INSTRUCCIÓN X
USO Y ABUSO DE LOS MEDIOS AUDIOVISUALES
Residencia de los Superiores
Es necesario hacer alguna precisión sobre la residencia de los Superiores.
1. A norma del art. 335, el Superior general no puede cambiar su sede o domicilio a otra casa que no sea la general, porque si lo hiciera así trasladaría automáticamente la sede de la Casa general. Para hacer eso se requiere la autorización de la santa Sede.
El Superior general puede visitar las casas de toda la Congregación con visitas canónicas ordinarias, cada tres años, y si lo cree oportuno, con visitas extraordinarias.
Así pues, lo único que no puede hacer el Superior general en cuanto a residencia, es trasladar a otro sitio la sede de la Casa general.
2. A norma del art. 404, el Superior provincial debe residir en la casa provincial, y no puede sin autorización del Superior general trasladar su residencia a otra casa.
309
Debe visitar cada año las casas de la provincia, pero no puede salir de sus confines sin permiso del Superior general.
3. Según el art. 449, la obligación de la residencia de los Superiores locales es aún más rigurosa, pues no pueden alejarse de sus casas sin permiso de su Superior mayor.
Según las disposiciones del Capítulo general (1957),1 sigue en vigor que los paulinos residentes en el extranjero (fuera de Europa) pueden volver a su patria para vacaciones, reciclaje, etc., sólo cada seis años. Se aconseja la coincidencia de la venida con los Ejercicios espirituales o con la fecha de las elecciones políticas.
Alguien ha preguntado: «¿No es la muerte de los padres del religioso un motivo suficiente para una vuelta anticipada?». Se ha consultado a otros Institutos y Superiores y se ha respondido que no es suficiente, que se trata de un sacrificio que forma parte de nuestras renuncias.
El espíritu que ha guiado a nuestra Congregación
Las leges credendi, orandi et agendi2 están muy relacionadas entre sí y constituyen en el fondo una única ley; al igual que en el caso del hombre, que, aunque tiene tres facultades (inteligencia, sentimiento y voluntad), es una sola persona.
Este espíritu ha guiado todo el trabajo de constitución de la persona moral de la Pía Sociedad de San Pablo: las Constituciones, la piedad paulina y el apostolado paulino.
Los cánones y los artículos son fríos como el mármol, pero se les ha dado vida espiritual. El libro de nuestras oraciones es más importante por las introducciones
310
-espíritu- que por las fórmulas. Al principio hay una invitación general; luego, antes de las diversas prácticas (confesión, comunión, misa, meditación, retiro mensual, examen de conciencia, visita al Santísimo, etc.), hay una introducción especial que explica que la piedad da alma a las reglas y a cada artículo y comunica el espíritu que informa la jornada paulina y el apostolado, de tal modo que todo esté ordenado a la gloria de Dios y la paz de los hombres. Entra especialmente la gracia del Espíritu Santo, que es el alma del alma. Por ella sentimos que vivimos en Jesucristo: en Él verdad, la acción de la inteligencia; en Él camino, la acción de la voluntad, y en Él vida, la acción del sentimiento.
En este aspecto, son más útiles las introducciones que las propias fórmulas.
* * *
Art. 55. El año del noviciado tiene el fin de formar el espíritu de los novicios con el estudio de las Constituciones, con piadosas meditaciones y oración asidua, aprendiendo aquellas cosas que tocan al conocimiento de los votos y virtudes, con continuos ejercicios oportunos para extirpar de raíz las semillas de los vicios, calmar las estridencias del ánimo y adquirir las virtudes.
Art. 56. Los novicios discípulos sean instruidos diligentemente en la doctrina cristiana y en otras disciplinas propias para ellos; por lo mismo se les ha de dar tiempo suficiente para el estudio, además de las lecciones que se les asignen diariamente.
311
Art. 57. Mas para que puedan leer y meditar las Constituciones y llegar a comprender la explicación que les ha de dar el maestro, dése a cada novicio, desde el principio de su probación, un ejemplar íntegro de las mismas Constituciones.
Art. 58. Los novicios deben proponerse en su alma una especial devoción hacia la persona de nuestro Señor Jesucristo, cuyos ejemplos y palabras han de esforzarse también por imitar en su vida conforme a sus fuerzas. Por eso deben fomentar con el mayor interés el amor a la Sociedad, el celo por las obras de apostolado, respetuosa fidelidad a las Constituciones, perfecta obediencia a los Superiores, según su grado, estrecha caridad entre los hermanos y una perfecta abnegación de sí mismos en el cumplimiento de sus oficios.
