ESTILO Y CONTENIDOS PECULIARES
1. En los opúsculos, más aún que en todos los otros escritos del P. Alberione, resaltan con evidencia
dos características: la concreción y la preocupación pedagógico-formativa.
Concreción, en primer lugar, fruto de una esencialidad madurada con los años (el Autor frisaba los setenta y empezaba a sacar conclusiones de sus fundaciones); madurada sobre todo en el larguísimo y variado ministerio, que le otorgó un atinado discernimiento entre las adquisiciones perennes y las transitorias. La claridad de juicio iba acompañada en él con una visión realista de las vicisitudes tanto personales como eclesiales; y con un destacado sentido práctico, que fue una de sus dotes naturales más ricas.
Preocupación formativa, en segundo lugar, derivada en el P. Alberione de la perenne conciencia de ser, hasta el término de sus días, padre y formador de hijos y discípulos, necesitados de un guía siempre atento a su crecimiento, «hasta que Cristo tome forma en ellos» (cf. Gál 4,19).
A este tema, de una formación continua y completa (o integral como gustaba repetir), el P. Alberione encauzó prácticamente toda su producción literaria, desde las primerísimas obras -como
Donec formetur Christus in vobis (1932)- hasta el conjunto sintético de los años 60 -
Ut perfectus sit homo Dei (1960-1962)- mediante intervenciones constantes de diverso espesor, orientadas siempre a finalidades pedagógicas en los varios frentes de la vida consagrada y apostólica.
Este es el
hilo de oro que hilvana los siete opúsculos aquí propuestos; una formación sólida, concreta, integral, que parte de la cabeza: formación de la mentalidad cristiana, religiosa, apostólica, paulina; formación humana, a las virtudes morales básicas y a las virtudes sociales; formación al trabajo y a la laboriosidad, junto al sentido de la Providencia; formación de la conciencia en el uso responsable de la libertad...
2. Presentamos estos opúsculos como aporte
para una antropología apostólica, inspirada en la visión cristiana y paulina de la persona. El P. Alberione nunca se las dio de experto en antropología ni en psicología, si bien estas ciencias se consideraban la nueva frontera de la cultura al tiempo de su formación. Pero el análisis con el que él afronta los fenómenos y los comportamientos humanos, positivos o negativos, es talmente fino y realista que aguanta el careo con cualquier escuela de psicología científica. Ningún profesional en esta materia puede jactarse de tanta práctica en el campo como el formador de miles de sujetos, jóvenes y adultos, hombres y mujeres, cual fue el Fundador de la Familia Paulina, en sus 87 años de vida.
Si puede servir para ratificar esto, reléanse en perspectiva vivencial algunas páginas sobre la disciplina de la inteligencia y sobre las artes de buen rendimiento, en las que se puede entrever en filigrana un nítido autorretrato del propio Alberione estudiante, sacerdote y futuro constructor de extraordinarios edificios espirituales.
Es oportuno subrayar esta realidad, contra la fácil objeción de que el lenguaje del Autor huele más a vieja ascética que a psicología actualizada. En este campo, más allá de las palabras, vale la verdad de las experiencias humanas fundamentales, que cualquier conciencia puede percibir, por la instintiva sintonía con la Verdad.
3.
Respecto al estilo, ya se sabe que al P. Alberione no le apetecía ceder al gusto del efecto ni a preocupaciones estéticas. El dictado alberioniano, siempre sobrio, se califica por su esencialidad: deja entrever las ramas de la planta más que las hojas y las flores; ramas a veces descarnadas, pero de evidente fuerza portante, hechas para sostener muchos frutos y resistir a las intemperies.
Una praxis común en las publicaciones del tiempo es el frecuente recurso a las
citas latinas, usuales en la literatura religiosa de entonces. A tal praxis, que puede dificultar la lectura en nuestros días, hemos obviado traduciendo directamente los textos, remitiendo a las relativas fuentes (que las más veces no se citaban) o dando la traducción en nota. Sólo los títulos se han dejado en latín, por exigencias de consulta y de eventuales confrontaciones.
A propósito aún de títulos, conviene señalar que la titulación interna de cada opúsculo es propia del P. Alberione. No hemos creído oportuno modificarla, aun cuando puede parecer desorientadora respecto a los contenidos del tratado. Es un hecho el que, en la mayor parte de los escritos alberionianos, los títulos no responden a criterios sistemáticos (estructura y jerarquía de las partes), sino a preocupaciones prácticas: aligerar la tensión del lector con frecuentes interrupciones, consentirle el registrar particulares conceptos sobre los que aplicar una más fuerte atención, etc.
4.
Las intervenciones redaccionales por parte nuestra han sido las siguientes:
- Traducción de los textos bíblicos y de las citas latinas, utilizando la versión de la C.E.I. [
en español, algunas de las más en uso, cercanas a la litúrgica], excepto cuando la versión la hace el Autor;
- señalación de las fuentes escriturísticas o literarias, cuando hemos podido dar con ellas, homologando las siglas al uso actual e insertándolas en el texto, entre corchetes [...];
- introducción de notas a pie de página, con carácter informativo, explicativo o justificativo;
- numeración progresiva de los títulos dentro de cada opúsculo, para facilitar las eventuales llamadas;
- correcciones o retoques de ortografía, sea en las palabras sea en la puntuación, por exigencias sintácticas o gramaticales, pero respetando las conocidas características del Autor.
Confiamos en que, no obstante las ineludibles imperfecciones, los lectores puedan gustar, en la originaria fuerza y vitalidad, estas maduras lecciones del beato Santiago Alberione, que no cesa de consignar a la Iglesia entera, además de a la Familia Paulina, los frutos de su riquísima existencia de Fundador.
Roma, 25 de enero de 2005(Fiesta de la Conversión de san Pablo)
CENTRO DE ESPIRITUALIDAD PAULINA
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