Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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Sección I
AL PADRE, POR EL HIJO,
EN EL ESPÍRITU SANTO

En su oración y en las relativas fórmulas, el P. Alberione era fiel al esquema teológico de la tradición cristiana, según lo que se ha definido como «el movimiento cristológico-trinitario de la economía divina: Todo desde el Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo, a gloria de Dios Padre».1 Tal cuadro teológico se adopta también en el orden expositivo de las oraciones alberionianas de carácter general, remitiendo a las secciones sucesivas las fórmulas referidas a las devociones especiales y a intenciones particulares.

I.
A LA SANTÍSIMA TRINIDAD
OFRECIMIENTO DE LA SANTA MISA

De Oraciones de la Pía Sociedad de San Pablo, 1946.

Acepta, Trinidad santísima, este sacrificio realizado una vez en el Calvario; y que ahora Jesucristo te renueva en este altar por manos de tu sacerdote. Yo me uno a las intenciones de Jesucristo, sacerdote y víctima, para que sea consumado a gloria tuya y para la salvación de todos los hombres. Por Jesucristo, con Jesucristo y en Jesucristo quiero adorar a tu Majestad eterna; agradecer tu inmensa bondad; satisfacer tu justicia ofendida; y suplicar tu misericordia con la Iglesia, con mis allegados, y conmigo: especialmente para obtener... (se recuerda la gracia y el propósito).
Meditaré las verdades que Jesucristo me enseña; pasaré por este camino para poder llegar a ti; me uniré a él para vivir de amor cada día de mi existencia.2
~
POR LA PROPIA VOCACIÓN

«En la vocación interviene la augusta Trinidad, que preparando las multæ mansiones en el cielo,3 quiere también las correspondientes multæ mansiones en la tierra... El Padre celeste crea con especiales cualidades el alma llamada a consagrarse a él, y ésta nace con particulares cualidades de mente, corazón y voluntad. El Espíritu Santo en el bautismo da más abundancia de gracia: más fe, más esperanza, más caridad. Jesucristo, fundando la Iglesia, ha previsto y dispuesto que ésta fuera un cuerpo perfectamente organizado: profetas, doctores, sacerdotes, apóstoles, vírgenes, obispos, religiosos, fieles».4
La presente oración fue compuesta el 22 de febrero de 1954 e introducida, con algunas variantes, en el manual
Oraciones de la P.S.S.P., edición de 1957.

Padre celeste, yo creo en tu sabiduría y en tu amor. Creo que me has creado para el paraíso, me has señalado el camino para llegar, y allí me aguardas para el premio del siervo fiel [cf. Mt 25,21]. Dame luz y muéstrame este camino; concédeme la fuerza de seguirlo con generosa correspondencia.
Por Jesucristo tu Hijo y por María mi reina y madre, te pido que al morir pueda yo decir con san Pablo: «He corrido hasta la meta, ahora ya me aguarda la merecida corona de los justos» [cf. 2Tim 4,7-8].5
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CONSAGRACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Oración introducida en el manual Oraciones de la Familia Paulina, edición de 1968. El año sucesivo, en un opúsculo sobre el rosario, se explicaba implícitamente la razón de porqué debemos responder con la consagración al don de la Trinidad: «El Padre se da a nosotros como verdadero Padre, por lo cual somos todos hijos adoptivos; el Hijo del Padre celeste es nuestro hermano; el Espíritu Santo es nuestra vida espiritual. La santísima Trinidad es el paraíso».6

Trinidad divina, Padre, Hijo y Espíritu Santo, presente y operante en la Iglesia y en lo más profundo de mi ser, yo te adoro, te doy gracias y te amo. Y por medio de María santísima, mi madre, me ofrezco, entrego y consagro totalmente a ti,7 por toda la vida y para la eternidad.
A ti, Padre celeste, me ofrezco, entrego y consagro como hijo.
A ti, Jesús Maestro, me ofrezco, entrego y consagro como hermano y discípulo.
A ti, Espíritu Santo, me ofrezco, entrego y consagro como templo vivo para ser consagrado y santificado.
María,8 madre de la Iglesia y madre mía, tú que estás con la Trinidad divina, enséñame a vivir, por medio de la liturgia y los sacramentos,9 en comunión cada vez más íntima con las tres divinas Personas, para que toda mi vida sea un «gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo». Amén.10
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II.
ORACIONES A JESÚS SEÑOR

