FORMACIÓN HUMANA
Nota introductiva
Publicado la primera vez en el boletín San Paolo de septiembre-octubre de 1953, y aparecido en segunda edición para la recopilación titulada A las Familias Paulinas (San José de 1954), este opúsculo trata los temas concernientes a la primera fase de la formación para la vida, y en especial para la vida consagrada.
El P. Alberione se preocupa de que los candidatos a la vida religiosa paulina estén seleccionados y preparados, a partir de una sólida formación humana, «una base, un punto de arranque», en vista del exigente apostolado que deberán desempeñar. Tal objetivo está presente desde el principio y queda resumido eficazmente en la conclusión: «Formar primero al hombre sensato, justo, sociable, recto ante Dios, ante sí mismo y ante la sociedad; - sobre [él] poner al cristiano que sigue a Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, mediante fe viva, imitación del Maestro, vida en Cristo y en la Iglesia; - añadir luego el religioso santo, que tiende a la perfección en la vida común, en la práctica de los consejos evangélicos, en el apostolado paulino».
Antepuestos algunos principios fundamentales de pedagogía humana y cristiana, el Autor expone los valores que presuponer y que desarrollar en la persona, con vistas al fin buscado por el sujeto y el educador: las cualidades físicas e intelectuales; la aptitud a las exigencias de una futura vida consagrada -sociabilidad, castidad, obediencia, disponibilidad al trabajo y a la responsabilidad- y luego cortesía, ductilidad de carácter; educación física y, antes, del corazón y de la fantasía...
Tales temas fueron retomados y desarrollados por el propio P. Alberione en obras sucesivas (cf. Abundantes divitiæ, nn. 148-149; Ut perfectus sit homo Dei, IV, 27-38; 83-84, etc.).
Acerca de las fuentes de este opúsculo, como de los otros, recordamos que tanto los escritos cuanto la predicación del P. Alberione son fruto de su gran capacidad de absorción de cualquier experiencia y relación humana: lecturas, conversaciones con los canónigos Chiesa1 y Priero, aportes de discípulos y colaboradores. Es probable que, al menos para un primer acopio del material, haya recurrido a la ayuda de algunos Paulinos/as, quienes obviamente han tomado de los autores a ellos más familiares, si bien para nosotros difíciles de identificar.
Entre los autores y las obras que pueden haber influido en estas páginas, señalamos:
- Para los conceptos de persona, vida de relación, facultades humanas -y también para algunas expresiones técnicas, raras en el P. Alberione, como librito biotipo personal [ficha biográfica y cartilla sanitaria]- se percibe el influjo del célebre médico Nicola Pende.2 Varios otros temas denotan algo de los escritos del P. Lombardi.3
- Para una visión más amplia de la problemática formativa, nos ayuda un librito de S. Girotto que, si bien posterior a estos escritos,4 cita autores y obras que pueden haber influido en el P. Alberione.5
Son significativas y esclarecedoras las circunstancias cronológicas, es decir los acontecimientos que precedieron la redacción de este opúsculo. Cerrando la página final del boletín, el P. Alberione hacía notar: Después de la visita a las casas de América, abriendo la relación del viaje apenas realizado en Occidente (Chile, Brasil, Estados Unidos), sucesivo a otro, más arriesgado, en Extremo Oriente (Japón e India), efectuado en la primavera de 1953.
Varios meses de aquel año los había empleado en viajes, durante los cuales el Fundador había bendecido nuevas casas religiosas y nuevos centros apostólicos. Sólo en Italia habían surgido dos nuevos vocacionarios (Bari y Vicenza) y diversas librerías. Él estaba, pues, viendo crecer sus instituciones; pero recordaba a todos: «Es más fácil construir casas que edificar personas y santificarlas».
A esta última empresa se dirigían sus preocupaciones principales y sus fatigas.
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FORMACIÓN HUMANA
1. PRINCIPIOS
1) Fin de la educación en la Congregación es formar al religioso paulino. Hay que proceder con sensatez y amor.
Es necesario que haya una base, un punto de partida: el hombre recto; sobre él puede construirse el buen cristiano, el hijo de Dios; sobre éste puede edificarse el religioso santo, laico o sacerdote; y del religioso santo puede hacerse un apóstol según el gran modelo, san Pablo.
