[DFin 67. 68. 71. 195. 197]
VÍA UNITIVA[DFin 31. 47. 79. 217] Gloria al Espíritu Santo
1. El Espíritu Santo es Dios realmente, no sólo un atributo o cualidad. La tercera persona de la santísima Trinidad, que procede del Padre y del Hijo.
2. Obras que se atribuyen al Espíritu Santo:
a) El Hijo ha propuesto sus verdades divinas; el Espíritu Santo las conserva, las hace comprender y usar.
b) El Hijo ha obtenido la gracia readquiriéndola; el Espíritu Santo nos la aplica como santificación, comunicándola a cada uno.
[DFin 80] 3. Cómo disponerse para el Espíritu Santo:
con el odio al pecado;
con el deseo de gracia y de santidad;
con actos de fe, esperanza y caridad.
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La Iglesia militante
[DFin 14. 47. 109. 122. 124-131] 1. La Iglesia es la sociedad, instituida por nuestro señor Jesucristo, de los que profesan la fe, observan la ley y reciben los sacramentos para llegar al paraíso bajo el gobierno y el magisterio de los pastores y especialmente del sumo Pontífice. Es visible, espiritual, sobrenatural, perfecta, monárquica, a la que todo lo espiritual está sometido.
2. Esta es la Iglesia romana: una, santa, católica, apostólica; que con la autoridad de Jesucristo instruye, alimenta, gobierna indefectible e infaliblemente.
3. Nuestros deberes son: a) fe en sus doctrinas; b) obediencia a sus leyes; c) amor a cuanto ama y es de su interés.
No puede tener a Dios por Padre quien no tiene a la Iglesia por madre.
Sólo en ella hay salvación.
[DFin 95. 96. 109. 122. 124-131] La única Iglesia
1. La Iglesia de nuestro señor Jesucristo es su reino y comprende no solamente la Iglesia militante, sino también la purgante y la triunfante, que forman el cuerpo místico de Jesucristo.
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2. Estas tres partes de la Iglesia tienen relaciones íntimas entre sí, pues están unidas por ser miembros del mismo cuerpo. La Iglesia militante sufraga a la purgante y glorifica a la triunfante; la purgante ora por la militante y honra a la triunfante, a la que aspira; la triunfante ama, comunica, ayuda a la purgante y a la militante.
3. Consecuencias: consuelo en la lucha al ver de quién somos miembros y cómo nos socorre la comunión de los santos; oración y confianza en las dificultades; fidelidad serena a nuestro señor Jesucristo, porque será coronado quien haya luchado legalmente, «bonum certamen certavi»,1 a pesar del demonio, del mundo y de las pasiones.
[DFin 109] El Papa
1. El Papa es el vicario de nuestro señor Jesucristo y en su nombre define las verdades que hay que creer, establece las leyes, ata y desata. «Ubi Petrus ibi Ecclesia».2
2. El Papa es infalible; el Papa es pastor de los pastores; el Papa es el centro de difusión del evangelio en el mundo.
3. El papado es potente por la santidad de muchos pontífices; por ser el centro de
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paternidad y civilización de los pueblos; por las cualidades eminentes de inteligencia y de corazón de muchos papas; porque Dios lo protege, lo guía y lo defiende.
Al Papa se debe fe, obediencia, amor y cooperación.
[DFin 84. 137-143] La fe
1. La fe es virtud teológica infundida por Dios, que inclina al hombre a creer firmemente cuanto Dios ha revelado y la Iglesia nos propone para creer: «Sperandarum substantia rerum, argumentum non apparentium».3
2. Es el fundamento de toda justificación, el fundamento positivo de toda virtud; el principio de la vida cristiana; la puerta de los sacramentos. La medida de la fe es la medida de todas las virtudes. «Iustus ex fide vivit».4 «Sine fide impossibile est placere Deo».5 Jesucristo dijo: «Credite in Deum et in me credite».6 La fe no es un razonamiento, ¡es una gracia! Es creer por la autoridad de Dios que revela y por la palabra de la Iglesia que nos comunica el depósito recibido de Cristo.
3. a) La fe se puede avivar con la oración y con la repetición de actos; b) hay que preservarla de los peligros, como las lecturas dudosas
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y las conversaciones sospechosas, etc.; c) evitar los pecados opuestos, que son la credulidad y la infidelidad.
[DFin 137-143] La esperanza
1. La esperanza es una virtud sobrenatural, infundida por Dios en nuestra alma, por la cual esperamos el cielo y los medios para conseguirlo. Es certeza, no una vaga probabilidad, tanto por lo que se refiere al cielo como a las gracias para alcanzarlo.
2. Es necesaria de necesidad de medio y de precepto; sin ella no se puede conseguir el paraíso, aunque su omisión sea no culpable. Es buena porque se apoya en la omnipotencia, en la misericordia y en la fidelidad de Dios; por eso es siempre segura, tanto para el justo como para el pecador. Las oraciones son eficaces precisamente porque se apoyan en los méritos de nuestro señor Jesucristo.
3. a) Debemos considerarla como el consuelo más suave y el apoyo más firme de la vida; b) pedirla con insistencia porque es teologal y sobrenatural; c) evitar los pecados opuestos, que son la presunción y la desesperación.
[DFin 137-143. 218] La caridad
1. La caridad es la tercera virtud teologal que Dios infunde en nuestra alma. Forma dos
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llamas: una se dirige hacia Dios, amor de Dios; la otra se dirige hacia el prójimo, amor al prójimo. Es benevolencia, es decir, querer el bien. Por tanto es: complacencia del bien que ya poseen Dios y el prójimo, y deseo de lo que todavía no poseen.
2. Hay tres virtudes: fe, esperanza y caridad; la mayor es la caridad. Sólo la caridad permanecerá eternamente en el cielo y será gozo amoroso del objeto alcanzado. La caridad es necesaria para que las demás obras tengan mérito; ella misma es la tendencia al fin último. Además, no puede amar a Dios quien no ama al prójimo que es su imagen. En el juicio final Dios medirá con este metro nuestro mérito o demérito. Es también una obligación específica para quien ha sido llamado a una vocación especial.
3. 1) La caridad se pide al Señor; 2) se ejercita en el fervor de la comunión, de la visita, de la misa y en las obras de misericordia tanto espirituales como corporales; 3) se aviva con la fuga del pecado venial y la delicadeza de conciencia.
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1 2Tim 4,7: «He combatido el buen combate».
2 «Donde está Pedro (el Papa) está la Iglesia». SAN AMBROSIO, Enarratio in Psalmum XL, n. 30, PL 14, 1134B.
3 Heb 11,1: «La fe es la garantía de las cosas que se esperan, la prueba de aquellas que no se ven».
4 Hab 2,4. Cf. Rom 1,17 y Gál 3,11: «El justo vivirá gracias a la fe».
5 Heb 11,6: «Sin la fe es imposible agradar a Dios».
6 Jn 14,1: «Confiad en Dios, confiad también en mí».