Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

Haga una búsqueda

BÚSQUEDA AVANZADA

INSTRUCCIÓN VII
INTEGRACIÓN ENTRE LOS INSTITUTOS DE LA FAMILIA PAULINA

Se lee en el Génesis (3,14ss): «El Señor dijo a la serpiente: Yo pongo enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te aplastará la cabeza y tú sólo tocarás su calcaño...». A Adán le dijo: «Por haber hecho caso a tu mujer y por haber comido del fruto prohibido, maldita sea la tierra por tu culpa...».
Más adelante, en el versículo 20, está escrito: «El hombre llamó Eva a su mujer, porque ella fue la madre de todos los vivientes. El Señor Dios hizo al hombre y a su mujer unas túnicas de piel y los vistió...».
Así anunciaba Dios al Redentor y a la Corredentora.
En Isaías [7,14] se repite y aclara el término: «El Señor mismo os dará una señal. Mirad: la virgen encinta da a luz un hijo, a quien ella pondrá el nombre de Emanuel». Isaías (9,5): «Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; sobre sus hombros el imperio, y su nombre será: Consejero admirable, Dios potente, Padre eterno, Príncipe de la paz».
180
* * *

Art. 185. En las casas de estudios no coloquen los Superiores sino a religioso que sirvan de esforzado ejemplo de observancia religiosa y reine en ellas perfecta vida común; de lo contrario, los estudiantes no pueden ser promovidos a las sagradas órdenes.
Art. 186. Respecto a los demás religiosos que hayan de colocarse en las casas de los estudios, obsérvese lo prescrito en el artículo 40 y estatuido para el noviciado.
Art. 187. Durante el período completo de los estudios los religiosos sean encomendados al cuidado especial de un prefecto o maestro de espíritu, el cual habrá de forma sus almas para la vida religiosa con avisos oportunos, instrucciones y exhortaciones. El prefecto o maestro de espíritu debe poseer las cualidades que se requieren en el maestro de novicios, según la norma de los artículos 43 y 46. También para los jóvenes aspirantes se ha de nombrar un prefecto o maestro que cuide especialmente de su formación.
Art. 188. En las casas de estudios haya un Consejo integrado por los sacerdotes que desempeñan el cargo de maestros, conforme al artículo 187, o ejercen las funciones de enseñar, de quienes reciba el Superior luz y ayuda para la formación de los jóvenes clérigos, especialmente cuando se trata de alumnos que han de ser promovidos a las sagradas órdenes o han de ser admitidos al noviciado o a la profesión.
Art. 189. Si el maestro de espíritu es a la vez confesor, no puede dar su voto para la admisión a la profesión o a las sagradas órdenes.
181
Art. 190. Póngase gran cuidado al elegir a los maestros, que deben sobresalir no sólo en la verdadera ciencia y consiguiente facilidad para explicarla a los discípulos, sino también por una reconocida observancia religiosa y piedad sacerdotal; sepan, además, cumplir el encargo que se les ha encomendado con gran celo y diligencia en su integridad.
Art. 191. En cuanto a los confesores para las casas de estudios, servatis servandis, vale lo prescrito para el noviciado.