Si faltara la base -el hombre recto en el uso de la inteligencia, de las fuerzas, del corazón, según la razón-, todo se hundiría; como es evidente en quien no observa los mandamientos.
2) Jesucristo, Apóstol del Padre, fue antes «perfecto hombre»; también en esto él es camino. El concepto de «perfecto hombre» no implica sólo que él tuvo alma racional y cuerpo orgánico; sino que significa el perfecto ordenamiento de sus facultades, por una parte, según Dios y, por otra y a la vez, según razón. ¿Quién pudo acusarle de pecado en algún punto? Fue el perfecto hijo de familia, el perfecto niño, el perfecto joven, el perfecto trabajador, el perfecto ciudadano, el perfecto súbdito, el perfecto rey; fue perfecto en casa, en sociedad, en el trato, en la oración, en la soledad; fue perfecto en la prudencia, justicia, fortaleza, templanza; fue perfecto en aprender como discípulo y perfecto en enseñar como Maestro, en buscar la gloria de Dios y la salvación del hombre como Apóstol.
3) Nuestro interior y nuestro exterior deben servir a Dios. Todas las cosas han sido modeladas por él: todo, aun las cosas más materiales, son dadas por Dios a servicio del hombre; y éste ha de usarlas a servicio de Dios: «bonum ex íntegra causa, malum ex quocumque defectu»;1 ejemplo, el buen uso del tiempo, de la salud, de los ojos: «Todo es vuestro; pero vosotros sois de Cristo y Cristo de Dios» [1Cor 3,22-23].2 Cuerpo y alma, pues, a servicio de Dios; y como conviene a un hijo de Dios.
El Concilio de Trento quiere que el sacerdote sea completo y modelo, incluso en el trato, en el vestir, en el caminar...
«¡Seamos educados!» es una conocida recomendación; por ejemplo, tener conversaciones dignas, no presuntuosas, sino como fruto de serenidad y prudencia: «El hombre es según habla»3 dice san Jerónimo. No se trata de adoptar poses o etiquetas, pero tampoco se puede ser embusteros, o comediantes, o ridículos.
4) Los sacramentos constan de materia y forma; la materia puede representar al cuerpo, la forma puede representar al alma, en el hombre.
Y bien, la Iglesia, por divino mandato, se esmera juntamente en la forma y en la materia de los sacramentos: por ejemplo, procura que el agua del bautismo sea limpia, esté consagrada, se conserve en el baptisterio, se vierta en modo debido; quiere que los santos óleos sean de aceite de oliva, estén solemnemente bendecidos el Jueves santo, se guarden con suma diligencia, se apliquen según normas precisas; e igual en los demás sacramentos.
Se necesita también mucho esmero con el cuerpo: asegurarle una buena educación física, tratarlo con respeto, procurarle atenciones en la higiene, nutrirlo convenientemente, darle el descanso necesario y moderado, defenderle de los peligros y calamidades, curarlo en las enfermedades, etc.
El buen educador, como el buen superior y los buenos padres, se procuran al respecto un bagaje de nociones, al menos elementares, y para las cosas más difíciles acuden a quien deban acudir. «Mente sana en cuerpo sano»;4 ¡Dios es vida! No hay que matar al cuerpo, ni con el juego ni con el excesivo trabajo. Tampoco tienes que aminorar con imprudencia o descuido tus energías y tus dotes; al contrario, procura desarrollarlas en ti con los métodos de una buena pedagogía; fomenta tu arte, mejora tu | oficio, amplía tu esfera de acción y tus conocimientos para ti y para la sociedad; robustece tu personalidad, cuidando la verdad, no las apariencias. El trabajo que industriosamente se aumenta equivale a imitar y acercarse a Dios, acto purísimo; constituirá también una fundamental mortificación, ya sea predominantemente físico o intelectual o moral. «Como hijos queridos de Dios, procurad pareceros a él» [Ef 5,1]. El dinero es un don de Dios: úsalo bien; y si puedes adquirir más, multiplica las obras para gloria suya. «¡Cálzate las sandalias!»5 dice el ángel a Pedro, ocupándose incluso del calzado. Hay que tener cuidado de todo: ropa, casa, muebles, libros, medios de trabajo, etc.
