Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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INSTRUCCIÓN II
LA CARIDAD PAULINA

La recompensa de la caridad

Por el hecho de estar consagrado al Señor, el religioso tiene derecho a mayores gracias en la vida presente, según la palabra del divino Maestro: «centuplum accipietis».1 Esto es así porque la vida de perfección exige mayores sacrificios y compromete al interesado a mayores luchas y renuncias. Que viva, por tanto, en confianza serena.
El religioso, por otra parte, y justamente por encontrarse en estado de perfección, tendrá mayores méritos si es fiel.
Asimismo, cuenta con la promesa de Jesucristo: «vitam aeternam possidebitis».2 Y esto por dos razones: 1) porque es religioso; 2) porque en cuanto paulino tiene un apostolado de caridad.

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Art. 152. Ya que la piedad es el fundamento de toda vida religiosa, semillero de
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virtudes y útil para todas las cosas, procuren los miembros fomentarla incansablemente en sí mismos con todos los miembros. Por lo mismo, nadie sea admitido a la profesión si no conoce suficientemente, según su condición e inteligencia, el espíritu de la Sociedad, el método de hacer el examen de conciencia, la oración mental, la visita eucarística, la lectura de la sagrada Escritura y demás ejercicios de piedad, y si no es asiduo en cumplirlos.
Art. 153. Los ejercicios de piedad cotidianos son éstos:
1. La celebración o asistencia a la santa misa.
2. La oración mental en común durante media hora.
3. La hora de la visita eucarística, la cual comprende el examen de conciencia, la lectura espiritual y la recitación del rosario a la santísima Virgen María.
4. Las oraciones vocales matutinas y vespertinas.
Art. 154. Especialmente los miembros jóvenes sean instruidos por los Superiores acerca del método de hacer con provecho la oración mental, y sean solícitamente dirigidos y ayudados en su ejercicio, según parezca necesario u oportuno.
Art. 155. Los discípulos reciten en común, en cuanto pueda hacerse, diariamente, en lengua latina o vernácula, el Oficio parvo de la santísima Virgen. Pueden los Superiores mayores disponer que en circunstancias especiales y en las mayores solemnidades litúrgicas reciten en lugar del Oficio parvo de la santísima Virgen, parte del Oficio divino, al menos maitines y laudes, en lengua latina o vernácula.
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Art. 156. Las prácticas semanales de piedad son éstas:
1. La confesión sacramental.
2. Los discípulos dedíquense, al menos durante dos horas semanales, bajo la dirección de algún sacerdote y en la medida de sus posibilidades, al estudio de la religión.
Art. 157. Los ejercicios mensuales de piedad son éstos:
1. Retiro espiritual.
2. Los días de la primera semana de cada mes sean dedicados conforme al uso aprobado en la Sociedad.
Art. 158. Todos los años los hermanos deben dedicarse:
1. A los Ejercicios espirituales durante ocho días.
2. A la celebración solemne de las fiestas de la Reina de los Apóstoles y a la Conmemoración de san Pablo apóstol. También sean conmemorados la Conversión de san Pablo apóstol y san Bernardo confesor y doctor de la Iglesia.