Art. 59. No se destine en el año de noviciado los novicios clérigos a predicar ni a oír confesiones o a cargos exteriores de la Sociedad; ni dediquen sus energías a estudios literarios de ciencias o de artes.
Art. 60. Los novicios discípulos pueden dedicarse en la misma casa religiosa al cumplimiento de sus oficios con discreción, pero nunca como encargados y sólo en cuanto no sirvan de impedimento a los ejercicios del noviciado designados para ellos.
Art. 61. Los novicios, durante el noviciado, no pueden ser promovidos a las órdenes.
Art. 62. En el decurso del noviciado,
312
no pueden los novicios, so pena de invalidez, renunciar de cualquier modo que sea a sus beneficios o bienes o empeñarlos.
Art. 63. Los novicios gozan de todos los privilegios y gracias espirituales concedidas a la religión; y si fueren sorprendidos por la muerte, tienen derecho a los mismos sufragios que están prescritos para los profesos, aunque no emitieren la profesión in articulo mortis.
Uso y abuso de las técnicas audiovisuales
El apostolado paulino se define y resume en el segundo artículo de las Constituciones. Refleja el pensamiento de Pío XII en una Carta apostólica3 (12-I-1951) en que proclamaba a san Gabriel arcángel protector de todos los inventos aptos para comunicar el pensamiento, las noticias y todo lo que es útil a la humanidad, protector asimismo de los que colaboran en esta labor con el concepto, la técnica y la difusión.
Prensa, cine, radio y televisión constituyen hoy día las más urgentes, rápidas y eficaces obras de apostolado católico. Es posible que los tiempos nos reserven otros medios mejores; pero en la actualidad parece que el corazón del apóstol no pueda desear nada mejor para dar a Dios a las almas y las almas a Dios.
Ojalá el divino Maestro, por intercesión de san Pablo, suscite muchas almas generosas que dediquen toda su actividad de oraciones, acción, sacrificio y heroísmo a estas cuatro nobles formas de apostolado y a otras parecidas, en las que se proponga como único fin
313
el programa de la redención: «Gloria Deo, pax hominibus».4
El don de la palabra, regalo de Dios al hombre, es algo bien grande para las comunicaciones entre los hombres y con Dios. Si se lo usa además para llevar el mensaje evangélico de la salvación y de la paz, constituye el apostolado de la predicación: «In omnem terram exivit sonus eorum et in fines terrae verba eorum».5
Ahora bien, los medios técnicos de hoy confieren a la palabra un apoyo de inmenso valor en amplitud y rapidez, de inmensa potencia. Por ejemplo, la palabra del Papa puede escucharse en todo el mundo; él puede tener la instrucción catequística (parroquial) a toda la humanidad, que de esta manera viene a ser su inmensa parroquia. Puede también rezar juntamente con todos los hombres. Pío XI decía: «Esto equivale a obedecer y realizar en sentido pleno el divino mandato: Docete omnes gentes ».6
Enseñanza de los Papas
«...Estos inventos (telégrafo, teléfono, radio, televisión), del mismo modo que pueden ocasionar mucho daño si se no usan con ánimo recto, como conviene, sirven muchísimo para promover y consolidar la unión fraterna entre los hombres, para ennoblecer la vida, para propagar las artes y las disciplinas nobles, así como para impartir las enseñanzas de la religión, para llevar la voz del Pastor supremo de la Sede de Pedro hasta los últimos confines del mundo y para elevar a la Majestad divina oraciones públicas en unidad admirable de ánimos desde todas las partes del mundo. Por eso la santa Madre Iglesia no sólo no se ha opuesto nunca a este progreso de los pueblos, sino que se preocupó de alimentarlo, promoverlo y tutelarlo cuanto pudo, pues todo
314
lo verdadero y nuevo que se consigue mediante la investigación debe considerarse un vestigio de la mente divina y un indicio de la divina Providencia. Consideramos, pues, que es muy oportuno que estos admirables inventos y sus técnicos y colaboradores gocen de un especial beneficio celestial y de una asistencia peculiar de lo alto...» (Pío XII).
«No es menos útil la difusión de la prensa. A pesar de ello, no consideramos necesario detenernos mucho sobre este tema, pues todos conocen la gran influencia de la prensa cotidiana y periódica, tanto para mantener viva convenientemente la verdad e inculcar en los ánimos la virtud cristiana, como para descubrir los errores que se presentan con apariencia de verdad, así como para refutar los principios antirreligiosos o antisociales. Así pues, alabamos calurosamente a los pastores de almas que se preocupan por difundir lo más ampliamente posible la buena prensa. Mucho se ha hecho en este campo, pero mucho queda por hacer...» (Pío XII).
