Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

Haga una búsqueda

BÚSQUEDA AVANZADA

PARTE PRIMERA

POR CRISTO, CON CRISTOY EN CRISTO

Sección previa
ORACIONES TRADICIONALES
ADOPTADAS POR EL P. ALBERIONE

Habiendo crecido en un ambiente familiar y parroquial alimentado por las fórmulas usuales de la piedad cristiana de tradición alfonsiana -Máximas eternas, Áncora de salvación...- y habiendo pasado sucesivamente por los seminarios piamonteses de Bra y de Alba, con una fuerte connotación de espiritualidad francesa -L.M. Grignión de Montfort, P.G. Eymard, etc.-, el P. Alberione adoptó desde el principio de su fundación algunas fórmulas, que encontramos constantes y casi invariadas en el manual de oraciones propuestas a la Familia Paulina, desde la primera edición (1922) hasta la última aprobada por él (1971).
Reproducimos seguidamente las más significativas.


CREO, DIOS MÍO

En el espíritu de san Pedro Julián Eymard, apóstol de la devoción eucarística, esta fórmula dispone al orante a sentir vivamente la presencia de Dios y, al mismo tiempo, modula las cuatro articulaciones de la oración, o los cuatro fines: adoración, agradecimiento, reparación, súplica.

Creo, Dios mío, que estoy ante vos1 que me miráis y escucháis mis oraciones.
Vos sois infinitamente grande y santo: yo os adoro.
Vos me lo habéis dado todo: yo os doy gracias.
Vos habéis sido ofendido por mí: yo os pido perdón de todo corazón.
Vos sois misericordia infinita: yo os pido todas las gracias que consideréis útiles para mí.
~
CORAZÓN DIVINO DE JESÚS

Oración de ofrecimiento y de propiciación, propuesta por el movimiento Apostolado de la Oración, muy apreciada por el P. Alberione, que la rezaba al comenzar el trabajo de oficina, los viajes y cualquiera otra actividad. Al respecto escribía él en 1937: «Es útil recordar que en la Pía Sociedad de San Pablo, damos la máxima importancia a la oración Corazón divino de Jesús..., pues en el Corazón de Jesús, que se inmola en los altares, se apoya todo y tiene principio todo: la parte del estudio, comenzándolo con Corazón divino de Jesús...; el apostolado, comenzándolo con Corazón divino de Jesús...; la observancia cotidiana de los santos votos, comenzando la jornada con Corazón divino de Jesús...; el trabajo espiritual, comenzando las oraciones de la mañana con Corazón divino de Jesús...; la parte de la pobreza, la búsqueda de las vocaciones, el ministerio, etc., comenzando cada ocupación con la oración Corazón divino de Jesús...».2

Corazón divino de Jesús, yo os ofrezco en unión con el Corazón inmaculado de María todas mis acciones, oraciones y sufrimientos de este día, con las intenciones por las cuales vos os inmoláis continuamente en nuestros altares. Os las ofrezco en particular según las intenciones especiales encomendadas a los asociados al apostolado de la oración en este mes y este día y según las intenciones particulares de nuestro Señor Teólogo.3
~
INVOCACIONES AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Estas invocaciones, presentes en los manuales de oraciones de 1927 a 1946, se omitieron en la edición de 1952. Cuando el P. Alberione se dio cuenta, escribió la siguiente esquela a la Hna. Assunta Bassi FSP, responsable de las ediciones: «Mª. Assunta, en las ediciones precedentes de nuestro libro de oraciones había una serie de invocaciones al Corazón de Jesús, que ahora han quedado suprimidas. En tu colección de oraciones conviene incluirlas.4 Deo gratias! - P.M.».

