Beato Santiago Alberione

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INSTRUCCIÓN XIII1
FORMACIÓN A LA PASTORALIDAD

En cuanto a los informes sobre los aspirantes por parte de los Superiores locales al Superior provincial o regional y de éste al Superior general, se prescribe lo siguiente:
1. Los informes son necesarios para vestir el hábito y para las demás admisiones (noviciado, diversas profesiones, órdenes sagradas), de acuerdo con los formularios que se usan en el Instituto, siempre a norma de las Constituciones.
2. Esos informes debe firmarlos el Superior y su Consejo, y quien las expide conserva copia en el archivo.
3. Las que deben enviarse al Superior general han de llegar dos meses antes del paso que va a dar el aspirante.
* * *

Art. 79. Todo el que haya de emitir la profesión religiosa temporal, es necesario que haya cumplido los dieciséis años de edad; y los veintiuno, si se trata de la profesión perpetua.
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Art. 80. La fórmula de la profesión religiosa es de este tenor Yo, N.N., a honra de la santísima Trinidad, de la inmaculada Virgen María Reina de los Apóstoles, de san Pablo apóstol y de todos los Santos, para mi mayor santificación y la de mi prójimo, con el auxilio de la divina gracia, me entrego, ofrezco y consagro todo entero a Dios, y hago profesión de los votos de obediencia, castidad, pobreza y fidelidad al romano Pontífice (por un año, por dos años o a perpetuidad), en la Pía Sociedad de San Pablo Apóstol, según sus Constituciones. Que Dios me ayude. Así sea.
Art. 81. Hay indulgencias peculiares anejas a la renovación de la profesión, hecha privadamente, después de la sagrada comunión.
Art. 82. Pasado el tiempo por el que se han hecho votos, no debe mediar dilación alguna en su renovación. No obstante, tiene autoridad el Superior mayor para permitir, por justos motivos, que la renovación de los votos temporales se anticipe algún tiempo pero no más de un mes, a salvo siempre el trienio íntegro de la profesión temporal antes de la profesión perpetua.
Art. 83. Pasado el tiempo de la profesión temporal, según la norma de los artículos 73, 74 y 75, el religioso sea admitido a la profesión perpetua, si se le considera digno; de lo contrario vuelva al siglo, sin que se le dé más tiempo de la prueba.
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Art. 84. Para emitir la profesión religiosa obsérvese el rito reconocido y aceptado en la Sociedad.
Art. 85. Se ha de procurar que el documento de la profesión emitida, con la debida indicación del lugar, día, mes y año, sea suscrito tanto por el mismo profeso como por el que recibió la profesión legítimamente y por otros dos testigos y guárdese cuidadosamente en el archivo.

Espíritu y año de pastoral

«Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es el pastor ni el propietario de las ovejas, en viendo venir al lobo deja las ovejas y huye, y el lobo ataca y las dispersa, porque es un asalariado y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas y ellas me conocen a mí, igual que mi Padre me conoce a mí, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo otras ovejas que no son de este redil. También a ellas tengo que apacentarlas: Ellas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor» (Jn 10,11-16).
El sacerdote es siempre pastor: «Ex hominibus assumptus pro hominibus constituitur»,2 dice san Pablo. Puede serlo de diversas formas, pero su misión es esencialmente ésta. Si es alter Christus, no puede comportarse de forma opuesta a como hizo el Maestro de los apóstoles: «Propter nos homines et propter nostram salutem descendit
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de cœlis; et incarnatus est de Spiritu Sancto, ex Maria Virgine, et homo factus est; crucifixus, mortuus.3
La Iglesia quiere que los aspirantes al sacerdocio vivan reunidos en seminarios, casas apostólicas, estudiantados filosóficos y teológicos, para que, además de las virtudes, aprendan en lo posible y ejerciten en la práctica los apostolados.
La constitución apostólica Sedes Sapientiae establece:

Art. 47. La formación apostólica y pastoral a lo largo del período de estudio:
1. Durante el período de la formación y prueba, no omitan los Superiores y maestros incitar el ánimo de los alumnos hacia el apostolado e incluso traten de ejercitarles en él moderadamente, según la mente de la Iglesia y la naturaleza y el fin de cada Instituto.
2. Prepárese asimismo gradualmente a los alumnos al apostolado especial del propio Instituto con el conocimiento adecuado de su fin, espíritu y ministerios, origen y desarrollo histórico, así como con la vida de los miembros más ilustres y los medios más eficaces que usaron, para que los jóvenes vayan apasionándose a su familia religiosa y correspondan dignamente a su divina vocación.

