Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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CAPÍTULO III
FUNCIONES

§ 1. - LAS FUNCIONES EN GENERAL

El sacerdote, como ministro de Dios, debe esmerarse en el culto externo, pues es el que tributa a Dios el honor que le es debido. Y si el hombre, por estar dotado de alma y cuerpo, debe expresar con él su sometimiento al Señor, es el sacerdote quien debe precederle y representar al pueblo. Más aún: el sacerdote debe dar al culto externo el máximo esplendor también como salvador de las almas, pues la dignidad y la majestad de las funciones católicas sirven para conservar y despertar la fe, hacen concebir los mejores propósitos de una vida virtuosa y despiertan y dan seguridad al espíritu cristiano.
Consideremos primeramente alguna cosa en general para pasar a continuación a otros detalles.
1º. En las funciones, en la medida que lo permitan la liturgia y las normas canónicas y sinodales, es muy importante que haya cierta variedad. La monotonía cansa y el cansancio aburre a los presentes y no atrae a los ausentes. El culto exterior está también destinado a influir en el sentimiento, que se despierta mucho con la variedad. Entre esa variedad se puede incluir la hora de adoración, la misa dirigida desde el púlpito para un mejor seguimiento de los fieles, el canto variado, atrayente y popular; algunas funciones especiales con
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ocasión de funerales solemnes, de carestías, de sequías, de guerras, de una fiesta del Papa, de un centenario, de distribuciones de premios catequísticos, de peregrinaciones, etc. Quien se ocupa de estas cosas sabe encontrar ocasiones en todo momento.
2º. Se procurará que esta variedad no afecte negativamente a la sustancia del culto, a unir las almas a Dios con la gracia. Justamente a esto debe tender todo, a atraer al mayor número de personas al confesionario, a hacer que penetren todo lo posible en las mentes las grandes verdades de la religión, a promover todo lo posible las virtudes cristianas. Si un sacerdote intentara solamente conseguir un desfile llamativo, una peregrinación numerosa o una música ruidosa, sólo lograría una pequeña parte del efecto que se puede conseguir con esas exterioridades. Es pues necesario recordar que la parte principal de una fiesta es la comunión solemne, y que las peregrinaciones, si no se hacen con verdadero espíritu de devoción, podrían ser sólo ocasiones de jactancia.
3º. Hablando en general del modo de organizar las funciones, conviene recordar que en ellas se deben observar todas las reglas litúrgicas y cumplirlas con la seriedad que conviene a las cosas santas. Pero no siendo este el momento de transcribirlas, aconsejamos que se consulten los buenos tratados. Sí recordamos una norma general, pues si se practica, se observará todo lo demás: hacer las funciones sagradas con mucho espíritu de piedad. Quien sepa preocuparse de la devoción en las funciones del ministerio, tratará de aprender y practicar un poco cada día todas las normas litúrgicas, de modo que adoptará la actitud adecuada y edificará al pueblo que asiste. En cambio, quien carece de ese espíritu, aunque sepa detalladamente toda la liturgia y sus rúbricas, realizará las ceremonias sin vida, sin alma. Y el fruto, tanto para él como para los fieles, será escaso.
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4º. A esto se puede añadir la regla siguiente: Poco, pero bien. Que nada se multiplique caprichosamente y así evitaremos que se pierda su espíritu. Por ejemplo, sería excesivo hacer todos los años los ejercicios espirituales o todas las semanas la hora de adoración.
Para que resulten bien, ténganse en cuenta estos medios:
a) Decoro y limpieza en la iglesia, en los ornamentos, alrededor del altar y en los paramentos.
b) Que todos los sacerdotes estudien y observen detalladamente las sagradas ceremonias, y en la medida de lo posible también en las iglesias pequeñas y en las capillas, porque esto puede ser predicación eficacísima para el pueblo.
c) Educar a los monaguillos instituyendo, donde se pueda, el pequeño clero como una agrupación o compañía, para lo que podría servir un librito titulado Los monaguillos, su valía, su cometido, de Guerra (Società Buona Stampa, Turín).1
d) Conseguir una buena clase de canto, que no sólo interprete alguna vez o en las mayores solemnidades una misa o algunos motetes, sino que consiga cantores para el coro y sea un medio para aprender poco a poco al menos los cantos habituales de la gente de la parroquia.
Para la cultura litúrgica del pueblo, nunca recomendaré suficientemente el hermoso libro Manual litúrgico del cristiano (1 lira, Cav. Pietro Marietti, Turín),2 que contiene el texto latino juntamente con la traducción italiana de todas las oraciones y funciones más habitualmente celebradas por la Iglesia, con breves explicaciones del significado litúrgico de cada función y rito. Con este libro todos los fieles pueden participar vivamente en los oficios divinos y en la santa misa, en la administración de los sacramentos y en las bendiciones sacramentales.
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Muchos obispos han recomendado que se adopte este libro en las parroquias durante las funciones sagradas, pues al no haber muchos que sepan acompañarlas, se pierden innumerables tesoros de gracia.

