Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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VII;11 pero siempre se tendrá la certidumbre del premio en el cielo, y los sucesores recogerán lo que fue sembrado en el dolor.

CAPÍTULO V
PRINCIPIOS DIRECTIVOS EN EL TRABAJO

No todo trabajo producirá su efecto, sino sólo el que esté inspirado por principios seguros y por la visión clara del fin. Aludiré a los principales; con ellos fácilmente se aclararán los otros.

Los dos fines de la dirección de la mujer

La palabra dirección se entiende en el sentido más amplio, comprendiendo todo el trabajo que el sacerdote puede realizar a favor del bien religioso, moral y físico de la mujer, no sólo desde el confesionario y el púlpito, sino también fuera de la iglesia y en las relaciones privadas. Y bien, todo ello se orienta a dos fines igualmente nobles y santos: formar a la mujer virtuosa para hacerla apóstol. Es un corolario de todo lo visto hasta aquí. Pero notemos el íntimo nexo que hay entre uno y otro de estos fines: son en cierto modo indivisibles. Quien es virtuoso, o sea ama al Señor, necesariamente es celante. San Agustín dice: Quien no ama no cela; y santo Tomás: El celo es el producto y el fruto de la caridad. Y san Francisco de Sales escribe: El amor de Dios está en alegrarse del bien que hay en
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11 Papa (1073-1085), era un benedictino. Con discernimiento supo purificar la Iglesia de su tiempo: reprimió la simonía, luchó contra el concubinato de los eclesiásticos, elevó el prestigio del papado. Matilde de Canossa le dio hospitalidad en Canossa, donde, en señal de sumisión, tuvo que ir Enrique IV de Alemania. Gregorio VII, perseguido, se retiró a Montecassino y luego a Salerno donde murió.