«...Lo que nos parece, además del mal más grave, la raíz de todo mal, es que no raramente la verdad se sustituya con la mentira, usada como instrumento de disputa. No pocos descuidan la religión como cosa sin importancia, y lugares hay donde incluso se prohíbe en el ambiente familiar y social como resto de viejas supersticiones, mientras que se exalta el ateísmo privado y público, de tal modo que, eliminado Dios y su ley, las costumbres dejan de tener fundamento. La prensa, con harta frecuencia, vitupera vulgarmente el sentimiento religioso, mientras
315
que no duda en divulgar las obscenidades más torpes, excitando al vicio y arrastrando hacia él, con daño incalculable, a la niñez tierna y a la juventud traicionada...».
«En la enseñanza escolar, tanto en la básica como en la universitaria, así como en las publicaciones de la prensa, o no se permite exponer y defender la doctrina de la Iglesia, o se la coarta y vigila de tal manera por la censura oficial, que parece haberse erigido en principio el arbitrario propósito de que la verdad, la libertad y la religión deben servir sumisamente sólo a la autoridad civil...» (Pío XII).
«Vosotros, hombres de la prensa, tenéis una vocación gloriosa, de alcance vital en la sociedad. Viviendo según la dignidad y las exigencias de la misma, estáis en situación de ejercer una influencia (no por todos plenamente aceptada) en la solución de los problemas complicados y trágicos del mundo» (Pío XII).
Cuando estos medios del progreso sirven para la evangelización, reciben una consagración, quedan elevados a la máxima dignidad. La oficina del escritor, el taller de la técnica, la librería se vuelven iglesia y púlpito.
Y quien trabaja en ellos se eleva a la dignidad de apóstol.
Quien, «innocens manibus et mundo corde»,7 trabaja en esos medios, les comunica un poder sobrenatural, que contribuye a la iluminación y a una acción íntima por el soplo divino que le acompaña.
Cátedras abusivas contra el divino Maestro
El abuso de los medios técnicos (de la prensa, del cine, de la radio y de la televisión) causa innumerables males sociales y ocasiona
316
un verdadero estrago en las almas. Enciéndase, pues, de celo el apóstol de las ediciones.
Esos medios técnicos establecen a menudo múltiples cátedras contra el Padre celestial, quien «después de haber hablado muchas veces y en diversas formas a nuestros padres por medio de los profetas, en estos días, que son los últimos, nos ha hablado por el Hijo» [cf. Heb 1,1-2]; contra Jesucristo, que consumó el tiempo de su vida terrena dando testimonio de la verdad; contra el Espíritu Santo, que es espíritu de verdad.
Los medios técnicos audiovisuales destruyen con sus abusos la vida espiritual del hombre sembrando discordia e inmoralidad.
Son pecados premeditados, pues exigen una preparación a veces muy larga y conseguida con mente calma.
Se trata de escritores, técnicos, propagandistas, organizadores, etc., que dedican días y años, ingenio y dinero al servicio del error y de la impiedad; de sociedades bíblicas protestantes, de directores, de salas grandiosas... Sus causas secretas son la ganancia, el odio, la ambición, etc.
Causan grave escándalo y daño público. La teología moral señala como responsables a todos los que de alguna manera, por medio de la prensa, el cine, la radio, la televisión, los músicos, los pintores, etc., van sembrando cuanto contribuye al mal.
Hay pecados que se multiplican fácilmente: en las horas de la noche, miles de grandes máquinas, en todas las partes del mundo, a velocidad sorprendente, arrojan millones y millones de ejemplares de revistas y periódicos; cada noche asisten a las salas de cine multitudes de espectadores; a lo largo de casi todo el día la radio y la televisión emiten sus programas...
317
¿Quién sabe el porcentaje que hay de bueno en todo eso y el porcentaje que hay de peligroso?
Uso apostólico: Contraponer prensa a prensa
La Iglesia ha intervenido con disposiciones y documentos solemnes (santa Sede, episcopados, clero, educadores) para recordar a productores, lectores, espectadores y oyentes que estos grandes medios deben ser usados para la elevación del hombre y nunca para su ruina. Por desgracia, e incluso frecuentemente, son los adolescentes los que se convierten en sus víctimas.