Dios creó al hombre y a la mujer

El Señor creó al hombre y a la mujer, ordenándoles entre sí e infundiéndoles las aptitudes, las cualidades y las tendencias correspondientes, lo que les convirtió en complementarios entre sí: erunt duo in carne una.1 Dios instituyó el matrimonio y la primera sociedad, la sociedad conyugal.
Después de la creación de Adán, hecho a imagen y semejanza de Dios, el Señor dijo: No es bueno que el hombre esté solo, le daré una ayuda apropiada, Eva.
La narración bíblica -la mujer formada de la costilla de Adán- se interpreta en sentido simbólico: no que la mujer tenga que estar bajo los pies del hombre como esclava, ni por encima de él para mandarle; sino como compañera del hombre, a su lado, como ayuda: «adiutorium simile sibi».2
La naturaleza es símbolo y sujeto de la gracia y de la redención. En la redención cooperan Jesucristo y María: Jesús, como parte primera y necesaria; María, como parte segunda y dependiente.
182
La mujer es especialmente una ayuda espiritual para el hombre, pero tiene también una parte necesaria en la generación y educación de los hijos.
Por eso Jesucristo, que vino «ut vitam habeant et abundantius habeant»,3 quiso a María a su lado para devolver al hombre la vida de gracia que había perdido. Le decimos: «Salve, Regina, mater misericordiae, vita...».4
Dios creó inmaculada el alma de María. El arcángel Gabriel la saludó «gratia plena». Ella ocupó el primer puesto en la redención al dar al Hijo de Dios carne humana: «fiat mihi secundum verbum tuum»;5 «et Verbum caro factum est».6 De este modo nosotros recibimos de María al Maestro divino, a la hostia de reparación, al Sacerdote eterno, al fruto bendito de su seno: Jesús.
Cooperó acompañando a Jesús en el cumplimiento de la voluntad del Padre y de las profecías: nace en Belén, le adoran los Magos, es presentado en el templo y vuelve de Egipto. Vive en la obediencia su vida privada. Su primer milagro y primera manifestación como Hijo de Dios se verifican por intercesión de María.
Cooperó en el Calvario ofreciendo a su Hijo y sus propios sufrimientos por la salvación de todos. Cooperó en los comienzos de la Iglesia, en el cenáculo sostuvo la esperanza de los apóstoles, oró con ellos, vino el Espíritu Santo, consoló a los apóstoles en los primeros tiempos de su misión.
Ahora suscita vocaciones desde el cielo, acompaña la obra
183
sacerdotal y consigue una corona para los trabajos de los apóstoles de todos los tiempos.

Integración en la vida consagrada

La historia de la Iglesia como Cuerpo místico se desarrolla del mismo modo que la vida temporal de Jesucristo. La historia eclesiástica, en efecto, nos presenta la repetición de un hecho providencial, y generalmente junto a los Institutos religiosos masculinos encontramos los correspondientes Institutos religiosos femeninos: agustinos y agustinas, benedictinos y benedictinas, franciscanos y franciscanas, salesianos y salesianas, sacramentinos y sacramentinas, etc. Así suele ser la naturaleza de los espíritus, de las cosas y de los apostolados. Y cuando no hay Institutos colaterales, se busca algo que los supla, un complemento.
La mujer, aunque consagrada a Dios, necesita al sacerdote y el sacerdote tiene que servirse en muchos apostolados de la mujer, por ser propios de ella.
Por eso la divina Providencia hizo nacer junto a la Pía Sociedad de San Pablo a las Hijas de San Pablo, a las Pías Discípulas, a las Pastorcitas y a las Apostolinas (Regina Apostolorum).
Completan asimismo a la Familia Paulina:
el Instituto Anunciación de María Santísima;
el Instituto San Gabriel Arcángel;
el Instituto Jesús Sacerdote.
Son parte de la Pía Sociedad de San Pablo; dependen, según sus propias reglas, de su Superior general.
Tienen aprobación pontificia y definitiva.
184
Cada Instituto tiene su aprobación.
Cada Instituto tiene su gobierno.
Cada Instituto tiene sus Constituciones.
Cada Instituto tiene su administración.
Cada Instituto tiene su apostolado.
Todos los Institutos juntamente considerados forman la Familia Paulina.
Todos los Institutos tienen un origen común.
Todos los Institutos tienen un espíritu común.
Todos los Institutos tienen fines convergentes.

