Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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INSTRUCCIÓN VIII
MEDIOS TÉCNICOS DE APOSTOLADO

Anotaciones varias

Hay diablos para todas las edades y para todas las categorías de personas.
Debemos recordarnos del demonio meridiano, en la mitad del camino de nuestra vida. Se presenta bajo diversos aspectos, en actitudes engañosas, pero en el fondo con un orgullo no satisfecho, con una sensualidad que parecía dominada y se ha despertado violentamente, y especialmente con una piedad insuficiente.
El período de formación de una personalidad definitiva es extremadamente delicado y peligroso.

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Cada uno de los hermanos discípulos, a fin de enriquecerse con más méritos, según se estableció en el Capítulo, tiene derecho a que cada mes se le aplique una misa según sus intenciones. El mismo discípulo la pedirá.

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Los discípulos de otras naciones piden desde distintos puntos la posibilidad de venir a Italia durante 6-12 meses para prepararse a la profesión
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perpetua. La Casa general considera esto muy útil y desea que se les conceda.

Instrumentos y finalidades

Actualmente nuestro apostolado usa especialmente como medios técnicos para el Evangelio la prensa, el cine, la radio y la televisión.
Tienen de común la redacción, la técnica y la difusión.
Su finalidad es la gloria de Dios y la paz de los hombres.
Pueden desempeñar una acción sólo negativa, es decir, dirigida a mantener alejado el mal, el pecado, la perversión.
Por eso hay películas, libros y retransmisiones diversas para pasar el tiempo libre de forma inocente, sin contenido positivo de instrucción, de perfeccionamiento en la vida, etc.
Pueden también desempeñar una acción positiva, es decir, de cultura, de ciencia, de interés artístico, religioso, económico, etc.
Y pueden unir lo útil con lo agradable: esparcimiento al mismo tiempo que edificación, conocimientos varios, como noticiarios, temas de industria, cocina, inventos, geografía, lenguas, etc.
¿Y cuándo son realmente apostolado positivo? Cuando tratan de la fe, de las costumbres y del culto; cuando ilustran el catecismo con explicaciones e imágenes; cuando las películas y filminas presentan la historia sagrada, los sacramentos, la vida de Jesucristo; cuando presentan la vida de los santos, la historia de la Iglesia, los acontecimientos religiosos, etc.
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La eficacia de los medios de comunicación social

La eficacia depende de varias cosas:
a) del interés del tema;
b) de la atracción que ejerce el modo de presentarlo;
c) de la cantidad de personas que lo ven o escuchan;
d) las facultades y los sentidos que ponen en juego.
Los últimos inventos del cine, la radio y la televisión no han menoscabado la intensidad del influjo de la prensa. Incluso han ampliado su radio de acción y forman con ella un bloque unitario en el apostolado de las ediciones.
Prensa, cine, radio y televisión marchan hoy unidas. Se trata de cuatro fuerzas que se complementan, de cuatro dominadores del pensamiento y del mundo.
Son conquistas, «progresos del arte, de la ciencia, de la propia perfección técnica y de la industria humana que, siendo verdaderos dones de Dios, deben ordenarse a su gloria y a la salvación de las almas».

Normas para el cine

Art. 252. Lo dicho hasta ahora acerca del Apostolado de las Ediciones ejercitado por medio de la prensa, cambiando lo que se debe cambiar, debe aplicarse a los demás medios con que la Sociedad efectúa el apostolado de la propagación de la doctrina cristiana, según su fin específico, como se describe en el art. 2.
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Art. 253. En manera especial deben los Superiores dirigir sus solicitudes al arte cinematográfico, que tan poderosa influencia ejerce sobre las multitudes y lo mismo puede arrastrar al bien que al mal, de modo que sirva de ayuda para la salvación de las almas y prosperidad de la misma sociedad civil, como medio eficacísimo de apostolado.
Art. 254. Las cintas cinematográficas o películas que se editan por cuenta de la Sociedad o también las producidas por otros, pero que después de un diligente examen y censura son presentadas y divulgadas por la Sociedad, tiendan más bien que a evitar sólo el mal a imbuir en los ánimos de los espectadores los principios de la ley natural y evangélica y muevan realmente a la virtud con su maravillosa eficacia.
Art. 255. Por tanto, hay que aspirar a producir películas cinematográficas, que aunque sirvan para honesto solaz del cuerpo y del espíritu, se ajusten siempre a las normas de rectitud, inciten a los espectadores a la integridad de la vida y a una recta educación. Debe, pues, la Sociedad trabajar con gran empeño para que se publiquen reportajes cinematográficos en que ex profeso se enseñe la doctrina católica; y acerca de esto, téngase en cuenta, hechas las debidas aplicaciones, lo que se dijo en los artículos 229-232, acerca del cargo de redactor.

Pío XII ha escrito: «Es ya bien conocida la extensión y la eficacia de este invento del ingenio humano. Una extensión que podemos decir abarca toda la vida: individual, familiar, social, intelectual, moral y religiosa, literaria y artística, económica y política, nacional
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e internacional. Una eficacia que supera a los demás medios de divulgación de las ideas y de educación de la juventud y del pueblo.
»El cine, en efecto, ejerce en la inteligencia humana un poder psicológico que puede considerarse sugestivo, pues se apodera de todo el hombre y afecta a todas las potencias sensibles y espirituales. Ni siquiera pide al espectador el esfuerzo de pensar, de reconstruir, de imaginar escenas, como exigiría una simple novela.
»Una eficacia que, unida a la extensión, puede remover o consolidar -según sea el cine bueno o malo- los cuatro goznes de la convivencia humana: la juventud y la familia, el orden social y el orden religioso.
»Estas consideraciones adquieren mayor gravedad por el hecho de que el cine, más que al individuo, habla a la multitud, y lo hace en unas circunstancias de tiempo, de lugar y de ambiente enormemente propicias para suscitar un entusiasmo poco común para bien o para mal, es decir, conduce a una exaltación colectiva que puede asumir -como la experiencia por desgracia enseña- formas incluso morbosas».

