III
EL APOSTOLADO DE LA PRENSA«La mies es mucha...» [Mt 9,37]
Hay varias clases de apostolados: el apostolado del buen ejemplo, el apostolado de la palabra, el apostolado de la oración, el apostolado de las obras, el apostolado de la Buena Prensa, etc. Todos ellos son importantes: ¿quién no lo ve? ¡Cuánto celo deberían tener hoy todos para formar ejércitos de almas que recen, de apóstoles de la palabra, de misioneros santos! Pero, mucho más que en los otros tiempos, hace falta el apostolado de la Prensa, de esta Prensa que, buena o mala, ejerce un poder casi oculto, casi se diría omnipotente, marca la marcha del pensamiento y de las costumbres en la sociedad actual.
Para formar a los maestros de grado elemental hay muchos institutos y escuelas, muchos presupuestos y medidas legislativas, etc. Los publicistas ¿no tienen hoy una influencia parecida, incluso más vasta, en todas las clases sociales?
No pretendemos ocuparnos de la prensa en general, sino de la buena prensa, de esa que forma parte del ministerio del predicador, del obrero evangélico.
Formemos a estos apóstoles y misioneros: provistos de un buen ramillete de virtudes, de santo celo, de doctrina adecuada.
Vocación especial, pues: hacen falta corazones sacerdotales, porque la misión de la Buena Prensa forma parte de la misión sacerdotal. La predicación es el oficio principal del sacerdocio, escribe Benedicto XV en su encíclica.