Asistencia paterna

Los Institutos femeninos gozan de la asistencia paterna del Superior general de la Pía Sociedad de San Pablo.
El Rescripto resulta de los artículos 351-352 de las Constituciones:

Art. 351. Salvo lo prescrito por el canon 500, § 3, el Superior general de la Pía Sociedad de San Pablo Apóstol tenga un cuidado plenamente personal y paternal cerca de las Hermanas de la Pía Sociedad de las Hijas de San Pablo Apóstol, de las Pías Discípulas del Divino Maestro y de las Hermanas de Jesús Buen Pastor, quienes por su origen, su espíritu y su fin parece constituyen con aquélla una sola familia, al objeto de ayudarlas paternalmente en la conservación de su propio
185
espíritu religioso, a conseguir su fin especial y en la preparación moral y doctrinal para el apostolado, proteja con firmeza la sólida constitución y unidad de espíritu y disciplina de cada una de estas Congregaciones, y de este modo promueva eficazmente su incremento.
Art. 352. Para poder cumplir con este cometido, el Superior general puede usar prudentemente de estos o parecidos medios:
a) Vigila paternalmente para que se dé a las Hermanas una recta, sólida y completa formación, tanto humana como religiosa, intelectual y apostólica, conforme a los estatutos de cada Congregación.
b) Salvo todo aquello que respecta a las visitas canónicas internas y externas, según las normas del Código y Constituciones, puede visitar paternalmente las casas de las Hermanas, para que si advirtiese algo no conforme con el espíritu religioso propio y las Constituciones, lo trate con la Superiora general. Procurará proveer en el Señor a todas estas cosas según norma de las Constituciones.
c) A salvo los derechos del Ordinario del lugar y de la Superiora general, conforme a la norma de los sagrados cánones y de las Constituciones, puede asistir al Capítulo general, especialmente cuando, acabadas las elecciones, se traten otros asuntos.
d) Asiste principalmente y por motivos especiales a las Hijas de San Pablo para llevar a buen fin el trabajo de la redacción y en su preparación para esta profesión.
e) Nombra a sacerdotes de la Pía Sociedad de San Pablo Apóstol para la previa censura de los libros que son editados
186
por las Hijas de San Pablo, conforme a sus Constituciones, es decir, en cuanto a la doctrina; firme siempre el derecho del Ordinario del lugar, según la norma del Código, antes de que se publiquen las ediciones.
f) Puesto que de la acción concorde de la Pía Sociedad de San Pablo y de las Hijas de San Pablo, se fomenta ciertamente el orden recto y estable del Apostolado de las Ediciones y se aumenta no poco su eficacia para bien de las almas, el Superior general vigila y se esfuerza por que el Apostolado de las Ediciones en lo tocante a la redacción, la técnica y la propaganda se promuevan en buena concordia y se coordinen según la norma de las Constituciones de ambas Congregaciones.

Unión de espíritu

La unión de espíritu. Se trata de una parte substancial. La Familia tiene una sola espiritualidad: vivir integralmente el Evangelio; vivir en el divino Maestro en cuanto camino, verdad y vida; vivirlo como lo comprendió su discípulo san Pablo.
Este espíritu forma el alma de la Familia Paulina. Aunque los miembros (constituidos por los Institutos unidos) sean diversos y actúen de forma variada, están unidos entre sí en Cristo y en el fin de la encarnación y de la redención: «Gloria a Dios, paz a los hombres». No hay ninguna espiritualidad especial, como podría suponer quien pensara en la espiritualidad benedictina, dominica, franciscana, cartujana, ignaciana, carmelita, salesiana, ligoriana,
187
etc., donde cada una tiene peculiaridades y características propias en relación con las demás.
El Evangelio nos une a todos. Vivido integralmente equivale a espiritualidad cristiana, que es la única, la verdadera, la necesaria espiritualidad para todos. Hay ocupaciones diversas, pero un único espíritu.
Amar al Señor con toda la mente, con todo el corazón, con todas las fuerzas y toda la voluntad. Amor al prójimo como a nosotros mismos. Con una doble función: alejar lo que es malo, el error, el vicio, el pecado, muerte del prójimo; llevar lo que es bueno: verdad, virtud y gracia.
Para realizar esto al máximo, debemos dejarlo todo para tomarlo todo. Asegurarnos el céntuplo y la vida eterna.
«Vivo ego, iam non ego; vivit vero in me Christus»:7 la mente de Jesús, el corazón de Jesús, la voluntad de Jesús.
Debemos ser miembros vivos y operativos del Cuerpo místico de Jesucristo. «Venite ad me omnes qui laboratis et onerati estis, et ego reficiam vos»;8 «Euntes in mundum universum: praedicate Evangelium omni creaturae».9
Alimentación común: la Eucaristía. A la presencia real corresponde la vista al santísimo Sacramento; al sacrificio corresponde la misa; a la vida corresponde la comunión.
Para mantener vivo este espíritu común, en la medida
188
de lo posible, especialmente en las casas generales femeninas y en los respectivos vocacionarios y noviciados, es conveniente el ministerio sacerdotal paulino para la predicación ordinaria y para las confesiones.

