Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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CAPÍTULO I
LA MISIÓN DEL SACERDOTE

¿Cuál es la misión del sacerdote en la tierra? - ¿Salvarse? Demasiado poco. - ¿Hacerse santo? Demasiado poco aún. - ¿Cuál es, pues? Salvarse él mismo, pero salvando a los demás. «Recordamos al sacerdote -así dice Pío X1 en su Exhortación al clero de 1908-, que le está prohibido ocuparse sólo de su santificación: él es el obrero que Jesucristo llevó a trabajar en su viña. Deber grave suyo es desarraigar las malas hierbas, sembrar las buenas, vigilar para que el hombre enemigo no venga a arrojar la cizaña... Guárdese por tanto el sacerdote de una vida de santificación individual, olvidando el púlpito, el confesionario, los enfermos, los niños, los afligidos, los pecadores: pase como Jesús, haciendo el bien a todos y liberando a los oprimidos por el demonio». - El sacerdote es el hombre de los demás. - Así lo quiso el Fundador del sacerdocio, Jesucristo: de hecho, así como Él había establecido el sacramento del matrimonio para la generación carnal según la naturaleza, así instituyó el sacramento del orden para la generación según la gracia.
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Os engendré a vosotros por el Evangelio (san Pablo).2 Y Jesucristo no dejó duda alguna respecto a esta finalidad altísima del sacerdocio y dijo a los Apóstoles: Os haré pescadores de hombres;3 y más claro todavía: Os destiné a que produzcáis fruto y vuestro fruto dure.4
Sobre el sacerdote pesa una formidable responsabilidad; pues si el padre de familia en el tribunal de Dios tendrá que responder de los hijos y el maestro de los alumnos, el sacerdote deberá responder de las almas que podía salvar. Por eso san Pablo, casi aterrorizado al considerar tal peso, exclamaba: ¡Pobre de mí si no anunciara el Evangelio!5 Por otra parte animaba a los buenos ministros del Señor al trabajo con la esperanza de la recompensa especialísima preparada para ellos: Los responsables que dirigen bien merecen doble honorario;6 y los dos honores son: Recibirá cien veces más y heredará vida definitiva:7 el céntuplo de consolación en el satisfacer este dulcísimo nuestro deber en la vida presente y una gloria particular en el cielo.
El sacerdote no es, pues, simplemente un DOCTO; ni siquiera simplemente un SANTO, sino que es un DOCTO-SANTO que se vale de la doctrina y santidad para hacer de apóstol, salvador de almas. - Estaría fuera de su misión y por tanto traicionaría la propia vocación:
1. Quien quisiera tener como su ocupación principal o casi exclusiva la música, la literatura,
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el arte, la política, la medicina, el cuidado de intereses materiales etc. Quede bien claro que se exceptúa el caso en que estas cosas fueran necesarias por la posición particular, por ejemplo de profesor, de ecónomo de un seminario, etc. En tal caso el sacerdote no se ocuparía de cosas materiales, de literatura, etc. en cuanto tales, sino como medio para salvar directa o indirectamente las almas. Tampoco el sacerdote-maestro debe considerar como misión suya y fin primero el dar bien la clase, enseñar a leer, escribir, la aritmética, la geografía: todo esto en sus manos no será más que un medio para llegar al alma de los niños y hacerlos cristianos, de veras cristianos...
2.?Quien redujera su vida sacerdotal a la misa y al breviario; o bien quien escribiera en la propia bandera y tomara como lema sólo estas palabras: Yo-Dios, ese tal no sería un sacerdote: le iría mejor el claustro, donde podría santificarse y quizás con la oración santificar a los demás, pero no la vida del sacerdote secular. A éste no le es suficiente el rezar, mortificarse, vivir retirado, esquivar el pecado como individuo: a él el Señor tiene derecho de pedirle almas, de él la sociedad ha de esperar TRABAJO SACERDOTAL. Jesucristo lo dijo claro: Id y enseñad...8 y el papa: Al sacerdote no le basta una santidad individual, es preciso
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trabajar en la viña del Señor. Téngase, pues, como lema: Yo-Dios-Almas-Pueblo.