1. Debemos estudiar los medios audiovisuales. Hay medios que se usan en todos los vocacionarios, pero es preciso conocer los demás. Estúdiese y léase el libro Apostolato dell'Edizione, que está en lengua italiana pero puede traducirse a otras lenguas.
2. Debemos contraponer prensa a prensa, radio a radio, cine a cine y televisión a televisión.
3. Pongamos en guardia a las personas de buena fe con todos los medios que tenemos a disposición, para que no se coopere en el mal ni se cometa directamente.
4. Debemos orar y sacrificarnos con
a) la santa misa y la comunión diaria;
b) las horas privadas y públicas de adoración al Santísimo;
c) la celebración del primer domingo del mes en honor del divino Maestro, con retiro mensual, confesión, comunión reparadora y meditación del santo Evangelio;
d) la lectura diaria de un trozo del Evangelio;
e) los pequeños sacrificios y mortificaciones voluntarias;
f) la recitación del «Bendito sea Dios» en las oraciones de la mañana, de la noche y después de la santa misa;
318
g) la recitación diaria de la oración Para quien tiene sed de almas como Jesús, que suena así:
Oración y ofrecimiento paulino
«Señor, te ofrezco en unión de todos los sacerdotes que hoy celebran la santa misa a Jesús hostia y a mí mismo, pequeña víctima:
1. En reparación de las innumerables blasfemias, errores e impiedades que las ediciones de radio y televisión, cine y prensa difunden en el mundo entero.
2. Para invocar tu misericordia sobre las muchas almas que por engaño o seducción son arrancadas de tu corazón de Padre por los medios modernos del mal.
3. Por la conversión de tantos ministros de Satanás que, con la radio y la televisión, el cine y la prensa, han levantado cátedras contra el divino Maestro, envenenando la mente, el corazón y las actividades de los hombres.
4. Para seguir únicamente a quien tú, Padre celestial, en un exceso de tu amor, diste al mundo proclamando: Éste es mi Hijo amado, escuchadle.
5. Para conocer que sólo Jesús es perfecto Maestro, la verdad que ilumina, el camino y modelo de toda santidad, la vida verdadera del alma, es decir, la gracia santificante.
6. Para que se multipliquen los sacerdotes, los religiosos, las religiosas y los apóstoles seglares que se dedican a la difusión de la doctrina y de la moral cristiana con la oración y los medios del bien más rápidos y eficaces.
7. Para que los escritores, los técnicos y los propagandistas sean santos, llenos de sabiduría y de celo por la gloria de Dios y la salvación de las almas.
8. Para pedirte que todas las ediciones católicas
319
prosperen, se multipliquen y oscurezcan la voz del error y del mal.
9. Para que todos nosotros reconozcamos nuestra ignorancia y miseria y la necesidad que tenemos de estar siempre humildemente delante de vuestro santo sagrario pidiendo luz, piedad y misericordia».
Por los difuntos. En nuestro libro de oraciones hay un número de la coronita referido a las almas que pueden estar en el purgatorio por el abuso de las técnicas audiovisuales, que dice así: «Te doy gracias, Jesús, Maestro divino, venido del cielo para librar al hombre de tantos males con tu doctrina, santidad y muerte. Te pido por las almas que están en el purgatorio a causa de la prensa, del cine, de la radio y de la televisión. Confío que estas almas, apenas libres de sus penas y admitidas al gozo eterno, te rueguen y supliquen por el mundo moderno, a fin de que los numerosos bienes que nos has concedido para la elevación de la vida presente, sean usados también para el apostolado y la vida eterna».
Cautelas necesarias
Nuestra vocación específica exige una delicadeza especial en el uso de los medios audiovisuales. Debemos conocerlos y usarlos mejor y temer más su uso abusivo.
Para quien es llamado al apostolado de las ediciones es un pecado más grave que para otros abusar de:
a) lecturas peligrosas o nocivas de periódicos, revistas y libros, así como ver fotografías, tarjetas, figuras, pinturas, etc.;
320
b) películas escandalosas, bien como tesis o bien como exposición; las inconvenientes y desaconsejables por la edad o las reservadas a clases especiales de espectadores;
c) transmisiones de radio y televisión contrarias a la moral, a las verdades cristianas y al decoro del culto divino.
Deben también considerarse grave las simples lecturas, las transmisiones y proyecciones simplemente inútiles, tanto por el tiempo que se pierde como por la influencia nociva sobre la personalidad, pues desorientan los sentidos internos y el sentimiento.