El San Paolo de diciembre de 1958 exponía así la aplicación práctica de este artículo:
El año de pastoral es el que transcurre entre el cuarto curso de teología y
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el comienzo pleno del ministerio sacerdotal. Es como un aprendizaje para la vida sacerdotal, un prudente encaminamiento para el espíritu y la actividad sacerdotal, el perfeccionamiento de los estudios y la formación.
En el pensamiento de Pío XII y de la Sedes Sapientiae el año de pastoral tiene tres finalidades. Los alumnos, «bajo la guía de maestros experimentados: 1) cultivan más intensamente las virtudes sacerdotales; 2) ejercitan moderadamente el apostolado sacerdotal; 3) atienden al estudio y a la práctica de la teología pastoral según el ordenamiento y las instrucciones apostólicas» (art. 48).
Con ocasión de la inauguración de una iglesia y sus locales dedicada a san Eugenio I, Pío XII declaraba con el motu proprio «Quandoquidem» su voluntad de que se reuniera allí a los sacerdotes recién ordenados de la diócesis de Roma para un período de perfeccionamiento y adiestramiento en el ministerio (15 de abril de 1949). Éstas son sus palabras:
Quando4 ex studiorum domiciliis sacerdotes novensiles proficiscuntur, ut sibi creditum ministerium suscipiant, etsi sunt sacris disciplinis pietatisque fervore praediti, nihilo secius cum saeculi afflatum sentiunt, atque in media rapiuntur aetatis huius nostrae pericula difficultatesque, non raro experiuntur se haud satis esse ad increscentibus populi necessitatibus occurrendum instructi, atque interdum etiam animo concidunt, cum se cernunt non sine proprio discrimine a christianae doctrinae christianaeque virtutis hostibus acerrime impugnari.
Oportet igitur iuvenes a sacerdotio recentes opportunis illis disciplinis ac rebus exerceantur, quibus iisdem opus sit ut novas etiam apostolatus formas, quas
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nostra induxerit aetas, expedite, apte alacriterque tractare valeant.
Norunt profecto omnes primos potissimum sacerdotii annos, cum sacri administri ex Seminarii claustris in apertum campum prosiliunt, ut quae in scholis didicerint ad rem deducant, peculiarem habere momenti gravitatem, atque interdum etiam non leve discrimen. Ex iisdem siquidem saepe numero pendet futurae eorum vitae cursus, atque adeo eorum morum eorumque sacerdotalis muneris processus. Hac de causa facile cernitur quam opportunum ac prorsus necessarium sit eos in sacrae militiae initio optimos habere duces ac magistros, qui eis non tam doctrinae praeceptis, quam sacerdotalis ministerii exercitatione in exemplum praeluceant.
Id quidem non novum in Ecclesiae annalibus est; quod Romae S. Philippus Nerius hac in re peregit, quod S. Carolus Borromaeus Mediolani gessit, ac superiore saeculo Augustae Taurinorum S. Iosephus Cafasso Ecclesiasticum Convictum moderando obtinuit, id omnibus perspectum est; at multa alia hoc genus opera atque instituta memorari queunt, quae ad optimam sacerdotum conformationem summopere contulerunt.
Haec Nos mature considerantes, cum vehementer cupiamus ut iuvenis Almae Urbis Clerus, qui peculiari modo ac titulo Nobis carissimus est, hisce adiumentis ne careat, optamus ac volumus Pontificium Institutum Romae condere, cui quidem sit gravissima haec causa demandata. Quapropter per has litteras motu proprio datas decernimus aedificia illa, de quibus supra mentionem fecimus, non modo novae parœciae, sed Pontificio
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etiam Instituto attribuenda esse, romano clero novensili hac ratione instituendo.
Haec praeterea, quae sequuntur, statuimus ac decernimus:
I. Pontificii huius Instituti Rector a Nobis Nostrisve Successoribus eligetur, audito Cardinali in Urbe Vicario.
II. Novi Almae Urbis sacerdotes per certum tempus in ibi commorabuntur, ut non modo virtute, sed sacro etiam in ministerio exerceatur, peculiarique modo in iis apostolatus formis, quas nostrum invexit saeculum.
III. Addiscent iidem quid nostra tempora postulent, quibus necessitatibus angantur, quae pericula ac discrimina praebeant; atque adeo opportunis omnibus rationibus instruentur, quibus et haec pericula facilius superare, et praesentibus hisce necessitatibus modo aetati nostrae pari actuoseque respondere queant.
IV. Sacris concionibus exercebuntur, impertiendaeque christianae doctrinae institutione; qua de causa in parœciales aedes statis temporibus se conferent, ubi eorum opera apte utiliterque dirigetur.
V. In gerendis administrandisque parœcialibus officiis sub optimorum magistrorum ductu pariter exercebuntur.
VI. Vitam communem agent, ex qua quidem magnum experientur spiritualis utilitatis profectum.
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Virtudes sacerdotales y apostolado específico

