Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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XIX
MARÍA APÓSTOL:
ENSEÑANZA


«No te avergüences de dar testimonio de nuestro
Señor, ni de que yo esté en la cárcel por él. Al
contrario, sufre conmigo por el Evangelio, con
la fuerza de Dios: él nos salvó y nos llamó a una
vida consagrada, no por méritos nuestros, sino
por aquella decisión suya y aquella gracia que
nos concedió en Jesucristo» (2Tm 1,8-9).


«ENSEÑANTE»

María es la Madre que cría a sus hijos en la vida espiritual y les conduce a Dios. Dice san Luis Grignion de Montfort: «Con María se progresa más en el amor de Dios en un mes que cuanto se logre durante muchos años viviendo poco unidos a esta buena Madre».
San Pablo escribe a los Efesios: «Un favor os pido yo, el prisionero por el Señor: que viváis a la altura del llamamiento que habéis recibido; sed de lo más humilde y sencillo, sed pacientes y conllevaos unos a otros con amor. Esforzaos por mantener la unidad que crea el Espíritu, estrechándola con la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una es también la esperanza que os abrió su llamamiento; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, que está sobre todos, entre todos y
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en todos... Y fue él quien dio a unos como apóstoles, a otros como profetas, a otros como evangelistas, a otros como pastores y maestros, con el fin de equipar a los consagrados para la tarea del servicio, para construir el cuerpo de Cristo, hasta que todos sin excepción alcancemos la unidad que es fruto de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, la edad adulta, el desarrollo que corresponde al complemento de Cristo...» [Ef 4,1-6.11-13].
Quienes predicaban como apóstoles, o como evangelistas ayudaban; o como pastores gobernaban al pueblo cristiano, o como doctores instruían a los fieles, todos eran elegidos por Cristo para la perfección de su Cuerpo místico, la Iglesia. Los cristianos deben tender a la perfección, hasta alcanzar la edad viril de Cristo. Jesús va formándose en nosotros gradualmente, desde niño hasta hombre perfecto, según nuestro progreso en la perfección.
María tuvo una parte nobilísima: no predicó, pero estuvo en la boca de todos; enseñó a todos, dio a conocer los misterios fundamentales.

MARÍA MAESTRA

La presencia de María en los primeros momentos de la Iglesia fue de gran consuelo para los Apóstoles y para los fieles. No tenía poderes de jurisdicción, pero gozaba de un prestigio altísimo por su dignidad de Madre de Dios, por su santidad, por sus santas palabras.
Poco después de la venida del Espíritu Santo, los apóstoles se dividieron el mundo para la predicación: María siguió a san Juan evangelista a Éfeso, según la tradición. Allí, por la predicación del apóstol y por el ejemplo de la
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santísima Virgen, se formó una buena comunidad cristiana.
Muchos convertidos iban a Éfeso para conocer y obsequiar a la Madre de Dios. Ella tenía para todos palabras de consuelo.
San Ignacio mártir escribía: «Yo, como tantos otros fieles de Antioquía, tenemos un vivo deseo de ver a la Madre de Jesús, pues muchos me dijeron que es riquísima de toda gracia y posee en el corazón gran tesoro de virtud».
Así suplica él a la Virgen: «Ya os he pedido muchas veces, y nuevamente vuelvo a hacerlo, que os dignéis fortalecer, en vos y por vos, a los cristianos recientemente convertidos en la fe que han abrazado».
Desde Grecia, san Dionisio Areopagita, discípulo de san Pablo, fue a Éfeso para ver a María. Después escribió que había quedado tan lleno de admiración por la sencillez y dignidad de la Virgen, que se hubiera postrado en adoración si no hubiera creído que hay un solo Dios.
Sin duda, María instruyó a san Lucas sobre los hechos de la infancia de Jesús: la encarnación, el nacimiento, la huida a Egipto. Nadie los conocía como María.
Merece la pena considerar lo que san Ildefonso obispo escribe respecto al apostolado de la palabra y de la enseñanza de María; de su ciencia divina y del influjo que ejerció en los evangelistas y en el apostolado llamado hoy de la buena Prensa: «Dado que María fue parte y testigo directo de muchos acontecimientos de la vida de Jesucristo, pudo referirlos con seguridad y precisión a los apóstoles, quienes instruidos por ella, aunque no habían estado presentes, pudieron
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repetirlos más detalladamente al pueblo, y en el momento oportuno pudieron, con la escritura , exponerlos de modo claro y permanente a todos los hombres» ( Sermón 5 de la Asunción ).
De manera semejante se explica san Beda Venerable. Comentando los textos de san Lucas (2,19.51), «María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón», dice: «La Virgen Madre conocía bien todo cuanto dijo e hizo el Salvador, todo lo recordaba y meditaba en su corazón, con el fin de poder referírselo todo a los apóstoles y a los fieles, cuando la preguntaran a su tiempo, para que todo fuera predicado y escrito para el mundo entero» ( Homilía I Dom. d. Epif .).