Por eso la sagrada Congregación de Religiosos ha emanado disposiciones sabias, que obligan en conciencia:
«Habiéndolo ponderado debidamente, esta S. Congregación establece lo siguiente y reclama la atención de los Superiores en favor de una correcta observancia graviter onerata eorum conscientia.8
1. No existe ningún motivo que justifique la presencia de aparatos de televisión en las comunidades de hombres o de mujeres de vida contemplativa; puede tolerarse un aparato de radio con el único fin de que los religiosos puedan oír la palabra del Papa hablando al mundo entero y para recibir su bendición, así como para alguna celebración excepcional de carácter religioso.
2. En las comunidades religiosas de vida activa:
a) nunca pueden permitirse aparatos de radio individuales, y menos aún de televisión, para ser usados libremente y sin control del Superior;
b) los aparatos de radio o de televisión deben estar siempre y exclusivamente en alguna sala de la comunidad, en lugar abierto y bajo el control del Superior o de algún delegado suyo;
321
c) los Superiores deben controlar el tiempo dedicado a la televisión y a las audiciones radiofónicas, para que no se vean comprometidos los deberes y ocupaciones del propio estado, las tareas confiadas a cada uno, el apostolado, las prácticas de piedad, los ejercicios de vida común y las horas de descanso según el horario de los religiosos;
d) los Superiores deben prohibir los programas o emisiones que por razones de moralidad o mundanidad no sean conformes con la vida religiosa. Fuera de las transmisiones informativas de carácter general y de las transmisiones de tipo cultural o religioso, deben, o por lo menos pueden, considerarse tales todas las demás en relación con la vida religiosa, y por tanto prohibirse cuando se proponen únicamente como esparcimiento de los religiosos;
e) si razones de apostolado exigen claramente, para determinados religiosos y en casos concretos, excepciones razonables, el juicio sobre esas excepciones está reservado al Superior, el cual, graviter onerata conscientia, procurará que el peligro sea remoto al máximo, seleccionando cuidadosamente religiosos aptos, que posean un sólido espíritu religioso y sana experiencia de la vida y que sepan distinguir bien no sólo lo que puede ser nocivo a los propios religiosos, sino también lo que puede ser nocivo a aquellos a quienes se presenta el espectáculo».
El uso correcto de los medios audiovisuales contribuye a la cultura, a la educación y a la vida social y cristiana.
322
1 Cf. C. DRAGONE, «Il Primo Capitolo Generale della Pia Società San Paolo», en Cooperatore Paolino de mayo-junio 1957, pp. 10-15. En UPS hay referencias constantes a este Capítulo (cf., por ejemplo, III, 54). El Capítulo general de 1957 fue el primero que celebró la Pía Sociedad de San Pablo. Fue convocado para el mes de abril en la casa de Albano Laziale (Roma), via San Francesco d'Assisi, 52. Más formal que jurídico, el Capítulo fue convocado por el P. Alberione personalmente y él fue quien dirigió los trabajos. Entre los miembros por derecho y los delegados fueron 33 los participantes. Se reunieron por la tarde del 4 de abril de 1957. Del 4 al 10 tuvieron Ejercicios espirituales que predicó el P. Alberione, monseñor Antonio Bergamaschi (obispo de Pennabilli, Pésaro y Urbino) y el P. Arcadio Larraona, secretario de la sagrada Congregación de los Religiosos. El 11 de abril comenzaron las sesiones. El P. Alberione fue confirmado Superior general ese mismo día. Al día siguiente fueron elegidos los Consejeros y los Oficiales generales: el P. Luis Dámaso Zanoni, primer consejero y vicario; los padres Eugenio Pierino Marazza, Carlos Tomás Dragone y Valentín Ambrosio Gambi, consejeros; el P. Aldo Cipriano Poggi fue nombrado procurador general ante la santa Sede; el P. Fidel Pasquero, secretario general, y el P. Torcuato Tito Armani, ecónomo general. El 15 de abril, en la sesión de la tarde, el Primer Maestro clausuró el Capítulo con un discurso. Al día siguiente, 16 de abril, Pío XII los recibió en audiencia especial.
2 «Las normas para creer, orar y obrar».
3 Cf. Acta Apostolicae Sedis, An. y vol. XXXXIV, N. 4, 30 marzo 1952, pp. 216-217.
4 «Gloria a Dios, paz a los hombres» (Lc 2,14).
5 «A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje» (Sal 19[18],5).
6 «Enseñad a todas las gentes» (Mt 28,19).
7 «Con manos inocentes y puro corazón» (Sal 24[23],4).
8 «Con responsabilidad grave de conciencia», es decir, bajo pena de culpa grave.