a) Congrua congruis referendo, aplicando a nuestra situación peculiar esas orientaciones, cabe notar: el clérigo religioso de buen espíritu desde la profesión hasta la ordenación sacerdotal ha atendido especialmente a la práctica de la piedad y de las virtudes religiosas. Al comienzo del sacerdocio debe añadir piedad y virtudes sacerdotales.
Su corazón y su espíritu se dilatan en la piedad, siente la responsabilidad, el onus de las almas -pax hominibus- y los medios de poder y eficacia inmensos para glorificar a Dios, darle gracias y reparar -gloria in excelsis Deo- per Ipsum et cum Ipso et in Ipso.
Antes estaba él con Dios; ahora están él y los hombres con Dios. Ya no está solo.
Es ministro de Dios y del pueblo (en sentido paulino); de Dios, al que representa ante el pueblo; del pueblo, al que representa ante Dios: «omnis pontifex ex hominibus assumptus pro hominibus constituitur in iis quae sunt ad Deum ut offerat dona et sacrificia pro peccatis».5
Debe dar a Dios honor y gloria, reparar por todos los hombres, sobre todo por las almas que especialmente le han sido confiadas en Cristo y suplicar por todos a la misericordia divina. La santa misa, el breviario y, en general, las funciones litúrgicas están en sus manos.
Debe ofrecer los medios de la salvación a todos: la verdad que creer, la voluntad de Dios que cumplir y los sacramentos que recibir ordenando la vida presente con vistas a la futura.
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Por tanto, todos los poderes, la ciencia, la experiencia, la bondad y las fuerzas físicas y morales deben utilizarse con celo prudente, sencillo, incansable, pues su salvación está unida a la salvación de las almas. Así pues, la virtud de la prudencia, la caridad del ministerio, la generosidad, el celo por todo lo que da gloria a Dios y paz a los hombres. Debe aprender a mantener bien el equilibrio entre dos deberes: perfeccionarse en el estudio y en las virtudes, y entregarse generosa e inteligentemente: piedad, estudio y celo. ¡Sumar siempre! Nunca vaciarse ni agotarse hasta el punto de ser inútiles para sí y para las almas. Debe conseguir en todo esto hábitos santos para toda su vida sacerdotal.
Pío XII insiste en el citado motu proprio en que los sacerdotes recién ordenados deben estar preparados para las necesidades de nuestro tiempo, pero se les debe pertrechar también contra los peligros de siempre y los de ahora, para que no se vean desbordados por la inexperiencia en situaciones y relaciones peligrosas ni con pretexto de celo o por un uso poco inteligente de las nuevas formas de apostolado.
b) Ejercicio moderado del apostolado. Apostolado general y apostolado específico.
Apostolado general: hay que saber administrar convenientemente los sacramentos, especialmente la Penitencia, y por eso durante el año de pastoral se presentarán al llamado examen de la confesión y comenzarán a administrarla con niños, con hombres, etc., según las disposiciones diocesanas y del Instituto.
Deben aprender a predicar la palabra divina. En primer lugar, que dispongan de
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un buen catecismo, estructurado y presentado según los sistemas modernos. Luego, la explicación del Evangelio, breves conferencias a clases distintas, algún panegírico,6 etc. Es muy importante la elocuencia formativa para una categoría determinada de fieles.
Dedíquense a obras que sirvan para formar el carácter recto y cristiano de los fieles. Inculquen especialmente una conciencia clara y segura de los deberes de la edad, del estado y de la profesión, a fin de que se vivan los mandamientos de la Iglesia y los católicos sean los mejores ciudadanos, cada cual en su situación. También debe cuidar los deberes familiares y sociales y sentir las necesidades del prójimo y las virtudes del apostolado.
Apostolado específico. Pío XII desea también que los sacerdotes seculares se preparen al trabajo parroquial, pues será esa su misión futura. Resulta evidente, por consiguiente, que los sacerdotes religiosos deben prepararse a las tareas futuras de su apostolado. Nuestros queridos sacerdotes recién ordenados, por tanto, han de prepararse de forma práctica para la clase, la redacción, la formación de los aspirantes, la dirección del apostolado técnico y de propaganda, el cine, la radio y la televisión según las posibilidades, así como a todas las formas nuevas de apostolado que los tiempos exigen, con una apertura de horizontes cada vez mayor y teniendo en cuenta las diversas naciones y continentes.
Teniendo esto en cuenta, el Instituto Pontificio de Pastoral de Roma, erigido por Pío XII, ha introducido en sus programas estos apostolados específicos. El Instituto tiene también el cometido de preparar profesores titulados en temas pastorales para las diócesis y los Institutos religiosos.
Pío XII recuerda por este motivo en la constitución apostólica que
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el sacerdote debe ser, como dice san Pablo, «perfectus homo Dei ad omne opus bonum instructum».7
El Instituto está puesto bajo la protección de María, «Regina Apostolorum», de san Gregorio Magno y de san Pío X.
El Instituto es muy solicitado y acuden a sus clases tanto sacerdotes religiosos como diocesanos.

