PARTE PRIMERA
LA MUJER PUEDE Y DEBE HACERSE COOPERADORA DEL CELO SACERDOTAL
PREÁMBULO
Es inconcebible un verdadero sacerdote sin celo, y celo ardentisímo por la salvación de las almas.
El celo no sería eficaz si no echara mano de todos los medios, entre los cuales hay uno poderosísimo: la mujer. Y en efecto, hoy en la Iglesia se constata un relevante movimiento de feminismo bueno, que va extendiéndose e intensificándose. Es la misión de la mujer que se pone a servicio de la Iglesia. Obra exigida por la naturaleza de la mujer, obra que se ha repetido en varios momentos históricos, obra convenientísima también en los tiempos presentes.
Desarrollaremos este punto en esta primera parte.
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PARTE SEGUNDA
EN QUÉ OBRAS LA MUJER PUEDE HOY DÍA COLABORAR CON EL CELO SACERDOTAL
PREÁMBULO
La mujer puede ayudar al sacerdote en su misión altísima y delicadísima ante todo como individuo, en segundo lugar como miembro de una familia, y por fin como miembro de la sociedad. Estos tres estados, en que puede encontrarse una mujer, serán como tres capítulos en los que se mostrarán los caminos que se abren a la actividad espiritual de la mujer-apóstol.
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PARTE TERCERA
CÓMO PUEDE EL SACERDOTE FORMAR Y DIRIGIR A LA MUJER EN SU MISIÓN
PREÁMBULO
Esta es la parte más práctica, hacia lo que tendía cuanto hasta ahora se ha dicho.
Se empezará examinando algunos defectos de la actual dirección espiritual de la mujer y estudiando las cualidades necesarias en el sacerdote para este deber suyo. Luego se hablará de la tarea que corresponde a todo sacerdote y de la reservada al párroco; de la formación de la mujer en la virtud y en el celo; de la misión de la mujer y en la forma de ejercerla.
No es posible en tan pocas páginas agotar tan amplio argumento. Creo, pues, muy útil aconsejar la lectura de alguno de los siguientes libros, que podrían llamarse «la literatura
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