MÉRITO DE MARÍA

Santo Tomás de Aquino con precisión teológica escribe: «María hábuit méritum Apostolorum et Evangelistarum, docendo (Sermón sobre la epístola de la Asunción); María se ganó, por su enseñanza , los méritos de los apóstoles y de los evangelistas»; porque ellos muchas cosas no hubieran podido predicarlas ni escribirlas sin una especial revelación, como por ejemplo: la anunciación, la encarnación, la visita a santa Isabel.
En los escritos de san Ambrosio encontramos esta preciosa sentencia: «No me maravilla que san Juan, más que los otros apóstoles, nos haya revelado los divinos misterios, porque estaba con María, conocedora como nadie de los designios de Dios».
El abad Ruperto de Deutz llama a la Madre de Dios «Maestra de los maestros»; y añade con
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finura: «Aunque los apóstoles habían recibido el Espíritu Santo, era aún necesaria la enseñanza de María, como aclaración y expresión del Espíritu Santo para entender mejor y adjuntar lo que faltaba».
Son sumamente bellas e instructivas las observaciones que santo Tomás obispo hace acerca del oficio que María desempeñó en la Iglesia, tras la ascensión de Jesucristo al cielo: «No es difícil adivinar cuánto hizo María, tras la desaparición de Jesús. Su vida mortal debía de parecerle larga y dura; con suspiros y lágrimas aceleraría el momento de reunirse a su Jesús. Pero, al mismo tiempo, la consolaba el pensamiento de que tal era la voluntad de Dios; y también por la persuasión de que la Iglesia naciente necesitaba la instrucción y el ánimo que ella daba a los fieles para iluminarles y fortificarles. Además, de todas partes venían a ella en gran número los cristianos para ver la más grande criatura, por medio de la cual el Hijo de Dios se había dignado encarnarse. Y la realidad era mayor que la fama; el verla superaba toda previsión. Así pues, la permanencia de María en esta tierra, no unos pocos días sino muchos años, fue voluntad de Jesús para que mejor se estableciera la Iglesia mediante sus enseñanzas y sus virtudes» ( Oficio de la Reina de los Apóstoles ).

PREDIQUEMOS

«Enseñad a todas las naciones...», es el mandato de Jesús. Constituye un deber cumplirlo lo más
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completamente que se pueda. Por eso, si la prensa multiplica la palabra de Dios; si el cine habla tan eficaz y ampliamente; si la radio hace llegar a las familias y a cada individuo, en zonas vastísimas, la palabra, ¿cuál es la consecuencia práctica? Los papas Pío XI y Pío XII ya han hablado. Hechos, consejos y llamadas de atención están diciendo a los católicos y al sacerdote: Servíos de los medios más rápidos y más fecundos... Los apóstoles se dividieron el mundo para cumplir completamente el mandato divino: a nosotros nos toca el deber de llegar a todos con los medios que la ciencia pone a servicio del Evangelio, para corresponder a las gracias que hoy se nos dan y cumplir completamente eso de «Predicad el Evangelio a toda criatura».1