§ 2. - SANTA MISA (FESTIVA)3

A) 1º. En primer lugar se necesitan sacerdotes que puedan celebrarla. Habrá que buscarlos si se puede en número suficiente para que todas las personas tengan la posibilidad moral de asistir a ella. Y sobre esto dicen personas competentes que no es conveniente contar con un sacerdote joven sólo motivado por una misa más...
El sacerdote joven necesita trabajo, y lo que más ayuda a mantener la religión en un pueblo no es oír una misa de cualquier modo.
Además, ¿conviene que un joven párroco facilite al pueblo la misa binando? Más tarde, cuando el sacerdote no pueda hacerlo sin grave dificultad, el pueblo se lo seguirá exigiendo. Hay que ser cautos y, en caso de binar, parece conveniente pedir algo como estipendio. De este modo, la gente se adaptará a no verle binar cuando no pueda hacerlo.
2º. En segundo lugar, las misas deben distribuirse no según la comodidad del clero, sino adaptándose al pueblo. Estaría bien que en los centros y las ciudades donde se celebra en varias iglesias y parroquias hubiera un entendimiento entre los sacerdotes para que no hubiera misas simultáneamente o largos intervalos sin ellas.
Al establecer el horario festivo se tendrá en cuenta, donde
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sólo hay dos misas, a los fieles que distan más de la parroquia para que puedan volver a casa a sustituir a otros miembros de la familia.
3º. Establecido el horario, es necesario publicarlo de tal modo que pueda ser conocido por todos.
En muchas parroquias pequeñas será suficiente decirlo claramente desde el púlpito en todas las misas del domingo precedente a los cambios. En los centros algo más grandes será mejor poner un cartel a la puerta de la iglesia, además de avisar dentro de ella. Y en los centros mayores, además de estos dos medios, suele publicarse en el periódico o en el boletín local.
Además, es necesario tocar las campanas, pero de tal modo que la gente oiga su sonido, suficientemente largo, con pocas campanadas pero claras y distintas. En esto es el párroco o el rector de la iglesia quien debe ejercer su autoridad sobre el sacristán.
4º. El horario debe mantenerse firmemente, sin anticiparlo porque haya mucha gente ni retrasarlo porque convenga esperar. En el primer caso castigaríamos a los diligentes, que se perderían algunas funciones, y en el segundo se premiaría a los negligentes. Unos y otros se acostumbrarían a llegar tarde, cuando la puntualidad hace que todos estén atentos y se sientan satisfechos.
B) Procurará también el sacerdote que el pueblo oiga la santa misa con la mayor devoción posible. Para oírla así debe entender alguna cosa de la propia misa y ser ayudado con algún medio sensible. Damos algunas normas:
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1º. Explicar alguna vez en la instrucción, al exponer el evangelio y más aún en el catecismo a los niños y a los adultos, qué es la misa. Y no cansarse de repetirlo, porque el pueblo encuentra más dificultad para entender de lo que habitualmente se cree; muchos no están atentos cuando hablamos, casi todos están pensando en sus intereses y preocupaciones materiales y todos olvidan con facilidad.
2º. Por otra parte, dado que nada se recuerda como lo que se practica alguna vez al menos, sería muy útil que también nosotros hiciéramos lo que hacen otros, y es que un sacerdote suba al púlpito mientras el otro celebra y que desde allí guíe a la gente de forma práctica a oír la misa. Esto puede conseguirse diciendo en voz alta las oraciones ordinarias, como son el santo rosario, las oraciones de la mañana y de la noche, o dividiendo la misa en cuatro partes, según los cuatro fines del sacrificio: adorar a Dios (desde el principio hasta el evangelio), darle gracias (del evangelio a la elevación), pedir perdón (de la elevación y la comunión), pedir gracias (de la comunión al final) y sobre cada uno de ellos dar una breve explicación, para recitar a continuación el Os adoro, un acto de acción de gracias o de contrición, un padrenuestro, etc., y mejor aún, dividida así la misa, que el sacerdote formule desde el púlpito cuatro oraciones que expresen estos fines y termine cada una de ellas con alguna oración o canto adecuado juntamente con el pueblo.
Estas iniciativas, repetidas de vez en cuando, van instruyendo y orientando debidamente a la gente.
3º. Otros modos de ayudar al pueblo son:
a) Rezar el santo rosario, con o sin el canto del Sea siempre alabado...,4 o mejor aún del Bendito y
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alabado sea el Smo. Sacramento del altar... Y si no puede recitarlo el sacerdote, no es difícil encargárselo al sacristán o alguna buena persona. Parece que lo mejor sería formar dos coros, uno de hombres y otro de mujeres, pero hay quien afirma que es preferible que sigan todos a quien los guía pronunciando con claridad y despacio las palabras. Y quiero referirme aquí a algo que a primera vista parece extraño, pero que ya se usa en algunos lugares: ¿es conveniente decir el padrenuestro y el avemaría en italiano?
Videant singuli et meliores.
b) Otra forma sería hacer rezar en voz alta las oraciones de la mañana y de la tarde, pero por el sacerdote que se encuentra entre los fieles o por uno de los propios fieles. Si queda tiempo, se pueden decir otras oraciones, según los tiempos y lugares, por ejemplo Gozos de San José, Coronita del Smo. Sacramento, Coronita del Sagrado Corazón de Jesús, Oración a San Luis para obtener la pureza,5 De profundis por las almas del purgatorio...
c) También parece conveniente lo que hace cierto párroco, y es recitar en voz alta y despacio, para que el pueblo pueda acompañar, las oraciones que se encuentran en los devocionarios con el título Modo de escuchar la misa. Un párroco que no conseguía de otra manera mantener el orden con los niños, aprovechó este método: les exigía que repitieran con claridad sus palabras; la gente mayor aprendió a seguir su ejemplo y hoy en ese pueblo se oye la misa festiva con devoción admirable. Naturalmente, sería mucho mejor que cada uno llevara su libro a la iglesia, y algún párroco puede
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conseguirlo de un buen número de fieles si comienza haciéndolo así con los niños, quienes pueden mantener esta costumbre de mayores, pero no creo que pueda conseguirse en todas partes y por todos los fieles. Así que podemos creer que lo mejor es hacer que toda la gente rece unida, aunque esto pueda molestar al sacerdote celebrante o a alguna persona piadosa que desea rezar oraciones especiales.
d) Atención especial a los niños. Y en primer lugar, en la medida de lo posible, sería estupendo organizar una misa especial para ellos solos. Si esto no se puede, trátese al menos de que participen todos en la misa. En este caso se cree que lo mejor es agruparlos en un lugar conveniente y no que estén distribuidos en toda la iglesia. Los niños pueden estar en el presbiterio y las niñas en la balaustrada o en una capilla lateral. Es muy conveniente que un sacerdote o algún hombre respetado esté entre los primeros y la maestra o alguna buena mujer entre las niñas. Si estas piadosas personas o este sacerdote tuvieran que recitar el rosario u otras oraciones con el pueblo, podrían decir a los niños que lo hicieran con ellos. Hay párrocos muy diligentes que antes de la misa distribuyen entre los niños un librito, ya que no todos pueden comprarlo o no se recordarían de llevarlo. Otros dicen que este método tiene muchos inconvenientes, ya que no les educa, no les acostumbra a llevarlo, los estropean pronto por no ser suyos, cuestan mucho, se dan ya muchos libros como premio. Consideran que es preferible venderles estos libros o hacérselos vender al sacristán o a otra persona a un precio módico tras haber sido adquiridos en buen número, e insistir en que
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cada uno lo lleve a misa. Un párroco a quien conozco aconsejaba a sus catequistas y al coadjutor que aumentaran un punto la nota del catecismo a los niños que oían misa con el libro, que influía luego en los premios. Los propios padres estaban atentos a que sus hijos no fueran a misa olvidándose del libro.