Al mismo tiempo que la fundación de las obras apostólicas, el P. Alberione desarrolló una progresiva formación de las estructuras espirituales que sostendrían la vida y acción de sus Institutos, empezando por crear nuevas fórmulas de oración, inspiradas en su particular carisma. Exponemos seguidamente las primeras formulaciones típicas del espíritu paulino.

PACTO O SECRETO DEL ÉXITO

La primera fórmula del conocidísimo pacto, propuesta a los jóvenes por el Fundador a comienzos de 1919,11 y redactada ese mismo año, explicitaba el contrato estipulado bajo forma de letra de cambio por el propio P. Alberione y el neo-sacerdote Giaccardo, ante la Sma. Trinidad, para tener los recursos necesarios al desarrollo de la obra.12 El texto escrito experimentó numerosos retoques, hasta alcanzar la forma definitiva en los años 1950.13 Reproducimos aquí el texto publicado en la primera edición de oraciones paulinas (1922) y, para un cotejo, el de 1971.14

Jesús, Señor, aceptad el pacto que os presentamos por medio de san Pablo y de María Reina de los Apóstoles.15
Nosotros debemos adquirir un grado muy elevado de perfección, mayor que el alcanzado por los religiosos de vida contemplativa: y sin embargo nuestras prácticas serán menos numerosas; deberemos tener una ciencia más vasta que la exigida en cualquier otra profesión: y sin embargo las horas de nuestro estudio serán menos; debemos rendir en el trabajo para la prensa más que cualquier otro tipógrafo: y sin embargo trabajamos menos que los demás y con maestros imperfectos; deberíamos, en cuanto a alimentación, vestido, etc. estar materialmente bien provistos: y sin embargo nuestros recursos son casi nulos.
Por tanto, persuadidos de que vos queréis de nosotros todo eso, hacemos con vos un pacto, que brota de la confianza puesta en estas palabras vuestras: Todo lo que pidiereis en mi nombre, lo tendréis.16
Por nuestra parte prometemos y nos obligamos:
1) a hacer cuanto nos sea posible en el estudio, trabajo, oración y en practicar la pobreza;
2) a hacerlo todo y únicamente para vuestra gloria;
3) a trabajar un día17 en pro de la obra de la Buena Prensa.
Os suplicamos que nos deis la ciencia que precisamos, la santidad que vos mismo exigís de nosotros, la habilidad requerida en el trabajo, todo lo que sea útil para nuestras necesidades naturales, de este modo: haciéndonos aprender el cuatro por uno, dándonos en santidad el diez por uno, en habilidad para el trabajo el cinco por uno, en bienes materiales el seis por uno.
Segurísimos de que vos aceptáis el pacto, aunque sea a prueba por varios años, os pedimos perdón de nuestra poca fe y de nuestra infidelidad, y os suplicamos que nos bendigáis y nos hagáis fieles y constantes hasta la muerte.18
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FÓRMULA DE 1971

