II
LA CASA DE LA BUENA PRENSA
[1921]
En estos días [julio de 1921] se está ultimando la casa de la Escuela Tipográfica de Alba, que podrá acoger a un centenar de personas. Por eso dedicamos este número a dar a conocer la importancia y la necesidad del apostolado de la Buena Prensa, el destino de la nueva casa y las condiciones para ser acogidos en ella.
Obra de Dios. La casa de la Escuela Tipográfica de Alba
Los trabajos están bastante adelantados. Ya se ha terminado la planta baja; también el primer piso lleva buen ritmo; el arreglo del segundo y del tercero procede con discreta rapidez. A medida que avanzan los trabajos, se aprecia mejor la idea directiva que se ha seguido. Se quería un edificio sólido, y está resultando solidísimo. Se quería una división racional y moderna de los ambientes, comodidad de comunicación entre ellos, separación de los distintos departamentos, facilidad de vigilancia de todos los alumnos, higiene, luz; y todo el que visita la construcción y el destino de los distintos miembros se persuade inmediatamente de que si no se ha logrado la perfección, tales ventajas están suficientemente garantizadas.
Hay una cosa particular que conviene tener muy en cuenta: la casa es sobre todo para la difusión del Evangelio; es una misión moderna, y como una iglesia desde donde se debe hacer resplandecer la luz de la verdad, que es el primer alimento de la primera facultad el hombre, la inteligencia: «ut luceat omnibus»;1 la nueva casa debe presentar un aspecto de dulce severidad, de sereno recogimiento; debe tener pocos ornatos pero bellos, tales sin embargo que eleven el corazón a lo alto, muy en alto. San Pablo es su protector, y san Pablo es tal figura que brilla por santidad, doctrina y celo en todos los siglos, como una estrella de belleza incomparable.
Al entrar en la nueva casa nadie piensa entrar en un establecimiento industrial, un taller o una oficina: [uno] se siente como embebido por un espíritu sobrenatural, todos se descubren [la cabeza] naturalmente, se calla o habla en voz baja. Las máquinas son púlpitos; las salas, como iglesias; los obreros, los predicadores; este es el nuevo, inusitado sentido que toman las cosas. También las iglesias son levantadas con ladrillos, pero la disposición, el estilo, la forma, todo muestra que no se está en una casa común, sino en la casa de Dios.
~
Una visita
Quien visita la casa nueva (que de momento tiene una puerta provisional en la planta baja) se encuentra en seguida frente a la escalera, proporcionada a las necesidades de la casa. A la derecha hay una primera sala de máquinas, donde están alineadas cuatro pequeñas máquinas de imprimir, de 50x70 [cm] de luz dentro de bastidor.
Desde esta se llega a la sala mayor, de 10 de metros de anchura y 20 de longitud. Se divide en dos partes, con un pasillo en medio de 1,50 m, para comodidad de los impresores.
El resto de las impresoras están dispuestas a ambas partes en dos filas. A la derecha se encuentran una Export de 70x100 y tres Optime de 80x115. A la izquierda están alineadas: una Phoenix de 35x50, una Ideale de 28x40, una Optima de 70x100 y tres Optime de 90x130.
Retrocediendo, junto a las escaleras, está la sala de los encuadernadores y en orden de trabajo están dispuestas: una cizalla para dorar, una plegadera de 50 cent., una encuadernadora, una plegadora, dos máquinas de coser con hilo metálico, una cortacartones, una prensa, etc.
Después se puede subir al primer piso, que está destinado a la composición. A la derecha se encuentran dos pequeñas estancias: la primera es el recibidor para las visitas de los parientes a los alumnos o para despachar las cosas de menor importancia; la segunda sirve de oficina de redacción tanto para los periódicos como para la corrección de pruebas.
Más adelante está la sala mayor de los compositores; dos filas de columnas la dividen en dos partes, dejando un espacioso pasillo en el centro.
A la derecha hay una Linotype modelo 15, quedando de momento libre el espacio para la Monotype, que esperamos llegue de Londres a primeros de septiembre próximo. A la izquierda están dos Linotipias: una modelo L y la otra modelo 4. Siguiendo más adelante encontramos a la derecha el primer departamento destinado a los periódicos de índole social, el segundo departamento destinado a los opúsculos, el tercero destinado a los trabajos de índole comercial, el cuarto departamento destinado a la Gazzetta d'Alba y sus ediciones; a la izquierda está el primer departamento destinado a los libros, el segundo asimismo destinado a los libros, el tercero para trabajos varios y el cuarto para los boletines parroquiales.