§ 3. - MISA (FERIAL)

En las parroquias rurales es necesario que haya por lo menos una misa muy temprano. Las demás vendrán a continuación, pero no está bien decir varias simultáneamente. También es una decisión conveniente dejar para más tarde una misa destinada a las personas enfermas, a los ancianos e incluso a la gente más comodona. Naturalmente, esto vale para los lugares donde se pueden decir varias misas. Si la misa es rezada, se puede decir el rosario u otra oración con todo el pueblo, especialmente en invierno. Pero no es tan necesario como en los días festivos, cuando mayor es el número de personas que de otro modo no rezarían. Por supuesto, también en este caso el horario se establecerá, publicará y observará diligentemente.

§ 4. - VÍSPERAS

Hay párrocos que consideran conveniente sustituir las vísperas con el rosario, porque dicen que no hay cantores. Y donde los hay, su número es muy reducido porque muchos se quedan en la calle o duermen la siesta, mientras que el rosario todos lo pueden recitar, especialmente si se introduce entre los misterios el canto
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del Alabado sea, haciéndolo más atractivo. Estas razones son importantes y están avaladas con pruebas.
No se puede negar, sin embargo, que se podría preparar a la mayor parte del pueblo al canto, enseñando a todos los niños y niñas del catecismo los cinco o seis salmos más repetidos. Un ensayo hecho por todos, antes o después del catecismo, alegra a los chicos y resulta oportuno.
Por otra parte, como el uso más generalizado y la práctica de la Iglesia prefiere las vísperas, es mejor no introducir la del rosario sin madura ponderación, sin verdadera necesidad y sin el consentimiento de la autoridad legítima.

§ 5. - HORA DE ADORACIÓN

Jesús está continuamente en el Sacramento de su amor para recibir nuestro homenaje, para distribuir gracias, para consolarnos. ¿Cómo se explica nuestra indiferencia hacia un Dios tan bondadoso? Creo que sólo se puede explicar diciendo que los hombres son enormemente ciegos.
Ardamos de amor y celo por la eucaristía y seamos sacerdotes de fuego, para lo que las horas de adoración son un medio muy eficaz. Explicaré el modo de hacerlas, comenzando por las semanales.

A) Semanal
Se encienden seis velas a los lados del sagrario y, con la puertita abierta, se expone el copón, sin necesidad de incienso ni de que se cante el Tantum ergo ni el Oremus, aunque el sacerdote debe ponerse el roquete y la estola, y antes de cerrar el sagrario dará
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la bendición, si hay gente, con el copón en sus manos y cubriéndolo con el velo humeral.
No hay nada prescrito sobre cantos u oraciones, y el sacerdote puede hacer la adoración él solo o invitar a los fieles tocando las campanas, y los puede guiar en la oración cuando lleguen o dejar que cada cual lo haga por su cuenta, aunque a la gente en general le resulta más pesado rezar sola durante una hora. Por eso consideran algunos que es mejor reducir la adoración a media hora o ayudar con oraciones y cantos a la gente y contentarse con una hora mensual.
En cuanto a la forma de ayudar a la gente, pueden servir las reglas dadas para la hora solemne mensual.

B) Mensual
Se aconseja en todo lugar; si se puede constituir la Asociación del Smo. Sacramento,6 sería un medio muy adecuado para que cada uno de los inscritos cumpla con la obligación asumida.
Es importante, en cualquier caso, adornar la iglesia, y sobre todo que el altar mayor, en la medida de lo posible, tenga flores frescas y un buen número de velas.
La hora debe ser la más conveniente posible. Algunos sugieren el domingo por la tarde, al anochecer; otros prefieren el primer viernes del mes, por la mañana, y otros el domingo por la mañana. Si se opta por la mañana, después de la exposición del Santísimo se distribuye la comunión, que ese día puede ser numerosa, y se celebra la santa misa, durante la cual se recitan oraciones especiales, se hace una pequeña homilía sobre la eucaristía y, al final de la misa, se cantan las letanías y se da la bendición. Algunos sugieren que se haga en las vísperas, pero en ese caso se procurará que durante la hora se dirijan al
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pueblo uno o dos discursitos que sustituyan la instrucción parroquial, que es obligatoria.
En cuanto a los métodos, todos son más o menos válidos si realmente se reza. Sugerimos algunos:
1º. El método de los cuatro fines: adorar, dar gracias, pedir perdón, pedir gracias. Con este método se divide la hora en cuatro partes y en cada una de ellas se pueden decir algunas palabras, o solamente decir oraciones y entonar cantos, como dijimos al hablar de la misa.
2º. Rezar oraciones que más o menos directamente se refieran al Smo. Sacramento, como la coronita al Corazón de Jesús, las letanías del Sagrado Corazón, el rosario, actos de fe, esperanza y caridad...; de los cantos, especialmente el Te Deum, el Magnificat, el Pange lingua, el Miserere.
3º. Rezar el rosario comentando antes del padrenuestro y las avemarías cada misterio, con palabras adecuadas que instruyan al pueblo o con oraciones al Smo. Sacramento.
En general, podemos decir que hay que tratar de hacer variada la hora de adoración, pues la monotonía es enemiga de la devoción. Por otra parte, no superemos el tiempo establecido, pues es mejor desear que se repita la función que aburrir a la gente.
No hace falta decir que la hora exige la exposición solemne del Smo. Sacramento, la incensación y la bendición precedida del Tantum ergo y el Oremus.

C) Adoración según las clases de personas
Es más útil la adoración cuando se puede dividir a la gente en cuatro grupos: los hombres, las mujeres, los jóvenes y las jóvenes. El sacerdote puede dirigirse a ellos
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diciéndoles las cosas aptas a cada auditorio. Quizá no sea posible hacerlo todos los meses en la mayor parte de las parroquias, pero no es difícil lograrlo con motivo de las cuarenta horas, los ejercicios espirituales, el mes del Sagrado Corazón, etc., con tal que se tenga en cuenta la oportunidad. A los niños podría reunírseles después de la escuela y quizá muchas maestras podrían ayudar. A los hombres, preferentemente entrada ya la noche.
Naturalmente, se necesita un cuidado especial con los jóvenes y hay que tratar de abreviar su tiempo de adoración; media hora podría ser suficiente, y hacérselo grato con cantos y música adecuada.
Contribuiría mucho a la solemnidad que vistieran sus uniformes los miembros de las diversas compañías, sobre todo la juventud.
Especialmente los jóvenes y los hombres maduros bien vestidos contribuirían a un espectáculo de piedad que podría recompensar el esfuerzo que exige todo esto.