Advertencias

Las Pías Discípulas realizan parte de su actividad en las casas de la Pía Sociedad de San Pablo.
Es necesaria la discreción en las exigencias de horario.
Es necesario corresponder con una aportación justa.
Es necesaria una conveniente separación, exigida por los sagrados cánones y por la prudencia.
Es necesaria una estima, así como el respeto debido a quien está consagrado a Dios.
En cuanto a las relaciones, para los buenos acuerdos y la buena marcha, que traten de ello la Madre y el Superior de la casa.
La mayor aportación de las Pías Discípulas a la Familia Paulina son las horas de adoración.
La virtud de la prudencia en las relaciones con las hermanas es de la máxima importancia:
- han de tener el espíritu que se deriva de las Constituciones: no hay que darles otro;
- tienen abundancia de sentimiento: que lo conserven entero para el Señor.
189
Prudencia en el confesonario, en el púlpito, en las relaciones necesarias de apostolado.
«La Iglesia y la sociedad -proclamó el papa Pío XII el 23 de abril de 1950- deben mucho a estas vírgenes consagradas. Realmente no existirían si Dios no las suscitara constantemente entre todos los pueblos con su inspiración sobrenatural. ¿Quién ocuparía dignamente su puesto? Que todos aprendan, por tanto, no sólo a alabarlas debidamente, no sólo a ayudarlas según las posibilidades y a gozar libremente de sus favores y sus servicios, sino también, cada cual según su condición, a tender a esa perfección de virtud de la cual sólo se pueden recibir beneficios saludables».
«Difícilmente - escribe el P. Lombardi- se puede pensar en el mundo una realidad más hermosa que ese ejército de vírgenes consagradas. El paganismo produjo algunas, incluso constriñéndolas exteriormente, para el decoro de cultos particularmente importantes. La Iglesia dispone siempre de centenares de miles que se ofrecen con alegría y que se rejuvenecen cada año con nuevos grupos de hermanas.
»En un momento tan grave como el nuestro, con mil empresas que llevar a cabo, el problema característico en relación con las religiosas es aprovechar todo su valor, hacer que sirvan a la edificación de la edad nueva con la aportación total de su generosidad y de sus inmensas posibilidades.
190
»No parece exagerado afirmar que entre las riquezas de fuerzas actualmente a disposición y que mejor pueden ser aprovechadas para el bien del género humano, se encuentra la de las religiosas, que puede guardar las más risueñas sorpresas para un futuro no lejano...».
Conviene no hacerse ilusiones y recordar que hay obras que requieren espíritu de piedad robusta, otras que exigen paciencia y sacrificio y otras que reclaman desinterés, y ordinariamente sólo las religiosas son capaces de realizarlas.
191

1 «Serán los dos una sola carne» (Gén 2,24).

2 «Una ayuda apropiada» (Gén 2,18).

3 «Para que tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn 10,10).

4 «Dios te salve, reina y madre de misericordia, vida...» (himno Salve Regina).

5 «Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38).

6 «Y el Verbo se hizo carne» (Jn 1,14).

7 «Ya no soy yo quien vive; es Cristo quien vive en mí» (Gál 2,20).

8 «Venid a mí todos los que estáis cansados y oprimidos, y yo os aliviaré» (Mt 11,28).

9 «Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura» (Mc 16,15).