1. Corazón eucarístico de Jesús, conceded la paz a nuestras familias: Vos nos lo habéis prometido.
2. Corazón eucarístico de Jesús, concedednos todas las gracias necesarias a nuestro estado: Vos nos lo habéis prometido.
3. Corazón eucarístico de Jesús, consoladnos en nuestras penas: Vos nos lo habéis prometido.
4. Corazón eucarístico de Jesús, sed nuestro refugio seguro en los malos momentos de nuestra vida: Vos nos lo habéis prometido.
5. Corazón eucarístico de Jesús, sed nuestro refugio en el momento de nuestra muerte: Vos nos lo habéis prometido.
6. Corazón eucarístico de Jesús, bendecid ampliamente todas nuestras iniciativas: Vos nos lo habéis prometido.
7. Corazón eucarístico de Jesús, sed la fuente y el océano de la misericordia para todos nosotros pecadores: Vos nos lo habéis prometido.
8. Corazón eucarístico de Jesús, cambiad a los tibios en fervorosos amantes vuestros: Vos nos lo habéis prometido.
9. Corazón eucarístico de Jesús, haced que los fervorosos alcancen pronto una elevada perfección: Vos nos lo habéis prometido.
10. Corazón eucarístico de Jesús, bendecid los lugares y las casas donde se exponga vuestra imagen: Vos nos lo habéis prometido.
11. Corazón eucarístico de Jesús, dad a los sacerdotes la fuerza de mover los corazones más endurecidos: Vos nos lo habéis prometido.
12. Corazón eucarístico de Jesús, escribid en vuestro Corazón el nombre de quienes propagan vuestra devoción: Vos nos lo habéis prometido.
13. Corazón eucarístico de Jesús, conceded la gracia final a quienes por nueve meses comulgan el primer viernes con sentimientos de reparación: Vos nos lo habéis prometido.
14. Corazón eucarístico de Jesús, aliviad a los oprimidos y cansados que vienen a vos: Vos nos lo habéis prometido.
15. Corazón eucarístico de Jesús, concedednos todas las gracias que pedimos al Padre en vuestro nombre: Vos nos lo habéis prometido.
16. Corazón eucarístico de Jesús, mandad buenos obreros a vuestra mies: Vos nos lo habéis prometido.
17. Corazón eucarístico de Jesús, conceded buena voluntad a quienes os la piden: Vos nos lo habéis prometido.
18. Corazón eucarístico de Jesús, concedednos el don de la sabiduría: Vos nos lo habéis prometido.
19. Corazón eucarístico de Jesús, conceded a la Iglesia el triunfo perpetuo sobre el infierno: Vos nos lo habéis prometido.
20. Corazón eucarístico de Jesús, dad el agua viva de la santidad a quien viene a pedírosla: Vos nos lo habéis prometido.
21. Corazón eucarístico de Jesús, estad siempre con vuestros apóstoles de la palabra y de la pluma: Vos nos lo habéis prometido.
22. Corazón eucarístico de Jesús, estad en medio de la familia cuando os reza unida: Vos nos lo habéis prometido.
23. Corazón eucarístico de Jesús, escuchad siempre nuestras oraciones en la vida y en la muerte: Vos nos lo habéis prometido.
~
OS ADORO

Oración presente en el manual desde la 1ª edición, 1922.

Os adoro, Dios mío, y os amo de todo corazón, os doy gracias por haberme creado, hecho cristiano y conservado durante la noche, y por haberme traído a esta Casa. Os ofrezco las acciones del día: haced que sean todas según vuestra santa voluntad y para vuestra mayor gloria. Preservadme del pecado y de todo mal. Vuestra gracia esté siempre conmigo y con todos mis seres queridos. Así sea.
~
EN REPARACIÓN DE LA MALA PRENSA

En el mismo surco de la devoción eucarística de Eymard, y en sintonía con la campaña antiblasfema promovida por diversos episcopados, se introdujo el uso de rezar, después de la bendición solemne del Smo. Sacramento, las siguientes invocaciones, que en la familia del P. Alberione adquirieron una específica acentuación reparadora contra las blasfemias de la prensa.

Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo nombre.
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.
Bendito sea el nombre de Jesús.
Bendito sea su sacratísimo Corazón.5
Bendito sea Jesús en el Smo. Sacramento del altar.6
Bendita sea la gran Madre de Dios, María santísima.
Bendita sea su santa e inmaculada Concepción.7
Bendito sea el nombre de María, virgen y madre.
Bendito sea san José su castísimo esposo.
Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos.
~
A JESÚS CRUCIFICADO

Esta célebre oración -presente en todos los devocionarios, en los antiguos misales y en las sacras para uso del celebrante- aparece en el Misal romano diario, latino-italiano, publicado en Alba en 1935. Figura como Acción de gracias después de la comunión al final de la misa. La precede una nota: Indulgencia plenaria para quienes la rezan después de la misa. Pío IX, 31 de julio de 1858.

Miradme, oh mi amado y buen Jesús, postrado ante vuestra santísima presencia. Os ruego con el mayor fervor imprimáis en mi corazón sentimientos de fe, esperanza y caridad, un gran dolor de mis pecados y propósito firme de jamás volver a ofenderos; mientras yo, con todo el amor y compasión de que soy capaz, voy considerando vuestras cinco llagas, teniendo presente lo que dijo de vos, oh Jesús mío, el santo profeta David: «Han taladrado mis manos y mis pies y se pueden contar todos mis huesos» (Sal 21,17-18).
~
INVOCACIONES

Tanto en el manual impreso como en los folletos añadidos,8 aparecieron diversas invocaciones destinadas a alimentar particulares valores ascéticos y apostólicos de la vida paulina. No siempre es fácil establecer la proveniencia, pero resulta significativo que el P. Alberione exhortara a aprovecharse de ellas para no ignorar aspecto alguno de la piedad, recabando en cualquier fuente que fuera útil para el crecimiento espiritual.

PARA VENCER LA PASIÓN PREDOMINANTE:

Corazón divino de Jesús, vos habéis dicho: en verdad en verdad os digo: Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dará; pues bien, yo pido en vuestro nombre la victoria sobre mi defecto dominante (un momento de pausa); ¡escuchadme, oh Jesús!9

PARA CRECER EN LAS VIRTUDES RELIGIOSAS:
Oh María, haced florecer en esta Casa los lirios de la pureza:
Máter puríssima, ora pro nobis.
Oh María, haced florecer en esta Casa las rosas de la caridad:
Rosa mystica, ora pro nobis.
O María, haced florecer en esta Casa las violetas de la humildad:
Virgo humíllima, ora pro nobis.10
Ab omni peccato líbera nos, Dómine11 (tres veces).
Oh Jesús pobrísimo, haced mi corazón semejante al vuestro.
Oh Jesús obedientísimo, haced mi corazón semejante al vuestro.

POR LAS NECESIDADES ECONÓMICAS:
Madre de la divina Providencia, san José, jefe de la sagrada Familia, beato Cottolengo, san Pablo apóstol, proveed para nosotros y para la obra de la Buena Prensa.12

POR LAS VOCACIONES PARA LA BUENA PRENSA:
Oh Jesús, pastor eterno de nuestras vidas, enviad buenos obreros a vuestra mies.13

POR EL ESTUDIO:
Sedes sapientiæ, ora pro nobis.14

PARA OBTENER LA BUENA VOLUNTAD:
Virgen María, Madre de Jesús, hacednos santos (tres veces).15
~
CONSAGRACIÓN A JESÚS POR MEDIO DE MARÍA

Esta concisa fórmula de encomienda, conocida también como Acto de consagración a María reina de los corazones, se remonta a san Luis Mª. Grignión de Montfort, como compendio de su espiritualidad. El P. Alberione la adoptó y apropió, sugiriendo un uso frecuente: «Conviene renovar a menudo la consagración a María» (San Paolo, 11 de octubre de 1938). En los manuales de oraciones paulinas, la fórmula viene siempre a continuación de la coronita a la Reina de los Apóstoles. El papa Juan Pablo II adoptó el Totus tuus como lema de su pontificado. - Dirigida directamente a Jesús, esta breve oración se entiende comúnmente como hecha a María, pero con el objetivo final de la identificación con Cristo.16

Yo soy todo tuyo, y todo cuanto poseo, te lo ofrezco,
amable Jesús,
por medio de María, tu madre santísima.
~
SUB TUUM PRÆSIDIUM

«Hemos de comenzar siempre la jornada con la oración mariana Sub tuum præsidium confúgimus, sancta Dei Génitrix; lo haremos tanto más hoy, primer sábado del mes, y de modo particular en el mes de octubre».17 Como se sabe, esta antífona es la oración mariana más antigua que nos ha transmitido la tradición.

Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios: no desoigas la oración de tus hijos necesitados; líbranos de todo peligro, ¡oh siempre Virgen gloriosa y bendita!
~
QUERIDA Y TIERNA MADRE MÍA MARÍA
Para pasar bien el día (o la noche)

Esta oración tiene orígenes remotos. Se inspira en la antigua invocación Sub tuum præsidium y en la oración de la hora prima en la liturgia de las horas.18 El P. Alberione la hizo suya y recomendó rezarla con frecuencia. La encontramos, con ligeras variantes estilísticas, en todas las ediciones del libro de oraciones desde 1922, y ha tenido siempre el favor no sólo de la Familia Paulina, sino de todo el pueblo de Dios.19
Querida y tierna madre mía María, amparadme: cuidad de mi inteligencia, de mi corazón, de mis sentidos, para que no me manche con el pecado.20
Santificad mis pensamientos, afectos, palabras y obras, para que pueda agradaros a vos y a vuestro Jesús, Dios mío, y alcanzar así con vos la gloria del cielo.
Jesús y María, dadme vuestra santa bendición (se inclina la cabeza y se dice): En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Así sea.
~
ORACIÓN DE SAN BERNARDO

Esta célebre oración, atribuida al santo abad de Claraval (1090-1153), representa una de las cimas de la piedad medieval. Expresa la cálida devoción a María, que el mismo abad explicitó en sus conmovedoras homilías sobre la Virgen.

Acordaos, oh piadosísima virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro auxilio, haya sido abandonado de vos. Animado yo con esta confianza, a vos también acudo, ¡oh Virgen Madre de las vírgenes!; y gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. ¡Oh Madre de Dios!, no despreciéis mis súplicas; antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Así sea.
~
ORACIÓN A SAN PABLO APÓSTOL

Adoptada desde el comienzo en las oraciones paulinas, esta plegaria nació en el seno de la Liga contra las malas lecturas constituida en Verona por el cardenal Luis de Canossa en 1891. La oración, indulgenciada por León XIII y luego por Pío X, fue promovida por la cruzada orante Pro prensa puesta bajo los auspicios del apóstol Pablo, con dos fines: «La difusión gratuita de la buena prensa y la prudente extirpación de la prensa mala». Tal asociación tenía también su estandarte, con la figura del evangelio en campo blanco. El P. Alberione adoptó la presente oración como el primer manifiesto de su apostolado.

Gloriosísimo Apóstol, que con tanto celo trabajasteis para destruir en Éfeso21 los escritos que bien sabíais habrían pervertido la mente de los fieles: dignaos dirigir ahora vuestra mirada benigna sobre nosotros. Veis cómo una prensa incrédula y sin freno se esfuerza por arrancarnos del corazón el precioso tesoro de la fe y de las sanas costumbres.
Iluminad, os rogamos oh santo Apóstol, la mente de tantos perversos escritores, para que dejen de hacer daño a los hombres con sus detestables doctrinas y pérfidas insinuaciones. Suscitad entre el pueblo cristiano santos apóstoles y obreros de la Buena Prensa, que trabajen con fe, humildad y empeño para difundir el reino de Jesucristo. Y a nosotros alcanzadnos la gracia de que, dóciles siempre a la voz del supremo jerarca,22 no nos entreguemos nunca a lecturas nocivas, sino que tratemos en cambio de leer, y difundir cuanto podamos, las de contenido constructivo que ayuden a todos a promover la mayor gloria de Dios, la exaltación de su Iglesia y la salvación de los hombres. Así sea.
~
ORACIÓN A SAN JOSÉ

Oración atribuida al papa León XIII, en función apologética como defensa de la Iglesia contra las corrientes anticatólicas a finales del siglo XIX.