D) Adoraciones extraordinarias
Son las que se organizan en circunstancias excepcionales, como en tiempos de una gran sequía, de escándalos graves, de epidemia, de gracias extraordinarias deseadas o recibidas.
Esas circunstancias conmueven a todos, todos perciben la necesidad de Dios y participan de buen grado.
Y en estas ocasiones vale, más que muchas reglas, un celo vivo, ardiente y constante, un amor palpitante a Jesús sacramentado y un santo deseo de la salvación de las almas. El sacerdote que tiene estas cualidades sabrá encontrar ocasiones y modos útiles para celebrar estas funciones.
Demasiadas reglas no despiertan a los pasivos y alguna vez confunden a los diligentes.
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§ 6. - LAS CUARENTA HORAS7

Casi todas las parroquias las programan y practican, por lo que no hay necesidad de hablar de su importancia. Sólo conviene dar algunos avisos prácticos:
1º. Que no sean muy frecuentes, pues en caso contrario podrían perder su aliciente y no producir el fruto esperado. En las parroquias donde se organizan muchas habría que analizar la conveniencia de conservar lo sustancial y transformarlas bastante en su forma exterior, por ejemplo dando a un triduo de las mismas la forma de un triduo eucarístico..., estableciendo que otro triduo pueda servir como cumplimiento del precepto pascual, procurando que las diversas clases de personas tengan un día especial para acercarse a los santos sacramentos, destinando un tercer triduo a que las cuarenta horas sean sólo para hombres, etc. Se dirá tal vez que esto no parece estar de acuerdo con las leyes canónicas..., pero las leyes son para el hombre, para el cristiano, para la religión..., y no la religión, el cristiano, el hombre para las leyes... En Austria quisieron que se destinaran beneficios muy abundantes y casi sin finalidad de ciertas iglesias a otras más pobres o que se las transformara en parroquias.
Pero esto, como es obvio, corresponde a la decisión de la autoridad eclesiástica.
2º. Las cuarenta horas, como todas las predicaciones, deben terminar con una comunión general, y quien las hace tendrá en cuenta este fin en sus discursos y avisos. Si no se consigue esto, se frustra el mejor fruto.
3º. Deben hacerse del modo más solemne posible, con canto, música, adornos, flores y hora
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de adoración pública si se puede, o por lo menos conseguir que se sucedan ante el Smo. Sacramento ininterrumpidamente las diversas compañías. Contribuyen mucho a ello las invitaciones personales enviadas a casa incluyendo un horario bien claro.
En algunos lugares se suspende la exposición del Santísimo desde las doce a las catorce horas, mientras que en otros se invita a los sacerdotes de las parroquias vecinas no sólo como confesores sino también para que guíen a la gente a hacer la hora de adoración.
Pero en esas ocasiones deben evitarse las comidas muy abundantes.
4º. En nuestro ambiente las cuarenta horas son muy edificantes en el ámbito rural, donde muchas veces pueden compararse por sus frutos con los ejercicios espirituales, pero buena parte del resultado depende de una organización inteligente.

§ 7. - OTRAS FUNCIONES EUCARÍSTICAS

Nos parece conveniente aludir aquí a otras funciones en honor de Jesús sacramentado que han sido consideradas útiles en la práctica:
1º. Triduos eucarísticos dirigidos a clases especiales de personas: hombres, mujeres, jóvenes, religiosas... con ocasión de circunstancias especiales o novenas.
2º. Triduos para la adoración al Smo. Sacramento.
3º. Semanas de ejercicios eucarísticos.
4º. Funciones con motivo de la inauguración de la Asociación del Smo. Sacramento.
5º. Conclusión eucarística de meses de predicación, ejercicios espirituales y cuaresmales.
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§ 8. - MES DE MAYO

Per Mariam ad Jesum. Si recomendamos la devoción a la Virgen María es porque queremos promover mejor la devoción a Jesús y porque queremos ofrecer un medio fácil y seguro de encontrar a Jesús. Si la devoción a la Virgen María alejara de Jesús, habría que rechazarla como una ilusión diabólica, pero justamente sucede lo contrario, que esta devoción es necesaria para encontrar más perfectamente a Jesús, para amarle con ternura y servirle con toda fidelidad (Beato Grignion de Montfort).8
¡No debemos escandalizarnos tan fácilmente de que algunas almas sean demasiado devotas de la Virgen María! Si el sacerdote guía bien esta devoción, según el espíritu de la Iglesia, las almas no sufrirán ningún daño, sino que se beneficiarán inmensamente. Para ello conviene explicar de qué modo debe guiar esa devoción a la práctica de las virtudes y cómo debemos pedir a María especialmente lo que es útil para nuestra alma.
Una de la manifestaciones más gratas de esta devoción y al mismo tiempo uno de los medios más eficaces para promoverla es el mes de mayo. Todos saben lo mucho que ayuda, y además se practica en todas partes con gran fruto, por lo que basta que recordemos algunos detalles que pueden ayudarnos en esta tarea.
1º. En los pueblos agrícolas conviene que lo anunciemos previamente para que la gente, todavía no obligada por los trabajos más exigentes, pueda participar al máximo.
2º. Destinar alguna parte de la predicación a excitar a la gente a participar en los sacramentos.
3º. Antes de clausurarlo, tratar de que la gente, dividida en grupos, se acerque cómodamente a los sacramentos.
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Los temas de las instrucciones pueden elegirse según el método sugerido por Muzzarelli9 o centrarse siempre en la Virgen María. Sobre el método de Muzzarelli, sugerimos algunos libros útiles:10
ALESSI, Rosa Mistica, L. 3.
BERSANI, Mese di Maggio, L. 2,50. (Società Buona Stampa - Turín).
FINCO, Virga Jesse, L. 3.
MAZZINI, Nel più bel mese, L. 1.
Mese di Maggio pel popolo (10° millar),11 L. 0,40.
Raccolta di Sermoni pel Mese di Maggio,12 L. 2,50. (Cav. Pietro Marietti - Turín).
Si en cambio se habla siempre de la Virgen, se puede elegir entre los argumentos: la explicación de las letanías, del Ave Maris Stella, del Magnificat, del Ave Maria, de la Salve Regina; o bien: La vida de la Virgen María, el Rosario, las virtudes de María, etc. Libros muy útiles según ese método son:
Corona di Maggio,13 ed. IV, L. 1,50.
FALETTI, Maggio a Maria, II edic., L. 3,75.
- Profili Mariani Contemporanei,14 L. 3.
SICCONE, Pregi della Vergine. 39 Sermoni.15 L. 2.
- Vita di Maria SS. in 31 Sermoni.16 Ed. VII, L. 1,50. (Cav. Pietro Marietti - Turín).
CARMAGNOLA, La porta del Cielo, L. 1,50.
- Litanie spiegate,17 L. 0,40.
PENTORE, Nostra Madre, L. 1,50.
BERSANI,18 Vita di Maria, L. 2,50.
CORNALE, La Rapitrice dei cuori, L. 3. (Buona Stampa - Turín).
4º. La clausura, como la apertura, conviene que sea en domingo.
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5º. En cuanto a las prácticas, dependen de los diversos lugares: en algunos puede haber una instrucción diaria, misa en el altar de María, música y aparato grandioso, y en otros ser más sencillos. Lo que se aconseja es que también en las capillas del campo trate el párroco de que haya alguna persona que adorne la imagen de María y de que todas las tardes invite con el toque de las campanas al pueblo a reunirse para rezar una tercera parte o un misterio del rosario, para decir las oraciones y leer la breve consideración del día de Muzzarelli. Se trata de una lectura considerada muy provechosa.
Además de los libros citados, son muy buenos para leérselos al pueblo en el mes de mayo María al corazón de la joven (20º millar, L. 0,50);19 BUETTI, Los misterios del rosario (0,80 liras); Mes de María de las almas virtuosas (edic. V, L. 0,80, Cav. Pietro Marietti, Turín).20