El código de san Pablo

El paulino ha recibido un código personal del Apóstol, que es para él padre y maestro: «El amor es paciente - servicial - no tiene envidia - no es presumido - no es orgulloso - no es egoísta - no se irrita - no toma en cuenta el mal - no se alegra de la injusticia - se alegra de la verdad - todo lo excusa - todo lo cree - todo lo espera - todo lo tolera» (cf. 1Cor 13).
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Se trata de un código que vale para todos los cristianos, pues san Pablo se dirigía con él a los fieles de Corinto.
Para los religiosos hay otros motivos de unión entre los miembros:
1. Con los Superiores. A ellos les debemos veneración en cuanto representan a Dios; oraciones para contar con las ayudas divinas en sus cargos; obediencia por el cometido que se les ha confiado; colaboración cordial y continua.
San Pablo decía escribiendo a los Romanos (cap. 13): «Que cada uno se someta a las autoridades que están en el poder, porque no hay autoridad que no venga de Dios; y los que hay han sido puestos por Dios. Así que el que se opone a la autoridad, se opone al orden establecido por Dios, y los que se oponen recibirán su propia condenación. Los gobernantes no están para amedrentar a los que obran bien, sino a los que obran mal... Pórtate bien, y recibirás su aprobación; pues la autoridad está al servicio de Dios para ayudarte a portarte bien. Pero si te portas mal, échate a temblar... Por lo cual es necesario que os sometáis no solamente por temor al castigo, sino más bien por un deber de conciencia. También por esta razón pagáis los impuestos, porque los gobernantes están al servicio de Dios y se dedican a ese oficio. Pagad a cada uno lo que le corresponda: contribuciones, impuestos, respeto, honores, lo que haya que darle».
Los religiosos, especialmente los Superiores, deben someterse a la santa Sede, que actúa por medio de la Congregación de los Religiosos. A través de ella obedecemos al Papa.
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Viene luego el Derecho canónico, que tiene una parte importante con una legislación propia para los religiosos.
Están también las disposiciones llamadas litúrgicas, que debemos observar porque regulan el culto público.
Debemos seguir atentamente y secundar amorosamente las disposiciones sobre los estudios y sobre la conducta moral; por ejemplo, las instrucciones para una formación y una selección mejores de los aspirantes, las normas para un cuidado especial de los sacerdotes recién ordenados, para los tiempos de vacaciones, etc.
El religioso fiel secunda también las invitaciones que proceden de la autoridad para favorecer iniciativas sobre el ministerio pastoral, reuniones, actualización de la vida religiosa, y apoyo a las iniciativas de la santa Sede, especialmente cuando son de carácter general.
2. Con los iguales. Hay múltiples Institutos en la Iglesia que pueden considerarse como numerosos arriates floridos. El religioso aprecia, ama, respeta y, en la medida que puede, habla bien de todos. Puede presentarse la ocasión de tener que ayudar en el ministerio, en las publicaciones o de otro modo. El paulino lo hace encantado, según sus posibilidades.

La caridad en el Instituto

El primer signo de amor dentro del Instituto es la oración por todos.
El segundo consiste en evitar todo lo que puede disgustar
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a los hermanos. Es decir, ofrecerse en todo lo que puede resultar grato, más aún si se nos pide.
Por consiguiente, el paulino evitará los pensamientos y los juicios temerarios y procurará pensar bien de todos y excusar las faltas. Evitará todo sentimiento de rencor o venganza y estará dispuesto a perdonar y hasta a pedir disculpas cuando no ha estado acertado, reprimirá cualquier envidia y deseará más bien que todos progresen, hablará bien de todos y, si no puede hacerlo, al menos disculpará el mal.
Evitará que su carácter u otras cosas negativas suyas pesen sobre los hermanos y más bien tratará de compadecerse de ellos y de consolarlos; se guardará de sembrar discordias y de hacer que cunda en la comunidad una atmósfera de tristeza, sino que promoverá, en la medida de lo posible, un gozo moderado, sereno y optimista.
El paulino, a ejemplo de san Pablo, soporta a los calumniadores y los perseguidores:
- Ama a los familiares, pero no descuida por eso la observancia religiosa;
- ama a todos, pero reserva las confidencias para quien las merece;
- trata bien a los externos, pero no conforma su vida con los mundanos ni se fía de quien trata de explotarle económica o espiritualmente;
- se comporta bien con todo el clero, pero se distingue por su observancia religiosa;
- trata correctamente a los adversarios, pero sin detrimento de la verdad o de la justicia;
- es un sembrador de bondad, pero evita de forma absoluta los sentimentalismos y las amistades particulares.
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La caridad entre circunscripciones