Jesús Maestro, acepta el pacto que te presentamos por manos de María, Reina de los Apóstoles, y de nuestro padre san Pablo.
Nosotros debemos corresponder fielmente a tu altísima voluntad, llegar al grado de perfección y gloria celeste a que nos has destinado, y ejercer santamente el apostolado de las ediciones. Pero nos sentimos demasiado débiles, ignorantes, incapaces, insuficientes en todo: en el espíritu, en la ciencia, en el apostolado, en la pobreza. Tú, en cambio, eres el Camino y la Verdad y la Vida, la resurrección, nuestro único y sumo bien. Confiamos sólo en ti, que has dicho: «Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, lo obtendréis».
Por nuestra parte, prometemos y nos comprometemos a buscar en todo y de corazón, en la vida y en el apostolado, sólo y siempre, tu gloria y la paz de los hombres. Y contamos con que, por tu parte, te dignes darnos un espíritu bueno, gracia, ciencia y medios para hacer el bien. Multiplica, según tu inmensa bondad y las exigencias de nuestra vocación especial, los frutos de nuestro trabajo espiritual, de nuestro estudio, de nuestro apostolado y de nuestra pobreza. No dudamos de ti, pero sí tememos nuestra inconstancia y debilidad.
Así pues, Maestro bueno, por intercesión de nuestra madre María, trátanos con la misericordia usada con el apóstol Pablo, a fin de que, fieles en imitar a este nuestro padre en la tierra, podamos compartir con él la gloria del cielo.19
~
PARA QUIEN SIENTE SED DE ALMAS COMO JESÚS

Oración compuesta en 1923,20 publicada por primera vez en el boletín Unión de Cooperadores Buena Prensa del 16 de febrero de 1924 (cf. PP 458), se rezaba todos los días en las comunidades paulinas. La primera formulación, propuesta aquí, fue después modificada repetidamente.21 Más adelante daremos el texto actual.

Señor, en unión con todos los sacerdotes que hoy celebran la santa misa, os ofrezco la víctima divina, Jesús-hostia y a mí mismo, pequeña víctima:
1. En reparación de las innumerables blasfemias, errores y obscenidades que se imprimen en tantas tipografías de las que cada día sale un río de papel, inundando el mundo como un torrente putrefacto.
2. Para invocar vuestra misericordia con los innumerables lectores, perversos o inocentes, a quienes la mala prensa arranca de vuestro corazón de Padre, sediento de almas.
3. Por la conversión de tantos escritores e impresores, ciegos ministros de satanás, falsos maestros que han levantado cátedra contra el divino Maestro, envenenando toda enseñanza, el pensamiento humano y las fuentes de la actividad humana.
4. Para honrar, amar y escuchar únicamente a quien vos, Padre celeste, con vuestro gran corazón, habéis dado al mundo proclamando: «Este es mi Hijo predilecto, ¡escuchadle!».
5. Para conocer que solo Jesús es perfecto Maestro, o sea la Verdad que ilumina, el Camino o modelo de toda santidad, la Vida verdadera del alma, es decir gracia santificante.22
6. Para obtener que se multipliquen en el mundo los sacerdotes, los religiosos y las religiosas consagrados a difundir la doctrina de Jesús por medio de la prensa.
7. Para que los escritores y operadores de esta prensa sean santos, llenos de sabiduría y de celo por la gloria de Dios y la salvación de las almas.
8. Para pediros que la prensa católica prospere, se difunda, reciba ayudas y se multiplique, levantando su voz hasta cubrir el embriagador y arrastrador estrépito de la prensa perversa.
9. Para que todos nosotros reconozcamos nuestra ignorancia, miseria y la necesidad de estar siempre con mirada suplicante y cabeza inclinada ante vuestro santo sagrario, oh Señor, invocando luz, piedad y misericordia.
~
III.
ORACIONES AL ESPÍRITU SANTO

«La vida de la gracia, aunque es común a las tres divinas Personas, se atribuye especialmente al Espíritu Santo, como obra de amor... Las luces del Espíritu Santo nos muestran lo que debemos hacer y cómo debemos comportarnos en ciertos casos difíciles e importantes, como cuando se trata de la salvación eterna o de la propia santificación... Para cultivar estos dones es necesario sentir profundamente la propia impotencia y recurrir habitualmente al Espíritu Santo» (San Paolo, octubre de 1954).

INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

La siguiente oración la compuso el P. Alberione, para uso personal, durante los ejercicios espirituales de 1932. Conservada en sus cuadernillos, fue publicada por primera vez en los años 1970, en un opúsculo preparado por el P. Esteban Lamera.23 Sucesivamente se incluyó en Oraciones de la Familia Paulina (edición de 1985), con el título Invocación al Espíritu Santo. Las invocaciones traducen en oración lo que el P. Alberione -a la escuela del canónigo Chiesa- enseñaba sobre la gracia medicinal (cf. DF 60-61). Reproducimos el texto original según el manuscrito autógrafo. Los subrayados, o cursivos, son del propio autor.

Espíritu Santo,
por intercesión de la Reina de Pentecostés,
sanad mi mente de la irreflexión,
ignorancia, olvido, dureza,
prejuicio, error, perversión,
y engendrad la sabiduría, Jesucristo-verdad en todo.
Sanad mi sentimentalidad
de la indiferencia, desconfianza, malas inclinaciones,
pasiones, sentimientos, afecciones,
y engendrad los gustos, sentimientos, inclinaciones,
Jesús-vida, en todo.
Sanad mi voluntad de la abulia,
ligereza, inconstancia, indolencia,
obstinación, mal hábito,24
y engendrad en mí a Jesucristo-camino,
el amor nuevo a lo que ama Jesucristo
y a Jesucristo mismo.
Elevad divinamente
la inteligencia con el don del entendimiento,
la sensatez con el don de la sabiduría,
el conocimiento con la ciencia,
la prudencia con el consejo,
la justicia con la piedad,
la fortaleza con el don de la fuerza espiritual,
la templanza con el temor de Dios.
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ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Escrita por el P. Alberione en 1963, esta oración entró en las Oraciones de la Familia Paulina, edición de 1965.25

Santo divino Espíritu, amor eterno del Padre y del Hijo, os adoro, os doy gracias, os amo, os pido perdón por cuantas veces os he contristado en mí y en el prójimo.
Descended con abundantes gracias en las sagradas ordenaciones de obispos y sacerdotes, en las consagraciones de religiosos y religiosas, en la confirmación de todos los fieles: sed luz, santidad, celo.
A vos, Espíritu de Verdad, consagro la mente, la fantasía y la memoria: ¡iluminadme! Que yo conozca a Jesucristo Maestro y comprenda su evangelio y la doctrina de la santa Iglesia. Acrecentad en mí el don de la sabiduría, de la ciencia, de la inteligencia y del consejo.
A vos, Espíritu santificador, consagro mi voluntad: guiadme en vuestros deseos, sostenedme en la observancia de los mandamientos y en el cumplimiento de mis deberes. Concededme el don de la fortaleza y el santo temor de Dios.
A vos, Espíritu vivificador, consagro mi corazón: conservad y acrecentad en mí la vida divina y consumidme en vuestro amor. Concededme el don de la piedad.
Amén.26
~

1 Cf. Cipriano Vagaggini, Il senso teologico della liturgia, Ed. San Paolo, Cinisello Bálsamo 1999

6 (trad. esp. en BAC, Madrid).

2 Nótese la repetida dimensión del trinomio: Cristo Verdad, Camino, Vida.

3 Cf. Jn 14,2: «En la casa de mi Padre hay muchas estancias... Yo voy a prepararos un puesto».

4 San Paolo, enero de 1954. - En una meditación dictada a las consagradas seculares, el P. Alberione les sugería meditar intensamente la “doxología” eucarística que concluye el canon: “Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”. «Esta fórmula de oración -dijo- comprende toda la ascética y toda la mística que se pueda desarrollar, y comprende asimismo la teología de la redención» (Diario, 16 agosto 1964).

5 El texto presentado aquí está sacado del original manuscrito. En la edición impresa de 1957, los pronombres y adjetivos posesivos (tú, tus...) están en plural y con iniciales mayúsculas (Vos, Vuestros...); además la cita paulina (2Tim 4,6-8) se reproduce casi entera.

6 “¿Por qué el rosario tiene tanto poder?”, en San Paolo, abril 1969.