¿Qué es la cura de almas? - «Es la acción de Jesucristo y de su Iglesia, ejercida por el sacerdocio, para la salvación de las almas». Es el mismo ministerio que un día ejerció el Hijo de Dios, hecho hombre, para dar la vida espiritual a las almas: He venido para que tengan vida y les rebose.9 Y ahora esta ocupación, de Jesucristo ha pasado en herencia a nosotros ministros suyos: Igual que el Padre me ha enviado a mí, os envío yo también a vosotros...10 Esta acción mira a que el pensamiento humano, la ciencia, la filosofía, etc. sean cristianos; trata de hacer cristianos el corazón, los afectos, la voluntad, las palabras, todas las obras del hombre: todo lo quiere elevar y santificar... ¿Para qué? Para llevar a todos al puesto preparado en el cielo para cada uno: Voy a prepararos sitio.11 - Consecuencia: la acción pastoral tiene como finalidad hacer vivir en los hombres el cristianismo. Y el cristianismo, se oye hoy hablar repetidamente en teoría, pero pocos lo traducen a la práctica,12 es una vida. No es un conjunto de ceremonias, de actos externos, de inclinaciones, etc...; el cristianismo no es una vestidura que uno se pone en las solemnidades especiales de matrimonio, bautismo, sepultura, como para cubrir un expediente: es una vida, aferra al hombre, lo integra, lo consagra casi. El sacerdote no
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podrá contentarse con tener en la iglesia espléndidas funciones, cantos ejecutados a la perfección, mil devociones; no podrá contentarse con las comuniones anuales, el matrimonio celebrado en la iglesia, la sepultura eclesiástica; no podrá contentarse con ciertos desfiles, como son las peregrinaciones, las procesiones, la gran afluencia para escuchar una conferencia;13 no podrá contentarse con que un determinado número de almas se agoten en melosidades y en conceptos muy espirituales:... no; todos estos son medios, si es que lo son siempre, pero el fin es muy otra cosa. El fin es cambiar los pensamientos de humanos en cristianos, los afectos de humanos en cristianos, las obras de humanas en cristianas. Es necesario que el hombre se haga cristiano no sólo porque recibió el bautismo, porque saluda al párroco, porque va alguna vez a misa; sino que sea cristiano en la familia y en la sociedad. - De otro modo se corre el peligro de confundir los medios con el fin; hacer casi ridícula una religión que es cuanto de más noble podía enseñarnos la Sabiduría increada; hacer de la religión una exterioridad que se busca alguna vez por la circunstancia, como se llama a la banda musical en algunas solemnidades.

¿A quién debe dirigirse esta cura de almas? - No cabe ninguna duda en la respuesta: a todos los que están llamados al cielo, a todos aquellos a quienes los apóstoles y sus sucesores fueron
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mandados, o sea a todos los hombres. Aquí no cabe distinción de clases, de edad, de condición: estoy en deuda con todos,14 tiene que decir cada sacerdote con san Pablo. - Y si el deber de tratar los intereses espirituales de todas las almas indistintamente toca en general a todos los sacerdotes, puede decirse que de modo particularísimo incumbe al párroco. - Pues si el sacerdote en la ordenación sagrada comprometió sus fuerzas, su inteligencia, su tiempo, su vida por las almas en general, debe decirse que el párroco también ex justitia asumió esta obligación. Y la asumió por todas las almas que componen su parroquia concreta. A todas estas almas indistintamente les asiste el derecho de tener en él un padre, un amigo, un maestro, un pastor celante. Todas: no sólo el PEQUEÑO REBAÑO15 de almas pías, los ya convertidos, sino también la masa trabajadora que suda de la mañana a la noche, tan a menudo abandonada en manos de los subversivos, en los talleres y en los campos; y asimismo el grupo culto que de ordinario es considerado como naturalmente adverso a la religión; y también los pecadores más endurecidos, que tantas veces el sacerdote se acostumbra a meter, se diría irremisiblemente, EN LA MASA DE LOS CONDENADOS; y asimismo los pobres más desgraciados de quienes se huye, mientras Jesucristo los hubiera buscado con preferencia; y también los comerciantes, los empleados estatales, los estudiantes, los denominados señores, etc., todos.
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Si hubiera que hacer alguna preferencia sería la de Jesucristo, que deja las noventa y nueve ovejas16 para correr tras la única descarriada; sería la del médico17 que cura ante todo los males más graves: Ha venido a buscar lo que estaba perdido y a salvarlo.18 Lo cual significa que a los pecadores, a la clase trabajadora, a los indiferentes, el párroco debería dedicar preferentemente cœteris páribus19 su tiempo, sus fatigas, su vida.

¿Conclusiones? - De todo lo dicho, dos conclusiones parecen deducirse espontáneamente: dirigir la cura de almas a los hombres; al ocuparse de las mujeres, tratar de formarlas en las auténticas virtudes.
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1 Cf. también DA 14; 30; 34; 79; 108; 110; 166; 168; 178; 180; 192; 223; 286; 335. Durante el pontificado de Pío X el P. Alberione ultimó su formación sacerdotal y publicó sus primeros escritos.

2 Cf. 1Cor 4,15. [NdT: las citas bíblicas en el original muchas veces están en latín; se ha preferido traducirlas según el actual texto litúrgico].

3 Cf. Mt 4,19 y Mc 1,17.

4 Cf. Jn 15,16.

5 Cf. 1Cor 9,16.

6 Cf. 1Tim 5,17.

7 Cf. Mt 19,29. Para el céntuplo cf. también Gén 26,12 y 1Crón 21,3.

8 Cf. Mt 28,19.

9 Cf. Jn 10,10.

10 Cf. Jn 20,21 (y Jn 5,30; 6,58).

11 Cf. Jn 14,2.

12 DA por error pone “patria” en vez de “pratica” (práctica).

13 Además de los concilios, generales y particulares, y los sínodos diocesanos propiamente dichos, asambleas públicas y oficiales, la normativa eclesiástica preveía otras reuniones periódicas del clero, menos públicas y solemnes, con finalidad consultiva y didáctico-profesional, como las conferencias arciprestales o vicariales y las conferencias episcopales.

14 Cf. Rom 1,14; 1Cor 9,22.

15 Cf. Lc 12,32.

16 Cf. Mt 18,12.13 y Lc 15,4.7.

17 Cf. Mt 9,12 y Lc 5,31.

18 Cf. Lc 19,10.

19 En igualdad de condiciones.