MEDIOS MODERNOS

La prensa:
Napoleón la llamaba una gran potencia; Pierre l’Ermite, la omnipotencia terrestre; Stalz, el campo en que se deciden las suertes entre cielo e infierno.
Combes dijo que Francia fue arrebatada a la Iglesia católica por la prensa anticlerical; un periódico ateo afirma que la prensa de los pequeños hubiera librado el cerebro de los niños de la fe en Dios; León XIII, que la mala prensa hace un mal inmenso ; Pío X, que es inútil construir iglesias, si no se crea al lado una defensa de prensa católica.
Pío XI decía al obispo de Rieti: «El apostolado de la prensa es la obra más apostólica que pueda hacerse».
En su discurso sobre el bienaventurado Claret añadía: «La prensa, el libro adopta medios y métodos que la antigüedad ni conoció ni tuvo; mientras que hoy
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representan una parte tan importante y activa en nuestra vida». La razón es ésta: que este apostolado es una misma cosa con la predicación; es la palabra de Dios para la salvación de las almas. Diverso el medio: uno usa la prensa, otro la viva voz.
Del bienaventurado Claret Pío XI decía también, exaltándole como apóstol de la prensa: «Este es su título, una gloria, un mérito característico: haber emparejado el ejercicio pastoral con el empleo más amplio, más moderno, más sagaz, más vivaz, más industrioso, más popularmente genial del libro, del libro pequeño, del folleto devorador del espacio».
¡Y cuánto se ha escrito y dicho de san Pablo apóstol!
Pío XII, siendo todavía cardenal escribía: «Sería inconcebible que quienes consagran sus fuerzas al apostolado no pusieran el periódico católico en primera línea, pues éste ilumina, quita prejuicios, orienta la opinión pública hacia la civilización cristiana».
El cinematógrafo :
Pío XII dijo: «A veces habría que preguntarse si los dirigentes de las industrias cinematográficas valoran de lleno la enorme potencia que tienen en influir en la vida social, tanto en la familia como en las más amplias comunidades ciudadanas. Los ojos y los oídos son como espaciosas carreteras que conducen directamente al alma del hombre, y a veces los espectadores de vuestras películas obligan
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a esos sentidos a abrirse muy a pesar suyo.
¿Qué entra de la pantalla en los íntimos repliegues de la mente donde crece el fondo de saber de la juventud y se forman y perfilan las normas y motivaciones del obrar? ¿Es algo que contribuirá a formar ciudadanos mejores, emprendedores, amantes de la ley, timoratos de Dios, que hallan su gozo y recreación en el placer y esparcimiento sanos? San Pablo apreciaba a Menandro, antiguo poeta griego, cuando escribía a los fieles de su Iglesia en Corinto, que malas compañías estragan buenas costumbres (1Cor 15,33). Lo que entonces era verdad, no lo es menos hoy, pues la naturaleza humana no cambia mucho con los tiempos. Y si es verdad, como lo es sin duda, que las malas conversaciones corrompen las costumbres, ¡cuánto más eficazmente se corrompen éstas cuando las malas conversaciones van acompañadas por una conducta pintada al vivo y que se burla de las leyes de Dios y de la decencia! ¡Oh, qué enorme cúmulo de bien puede derivarse del cine! Por eso el espíritu malo, siempre tan activo en el mundo, quiere pervertir este instrumento para sus fines impíos»2.
La radio:
«Han transcurrido más de catorce años desde que nuestro recordado predecesor [Pío XI] inauguró personalmente la emisora vaticana. Al hacerlo estaba acompañado por el señor Marconi, quien había diseñado y seguido su construcción, y las dos primeras palabras fueron de agradecimiento
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a Dios que había dado al hombre el poder de descubrir y perfeccionar el mecanismo por el que la voz humana llega a los más lejanos confines de la tierra, oyéndola hombres de toda nación y pueblo y tribu bajo el sol.
Como todo invento humano, la radio puede usarse para bien y para mal. Se ha usado para sembrar calumnias, para descarriar a los sencillos y desinformados, para turbar la paz en las naciones y entre los pueblos.
Esto es abusar del don de Dios, y constituye un cometido de los directores responsables, en cuanto es posible, impedirlo y eliminarlo. ¡Ojalá el bien hecho por la radio supere siempre el mal, hasta que éste se vuelva aburrido y caiga por sí mismo. ¿Es esperar demasiado? Ciertamente es una noble meta digna de los mejores esfuerzos del hombre, y esta es nuestra ferviente oración, mientras pedimos a Dios que os bendiga a vosotros y a vuestros seres queridos en la patria».
Concluimos con las palabras de Pío XI en la encíclica Divini illíus Magistri:
«En nuestro tiempo se necesita una más amplia y esmerada vigilancia, cuanto más se han acrecentado las ocasiones de naufragio moral y religioso... señaladamente en los libros impíos y licenciosos (muchos de ellos diabólicamente difundidos a bajo precio), en los espectáculos del cinematógrafo y ahora también en las audiciones radiofónicas, que multiplican y facilitan, digámoslo así, toda clase de lecturas, como el cinematógrafo, toda clase de espectáculos.
El problema de la necesidad de estos nuevos y urgentes apostolados ha suscitado ya, entre los católicos de todas partes, un loable fermento de pensamiento y de acción. Los resultados son ya consoladores
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y cabe esperar aún mucho. La voz de la Iglesia, que es maestra y modelo de todo apostolado, y las varias necesidades de la sociedad, indicarán los medios adecuados y las formas convenientes para que la palabra de Dios se propague y sea glorificada».