3. Una de las manifestaciones de la caridad es la coordinación editorial entre las naciones de una misma lengua. Por ejemplo, las naciones de lengua española, las de lengua inglesa, las de lengua francesa y las de lengua portuguesa. Esto, en la medida que sea posible, pero el principio debe tenerse en cuenta; saldrán ganando el apostolado y los miembros.
La provincia italiana envía al extranjero hermanos generosos y buenos.
Nótese que, cuando parten, lo hacen con una dotación triple: a) si son sacerdotes, cada uno de ellos, en principio, puede vivir de su ministerio mientras se prepara para establecerse y abrir una casa; b) si son paulinos discípulos, pueden comenzar inmediatamente algún apostolado, por ejemplo la propaganda de la Biblia latina, tomar en alquiler alguna tipografía, que se paga con su uso, etc.; c) todos son miembros de una familia religiosa y por tanto, con un poco de empeño, encontrarán cooperadores, incluso generosos.
Con estos tres medios se provee a la manutención, al alquiler de una casa, etc., con tal de que todos comiencen a buscar alguna vocación.
Así, aproximadamente, se comenzó en Italia, y lo mismo en otros sitios difíciles, como India, China y Japón, donde hubo un notable desarrollo. Hay ya alguna provincia (y habrá otras seguidamente) que podrían ayudar a provincias o casas que acaban de nacer o que se encuentran en dificultades.
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Ayudas y solidaridad

Italia, para formar religiosos, es decir, discípulos y sacerdotes, debe desplegar un apostolado muy exigente, bien porque debe preceder, bien para el sustento y desarrollo necesarios, bien para proveer de personal a otras provincias. La Casa general, a su vez, tiene gastos muy especiales, frecuentemente desconocidos.
La fuerza de una sociedad está en la unión práctica, profunda y sentida. En esto hay un gran mérito, porque esta unión se resuelve en amor a Dios, al tiempo que se ama a los hermanos con los que se hace el viaje hacia la eternidad: misma profesión, vida, apostolado y premio.
Como consecuencia de estos principios se puede considerar la posición peculiar de la provincia italiana:
Por ejemplo, en Italia se prueban máquinas que, si responden bien, pueden ser adquiridas con confianza de que darán buen resultado en otras naciones.
Famiglia Cristiana tiene su propio estilo y su secreto para triunfar. Las diez ediciones que han aparecido en otras naciones, aunque con las adaptaciones necesarias, deben seguirla.
El Misalito, que ha tenido buen resultado, puede ser traducido en otras naciones.
Lo mismo cabe decir del catecismo, de Vita Pastorale y del Cooperatore Paolino.
En las demás naciones se pueden aprovechar todas las experiencias hechas, con ahorro de tiempo y mayor seguridad de tener éxito.
Muchas ilustraciones, fotografías y artículos, incluidas las del Giornalino, han sido pedidas por otras naciones y usadas en ellas.
La coordinación de la Oficina central de las Ediciones
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de Italia con las oficinas correspondientes de otras naciones tendrá, evidentemente, muchas ventajas.
Las provincias van contando poco a poco con más personal y, según las necesidades contempladas por la Casa general, deben ser generosas con las que tienen menos. Cabe recordar aquí la generosidad de la provincia española.
La provincia de Italia se encuentra en condiciones especiales. La Casa general tiene que tomar de ella el personal para las casas extranjeras. Es algo que requiere una íntima colaboración.

Dad y se os dará

El «dad y se os dará»3 se aplica también en los casos citados especialmente con la ayuda de personal. Dios recompensará a quien da al pobre, y frecuentemente los hechos han demostrado que el premio se ha dado en medida buena, apretada, llena y rebosante.
«Con la misma medida con que midáis, seréis medidos, y se os dará con creces; porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que no tiene se le quitará» (Mc 3,24-25). Esto es lo que se ha verificado en el tema de las vocaciones.
Cuando hay mucha oración, juntamente con la observancia religiosa y un apostolado inteligente, la práctica de la verdadera pobreza..., las casas nacen y crecen sin sobresaltos notables y se desarrollan como un árbol plantado al borde
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de la acequia y bien nutrido, que dará flores y frutos en su sazón.
El Señor no deja faltar el alimento al obrero evangélico; con prudencia, comenzando humildemente a pequeños pasos diarios, todo procede con sano equilibrio, y se ganan méritos ante Dios y ante los hombres.
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1 «Recibiréis el ciento por uno» (cf. Mt 19,29).

2 «Poseeréis la vida eterna» (cf. Mt 19,29).

3 Lc 6,38.