§ 9. - CORTE DE HONOR A MARÍA

Además de ser una práctica muy difundida, es grata entre la gente. Se hace así:
Se coloca una estatua de la Virgen María en el centro de la iglesia, en un trono grandioso y rodeado de adornos y luces. Si no se puede hacer esto, se la expone en el altar mayor, pero de tal modo que no se apoye justamente delante del sagrario sino algo más atrás, o a un lado de la balaustrada, o se la deja en su capilla, pero siempre adornada con esmero. Se puede decir a la gente que lleve velas (comprándolas en la tienda o en la sacristía, o que estén preparadas con su precio junto a la estatua), y poniendo
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a disposición un buen número de candeleros o pirámides.
¿Y a quién invitar a hacerla? A las diversas clases de personas en horas determinadas o a una sola clase, por ejemplo a los jóvenes, a las jóvenes, a los hombres; o a todo el pueblo a la vez.
¿Cómo organizar el tiempo? Si se establece cierto orden en la distribución de las horas y de las personas, puede ser el sacerdote quien guíe con la recitación del rosario, con exhortaciones fervorosas, con cantos especiales, y también puede decir a alguien que se encargue de los cantos y las oraciones. Cada clase de personas puede hacerlo durante una hora, o solamente media. En cambio, si se invita a todo el pueblo a la vez, se le puede instruir desde el púlpito sobre lo que debe hacer ante la Sma. Virgen.
¿En qué circunstancias puede organizarse la corte? Cuando se la crea oportuna; por ejemplo, como final del mes de mayo, durante la novena o la fiesta de la Inmaculada u otra fiesta en honor de la Sma. Virgen, en la clausura de los ejercicios espirituales, cuando se tenga que pedir una gracia especial a la Virgen. etc.

§ 10. - ROSARIO

Uno de los mejores signos del espíritu religioso de una familia es el rezo del rosario todos los días, por lo menos en el período invernal. ¡Cuánto bien se deriva de ello! ¡Qué conveniente es que el sacerdote despliegue todo su celo pastoral para intensificar esta devoción! Puede inculcarla desde el púlpito, en su predicación y en sus avisos, aconsejándola en el confesionario a todos y especialmente a las madres de familia, inculcándola cuando enseña el catecismo
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a los jóvenes, guiándoles en su recitación y explicándoles los misterios.
Uno de los medios más eficaces de propagarlo consiste en rezarlo en la iglesia.
En muchas parroquias se reza todos los días, ya de noche, y se invita a los fieles tocando las campanas, que es muy acertado. Más aún si se recitan juntos las oraciones haciendo que las preceda un poco de examen de conciencia, cuyos puntos señala el sacerdote en forma de preguntas claras, breves y despacio.
Otro modo de promoverlo consiste en explicar los misterios. Puede hacerse así en el mes de mayo u octubre, pero mejor procediendo del modo siguiente: un domingo por la tarde, en vez de las vísperas y la instrucción, se expone el Santísimo y el sacerdote anuncia desde el púlpito un misterio, lo explica brevemente y enumera las gracias que deben pedirse y lo que de él se puede aprender; luego se pone de rodillas y recita con el pueblo el padrenuestro y diez avemarías, para terminar cantando las letanías y dando la bendición. El tiempo de la función no será superior a una hora.
Otro modo eficaz de promover esta devoción consiste en invitar a las almas piadosas al rosario perpetuo,21 que comporta el rezo del rosario durante una hora seguida elegida dentro del mes. Para ello hay que dirigirse al Director del rosario perpetuo (Convento de Santa Maria Novella, Florencia). Hay otra fórmula que puede elegirse, la del Rosario viviente, que exige el rezo cotidiano de un solo misterio, tras enviar mensualmente a cada asociado una estampita en la que se señala el misterio. (Dirigirse para ello a la dirección en Roma, Via dei Chiavari, 6). Esto en cuanto a los adultos, a quienes se les puede acostumbrar a esta oración muy eficazmente promoviendo
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entre los jóvenes (de menos de dieciséis años) el Rosario viviente de los niños, que exige el rezo de un solo misterio y reciben mensualmente una estampita como en el caso del Rosario viviente. (Dirigirse al Convento de San Doménico, Turín).
También son medios útiles el rezo del rosario en la iglesia por las Hijas de María22 antes o después de las vísperas, el mismo rezo durante la misa; la práctica de los quince sábados como preparación a la fiesta de la Virgen del Rosario o de la Virgen de Pompeya, en la que se instruya sobre los misterios; la difusión de opúsculos, estampas, rosarios, etc.