A vos, bienaventurado san José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar el auxilio de vuestra santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro patrocinio. Por aquella caridad que con la inmaculada virgen María, madre de Dios, os tuvo unido, y por el paterno amor con que abrazasteis al niño Jesús, humildemente os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que con su sangre adquirió Jesucristo, y con vuestro poder y auxilio socorráis nuestras necesidades.
Proteged, ¡oh providentísimo custodio de la divina Familia!, la escogida descendencia de Jesucristo; apartad de nosotros toda mancha de error y de corrupción; asistidnos propicio desde el cielo, fortísimo libertador nuestro, en esta lucha con el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo librasteis al niño Jesús de inminente peligro de la vida, así ahora defended la Iglesia santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protegednos con perpetuo patrocinio, para que, a ejemplo vuestro, y sostenidos por vuestro auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir, y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza. Amén.
~
ACTO DE SUMISIÓN A LA VOLUNTAD DE DIOS

Oración atribuida a la princesa Isabel de Francia, hermana de Luis XVI, víctima de la revolución francesa.23 El P. Alberione la indicó, señalando que «la tenía en el cajón de su escritorio, escrita en una estampita, y quizás la rezaba todos los días».24 Se incluyó en el libro de oraciones de 1957.

Lo que me sucederá hoy, oh Dios mío, no lo sé. Lo que sé es que nada me sucederá sin que vos no lo hayáis previsto y dirigido a mi mayor bien desde toda la eternidad. Esto solo me basta.
Adoro vuestros santos designios eternos, impenetrables; me someto de todo corazón por amor vuestro, os lo ofrezco todo en sacrificio unido al de mi divino Salvador.
En su nombre y por sus infinitos méritos os pido la paciencia en mis penas y la perfecta sumisión que se os debe, de modo que cuanto vos queréis y permitís redunde en gloria vuestra. Así sea.
~
ACTO DE HUMILDAD

Publicada la primera vez en el manual de la Sociedad de San Pablo de 1962, esta oración se compone de dos partes. La primera es una colecta litúrgica,25 la segunda en cambio es una confesión de humildad atribuida a san Francisco de Sales, que en la frase final decía: «A Dios el honor, a mí el desprecio».26

Oh Dios, tú ves que no confiamos en ninguna acción nuestra: concédenos, propicio, ser defendidos contra toda adversidad por la protección de san Pablo, doctor de las gentes.
Yo solo nada puedo; con Dios lo puedo todo. Por amor de Dios quiero hacerlo todo. A Dios el honor, a mí el paraíso.
~

1 En las ediciones más recientes el “vos” fue sustituido con el “tú”.

2 San Paolo, San Bernardo [20 de agosto] de 1937.

3 En las ediciones recientes la formulación se actualizó así: Corazón divino de Jesús, en la gracia del Espíritu Santo y para gloria del Padre, yo te ofrezco por medio del Corazón inmaculado de María, Madre de la Iglesia, en unión con el sacrificio eucarístico, las oraciones y acciones, las alegrías y sufrimientos de este día, en reparación de los pecados y por la salvación de todos los hombres, y según las intenciones particulares del Primer Maestro.

4 Recuérdese que la Hna. Assunta había sido invitada por el propio Fundador a publicar una colección de todas las oraciones del Primer Maestro. Cf. la esquela citada en la precedente Introducción, p. 9.

5 Luego se añadió: Bendita sea su preciosísima Sangre.

6 Añadidura posterior: Bendito sea el Espíritu Santo paráclito.

7 Después de la proclamación del dogma de la Asunción (1° de noviembre de 1950) se añadió: Bendita sea su gloriosa Asunción.