Materias de estudio

c) La enseñanza que debe darse está centrada especialmente en las materias siguientes:
La teología pastoral fundamental, que ha adquirido actualmente dignidad de verdadera ciencia, mientras que en otros tiempos era más bien un acervo de avisos.
El sacerdote necesita dos ciencias: debe conocer lo que debe dar a los fieles y a los infieles, y debe conocer el modo de darlo. Al primero se ordenan los estudios teológicos y al segundo se orienta el año de pastoral.
Van íntimamente unidas la historia de la pastoral, la literatura pastoral, su estado y los métodos modernos de pastoral en las diversas naciones.
La enseñanza de la verdad, que comprende la catequesis, la redacción y la elocuencia sagrada en sus diferentes partes, como son las conferencias, la dirección de Ejercicios espirituales, de retiros mensuales, etc.
La pedagogía y la psicología en sentido práctico.
El apostolado de la juventud, al que debe añadirse el apostolado de las vocaciones, y la Acción Católica.
La vida religiosa en sus varios grados: Órdenes, Congregaciones, Sociedades de vida común sin votos públicos e Institutos seculares.
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La dirección espiritual de las diversas categorías de almas, especialmente de las consagradas al Señor.
El apostolado del cine, la radio, la televisión y la prensa.
La sociología cristiana.
La liturgia y arte en orden a la pastoral.
La pastoral de los sacramentos.
La misionología.
El cuadro de la acción pastoral del sumo Pastor, el Papa; el cuadro de la acción pastoral de los obispos; el cuadro de la acción pastoral de los párrocos, siempre en relación con los siglos pasados y los tiempos presentes.

Conclusión. La Pía Sociedad de San Pablo ha dado siempre una importancia muy especial a la pastoral. Adelantándose a los tiempos, se preparó el libro Apuntes de Teología Pastoral, que tuvo dos ediciones. Ha sido publicado de nuevo en edición muy revisada.
Se dice en las Constituciones: «El apostolado ofrezca un carácter pastoral» (art. 232). La explicación de esto aparece en los artículos 227, 229 y 230.
Se ha publicado siempre la revista Vida Pastoral.
La razón, obvia, nos la da el papa Juan XXIII en la homilía que pronunció en su coronación, cuando dijo que en el Papa no hay que buscar a un docto, a un diplomático, a un hombre de Estado, etc., sino al Pastor, formado a imagen de Jesús buen Pastor, y describió detalladamente sus cualidades y cometidos.
La redacción del sacerdote y el apostolado entero están destinados a realizar la misión de iluminar, dirigir y santificar.
La colección pastoral, editada por Ediciones Paulinas en Alba, es estupenda en sus
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tres secciones: Magisterium, Ministerium, Regimen.
En la citada constitución apostólica, Pío XII dice: «Debemos declarar, impulsados por nuestra gravísima responsabilidad, que el sacerdote, además de la santidad y la ciencia conveniente para realizar el ministerio apostólico de manera digna, necesita absolutamente una preparación pastoral cuidadísima y completa en todos los aspectos».