7 Expresión tomada de la fórmula de la profesión religiosa: «Yo ... en honor de la santísima Trinidad... me ofrezco, entrego y consagro enteramente...» (cf. Constituciones de la Pía Sociedad de San Pablo, ed. 1956, art. 80).

8 Este paso a otro sujeto vocativo (p. ej. de las Personas divinas a María) es usual en las oraciones de san Alfonso de Ligorio y en otros autores contemporáneos. Cf. L'Annuario di Maria o il Vero Servo della S. Vergine, por Menghi-D'Arville, Dr. L.C., Nápoles 1868.

9 Liturgia y sacramentos constituyen una unidad, pero antes del concilio Vaticano II solían considerarse como entidades distintas, entendiendo la liturgia como el conjunto de las normas y ritos concernientes a las celebraciones.

10 En una meditación, el 27 de noviembre de 1958, el P. Alberione sugería: «Recemos, en los momentos de recogimiento e intimidad con Dios, la oración que rezaba a menudo Isabel de la Trinidad: “Dios mío, Trinidad que adoro, enséñame a olvidarme para establecerme en ti, inmóvil y serena como si mi alma estuviera ya en la eternidad...”» (Diario).

11 Cf. Diario de J.T. Giaccardo, 7 de enero de 1919.

12 Texto manuscrito en una hoja de papel, conservado aún: «LETRA DE CAMBIO - Quæro primum regnum Dei et justitiam eius. [F.do] Sac. Alberione Santiago - Sac. Giaccardo Timoteo. - Hæc omnia adiicientur vobis. [F.do] Jesus Christus - Pater - Spíritus Sanctus». - La fuente evangélica es el versículo de Mateo 6,33: «Quærite autem primum regnum et iustitiam eius et omnia hæc adiicientur vobis - Buscad primero que reine su justicia, y todo eso se os dará por añadidura».

13 En 1953 escribía el P. Alberione: «Este es el pacto que se debe rezar al menos una vez por semana: secreto del éxito... En esta oración: 1) glorificamos la bondad de Dios por nuestra vocación especial; 2) confesamos nuestra insuficiencia por todos los lados; 3) entablamos un pacto con Dios, obligándonos a buscar siempre y sólo su gloria y la paz de los hombres; Dios ya se ha obligado previamente a darnos cualquier cosa que nos sea necesaria» (San Paolo, enero de 1953).

14 Recordamos al respecto algunos testimonios: «En 1920, cuando entré en la entonces denominada Escuela Tipográfica, se rezaba ya el “Secreto del éxito”. El Primer Maestro decía que esa oración era muy importante porque nos había obtenido gracias extraordinarias; y el Señor nos escuchaba más allá de cuanto nosotros pedíamos. En el estudio, por ejemplo: los PP. [Juan] Costa y Pablo Marcellino se habían licenciado en Ciencias sociales en Bérgamo, aun continuando sus ocupaciones, el primero en la propaganda, el segundo como jefe de taller y linotipista...» (P. Javier Boano, SSP). - «El pacto fue la oración más valorada por el Primer Maestro. Se rezaba cada mañana y era el remedio de cualquier dificultad, material y espiritual» (P. Paulino Gilli, SSP). - «El Primer Maestro nos hablaba a menudo, especialmente cuando se trataba de animarnos en el estudio... e insistía mucho en la necesidad de poner, por parte nuestra, las condiciones necesarias, pues Dios, por parte suya, no fallaría» (Hna. Ignazia Balla, Superiora general FSP 1964-1977).

