Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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por el P. Alberione. Como se verá, ellas abarcan toda una sección, la dedicada precisamente a las devociones que sustancian la espiritualidad paulina.
Para promover estas devociones el Fundador adoptó el uso ya vigente en el seminario diocesano:

«Durante diez años fue director espiritual de ambos seminarios (menor y mayor),22 teniendo que dar las meditaciones y pláticas ordinarias. Su antecesor en el cargo solía dedicar la primera semana del mes a estas devociones: ángel de la guarda, almas del purgatorio, san José, eucaristía, sagrado Corazón de Jesús, María Sma., la Trinidad. Él continuó la misma costumbre..., considerándola muy útil. Más tarde, iniciada ya la Familia Paulina, introdujo la misma costumbre, aunque acomodándola a las necesidades particulares, dando cabida a la devoción a san Pablo apóstol y al divino Maestro, que compendia todas las devociones a Jesucristo, considerándole Niño en el pesebre, Obrero en Nazaret, Doctor en la vida pública, Crucificado para la redención, Eucaristía en el sagrario, Corazón amoroso en los dones otorgados a la humanidad» (AD 179-180).

III. EL LIBRO DE LAS ORACIONES

1. Desde las primeras fundaciones paulinas, el P. Alberione se preocupó de proveer, para las personas y las comunidades, nuevos formularios de oración que expresaran el nuevo espíritu de la piedad y de la formación conforme al carisma propio de la institución. La incesante tarea de propuestas y retoques, como atestiguan las diversas ediciones del manual de oración,23 miraba a
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una catequesis y a una especial mentalización carismática, además de expresar la piedad hacia Dios y hacia los santos, en particular hacia Jesús Maestro, María Reina de los Apóstoles y san Pablo, objeto de especial devoción.
Se redactaron así fórmulas nuevas de oración, particularmente en forma de coronitas (conjunto de tres, cinco, siete oraciones), con un contenido fuertemente doctrinal, caracterizadas siempre por la tridimensionalidad del divino Maestro Camino, Verdad y Vida: por tanto teología, moral y espiritualidad.
Es importante analizar tales textos con perspectiva histórica, no sólo en el orden cronológico de la redacción, sino también del desarrollo temático de cada oración, conectadas a motivos generales o a particulares circunstancias. Esta tarea requiere la colaboración de todos los Institutos que tienen origen del mismo Fundador, y se apela a la memoria histórica de los testimonios coetáneos. La presente obra es sólo un paso en este camino.

2. El primer formulario de oraciones propias de la Casa de San Pablo se remonta a 1922.24 Le siguieron una veintena
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de ediciones, de las que tomaremos vez por vez las oraciones redactadas por el P. Alberione.
Es de notable interés el discurso sobre las fuentes: ¿en qué terreno germinaban las expresiones y las fórmulas de la piedad alberioniana? Ya hemos visto que la fuente principal la constituían la liturgia, que él celebraba con pasión, y los textos que tenía a mano. Él mismo alude a ello en un prefacio al misalito latino-italiano editado en 1935 por la Pía Sociedad de San Pablo:

«El misal, en su parte más sustancial, es un libro de oración; aún más, está hecho para la más grande oración: la renovación del Sacrificio de la Cruz. El presente Misal romano diario es completo, bajo este punto de vista, pues está hecho a la luz plena de la Iglesia, a la luz plena de Jesucristo que dijo: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida... Uniéndonos a la Iglesia, gran maestra de oración, nos unimos a Jesucristo mismo: por él, con él, en él dirigimos
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nuestras adoraciones, agradecimientos, propiciaciones y súplicas al Padre celeste».25

Tampoco cabe ignorar las fuentes tradicionales de la piedad popular: la colección de oraciones de san Alfonso (inspiradas sobre todo en las dos clásicas obras, El gran medio de la oración y Las glorias de María) y de san Luis Mª. Grignión de Montfort.

