Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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2. «He elegido a ese hombre»

«He sido yo quien he elegido a ese hombre para que anuncie mi mensaje a todas las naciones, a sus gobernadores y al pueblo de Israel. Yo mismo le mostraré las contrariedades que habrá de sufrir por mi causa» (He 9,15-16).

a) «Elegido» por los dones de naturaleza, de formación, de gracia.
Hay mucha semejanza entre Pablo y el sacerdote en este acumularse de los dones divinos.
Desde la eternidad puso Dios los ojos en él: «nos ha elegido antes de traer el mundo a la existencia»; «nos ha destinado de antemano a ser adoptados como hijos suyos mediante Jesucristo»; «para que nos mantengamos sin mancha ante sus ojos» (Ef l,4-5)7.
Tuve muchos dones de naturaleza: inteligencia, salud, carácter, inclinaciones, energías8.
Tuve muchos bienes en la formación: familia, parroquia, escuela, compañeros, institutos.
Tuve mucha preparación por parte del Espíritu Santo: bautismo y otros sacramentos; tendencia a esta vocación; preparación amorosísima de Dios: postulantado, noviciado, profesión, ordenación.
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b) «Para que anuncie mi mensaje...» Vocación semejante a la nuestra.
Llamado a predicar: con la voz y con la escritura; en la dirección y en las clases; en el confesionario y en conferencias; en catecismos y en conversaciones familiares: siempre, en todo el mundo, «a todas las naciones». Con los medios más poderosos, los que mejor responden a las necesidades de hoy.
Llamado a guiar con el ejemplo y con la palabra. El sacerdote es gran educador de niños, de la juventud, de la mujer, de los hombres. En una dirección privada o en el gobierno: «enseñándoles a cumplir lo que yo os he encomendado» (Mt 28,20)*. Significa «director, gobernador de almas, individualmente o colectivamente».
Llamado a santificar. Pablo debía destruir, construir, liberar, elevar hacia Dios, santificar.
El sacerdote es también «apóstol de Jesucristo, predicador del evangelio, dispensador de los misterios de Dios, ministro de Cristo»9.
Debe intervenir en los destinos del tiempo; preparar la extensión, la penetración y el pacífico establecimiento del reino de Jesucristo.
Vaso10 elegido: lleno, desbordante.
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c) «Le mostraré... lo que habrá de sufrir por mi causa».
Dos sufrimientos: la mortificación («privar de vitalidad») de todo el yo: mente, cuerpo, espíritu...; el sufrimiento del apostolado: repugnancias por dentro, luchas por fuera: contra satanás, la carne, el mundo.
Examen: «En una casa bien surtida hay diferentes tipos de vajilla: parte es de oro», como Pablo, León, Francisco, Alfonso, Bosco, etc., «y plata», trabajadores ordinarios pero fuertes y constantes; «parte de madera», de poco valor y poco valorizados, «y arcilla», tibios, perezosos, mundanos.
«Unos utensilios se destinan a usos nobles; otros, en cambio, a los más viles menesteres» (2Tim 2,20).
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A Jesús Maestro

He sido sacado de la nada; levantado del polvo; colocado entre los príncipes del pueblo cristiano; constituido ministro de Cristo y predicador, sal, luz11. ¿Con qué fines?
Para mejor conocer a mi Dios: en la Biblia, en la Iglesia docente, en la naturaleza. Para mejor creer12; para un día tener una visión más profunda de Dios; para predicar a los pueblos «en medio de los cuales brillaréis como lumbreras en medio del mundo». (Flp 2,15)13.
Para mejor servir al Señor: en cosas de máxima gloria para Dios, de máxima ventaja para las almas, de consecuencias eternas. Para cumplir la voluntad de Dios manifestada externamente. Para guiar a las almas a cumplirla en la tierra, del modo como se cumple en el cielo.
Para mejor amar: establecer la unión continua, íntima y sentida con Dios; orar más, mejor, por todos; amar al Señor con todo el corazón, sobre todas las cosas.
Examen. Me veo por debajo de tantos sacerdotes, de tantos religiosos, de tantos seglares cristianos, de tantos hombres, y tal vez de tantos animales; «hecho semejante a ellos» al menos en muchas cosas.
¡Conviérteme, como hiciste con Pablo! Yo estoy más hundido, porque he pecado después de haberte conocido. Siento que es inútil y duro dar coces contra el aguijón14.
Me rindo. Piedad, por María: rosario, miserere.
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7 La referencia escriturística del P. Alberione es, equivocadamente, Flp 3,12; que era otra cita dada por el P. Cohausz en la misma página, como ha notado A. Da Silva. Ndt.

8 Es interesante la visión optimista del P. Alberione, sobre todo cuando subraya el don de la salud, él que estuvo siempre enfermizo y pasó por trances de desahucio médico repetidas veces en su juventud. NdT.

9 La frase entrecomillada está compuesta por citas acomuna das de varios textos de san Pablo, muy repetidos en sus cartas. NdT.

10 «Vaso de elección» corresponde a la traducción literal que se hacía sobre el texto latino de la Vulgata (hoy se prefiere «he elegido a ese hombre» o «ese hombre es un instrumento elegido») en el pasaje de He 9,15. Tiene fuertes resonancias bíblicas referidas al conocido pasaje del alfarero en el profeta Jeremías (18,1-11; 19,1-2.10-11). También Pablo usa este símil en 2Tim 2,20 que encontramos citado y parafraseado algo más adelante en esta misma reflexión del P. Alberione. NdT.

11 Hay aquí citas implícitas al canto de Ana (1Sam 2,8) y al canto de María, el «magníficat» (Le l,46ss), así como a las frases evangélicas sobre la sal y la luz (Mt 13-16). NdT.

12 En una edición mecanografiada sucesiva al manuscrito, el Autor introduce en este punto, de propio puño, otra cita: «Hacedlo todo sin protestas ni discusiones. Seréis asi irreprochables y sencillos, seréis hijos de Dios intachables en medio de gentes tortuosas y perversas...» (Flp 2,14-15).

13 La cita escriturística la da equivocadamente el P. Alberione (Flp 2,15 en vez de 13), sin duda porque la tomó de otra nota del P. Cohausz en la misma página, como apunta A. Da Silva. NdT.

14 Cita implícita, pero literal, de He 26,14.