En el mismo piso, también junto a la sala, se encuentra la Dirección, a la que siguen los lavabos, servicios, etc.
~
Las máquinas
La Linotype es una máquina americana que hace sola el trabajo de seis compositores a mano. Es delicadísima y muy compleja. De mole relativamente pequeña, consta de unas nueve mil piezas. Su trabajo consiste en componer en líneas enteras (lino-línea, type-tipos o caracteres), fundiendo el plomo que viene a imprimirse sobre matrices alineadas convenientemente por el operador mediante aparatos ingeniosísimos. Es una máquina maravillosa, y en ella se puede ver a qué perfección ha llegado hoy la mecánica. Se usa especialmente para los periódicos diarios, pocos y muy apreciados. Los obreros que llegan a trabajar bien en ella reciben estipendios especiales. La Escuela Tipográfica de Alba posee actualmente tres, que hoy cuestan 300.000 liras: modelo 15, modelo L y modelo 4. Trabajan en ellas seis aprendices; 2 en cada máquina.
La Monotype es el último invento para la composición en el arte tipográfica. Se diferencia de la Linotype porque forma los caracteres uno por uno (mono-uno, type-carácter o tipo). Requiere contemporáneamente dos operadores: uno en el teclado y otro en la fundidora. Es de construcción extranjera también esta, y por desdicha Italia debe pagarla a precio elevadísimo, especialmente hoy en que el cambio es muy alto. No obstante se calcula que al día de hoy Italia ha importado un centenar aproximadamente. Para las grandes imprentas es muy ventajosa, dada la economía en la mano de obra y en los caracteres que permite realizar.
La Escuela Tipográfica de Alba, deseando que sus alumnos sean verdaderamente instruidos en todas las artes y que la buena Prensa disponga de los mejores medios (al menos equiparables a los de la mala prensa), ha adquirido una, que ya ha salido de Londres y entrará en funcionamiento a mediados de septiembre, Dios mediante. Su precio es de L. 100.000.
Máquinas de imprimir. La Escuela Tipográfica de Alba usa actualmente quince, a saber: una Phoenix de construcción alemana, fácil de accionar, de óptimo resultado. Una Ideale de construcción nacional, de mucha producción y formato pequeño, para trabajos corrientes y particularmente de uso comercial. Siguen después otras diez máquinas de tipo igual, o sea, Optima Nebiolo (Augusta) de Turín, de formato diverso, a saber: tres pueden imprimir una hoja de papel de cm. 50x70 y una un folio de cm. 70x100; tres, una hoja de papel de cm. 80x115; otras tres, una hoja de papel de cm. 90x130. Las primeras, pequeñas joyas, son elegantísimas; las últimas pesan 100 quintales cada una, robustísimas, de rodaje forzado; funcionan con gravedad, con majestad podría decirse, de efecto óptimo, precisas; las del centro participan de la elegancia y de la robustez de las anteriores y son más usadas en la impresión de los trabajos de tamaño medio. Hay además otras tres máquinas muy diferentes: una Rápida de lujo, que merece el nombre que se le ha dado; formato del papel 50x70, que se desliza sobre rieles, en una especie de cojín de aceite; una Export, que si bien no es tan robusta, sin embargo por muchas razones se podría comparar con las Optime; y una Marinoni, indicada para carteles murales y trabajos corrientes porque, a diferencia de todas las anteriores, que son de moltura cilíndrica, esta es de moltura plana.
Los muchachos de la Escuela Tipográfica pasan de una a otra y tras la teoría aprenden a manejarlas. Todas suponen poco esfuerzo, al estar provistas de motor, que las acciona con precisión.
En conjunto estas máquinas tienen un valor comercial de L. 500.000.
La plegadora, como indica su nombre, dobla periódicos y pliegos de libros y posee un mecanismo para coser el tercer doblez.
La encuadernadora cose en cadena, con una producción notabilísima encuaderna libros, pliegos y opúsculos.
Luego están todas las demás máquinas de encuadernación, a saber: tres cosedoras de hilo metálico, dos ojaladoras, una cortacartones, tres cortapapeles, una prensa de alta tensión, etc., etc.