§ 11. - FIESTAS Y SOLEMNIDADES DE MARÍA SANTÍSIMA

También contribuyen a despertar la devoción a la Sma. Virgen si se las celebra bien. Además de la importancia que ya tienen para el culto externo, es necesario recordar siempre que la parte principal de toda fiesta religiosa es una comunión devota y general. En cuanto a las cosas fuera de la iglesia, es muy conveniente que el sacerdote, con una conveniente prudencia, impida las diversiones peligrosas, y para tal fin, como veremos, nada mejor que predicar sobre las verdades eternas y facilitar al mismo tiempo alguna distracción grata e inocente, como pueden ser las carreras, el cine, las filminas, alguna representación.
Respecto a las novenas y triduos que pueden precederlas, además de lo que ya se hace, diré solamente que se podría ofrecer oportunamente al pueblo algún buen pensamiento, en la misa o en la bendición, sobre las verdades eternas, sobre las virtudes de la Sma. Virgen, etc. Basta un par de minutos, porque lo importante es que el pensamiento sea útil y práctico, lo cual muchas veces es más efectivo que todo un sermón.
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§ 12. - PEQUEÑO CLERO

En muchas parroquias se ha organizado el pequeño clero o grupo de los monaguillos. Es una forma de asociación de los niños dirigida generalmente por el coadjutor, que puede servir para funciones diversas, como las procesiones, las misas rezadas o solemnes, las bendiciones, el viático, los entierros, etc. Lo esencial de esta asociación existe en casi todas partes, pero una conveniente organización tiene diversas ventajas.
En primer lugar, permite contar con funciones bien hechas, incluidas las misas solemnes, ya que se pueden enseñar a los niños las ceremonias, se puede excluir a los que no las hacen bien, etc. Además se evita el peligro de quedarse sin monaguillos en algunas circunstancias, mientras que en otras hay demasiados y se pelean en la sacristía y en el coro. Ellos solos, sin una labor directa, sabrán prepararse, con la gracia de Dios, a ser futuros seminaristas y clérigos. A los propios padres puede gustarles que sus hijos sirvan al altar en ocasiones especiales, y es así como en algunas parroquias se ha logrado atraer hacia la iglesia y los sacramentos a padres que estaban alejados de ella.
¿Cómo se organiza? Se comienza con los pocos que ya ayudan en la iglesia, se les añaden los que se sienten inclinados a la piedad y son más inteligentes hasta conseguir unos diez.
Se les atrae con dulces, fruta, juegos y exhortaciones y se les enseña a ayudar a misa exigiéndoles precisión en las funciones y una buena pronunciación de las palabras, luego se les explica la intención de organizarles y poco
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a poco se les enseña a ayudar en otras funciones, como en la bendición, la misa solemne y los entierros.
Una vez instruidos, se elige entre ellos un presidente y un vicepresidente y se escriben los nombres de todos en un cuadro, que se colgará preferiblemente en la sacristía.
Cuando hay muchas funciones, se les puede distribuir para ayudar en las misas y en los demás servicios, y se excluye a los que no son miembros de la asociación.
A este primer grupo de monaguillos, que será conveniente poner bajo la protección de san Luis o de otro santo joven, se pueden ir añadiendo otros como miembros honorarios o efectivos. Del cuadro de los nombres se puede hacer también una distribución entre los bienhechores de la asociación, que son personas piadosas que les regalan dulces y fruta o les llevan de excursión. En una localidad en la que el párroco se hizo cargo de ellos con mucho interés, llegaron a ser ochenta; entre ellos había un grupo de cantores, quienes en las fiestas solemnes, mientras una parte ayudaba en el altar y otros formaban clero en el presbiterio, cantaban la misa de Angelis. Además, los mejor instruidos ayudaban a dar la catequesis. Todos tenían su propio uniforme.
Y en esto de los uniformes se puede apelar a las personas piadosas para que los regalen, o exigir quizá que cada muchacho lo consiga. Pueden ser de distintas formas; en alguna parroquia han adoptado esa especie de alba que caracteriza a los Luises; en otras, una pequeña prenda talar negra, que también puede ser roja, y otras formas de sotanas a las que debe añadirse el roquete.
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Exige sacrificio, como toda obra buena, comporta que casi todas las semanas se repita la clase de ceremonias, y también que haya alguna novedad, algún premio o alguna diversión, pero exige especialmente la presencia de un sacerdote muy interesado en el buen servicio de las sagradas funciones.