Catequesis y formación

En una circular reservada a los superiores de la Sociedad de San Pablo, fechada en la Epifanía de 1946, el P. Alberione anunciaba su intención de convocar un Capítulo general de la Congregación (el primero de su historia), entre cuyas finalidades indicaba la redacción de un epítome de los documentos canónicos y las nuevas ediciones del libro de las oraciones. Tal Capítulo no pudo convocarse hasta 1957, pero entre tanto el Fundador no dejó de proveer a dos nuevas ediciones del manual, respectivamente en 1946 y 1952.
En septiembre de 1952, anunciaba que «la nueva edición del libro de las oraciones ha resultado muy del agrado de todos». Y exhortaba: «Será muy conveniente un curso de meditaciones explicando cada una de las oraciones...». Puntualizaba además que «el prefacio en forma de invitación y las breves instrucciones... servirán mucho a la piedad y para entender mejor las prácticas».26
En diciembre del mismo año añadía que el libro de las oraciones «sirve de guía, en las instrucciones y en las fórmulas de oración». Gracias a él

«aspirantes y jóvenes profesos aprenden bien todas las devociones, incluidas las de la primera semana del mes; aprenden las prácticas de piedad, especialmente el examen de conciencia,
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la visita al Smo. Sacramento, la meditación; aprenden las fórmulas de las oraciones para la comunión, la misa, el secreto del éxito, el acto de reparación, los varios cantos... es decir todo el libro de las oraciones».27

Finalmente, es fundamental su importancia en el conjunto de la formación:

«Nuestras oraciones ponen ante Dios todo nuestro ser, mente, voluntad, corazón y cuerpo, pues proceden de los dogmas fundamentales de la Iglesia y se dirigen a formar al paulino... Nuestras oraciones completan las Constituciones: éstas son el camino de nuestra santificación, aquéllas la vida que debemos vivir».28

De esta manera el manual, en cuanto subsidio siempre al alcance de la mano, se convierte en libro de texto para una cualificada escuela de oración.29 El propio P. Alberione estaba convencido, y se valía de las Oraciones de la Familia Paulina como guía para la predicación a las comunidades.30
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Oración y apostolado: el apostolado de la oración

1. Que se dé un nexo vital, de causa y efecto, entre oración y apostolado, es una de las realidades más experimentadas y declaradas por el P. Alberione. En la oración entendió él su vocación y la orientación apostólica de su vida. De ello da testimonio, además del paso ya citado de AD 13-22, una hoja manuscrita sin fecha:

«El año escol.[ástico] 1900-1901 estuvo lleno de luz y gracia. La noche de clausura del siglo pasado y comienzo del nuevo, en la adoración (desde las 23 hasta las cinco de la madrugada) hecha según las intenciones de León XIII y del obispo mons. Re, entendí muchas cosas: aquellas luces fueron decisivas para mi espíritu y para el apostolado futuro. Aún debía yo pasar por períodos buenos y períodos difíciles y de miserias, pero por la misericordia de Jesús Maestro su Verdad, Camino y Vida continuaron estando presentes y activos en el alma; siempre me iluminaba y guiaba él en la piedad, estudio, actividad...».

Nunca dejará el P. Alberione de repetir a los suyos que «sin la oración haremos obras muertas»; que «el trabajo sin la oración se reduce al cýmbalum tinniens [campana ruidosa], tal vez impresionante por fuera, pero sin vida ni mérito...».31
Ya hemos visto que él fue hombre de oración. Del mismo modo que ante Cristo eucarístico había percibido la luz de su revelación y el ansia por la salvación del mundo en la modernidad, así también alimentó su celo y recabó ánimo para caminar por senderos nuevos nunca roturados, sin descarriarse ni descorazonarse. Ante el sagrario maduró los proyectos de sus fundaciones y de las iniciativas apostólicas.
La oración nutre el espíritu apostólico -el celo- y es a su vez alimentada. Del celo recaba
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las motivaciones y los contenidos pastorales concretos. Y del apostolado el gozo del reposo en Dios y con Dios.32
Lo que el abad Chautard había escrito en su áureo librito, El alma de todo apostolado,33 el P. Alberione lo vivía diariamente, y en ello se inspiraba cualquier intervención suya sobre la oración.