Este grupo puede representar un capital de L. 80.000, e incluso más, tratándose de máquinas de las mejores marcas, nuevas o bien en óptimo estado.
La Escuela Tipográfica de Alba no habría podido hacer frente actualmente a gastos tan elevados. Todo se debe a la divina Providencia, que en este caso se ha servido de ese óptimo pueblo de la Diócesis que es Benevello, y de su arcipreste, ya venerando en edad y sin embargo joven en ideas, el amadísimo Cav. Don Brovia Luigi.
~
Reflexiones ante la maquinaria
Las máquinas son materia; y esta no tendría para el hombre cristiano ninguna atracción si no fuera porque el hombre mismo no es sólo espíritu. Pero esta materia que constituye las máquinas, es la obra de Dios, y ha sido elaborada por el genio maravilloso del hombre, a quien el Creador se la había entregado.
Estas maravillosas máquinas son caras y venerandas, como es caro y venerando para el orador sagrado el púlpito.
San Pablo, en ese monumento de ciencia y de caridad elevado frente a los siglos, su carta a los Romanos, exclama: «La fe proviene de la predicación, y la predicación es el mensaje de Cristo... ¡Bienvenidos los que traen buenas noticias!».2
¡Qué bellas son las máquinas destinadas a los que evangelizan el bien! El apóstol de la Buena Prensa experimenta ante las máquinas algo más que san Francisco cuando sentía salir de su alma el himno al hermano Sol. El pensamiento del apóstol pasa de la máquina, que lo materializa, a una hoja que está casi viva, porque contiene verdades eternas, alimento espiritual que nutrirá a infinitos lectores: «No de solo pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios».3 La divina Sabiduría, con la palabra divina, ha alimentado el corazón y el alma del apóstol que la ha meditado en las divinas Escrituras; de su alma ha pasado a tomar consistencia, encarnarse, materializarse a través del crisol, las espirales, los engranajes, los plateaux de una máquina; ha salido con un cuerpo de papel; será el pensamiento de otros hombres, de otras almas; pasará los mares, atravesará los montes; hermanará los sentimientos, las ideas de dos almas que no se han visto nunca, el escritor y el lector. La Verdad divina ilumina al mundo, el reino de Jesucristo gana nuevas mentes, nuevos espíritus, nuevos corazones.
El misionero de la Buena Prensa ama su máquina, la quiere bella, moderna, rapidísima, hasta alcanzar y superar en la carrera a la mala prensa; ama su pequeña iglesia, la tiene limpia y ordenada; sueña con ella siempre en actividad, [para] eruptar la buena palabra.4 «Yo quisiera morir en el púlpito», dijo un sacerdote de esos que son ¡apóstoles! Y efectivamente murió predicando las alabanzas de María Inmaculada.
Me gustaría que me encontrasen siempre sobre el pedestal de mi máquina.
Los santos son representados con los instrumentos, símbolos o emblemas de su santificación en la mano: yo, dice el apóstol de la prensa, quisiera ser retratado con la pluma y el tintero o de pie al lado de una máquina en pleno funcionamiento.
Cómo reflejar diversamente en una tela el pensamiento de aquella mente vastísima que fue Tertuliano: «Llegará un día en que la tinta valdrá tanto como la sangre de los mártires».
Los mártires muestran las espadas, las piras, las parrillas, las cruces, las fieras...
Y ¿cómo se nos presentan muchos santos?
A san Pablo se le ha pintado con el libro de sus cartas en la mano; santo Tomás [de Aquino] tiene la pluma entre los dedos; Savio Domingo lleva en la mano derecha el papel; los Evangelistas trasladando al pergamino cuanto les inspiraba el Espíritu de verdad; san Francisco de Sales tiene a su lado las obras que le han hecho declarar doctor de la devoción; san Gregorio Magno es representado componiendo su libro Moralia; san Juan Berchmans se aprieta contra el pecho el libro de las Reglas tanto tiempo meditado.
~
1 * Mt 5,15: «para que alumbre a todos».
2 * Cf Rom 10,15-17.
3 * Mt 4,4.
4 * «Eruptar la buena palabra» es la traducción literal del versículo latino «Eructavit cor meum verbum bonum» (Sal 44,1 vulg.): «Mi corazón rebosa de palabras bellas...».