§ 13. - ESCUELAS DE CANTO

Según el espíritu de la Iglesia, todo el pueblo debería tomar parte en el canto, incluida la misa. Pero como es necesario que algunos estén mejor preparados para que funcione el coro, como guía de los demás y para las partes más difíciles, habrá que dar la debida importancia a las escuelas de canto con las que educar mejor las voces.
Todos conocemos el motu proprio de Pío X23 para conseguir que el canto sagrado tenga el espíritu y la solemnidad que conviene al templo. Nosotros debemos obedecerle independientemente de la que haya sido nuestra opinión, pues cuando el Papa habla se acaban las opiniones: Roma locuta est, lis finita est.24 Pero hay que ser prudentes y ponderados al introducir las necesarias modificaciones, tanto para no querer imponerse a algunos sacerdotes ancianos como para no herir excesivamente la susceptibilidad de los cantores de siempre. El sacerdote joven, en lugar de hacer algo contra la voluntad del párroco, en lugar de chocar con él, en lugar de murmurar con el pueblo sobre ello, debe saber ceder..., debe dejarse querer por el párroco con su obediencia, porque de este modo conseguirá después lo que parecía imposible. Esta norma debe aplicarse generalmente en todas las demás disposiciones o directrices que van promulgándose para el servicio pastoral.
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Ante la oposición de los cantores antiguos, lo mejor es convencerles -así nos parece- con la razón de que se trata de la voluntad del Papa y tratando de hacerles gustar el nuevo canto. Si se rinden, todo resuelto, si no, se puede prescindir un poco de ellos y aceptar a los jóvenes, pero con la máxima prudencia, pues se podría alejar a los primeros y no atraer a los otros; el espíritu del Señor no es violento.
Para constituir un coro se necesita un reglamento. La experiencia enseña que para ello son necesarias algunas cosas: El coro se ofrecerá gratuitamente a la parroquia. En algunas ocasiones especiales y fuera de ella se puede pedir alguna subvención... y repartirla o dejarla como fondo. Se determinarán los días de la clase de canto... Quien no asista a una clase sin justificación será sancionado (¿0,10 liras?) en favor del grupo... Si muere alguien de la familia de los cantores, la escuela cantará gratuitamente la misa de funeral.
Las horas de clase deben ser las más cómodas, para los chicos y chicas, de día, mientras que los hombres pueden hacerlo también de noche. En cualquier sitio puede impartirse la clase a los muchachos y a los hombres, pero a las jóvenes preferiblemente se les impartirá en la iglesia o en el asilo, y mejor con la asistencia de las monjas. Con ellas deben adoptarse todas las normas de trato y prudencia expuestas al hablar de la castidad. ¡Cuántos jóvenes sacerdotes, por ser tan inocentes, han sufrido serios disgustos por culpa de estas clases!
Y quien instituye una escuela de canto debe pensar que le tocará hacer sacrificios, y tal vez graves, de dinero, tiempo y comodidad, y a pesar de todo los frutos pueden ser escasos y no faltar las contradicciones.
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El sacerdote joven que quiera instituir una escuela de canto debe estar atento también al apoyo moral y con frecuencia al material que viene de arriba, en nuestro caso, del párroco. Conviene pues que habitualmente sea éste el primero en hablar con el pueblo, en informar a quien considere oportuno, en invitar a los cantores, en buscar locales, en insistir a los padres para que envíen a sus hijos.
Si no se tiene en cuenta esto, quizá nunca salga de sus labios una palabra de alabanza y estímulo, que son muchas veces una ayuda muy importante, como tampoco ninguna ayuda material, que es indispensable a la hora de premiar.
En cuanto a las materias que deben enseñarse, unos dicen que hay que partir del canto polifónico más atractivo y luego ir guiando a los alumnos hacia el canto gregoriano, pero otros dicen que se debe comenzar por el último y sólo por necesidad y premio conceder el polifónico. Es algo que depende del lugar, pero sea cual sea el método, lo cierto es que la parte principal y dominante debe ser el canto gregoriano, por ser el verdadero canto de la Iglesia y el que se canta más a menudo. Además, de este modo se evita el grave inconveniente, lamentado por muchos sacerdotes, de que en multitud de parroquias, donde puede haber muchos coros brillantes y hasta premiados en los concursos musicales, el sacerdote se queda solo cuando tiene que cantar las vísperas. Pero es imposible decir aquí cuanto se necesita para una escuela de canto: será el celo y la experiencia del sacerdote, así como las circunstancias y los propios alumnos, los que sugieran lo más conveniente.
En cualquier caso, no debemos desanimarnos ante las primeras dificultades. La obra es con frecuencia ingrata, pero el canto es en manos del sacerdote un gran medio para atraer a la iglesia y a los sacramentos
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a gente opuesta, así como para contactar con el pueblo, despertar su simpatía y hacerle un bien espiritual mayor.
Muchos párrocos expertos han observado que en general no hay que confiar la escuela de canto de las jóvenes a los sacerdotes que acaban de salir del seminario. En siete casos sobre diez la prueba ha sido negativa porque, aun adoptando las debidas precauciones, han dado lugar a murmuraciones, aun no habiéndose producido verdaderas caídas.
Se puede confiar la escuela de canto a las religiosas, a alguna buena mujer preparada, o encargarse de ella el propio párroco, e incluso el coadjutor que cuente con algunos años de ministerio. Y si se le quiere encomendar enseguida, será absolutamente indispensable que se observen las reglas citadas anteriormente y hasta convendría que el propio párroco estuviera presente en las clases.

§ 14. - LAS SIERVAS DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO

En una iglesia parroquial poco limpia y cuidada se constituyó entre las jóvenes y algunas personas poco ocupadas y piadosas una asociación que denominaron Siervas de Jesús Sacramentado. Por turnos y dos veces a la semana barrían la iglesia, quitaban las telarañas y el polvo, preparaban y mantenían flores frescas en el altar, lavaban la ropa, cuidaban las alfombras y ponían todo en orden. Una institución como ésta puede ser muy conveniente en parroquias donde no se pueda pagar a un sacristán, o no lo suficiente, y donde tampoco haya monjas. Pero se necesitan algunas precauciones que eviten los abusos. En primer lugar, esas personas deben ser piadosas de verdad. Además, se debe distribuir bien el trabajo entre ellas, no deben hacer su trabajo
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solas ni cuando la gente está en la iglesia, y todos deben saber que no se entretienen hablando con el sacerdote. Y si se sospecha algo en esto, abandónese la iniciativa. El peligro no existiría si la iglesia estuviera separada de la rectoría y esas personas sólo fueran a hacer su trabajo cuando no estuviera el sacerdote. Antes del trabajo conviene que hagan cinco minutos de oración.

§ 15. - UNIÓN DE LOS NIÑOS25
PARA ACOMPAÑAR AL SANTO VIÁTICO

En muchas parroquias se ha instituido una asociación de niños que se comprometen a acompañar por turno el santo viático que se lleva a los enfermos. En algunos sitios es uno de los deberes del pequeño clero, en otros forma una asociación diferente. Hay que tener en cuenta que muchos niños, especialmente en el campo, no pueden hacerlo cómodamente. Y si Jesús eucarístico no siempre puede disponer de un largo cortejo de adultos, que cuente al menos con estos pequeños amigos que le escoltan como soldados suyos.

§ 16. - LOS PAJECITOS26

Son niños o niñas que en las procesiones preceden al Smo. Sacramento o a la estatua de la Virgen María arrojando flores. Muchas veces son los miembros del pequeño clero, y en algún sitio son los que forman la asociación para acompañar al santo viático.
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Deben estar decorosamente vestidos, convendría que tuvieran un distintivo especial y sería estupendo que todas las madres se pusieran de acuerdo y les hicieran ropa igual a todos.
Jesús y la Virgen María los quieren, pues hacen más atractiva la procesión y despiertan el interés incluso de la gente considerada pudiente y culta que tan fácilmente evita su presencia en las procesiones.
Pero es necesario que se les guíe bien, que dispongan de cestitos decentes, que arrojen flores en abundancia, que tengan un porte edificante. Son cosas que dependen del interés y la habilidad de quien les organiza.
Debemos recordar que también estos pajes pueden incorporarse a la hermandad que tiene su sede principal y universal en la basílica de los Santos Doce Apóstoles de Roma.
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1 A. GUERRA, I chierichetti, loro qualità e loro ufficio, Tip. Salesiana, San Benigno Canavese 1902.