2. Desde 1937, el P. Alberione había resaltado la importancia de una oración que él mismo rezaba todas las mañanas al principio de la jornada, la oración de ofrecimiento, propuesta por el Apostolado de la Oración.

«Es útil recordar, que en la Pía Sociedad de San Pablo damos la máxima importancia a la oración Divino Corazón de Jesús..., pues en el Corazón de Jesús, que se inmola en los altares, se apoya todo y tiene principio todo...».34

Posteriormente, con una comunicación, el Fundador trataba de concienciar a los suyos sobre la ventaja espiritual y el compromiso conjunto, para transformar en apostolado y en mérito todas las actividades, más aún, todos los actos de la propia vida.

«En fecha 6 de junio [de 1941] nuestra Congregación se ha inscrito al Apostolado de la Oración como persona moral. Así... todos sus miembros y los novicios quedan automáticamente inscritos apenas entran a formar parte de la Congregación. En tal circunstancia la Pía Sociedad de San Pablo ha concedido a la Pía Asociación del Apostolado de la Oración
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y a todos sus inscritos la participación en los méritos de oración, trabajo, sacrificios, etc. que se realizan en la Congregación, y ésta entra a su vez a participar de los méritos de oración, trabajo, etc. de más de cuatrocientas otras órdenes y congregaciones religiosas que están asimismo inscritas de este modo al Apostolado de la Oración».35

Como conclusión, expresamos nuestro más sincero deseo de que cuantos lean estas páginas se sientan impulsados a sacar fruto, haciendo de la propia vida una oración de alabanza al Padre, por Cristo en el Espíritu Santo. Démonos cuenta del tesoro que el beato Santiago Alberione ha puesto en nuestras manos, en nuestros labios, en nuestros corazones. Quede clavada ante nuestros ojos, como una señal luminosa, su consigna: «La oración ante todo, sobre todo, vida de todo».

CENTRO DE ESPIRITUALIDAD PAULINA

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22 El P. Alberione ocupó el cargo de director espiritual en el seminario de Alba casi ininterrumpidamente de octubre de 1908 a julio de 1920.

23 Leemos en el Diario: «[El Primer Maestro] en los intervalos de tiempo entre una ocupación y otra, ha corregido las pruebas del “librito de oraciones” para las Pastorcitas (1° de diciembre de 1951). - Añade y corrige sobre el libro de nuestras oraciones, preparándolo para la próxima edición (12 de octubre de 1952). - No baja a cenar, con los demás, sino que prefiere quedarse en la habitación para retocar algunas oraciones de nuestro librito (24 de octubre de 1952). - En la oficina corrige la oración a María Reina de los Apóstoles que comienza así: “Te doy gracias, oh Jesús divino Maestro, por haber elegido a María por madre...” y la manda dactilografiar nuevamente (28 de diciembre de 1954). - Terminado el coloquio con D.B. y el encargado D.C., va con ellos a Ostia a la Casa del noviciado de los discípulos para la impresión (nueva edición) del librito de nuestras oraciones (24 de junio de 1956). - ...Vuelve a tomar el librito de nuestras oraciones e introduce modificaciones para la reimpresión de la nueva edición (27 de junio de 1956). - Por la tarde... habla con alguno de los nuestros y con M.I.B. FSP, para que luego no surjan discusiones y menos aún abusos por introducir en el libro de nuestras oraciones otras fórmulas y devociones, que no sean aprobadas por el Superior general (29 de julio de 1960)».