15 María y Pablo, según las explicaciones del Fundador, hacen de testigos.

16 Cf. Mt 18,19.

17 Un día está por un mañana, en el próximo futuro, cuando seamos capaces de obrar en el apostolado de las ediciones.

18 La actitud de humildad que permea esta oración, como las sucesivas de este período, era constante en el P. Alberione. Es significativa al respecto una exhortación a los primeros jóvenes, referida por el clérigo Giaccardo el 30 de septiembre de 1918: «Vosotros sois pequeñitos y ocultos, pero si tenéis dolor de los pecados, [si] tenéis humildad, [si] estáis en vuestro sitio, si os rebajáis como una nada y como pecadores, confiando en Dios, y rezáis, lanzaréis una voz que se os oirá en todo el mundo por medio de la Buena Prensa» (J.T. Giaccardo, Diario, páginas escogidas, Ed. San Paolo, 2004, p. 185).

19 Sobre el texto, la historia y la interpretación auténtica de esta oración, véase el apreciable opúsculo del P. Ángelo Colacrai: «Secreto del éxito», estudio crítico con comentarios del P. Alberione, Ed. Archivo histórico general de la Familia Paulina, 5

a edición, Roma 2000.

20 «Durante el curso anual de ejercicios espirituales [en otoño de 1923] el Primer Maestro nos entregó, todavía manuscrita, la oración “Para quien tiene sed de almas”, con el fin de rezarla cada día antes de misa, o al final de las oraciones de la mañana, o durante la jornada. Desde entonces se rezó siempre, mientras vivio el P. Alberione» (Testimonio verbal de la Hna. Luigina Borrano FSP el 15 de octubre de 1995 a E. Sgarbossa). Cf. “El Maestro que tiene sed de almas” en Jesús el Maestro ayer, hoy y siempre, Casa general de la Sociedad de San Pablo, Pro manuscripto, Roma 1997, p. 91.

21 Textos con estudio crítico y amplia documentación, en “Para quien tiene sed de almas como Jesús”, preparada por el P. Ángelo Colacrai SSP, Ed. Archivo histórico general de la F.P., Roma 1985, pp. 110.

22 Esta afirmación, como se verá más adelante, tiene una especial importancia en la historia de la devoción al divino Maestro, en cuanto explicita por primera vez la connexión entre el título de Jesús “perfecto Maestro” con el trinomio joánico “Camino, Verdad y Vida”.

23 Don Alberione íntimo. De sus apuntes personales, Roma 1974

2 , p. 37.

24 Malas costumbres.

25 Testimonio del P. G. Roatta: «El 24 de junio de 1963..., tras un viaje más bien azaroso desde São Paulo a Caracas, en su compañía, el P. Alberione me dice: “En nuestra Familia falta una hermosa oración al Espíritu Santo...: prueba a escribirla tú”. Cuando regresé a São Paulo, redacté una que me parecía preciosa, y se la envié. Quince días después me llegó la respuesta: “Óptima, pero redúcela de dos tercios”. Había demasiada teología; yo la dejé aparte y ya no pensé más en ella. A distancia de algunos meses, en el San Paolo llegó una oración al Espíritu Santo, que era la suya» (cf. intervención de G. Roatta en el Seminario de Espiritualidad Paulina, Ariccia, septiembre de 1984, en La herencia cristocéntrica del P. Alberione, EP, Roma 1989, p. 188).

26 El mismo P. Roatta hace notar cómo, también en esta oración, el P. Alberione sigue su método habitual, subdividiendo cada una de las invocaciones según el esquema verdad-camino-vida, mente-voluntad-corazón (Ib.). - En efecto, la oración pone en resalto cómo para el P. Alberione también la acción del Espíritu Santo tiene el objetivo de formar el Cristo total en toda la persona. Consagrar la mente al “Espíritu de Verdad” llevará a conocer a Jesucristo Maestro en un itinerario con la mira de que sea el proprio Jesús quien piense en nuestra mente; consagrar la voluntad al “Espíritu santificador” llevará a entrar en las “sendas de Dios” hasta que sea Jesús mismo quien establezca su voluntad dentro de la nuestra; consagrar el corazón al “Espírito vivificador” mira a permitir que sea Jesús, operante en nuestro corazón, quien ame al Padre y se comunique a las personas trámite nuestras actividades apostólicas.