2 Manuale liturgico del cristiano, o sea, “La liturgia usada ordinariamente en las iglesias según el rito romano”, Trabajo de un párroco del Ticino, Marietti, Turín 1913.

3 Es oportuno recordar aquí, una vez más, que todo el discurso sobre la pastoral de la celebración eucarística supone la antigua praxis, según la cual el celebrante oraba silenciosamente en latín, mientras el pueblo “escuchaba” (si podía) u ocupaba aquel tiempo con otras oraciones, individuales o comunitarias. Hoy este tema está superado con la nueva disciplina litúrgica.

4 «Alabado sea siempre el santísimo nombre de Jesús, de José y de María».

5 Conocidas oraciones populares atribuidas a san Alfonso de Ligorio y contenidas en los manuales de devoción como Massime eterne y otros, que el propio P. Alberione decidió imprimir varias veces.

6 Cf. ATP, n. 34, nota 30.

7 Las “Cuarenta horas” son una forma de adoración al Smo. Sacramento durante cuarenta horas continuas o con interrupciones. Parece que se celebraron por primera vez en Milán en 1534. El 27 de junio de 1577 san Carlos Borromeo emanó una instrucción llamada “advertencia” sobre esta práctica piadosa, que sirvió de modelo para otras dictadas por los sumos pontífices. Esta práctica fue aprobada por Clemente VIII con la bula “Graves et diuturnae” de 1592. El ceremonial para las 40 horas se encuentra en la “Instructio Clementina”, publicada por Clemente XI en 1705. Cf. L. CATTANEO, SSS, L'adorazione eucaristica, en A. PIOLANTI (dir.), Eucaristia, Desclée, Roma 1957, pp. 943-956.

8 Cf. LUIS GRIGNION DE MONTFORT (san), Trattato della vera devozione alla Santa Vergine e Il Segreto di Maria, dir. por S. DE FIORES, San Paolo, Cinisello Balsamo (MI)

11 2000, n. 62.

9 Muzzarelli sugería en su método un modo fácil y breve de celebrar el mes de María: -rezar cada día la tercera parte del rosario, o bien la coronita de la Inmaculada; -hacer una breve consideración caracterizada por un “ejemplo”; -indicar una “florecilla”; -rezar la oración de san Bernardo: “Acuérdate, oh piadosísima Virgen María...” y las letanías. Entre los numerosos métodos, el de Muzzarelli fue el más usado. De su libro se cuentan 150 ediciones. Cf. A. MUZZARELLI, Il mese di Maria, 8ª ediz., Fiaccadori, Parma 1910.

10 Cf. “Índice de Autores”.

11 Se trata probablemente de la obra: Mese di maggio del popolo, cuyo autor es un cura rural, Marietti, Turín 1915.

12 Se trata probablemente de la obra: Raccolta di sermoni per ciascun giorno del mese di maggio sulle prerogative di Maria SS.ma, traducida por Paolo Cappello, 2ª edic., Marietti, Turín 1864.

13 El autor de la obra es probablemente M. CASANOVA, Corona di maggio, o sea Mese di Maria per le parrocchie, Marietti, Turín 1905.

14 El autor de la obra es probablemente L. FALLETTI, Profili mariani contemporanei, Marietti, Turín 1914.

15 El autor de la obra no ha podido ser identificado en Siccone como figura en el texto, sino en T. PICCONE, I pregi della Vergine Madre di Dio, esposti in 39 sermoni, 7ª edic., Marietti, Turín 1893.

16 El autor de la obra es probablemente T. PICCONE, Vita di Maria SS.ma esposta in 31 sermoni, 6ª edic., Marietti, Turín 1893.

17 El texto no ha sido identificado. Se trata probablemente de A. CARMAGNOLA, Le litanie della Madonna, Ufficio delle letture cattoliche, Turín 1906.

18 El autor de la obra no ha sido identificado en Bersani, come aparece en el texto. Se trata probablemente de C. BERTANI, Vita di Maria Santissima, Tip. De' Paolini, Monza 1902.

19 Se trata probablemente del libro Maria al cuor della giovane, meditaciones para cada día del mes compuestas por un sacerdote de la Congregación de la Misión, Marietti, Torino 1907.

20 Se trata probablemente de la obra: H. L. SACERDOTI, Mese di Maria delle anime di vita interiore, o sea la vida de la Sma. Virgen propuesta por modelo a las almas de vida interior, Marietti, Turín 1910.

21 Junto a las cofradías principales de la espiritualidad dominica surgieron algunas asociaciones particulares, de las que la más antigua es la Asociación del Rosario perpetuo, en la que los inscritos se comprometían a recitar, por turnos sin interrupción, el santo rosario eligiendo una de las 24 horas del día. Otras manifestaciones parecidas fueron la asociación del Rosario viviente, fundada por Paulina Jaricot, terciaria dominica, y las asociaciones del Rosario viviente entre los niños y los jóvenes. Cf. L. A. REDIGONDA, Fratri Predicatori, DIP, IV, 1977, pp. 923-970.

22 Cf. ATP, n. 94, nota 2.

23 Cf. PÍO X, Inter plurimas pastoralis officii sollicitudines, motu proprio, ASS, XXXVI (1903), pp. 329-339. Con este documento se reintroduce la melodía gregoriana y se regula la música y el canto coral en la iglesia.

24 Cf. ATP, n. 37, nota 1.

25 Es una asociación que agrupa a niños de ambos sexos de cinco a quince años. La primera idea de los “Pajes de honor” del Smo. Sacramento se debe a monseñor G. B. Sacalabrini, obispo de Piacenza, que en el Sínodo diocesano de 1889 manifestó su deseo de que los niños fueran llamados junto a la Sma. Eucaristía, en un lugar destinado a ellos solos, al lado del altar. El cometido de llevar a la práctica este propósito se le encomendó al canónigo C. Molinari, quien redactó el primer reglamento y puso en marcha la asociación en su parroquia Santa Eufemia de la ciudad de Piacenza el 1 de enero de 1904, con gran éxito. La asociación se extendió a muchas otras diócesis, también del extranjero. En 1908 contaba con 20.000 inscritos. Cf. E. DEGANO, Paggi d'onore del SS.mo Sacramento, EC, IX, 1952, pp. 555-556.

26 Cf. nota anterior.