Normas para la radio

Art. 260. La Pía Sociedad de San Pablo, según su fin especial, debe también aspirar a que la radio y la televisión sean un medio válido de
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apostolado, es decir, sirvan para la predicación de la palabra de Dios. Donde haya posibilidad, la Sociedad puede también tener sus propias estaciones emisoras.
Art. 261. No se difunda nada por la radio y la televisión que no se amolde a los fines específicos de la Sociedad; sobre esto vigilen con cuidado particular los Superiores. Las audiciones radiofónicas y televisivas deben ser siempre un ministerio para la salvación de las almas; por tanto deben adaptarse directa e indirectamente a las cosas que tocan a la religión, la fe, las costumbres y el culto. Sobre este particular también, hechas las debidas referencias, deben aplicarse los principios que se fijan en los artículos 229-232 acerca del cargo de redactor.

Meditemos las palabras de Pío XII dirigidas a los participantes en la Conferencia Internacional de Radiodifusión de alta frecuencia (1950): «Suelen oírse lamentos en torno a los desastres de la radio y su colaboración en la perversión de las inteligencias y las costumbres. Pero ¿tendremos que privarnos nosotros o privar a los demás de las ventajas que tenían en su finalidad providencial por el hecho de que la malicia de algunos abuse de sus utilidades? Indudablemente, debemos condenar y rechazar los abusos, y aún más tomar todas las medidas de mayor eficacia para reprimirlos. Pero asimismo, teniendo en cuenta los beneficios que supone para las generaciones, debemos valorarlos y conseguir que su utilidad, gracias a la actividad de hombres de ciencia y conciencia, supere y neutralice la maldad de especuladores indignos.
»El bien que produce es incalculable en todos los campos. Incluso en el directamente práctico, ¿quién podrá alabar suficientemente los inmensos servicios hechos por la radiodifusión en
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casos de urgentes necesidades y de extremo peligro? ¿Quién podrá expresar la utilidad social de las informaciones y los intercambios de noticias entre todos los miembros de la gran familia humana? ¿Quién podrá valorar la aportación que supone para la cultura general la posibilidad de escuchar las conferencias y las lecciones más diversas, de gustar los encantos de una dicción agradable y una hermosa música?».

Normas para la televisión

Art. 262. Para conseguir más plenamente los fines de la Sociedad, recuerden los Superiores, conforme al precepto de san Pablo nuestro padre, que la palabra de Dios no sufre ataduras; y que el progreso humano les ofrece siempre medios más eficaces y ubérrimos, que no deben despreciarse inconsideradamente ni recibirse a la ligera. Por lo demás, el examen y juicio sobre la utilidad y conveniencia de los medios pertenecen al Superior general con su Consejo, salva siempre la autoridad de la Sede apostólica.

Escuchando a Pío XII nos formamos una conciencia cada día más clara del nuevo y poderoso medio para el apostolado y los peligros que comporta cuando se abusa de él.
Decía el Papa: «Nos complace, no obstante, detenernos de manera especial en la parte que la televisión no dejará de tener en la difusión del mensaje evangélico. Conocemos, al respecto, los consoladores resultados conseguidos por la labor de los católicos en las naciones donde la televisión funciona desde hace
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algún tiempo. Pero ¿quién podrá imaginar los horizontes nuevos y múltiples que se abrirán al apostolado cristiano cuando las cadenas televisivas extendidas por todas las partes del globo permitan a todos contemplar mejor la vida vibrante de la Iglesia? Nos agrada pensar que entonces se consolidarán aún más los vínculos espirituales de la gran familia cristiana y podrá llegar a los hombres, mejor iluminados por la luz del Evangelio gracias a este maravilloso invento, un conocimiento mayor, una mejor profundización y una dilatación más amplia del reino de Dios en el mundo.
»Estas consideraciones no deben, a pesar de todo, hacernos olvidar otro aspecto de este tema tan importante y delicado. Si es verdad que la televisión bien ordenada puede constituir un medio eficaz de educación sabia y cristiana, lo es también que no está libre de peligros por los abusos y las profanaciones en las que podría caer por la debilidad y la malicia humanas, peligros tanto más graves cuanto mayor es el poder de sugestión de este instrumento y más vasto e indiscriminado el público al que se dirige».

Consecuencias

1. Las Constituciones proyectan un camino inmenso a las actividades apostólicas paulinas para todas las capacidades y en todos los tiempos.
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2. Nos sentiríamos cohibidos al considerar la amplitud de nuestras tareas si nos faltara la fe en la misión que Dios nos ha encomendado. Por tanto, el primer medio ha de ser una oración que proceda de una gran fe.
3. Para el religioso, lo mismo que para los demás, existen dos reglas en relación con la prensa, el cine, la radio y la televisión: abstine, sustine.1 Abstine del mal, de lecturas, proyecciones, etc., ilícitas; sustine con un trabajo positivo, cotidiano y generoso por el apostolado.
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1 «Abstente y soporta».