Art. 48. Disciplina especial de la formación y de la práctica pastoral.
§ 1 - Para conseguir una mejor formación pastoral apenas terminado el curso teológico, ejercítese por lo menos durante un año a los alumnos en un aprendizaje especial (art. 11 § 2,4º; 21 § 1,4º; 43 § 3,3º), en el que bajo la guía de maestros preparados, mientras cultivan más intensamente las virtudes sacerdotales y ejercitan moderadamente el apostolado sacerdotal, atiendan al estudio y la práctica de la teología pastoral según los disposiciones e instrucciones apostólicas (61).
§ 2 - A no ser que la sagrada Congregación haya concedido dispensa por circunstancias especiales, que deben observarse rigurosamente, los Superiores mayores pueden hacer excepciones sólo con los alumnos que siguen estudios eclesiásticos superiores, a condición de que su formación apostólica se lleve regularmente a cabo de otra manera, bajo la responsabilidad de los Superiores.

Laicado e Institutos paulinos

Se habla de Acción Católica. Pío XII ha precisado los términos. La palabra es genérica, no específica.
Acción católica es todo lo que se hace por la salvación de las almas en la Iglesia de Dios en unión
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con la jerarquía. Por tanto, las Terceras Órdenes, la Protección de la Joven, la Acción Catequística de los Seglares, el Apostolado del Mar, los Cooperadores paulinos y salesianos, la Unión de Editores Católicos, la POA, la ACLI, la Unión de Maestros Católicos, el apostolado seglar en general, las numerosas organizaciones internacionales, entre ellas las del cine, la radio, la televisión, las obras misioneras, las semanas sociales, etc., todo ello es acción católica, palabras que indican el género. En cambio, esta denominación se usa muchas veces de manera abusiva como especie, la organización de los seglares que en Italia y en otros países se encuentra bajo la dependencia de los obispos.
La Familia Paulina supera a todos estos organismos que hay en la Iglesia, pues nuestros Institutos son religiosos, realizan un ministerio, se componen de almas consagradas, mientras que los católicos militantes producen de alguna manera especies o frutos de la planta, pero no la planta. El religioso da al Señor y a las almas la planta y los frutos, es decir, se da a sí mismo y sus obras: «Et erit tamquam lignum quod plantatum est secus decursus aquarum, quod fruntum suum dabit in tempore suo» [Sal 1,3]; es árbol que está junto a la corriente del agua que salta hasta la vida eterna y que producirá frutos a su tiempo. Eso es el religioso que se da por entero, planta y frutos; es decir, pastor que da la vida, que lo da todo.

Pastoral directa e indirecta

Todo sacerdote es cristiano: «Christianus sibi; sacerdos aliis».8 Y ¿cómo es en general nuestra pastoral?
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El papa Juan XXIII respondió a esta pregunta cuando habló al clero romano en una de las sesiones del Sínodo.
Hay una pastoral directa y otra indirecta. En la primera se predica con la voz, se administran los sacramentos, se dirigen las almas: «Magisterium, ministerium, regimen».9 Explicó que en Roma el clero diocesano y regular es numeroso, pero está distribuido en dos tareas que se complementan y completan. Hay en las parroquias 220 sacerdotes diocesanos y 370 sacerdotes religiosos que hacen una pastoral directa. Hay además muchos sacerdotes de los dos cleros dedicados a multitud de cometidos, en general en beneficio de toda la Iglesia y de todas las almas: vicariato, escuelas, asociaciones, colegios, Congregaciones pontificias, embajadas, Superiores de religiosas, etc. Estos realizan una pastoral indirecta, pero más necesaria, más amplia, más alta. Aquí entra el apostolado de las ediciones de forma directa, complementaria, necesaria, amplia, laboriosa. ¡Todos son pastores! Lo son incluso en el sentido del De Sacerdotio de san Juan Crisóstomo, así como en de la II Oratio de san Gregorio Nacianceno. No hay dos pastorales, sino sólo una: Ars artium regimen animarum.10
Los discípulos, por su unión al sacerdote en el apostolado de las ediciones, entran en una misión inaudita en los siglos pasados y revestida de una nobleza nueva y peculiar.
Que éste haya sido siempre el pensamiento y el fin pastoral de nuestro apostolado, se deriva también de que en la Familia Paulina hay un Instituto llamado de Jesús Buen Pastor, como se dijo anteriormente, compuesto por las humildes cooperadoras del celo pastoral.
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Conclusión: leamos la vida de Jesús buen Pastor y, cuando escribamos o aprobemos una edición, una película, etc., tengamos siempre presentes las necesidades de las almas.
Y oremos: «Bone Pastor, panis vere - Jesu nostri miserere - Tu nos pasce, nos tuere - Tu nos bona fac videre - in terra viventium».11
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1 El séptimo día del curso, viernes 8 de abril, el P. Roatta dirigió la meditación de las 6.00 sobre «La sagrada Escritura y los paulinos», y la de la tarde, a las 19.00, que se tituló «La Tradición y los paulinos».