8 «La costumbre de añadir algunas hojas blancas al libro de las oraciones (para incorporar jaculatorias o incluso el examen de conciencia), surgió de que era práctico para las hermanas propagandistas recoger en un solo libro todos sus ejercicios de piedad» (Hna. Lucina Bianchini FSP).

9 Oración de inspiración ignaciana, con referencia a Jn 14,13.

10 Inspiradas en la simbología floreal de las virtudes, adoptada ya por san Agustín, y en un opúsculo juvenil de Santiago Alberione (Ramillete de flores a María santísima, 31 reflexiones sobre otras tantas virtudes), estas tres invocaciones parecen escritas por Timoteo Giaccardo.

11 De todo pecado líbranos, Señor: de las letanías de los santos.

12 Es evidente, en esta serie de peticiones y de intercesores, el influjo espiritual de san José Benito Cottolengo.

13 Fuente evangélica: Mt 9,38: «Rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies».

14 Sede de la Sabiduría, ruega por nosotros: de las letanías lauretanas.

15 Invocación de san J.B. Cottolengo, usada en la Pequeña Casa de la Divina Providencia de Turín, e introducida por el P. Alberione en sus comunidades. Recomendaba rezarla como “coronita” (cincuenta veces) al levantarse por la mañana y antes de acostarse por la noche.

16 El mismo Montfort la entendía así, como resulta de una paralela fórmula de consagración: «Te saludo, oh María, amada madre mía, mi amable maestra, mi poderosa soberana, mi gozo, mi gloria, mi corazón y mi alma. Tú eres toda mía por misericordia, y yo soy todo tuyo por justicia, pero aún no lo soy suficientemente. Por eso de nuevo me entrego enteramente a ti en cualidad de eterno esclavo, sin reservar nada para mí o para otros» (Oraciones, n. 68; del Tratado de la verdadera devoción a la santa Virgen, de Luis Grignión de Montfort, ed. preparada por Stéfano De Fiores, San Paolo, Cinisello Bálsamo 2006

14 ).

17 Del Diario (inédito) de A. Speciale, 3 de octubre de 1959, sábado.

18 Cf. Las oraciones marianas del P. Alberione. Historia y comentario, Ed. Archivo histórico general de la Familia Paulina, 18, Roma 1988, pp. 12-13.

19 «Cuando entré en el vocacionario de las Hijas de San Pablo [Alba, 2 dic. 1922], se rezaba en común cada día, mañana y tarde. Era la oración mariana que preferíamos y hacíamos conocer también a nuestras familias. El P. Alberione nos decía que para sentirla y entenderla mejor debíamos leer las obras de san Alfonso, especialmente Las glorias de María» (Testimonio oral de la Hna. Mª. Luigina Borrano FSP, 1988).

20 En 1960 el P. Alberione corrigió esta expresión, sustituyéndola con «para que no cometa el pecado». Y explicó a un grupo de novicios: «Antes lo escribí así porque lo manchabais todo: las paredes, las mesas, las sillas».

21 Cf. He 19,18-19.

22 Voz desusada para indicar al papa, o sumo pontífice; [se ha solido traducir por “pastor” o términos equivalentes. NdT.].

23 Isabel de Borbón (1764-1794), arrestada con toda la familia real francesa en 1791 y encarcelada durante el Terror, fue guillotinada por los contactos epistolares que desde la cárcel mantenía con el exterior, trámite su confesor, el abate De Firmont (Henry Edgeworth, irlandés). De este sacerdote nos llegó probablemente la oración de la princesa.

24 Cf. A. Speciale (que erróneamente atribuye la oración a santa Isabel de Hungría), Diario, 20 de diciembre de 1956.

25 «Deus, qui cónspicis, quia ex nulla nostra actione confídimus: concede, propitius; ut contra adversa omnia, Doctoris gentium protectione muniamur. Per Christum...». Del Misal romano de Pío V, colecta del domingo de sexagésima.

26 Tal expresión (cf. Dan 9,4-10) la había adoptado también el P. Alberione (cf. AD 158), pero más tarde la modificó en el sentido actual.