Estas son las grandes líneas de la institución, que posiblemente debería tener anexo un pensionado. La vida de colegio habría de ser flexible, sin ostentación,18 la alimentación abundante pero corriente. Las alumnas tendrían libertad para salir a determinadas horas, solas o acompañadas, según el caso. Un rigor excesivo estaría fuera de lugar, pues están llamadas al apostolado; una cierta libertad favorecerá su formación, que de todos modos deberá ser seria y muy religiosa, pero sin afectación alguna y sin talante monjil.
Todas pagarían una pensión o de su bolsillo o con las ayudas de bienhechores. Los párrocos y las personas bienestantes deberían facilitar a buenas muchachas el frecuentar tales escuelas. Al salir de éstas, podrían pedir, por los servicios prestados, una pequeña recompensa, si no prefieren, pudiendo, prestarse gratuitamente.
Siguen algunas observaciones. ¿Será un sueño? Se hace notar que en Roma Miss Turton dirige un convictorio para la formación de enfermeras; numerosas religiosas frecuentan los cursos. La Escuela social tendría un programa algo semejante aunque más extenso».
CAPÍTULO XI
EL CELO EN LA PRÁCTICA
Hemos llegado al argumento más delicado. Notemos enseguida que todo lo que sigue se dirige especialmente al párroco. Es deber nuestro
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