue Maestra. No escribió tratados ni erigió una cátedra de enseñanza, ni predicó, porque la predicación pertenece al sacerdote. Pero había en ella tal ciencia divina que cada una de sus palabras era una demostración y suponía en ella claridad plena sobre los dogmas fundamentales, como el pecado, la satisfacción, la Iglesia y la salvación.

Ciencia y sabiduría

En María se encontraron los tesoros más ricos de la sabiduría y de la ciencia. Los teólogos distinguen tres clases de ciencia: la ciencia adquirida, propia del hombre; la ciencia infusa, propia de los ángeles, y la ciencia beatífica, propia de Dios.
San Anselmo afirma sobre esto: «Cristo, según el Apóstol, es sabiduría y poder de Dios y en él se encuentran todos los tesoros escondidos de la ciencia y la sabiduría de Dios. Pero Cristo está en María, y por tanto la sabiduría y el poder de Dios y todos los tesoros escondidos de la ciencia y la sabiduría están en María» (Homil. in Intravi in quoddam castellum).
«Legis scientiam et prophetarum vaticinia, quotidiana meditatione, Maria cognoverat»,11 afirma Orígenes (Homil. 6, in Lucam).
En María está la verdad. Nosotros creemos en Dios uno y trino, en la encarnación, en la redención, en la Iglesia, en el apostolado. María vivió estos misterios. En la Anunciación se encuentra el conocimiento y la obra de la santísima Trinidad en ella;
241
en ella se realiza la encarnación, la unión de la naturaleza divina a la humana, dada por María, en unidad de persona; en sus 33 años de vida, Jesús es el Redentor y María colabora con él según su condición, desde el momento que en ella se formó su sagrada humanidad, hostia de propiciación; María fue el primer miembro de la Iglesia, porque por obra del Espíritu Santo concibió a Jesús, Cabeza del Cuerpo místico; colaboró con la Iglesia en el cenáculo y en los días de sus primeros pasos.

Conclusión

Tres aplicaciones:
[1] La Familia Paulina tiene la misión de hacer conocer, imitar y vivir a Jesucristo en cuanto Maestro, y realizará santamente esta misión de privilegio haciendo conocer, amar y suplicar a María Maestra: dedit orbi Magistrum Jesum, qui est benedictus fructus ventris sui.12
[2] El magisterio paulino será inmensamente más eficaz si está inspirado, guiado y alentado por María: Ipsa duce non fatigaris.13 Nadie querrá prescindir de una ayuda tan grande.
[3] El discipulado paulino debe injertarse enteramente en María, quien formará en cada aspirante a Jesucristo, y eso quiere decir convertirse en cristianos, en apóstoles, en santos.
Todo maestro auténtico y completo tiene en María luz, ejemplo, protección y consuelo. Hay unos lazos precisos entre María y el cristiano, pero los lazos que hay entre María y el maestro superan con mucho los habituales,
242
y más aún si se trata de un maestro formador de religiosos y sacerdotes.
Para comprenderlos es preciso conocer la parte que tuvo María en la obra de la redención y que ahora desempeña en la aplicación de la redención misma.
San Epifanio escribe saludando a María: «Alégrate, María, libro inabarcable, que propusiste al Verbo, Hijo del Padre celestial, a la lectura del mundo».
Y dice el obispo san Tarasio: «Alégrate, amada hija del Padre celestial, porque por ti Dios ha sido conocido en los confines del mundo... Alégrate, María, porque brillas más que la luz del sol».
San Cirilo de Alejandría añade: «Por ti anunciaron los ángeles la salvación de las gentes...; por ti es alabada y adorada en todo el mundo la preciosa Cruz...; por ti huyen los demonios y el hombre es llamado al cielo; por ti toda criatura, esclava del error de los ídolos, se convirtió a la luz de la verdad; por ti los fieles han llegado al santo bautismo y se han fundado iglesias en todo el mundo». Además, según este mismo doctor, María fue «el cetro de la fe ortodoxa».
El discípulo puede aprender de la alumna María a dejarse formar humildemente por el maestro que enseña, que precede, que ama y que ora por él.
El maestro no debe nunca dar por terminada su enseñanza ni dejar de utilizar los medios modernos más eficaces y rápidos para difundir el mensaje divino.
Todos en la Iglesia estamos llamados a algún apostolado
243
y todos recibimos en la confirmación las gracias para realizar el apostolado de la oración, del buen ejemplo, del sufrimiento, de las ediciones, de las vocaciones, etc. Todos pueden contribuir a la edificación del Cuerpo místico de Jesucristo.14
244

1 «A Jesús por María».

2 «Por María Maestra a Jesús Maestro».

3 «Ser conformes con la imagen de su Hijo» (Rom 8,29).

4 «Concebido por obra del Espíritu Santo, nacido de la Virgen María».

5 «Pueblos redimidos, aplaudid la vida dada a través de la Virgen» (himno de Laudes del común de la Virgen María).

6 «Madre de la gracia divina».

7 «Y a ti una espada te atravesará el corazón» (Lc 2,35).

8 «Trono de la sabiduría, Madre del buen consejo, Reina de los apóstoles».

9 «Forma de Dios, forma de Cristo».

10 D. Alighieri, La Divina Comedia, Paraíso XXXIII, 20-21.

11 «Con la meditación cotidiana, María aprendió a conocer la ley y los vaticinios de los profetas».

12 «Dio al mundo a Jesús Maestro, que es el fruto bendito de su vientre».

13 «Con su guía no te cansarás».

14 El contenido de esta instrucción sobre María discípula y maestra está recogido en gran parte del San Paolo de noviembre-diciembre 1959 (cf. CISP 1331-1351), posteriormente publicado como opúsculo. Hay que tener presente ese opúsculo original para comprender plenamente la articulación del pensamiento alberoniano. - Es notable la presentación de Silvano M. De Blasio en Maria Discepola e Maestra, Ed. Archivo Histórico General de la Familia Paulina, 1987

2 , pp. 40.