Las cosas creadas son para hacernos conocer a Dios, llevarnos a amarle, servirle dignamente. Nunca hay que violentar las cosas, nuestra naturaleza, la razón, sino de todo servirse como medio para la gloria de Dios, para elevarnos de acuerdo con nuestro fin.
Un ejemplo práctico lo encontramos en los salmos y en los santos, especialmente en san Francisco de Asís que compuso incluso el himno al sol.
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Después de la virtud, la ciencia es el más precioso ornato y perfeccionamiento de la inteligencia humana, pues sirve para elevar todas las facultades naturales. Siendo la inteligencia la luz del alma, procura gran ventaja el ejercitarla y enriquecerla con ciencias sólidas y útiles. Sin duda, tanto la voluntad de Dios como el bien nuestro desean que todo ser se perfeccione. Para ello, estudio, reflexión, utilizar las experiencias.
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2. ESCOGER BUENOS ASPIRANTES
Si se parte bien, se puede esperar llegar bien; si se parte mal, ¿cómo se llegaría bien? Si en las ediciones se escoge mal el libro o el sujeto cinematográfico, ¿cómo esperar un resultado, una acogida, una difusión buena?
Por eso Jesús dice al joven que quiere ir al cielo: «¡Guarda los mandamientos!», y sólo después de haber asegurado que los había practicado siempre, le ofreció el camino de perfección.
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3. CUALIDADES FÍSICAS
El joven no tenga notables defectos corporales. Más aún, de ahora en adelante, es útil tener más en cuenta la estatura, una presencia conveniente, la sanidad y robustez física. Ciertamente es necesaria la esmerada visita de un médico de confianza, para todos, en los primeros tiempos de estancia en el Instituto; pero mejor aún, exigir ya en las condiciones de aceptación el certificado médico. Hoy en día, por un conjunto de causas, son muy numerosas las deficiencias psicofísicas. Algunas provienen de la herencia, otras de nacimiento, educación, nutrición, enfermedades... Acogemos aspirantes, no para un asilo sino para un vocacionario; que no tiene especiales mortificaciones pero sí trabajo y sacrificio diario.
Hay que recordar aquí lo dicho y escrito sobre los ilegítimos;6 y asimismo cuanto dicen las Constituciones sobre la edad; y lo establecido en el Derecho Canónico.
Por lo general en las familias numerosas y bien constituidas, hay más salud física y moral. Antes de aceptarlo, conviene conocer al joven todo lo posible, su cultura e índole; y a los padres, la familia y el ambiente de la parroquia donde se ha criado.
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4. LA VIDA COMÚN SUPONE:
- un carácter manso, sociable, optimista: parte por naturaleza, parte por educación;
- una mente amplia, solícita, comprensiva, inclinada a interpretar favorablemente las cosas;
- una disposición recta hacia los pobres, los atormentados, los superiores, los inferiores;
- la observancia de las reglas de cortesía, educación, sumisión, amabilidad; en todas partes, pero especialmente estando en compañía;
- la disposición a perdonar los desafueros y los males, y a recordar los beneficios recibidos; sin echar en cara las culpas, ni humillar al inferior, etc.;
- ser siempre ecuánimes y sencillos, sin orgullo en la suerte y en el honor; pero también sin abatirse en las contradicciones.
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5. LA OBSERVANCIA DE LA CASTIDAD SUPONE:
- el hábito de pensamientos elevados, el empuje del corazón a las cosas hermosas y buenas, un firme propósito de querer vivir como hombres;
- el dominio habitual de los sentidos: vista, oído, lengua, tacto, olfato, etc.;
- la fuerza de voluntad y táctica en el gobierno de nosotros mismos;
- el verdadero concepto de la vida, de la nobleza de alma respeto al cuerpo y la sujeción de éste al espíritu;
- la vigilancia en evitar las ocasiones próximas del mal y los peligros: cosas, personas, espectáculos, lugares, lecturas, audiciones, etc.;
- la fuga del ocio, de la gula, de las libertades excesivas solos o en compañía;
- una tierna devoción a María, con la fervorosa frecuencia a la confesión y comunión.
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6. EL ESPÍRITU DE POBREZA SUPONE:
- la práctica de la justicia, aun en las pequeñas cosas;
- la convicción de que los bienes de la tierra son para la vida natural y eterna del hombre;
- la buena salud y robustez física;
- la limpieza y el buen uso del tiempo;
- una justa economía.