24 Innumerables y abigarrados son los testimonios acerca de tal librito. He aquí algunos: «Yo era uno de los primeros en bajar a la capilla, y una mañana el Señor Teólogo se me acerca y me dice: “Apenas llegue un compañero, empieza los rezos diciendo una oración”. ¿Cuál? “Una a la Virgen, por ejemplo la de san Bernardo [Memorare/Acordaos]”... La necesidad de un libro para nuestras oraciones se imponía, de modo que entre nosotros, cajistas e impresores y encuadernadores, logramos hacerlo: una veintena de páginas, en papel muy malo y sin portada... Como responsable de las máquinas, me comprometí luego a imprimir la portada en cartoné rojizo... Fue el primer libro de oraciones de la Pía Sociedad de San Pablo» (P. Paulino Gilli). - «Recuerdo muy bien el primer libro de oraciones [1922], cosido con grapa metálica. Era un librito precioso, el único que en la oración teníamos siempre en las manos. Contenía las oraciones de la mañana y de la noche, la coronita a san Pablo y a la Reina de los Apóstoles, el ofertorio paulino, el secreto del éxito y otras oraciones tomadas de Máximas eternas» (Hna. Lucina Bianchini, FSP). - Librito precioso sobre todo por su valor carismático, como afirma la Hna. Natalina Spada: «Nosotros, paulinos/as, hemos de convencernos de que el Primer Maestro ha puesto en el libro de las oraciones lo mejor de su cabeza y de su corazón, y en las introducciones a las diversas prácticas ha fijado el espíritu que debe animar a sus hijos. Recuerdo haber oído varias veces de labios de la Primera Maestra Tecla este hermoso testimonio: “A menudo no tengo conmigo el libro de la meditación; entonces me sirvo de las introducciones del libro de las oraciones y me va estupendamente”».

25 Texto del Prefacio en San Paolo, 15 de diciembre de 1935.

26 Cf. San Paolo, julio-agosto-septiembre de 1952.

27 San Paolo, diciembre I de 1952.

28 Ib., «Nuestra piedad sea según las Constituciones: sabia y fuerte, práctica y fervorosa. Con este fin se ha preparado en nuestro libro-guía de oraciones, la introducción a cada práctica según nuestro espíritu, según el método camino, verdad y vida» (Meditación a los sacerdotes, Roma 31 de diciembre de 1954; del Diario).

29 A este propósito, recordamos una lúcida observación del card. Joseph Ratzinger: «En los viejos libritos de oraciones, junto a mucho kitch [oropel], es posible encontrar también un grande y precioso patrimonio de oración, madurado en experiencias profundas y que aun hoy puede ser una escuela de oración. Lo que Pablo dice en la carta a los Romanos, que no sabemos ni siquiera qué debemos pedir en la oración (Rom 8,26), vale aún hoy, más que nunca: ante Dios nos encontramos a menudo sin palabras. Sí, el Espíritu Santo nos enseña a rezar, nos da las palabras... pero se sirve también de la mediación humana. Las oraciones que han brotado del corazón de personas creyentes, bajo la guía del Espíritu Santo, son para nosotros una escuela que el propio Espíritu nos ofrece, abriéndonos lentamente nuestra boca muda y ayudándonos a aprender a rezar y a llenar el silencio» (Introducción al espíritu de la liturgia, San Paolo, Cinisello Bálsamo 2001

3 ).

30 Del Diario: «Hoy, 2 de marzo de 1952, [el Primer Maestro] predica con el evangelio y el librito de nuestras oraciones en la mano».

31 Cf. San Paolo, 20 de agosto de 1937.

32 Después de una meditación dictada a las comunidades romanas, reunidas en la cripta del Santuario Regina Apostolorum el 26 de febrero de 1952, sobre el tema “la redacción”, el P. Alberione «manda rezar la oración por el apostolado (tomada del librito de nuestras oraciones) y explica que el altar central está hecho de modo que todos deben estar en torno a él y recibir de Jesús-hostia toda la luz, energía y fuerza para la jornada» (Diario).

33 El alma de todo apostolado, de Jean Baptiste CHAUTARD, vers. it., Ed. San Paolo, Cinisello Bálsamo 1997

5 .

34 San Paolo, S. Bernardo [20 de agosto] de 1937.

35 San Paolo, Sma. Trinidad [6 de junio] de 1941, p. 3.