ORACIÓN PARA QUIEN SIENTE SED DE ALMAS COMO JESÚS

Señor, te ofrezco en unión con todos los sacerdotes que hoy celebran la santa misa, a Jesús-Hostia y a mí mismo, pequeña víctima:
1. En reparación de las innumerables blasfemias errores e impiedades que las ediciones de radio, cine y prensa difunden en el mundo entero.
2. Para invocar tu misericordia sobre cuantos, por engaño de los medios modernos del mal, son arrebatados de tu corazón de Padre.
3. Por la conversión de tantos ministros de Satanás, que con la radio, el cine y la prensa, han levantado cátedras contra el divino Maestro, envenenando la mente, el corazón y la actividad de los hombres.
4. Para seguir únicamente a quien tú, Padre celeste, en el exceso de tu amor, has dado al mundo proclamando: Este es mi Hijo amado, escuchadle.
5. Para reconocer que solo Jesús es perfecto Maestro, o sea la Verdad que ilumina, el Camino o modelo de toda santidad, la Vida verdadera del alma, es decir gracia santificante.
6. Para que se multipliquen los sacerdotes, religiosos y
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religiosas que se dedican a la difusión de la doctrina y de la moral cristiana con la oración y los medios de bien más rápidos y más eficaces.
7. Para que los escritores, técnicos y propagandistas sean santos, llenos de sabiduría y de celo por la gloria de Dios y la salvación de las almas.
8. Para pedirte que todas las ediciones católicas prosperen y se multipliquen, cubriendo la voz del error y del mal.
9. Para que todos nosotros, reconociendo nuestra ignorancia y miseria, sintamos la necesidad de estar siempre humildemente ante el sagrario, invocando, oh Señor, luz, piedad y misericordia.
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1 Mc 16,15.

2 Pío XII, Discurso a los miembros de Motion Picture Executive Committee of Hollywood (14 de julio de 1945). [Texto repetido en 196s].