2 «Es elegido entre los hombres para representar a los hombres ante Dios» (Heb 5,1).

3 «Por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; fue crucificado, muerto y sepultado» (Missale Romanum, Ordo Missae: “Credo”).

4 Cuando los sacerdotes recién ordenados salen de las casas de estudio para comenzar el ministerio que se les confía, aunque es intenso el fervor de su piedad y están instruidos en las ciencias sagradas, no es extraño que, sintiendo el hálito del mundo y viéndose en medio de los peligros y dificultades de nuestro tiempo, tengan la impresión de que no están bien preparados para afrontar las necesidades crecientes del pueblo y se desanimen al verse tan duramente atacados por los enemigos de la fe y de la virtud cristiana.
Es, pues, necesario que los nuevos levitas se ejerciten en disciplinas oportunas y en las cosas que necesitarán para poder practicar convenientemente, con habilidad y prontitud, las nuevas formas de apostolado que nuestro tiempo comporta.
Todos sabemos que los primeros años de sacerdocio, cuando los sagrados ministros pasan de la clausura del seminario al escenario de trabajo para que desplieguen en él lo que han aprendido, tienen un trance de especial gravedad y a veces de no poco peligro. De él depende no pocas veces toda su vida y el perfeccionamiento de sus hábitos y de su ministerio sacerdotal. Por eso se comprende fácilmente lo oportuno y necesario de que cuenten al principio de su sagrada milicia con guías y maestros bien preparados no sólo en el ámbito de los preceptos de la doctrina, sino también en el ejercicio del sagrado ministerio.
Esto no es nuevo en la Iglesia. Todos sabemos lo que hizo en este aspecto san Felipe Neri en Roma, san Carlos Borromeo en Milán y san José Cafasso en Turín el siglo pasado, con la dirección del “Internado Eclesiástico”, y pueden recordarse muchas otras obras e instituciones de este tipo que contribuyeron poderosamente en la buena formación de los sacerdotes.
Considerando atentamente estos aspectos y con el vivo deseo de que al joven clero de Roma, al que tanto queremos por un título especial, no le falten estas ayudas, anhelamos y queremos fundar en esta ciudad un Instituto pontificio al que se le encomiende esta tarea tan importante. Por tanto, con esta carta, dada “motu proprio”, decretamos que los edificios anteriormente citados, sirvan no sólo para la nueva parroquia, sino también al pontificio Instituto para la formación del joven clero romano.
Además, establecemos y decretamos cuanto sigue:
I. El Rector de este pontificio Instituto será elegido por Nos y nuestros sucesores, oído el cardenal vicario de Roma.
II. Los sacerdotes recién ordenados de la ciudad de Roma habitarán aquí durante un tiempo para ejercitarse en las virtudes y en el sagrado ministerio, especialmente en las formas de apostolado aptas a los tiempos.
III. Aprenderán qué exigen nuestros tiempos, cuáles son sus necesidades, qué riesgos y peligros presentan, y serán instruidos en todos estos temas para poder superar fácilmente esos peligros y responder prontamente y de forma correcta a nuestra edad y a las necesidades presentes.
IV. Se ejercitarán en la sagrada predicación y en la enseñanza de la doctrina cristiana, y con este fin acudirán en tiempos establecidos a la casa parroquial, donde su obra será guiada humilde y oportunamente.
V. Se ejercitarán asimismo en los deberes pastorales bajo la guía de maestros bien preparados.
VI. Harán vida común, en beneficio de un gran progreso en el espíritu.

5 «Todo sacerdote es elegido de entre los hombres para representar a los hombres ante Dios y ofrecer dones y sacrificios por los pecados» (Heb 5,1).

6 Discurso con motivo de alguna celebración en solemnidades litúrgicas o en otras circunstancias.

7 «El hombre de Dios sea perfecto, dispuesto a hacer siempre el bien» (2Tim 3,17).

8 «Cristiano para sí mismo; sacerdote para los demás».

9 «Magisterio, ministerio, dirección».

10 «La guía de las almas es el arte de las artes».

11 «Buen Pastor, verdadero pan, - Jesús, ten piedad de nosotros; - aliméntanos y defiéndenos, - haz que contemplemos los bienes eternos - en la tierra de los vivos» (secuencia Lauda Sion Salvatorem).