Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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Sección IV
A SAN JOSÉ

«Pío IX le proclamó patrón de la Iglesia universal, y de consecuencia se produjo en la cristiandad un despertar general de devoción a san José; gran confianza en su protección; conocimiento de su vida y virtudes, un amor fervoroso a un santo tan amable, sencillo, silencioso; una general persuasión de que él tome a pecho todas las necesidades y miserias, y que provea amando a los fieles de la Iglesia como miembros de Jesucristo. A san José se le dedican iglesias, altares, instituciones y se proponen muchas prácticas de piedad en su honor...
María y José, en su respectiva condición, fueron los primeros y los principales cooperadores de la redención: prepararon la humanidad del Maestro divino, el sacerdote eterno, la hostia de propiciación... A san José le pedimos la vida interior, la santificación propia en el silencio, en la intimidad con Jesús y María, en el cumplimiento de los deberes cotidianos, en el ejercicio de las virtudes individuales y domésticas. Le pedimos además el espíritu de apostolado, la cooperación con Jesucristo y con la Iglesia en la salvación del mundo».
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CORONITA A SAN JOSÉ

Hasta los años 1950, la devoción a san José trascurría en la Familia Paulina por las fórmulas tradicionales, en particular la oración A vos, bienaventurado san José de León XIII y la coronita de san Alfonso, O purísimo esposo de María santísima....2
En febrero de 1953 el P. Alberione compuso una nueva coronita, dedicando por entero el número del boletín San Paolo a explicar el contenido y el significado, exponiendo la teología y la devoción de san José con premisas históricas y consideraciones espirituales.
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1. San José, fiel colaborador en nuestra redención, ten compasión de esta pobre humanidad envuelta aún en tantos errores, vicios y supersticiones. Tú fuiste un instrumento dócil en las manos del Padre celestial a la hora de disponer todo lo necesario para el nacimiento, la infancia de Jesús y la preparación de la víctima, del sacerdote y del Maestro divino en beneficio de los hombres. Tú, siempre fiel a la voluntad de Dios, obtennos un celo auténtico en la búsqueda y formación de las vocaciones. Para nosotros mismos te pedimos una generosa y constante correspondencia al precioso don de la llamada divina.

San José, ruega por nosotros.
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2. San José, modelo de toda virtud, consíguenos la gracia de tu misma vida interior. Tú, amando y trabajando en silencio, cumpliendo fielmente con todos los deberes religiosos y sociales y sometiéndote con absoluta docilidad a la voluntad de Dios, alcanzaste una sublime santidad y gloria. Consíguenos aumento de fe, esperanza y caridad, mayor infusión de las virtudes cardinales, y abundancia de los dones del Espíritu Santo.

San José, ruega por nosotros.
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3. San José, te veneramos como modelo de los trabajadores, amigo de los pobres, consolador de los emigrantes y de todos los que sufren, santo de la Providencia. Fuiste en la tierra el representante visible de la bondad y solicitud universal del Padre celestial. Fuiste el artesano de Nazaret y maestro de trabajo del Hijo de Dios, que se hizo humilde obrero por nuestro amor. Socorre con tu intercesión a cuantos consuman sus fuerzas en el trabajo intelectual, moral y material. Obtén a todas las naciones una legislación que se inspire en el evangelio, en el amor cristiano y en una organización según la justicia y la paz.

San José, ruega por nosotros.
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4. San José, padre adoptivo de Jesús, bendigo al Señor por la comunicación profunda que tuviste con él durante su infancia y juventud en Belén, en Egipto, en Nazaret. Tú le amaste paternalmente y él correspondía filialmente a tu amor. Tu fe te movía a adorarle como Hijo de Dios encarnado, mientras él te obedecía, ayudaba y escuchaba. Mantenías con él gratas conversaciones, compartiendo trabajo, grandes penas y dulcísimas consolaciones. Obtenme la gracia de nunca ofender y perder a Jesús por el pecado. Ruega por mí para que reciba dignamente los sacramentos de la eucaristía y la reconciliación, alcanzando así aquí en la tierra una gran intimidad y un amor tierno y fuerte a Jesús, para poseerle por siempre en el cielo.

San José, ruega por nosotros.
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5. San José, esposo purísimo de María, humildemente te pedimos nos alcances una verdadera devoción a nuestra tierna madre, maestra y reina. Quiso Dios asociar tu misión a la de María. Con ella compartiste penas y alegrías; juntos, con una sola mente y un solo corazón, emulabais en el trabajo, en la virtud y en merecimientos. San José, intercede por los padres y madres de familia. Obtennos la gracia de conocer, imitar, amar e invocar siempre a la santísima virgen María. Atrae a todos a su corazón de madre.

San José, ruega por nosotros.
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6. San José, protector de los agonizantes, te pedimos por todos los moribundos, y te suplicamos nos asistas en la hora de nuestra muerte. Con la santidad de tu vida, mereciste un tránsito feliz con la inefable consolación de verte asistido por Jesús y María. Líbranos de la muerte improvisa; concédenos la gracia de imitarte en esta vida, de liberar el corazón de todo lo mundano y de atesorar cada día méritos hasta el momento de la muerte. Haz que podamos recibir entonces debidamente los sacramentos de los enfermos e inspíranos con María sentimientos de fe, esperanza, caridad y dolor de nuestros pecados, para que espiremos en la paz del Señor.

San José, ruega por nosotros.
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7. San José, protector de la Iglesia universal, mira con bondad al papa, a los obispos, sacerdotes y diáconos, a los religiosos y a todos los cristianos; ruega para que todos seamos santos. La Iglesia es fruto de la sangre de Jesús, tu hijo adoptivo. Te pedimos por su expansión, libertad y fortalecimiento. Defiéndela de los errores, del mal y de las fuerzas del infierno, como un día salvaste de las manos de Herodes la vida amenazada de Jesús. Que se cumpla su anhelo: «un solo rebaño y un solo pastor».

San José, ruega por nosotros.
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POR LA PUREZA

Oración escrita el 22 de febrero de 1954 e introducida en el manual de oraciones de 1957.

Jesús, María y José, tres lirios purísimos, me encomiendo y confío enteramente a vosotros: mente, corazón y cuerpo. Guardadme y defendedme siempre de todo pecado.4
Que mi mente se eleve a los bienes del cielo, mi corazón ame siempre más al Señor y evite yo toda ocasión de mal. Tenedme estrechado a vosotros, para que yo guarde mis sentidos internos y externos5 y así llegue a unirme en el cielo a la multitud bienaventurada de los vírgenes. Así sea.
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1 “Mes de san José”, San Paolo, febrero de 1953.

2 «El Primer Maestro nos presentaba a san José como el santo de la Providencia - “San José, proveed; san José, pensad en solucionar esto” - y le rezábamos por los moribundos» (P. Javier Boano).

3 Del Diario: «15 de febrero de 1953. A las 7 está en su habitación y trabaja. Ha compuesto una nueva coronita sobre san José para nuestro libro de oraciones. Algunas partes o puntos los rehace... Y parece que haya terminado de escribir el artículo para el “San Paolo” compuesto de once hojitas de su cuaderno». - El 19 de febrero: «Dicta la meditación en la cripta a toda la comunidad, para hablar de este gran santo... Se detiene en los siete puntos que ha escrito sobre el mes a san José y sobre los siete puntos de la coronita».

4 En el manuscrito autógrafo: en todo momento de todo pecado de pensamientos, sentimientos, palabras y obras.

5 En el manuscrito: para que yo guarde mis ojos, el oído, la lengua, el tacto; os pido también que me llaméis a la perfecta y perpetua castidad, para que yo llegue...