El orden en casa, tener bien la ropa, los muebles, los medios de trabajo, etc. es algo requerido por la razón; la administración sensata, conjunta, providente y previdente, en una familia es del todo necesaria; huir de la ambición, de los gustos inútiles, de lo superfluo, de los vanos adornos y ungüentos..., revelan muchas cosas.
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7. EL APOSTOLADO SUPONE:
- instrucción civil suficiente para la convivencia en la sociedad tal como se presenta hoy, y con deseo de ampliarla;
- persuasión profunda de deber concurrir todos al bien común, como cada miembro al organismo;
- poseer una mente amplia, que comprenda las necesidades de la humanidad y de cada individuo;
- un corazón sensible a todos los que son infelices físicamente o moralmente o intelectualmente;
- inclinación a comunicar los propios conocimientos y convicciones y cierta tendencia al proselitismo.
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8. EL ESPÍRITU DE OBEDIENCIA SUPONE:
- un carácter manso, equilibrado, dócil;
- un respeto, natural o adquirido, hacia los superiores; suficiente capacidad intelectual para entender el voto religioso de obediencia;
- que los aspirantes provengan de familias ejemplarmente unidas al párroco.
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9. CUALIDADES INTELECTUALES
El aspirante al estado religioso sólo, tenga capacidad para cumplir las tareas propias del Discípulo;7 el aspirante al estado religioso y sacerdotal, tenga también las aptitudes para los estudios sagrados y las obras del ministerio. Cuanto más sea instruido al entrar en el Instituto, tanto más se le abreviará el curso de sus estudios.
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10. PARA LA PARTE PREDOMINANTEMENTE EXTERNA
Las casas, los locales, sean sanos, aireados, abundantes de sol.
Todo en ellos sea ordenado, limpio convenientemente, en especial lo que es sacro o concierne al apostolado.
La alimentación abundante, adecuada a la edad y a las ocupaciones; pero sobre todo bien preparada y presentada decorosamente. Vigílese paternamente en la edad del desarrollo.
La limpieza personal sea cuidada: toda la persona sea ordenada, vestida decorosamente aunque a veces quizás pobremente: dientes, manos, cara, pies, libros, cuadernos, pupitres, etc.
Sobre estos puntos cada maestro deberá esforzarse, día a día, en todo momento; pero no se canse, porque estas cosas, como toda la cortesía, la urbanidad y en general la observancia de las reglas de buena convivencia social, constituyen ya media virtud, que luego la vida interior completará.
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11. PARA LA PARTE PREDOMINANTEMENTE MORAL
El hombre es educado cuando se ha acostumbrado a usar bien su libertad.
Hay que recordar algunos puntos.
Habituar a todos a obrar en conciencia, por convicción, en la presencia de Dios. La conciencia es la voz de la razón y de Dios, que desde el fondo del corazón guía al hombre, le sostiene y le avisa.
No defraudes el deber, aunque te encuentres solo.
No defraudes la verdad, ni con mentiras ni con doblez.
No defraudes la justicia, sino respeta al prójimo en el honor, en sus bienes, en la vida.
Huye constantemente del pecado, con la delicadeza de conciencia; yendo en compañía de los buenos; estando a bien con los superiores, amándoles como a padres y bienhechores, buscando en ellos la guía segura.
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12. LA CORTESÍA
La cortesía en parte puede ser natural; pero en todo o en parte hay que adquirirla para que, en un religioso, sea sobrenatural. Un hombre de veras bueno y discreto será de consecuencia cortés; y un hombre delicadamente cortés será por fuerza bueno y discreto, al menos por fuera. Pero la cortesía tiene que ser interna.
No todos los que vienen de familia distinguida son bien educados. Hay chicos que provienen de clases humildes y se muestran un poco cohibidos; pero en realidad superan a aquéllos por virtud, buen corazón y genuina cortesía.
Es deber natural responder a una carta, aunque sea sólo para decir que no se puede o no se sabe qué decir.
Es gran error ignorar, o fingir ignorar, los cumplidos sociales. Los modos urbanos y las demostraciones de estima facilitan la convivencia alegre y dan una superioridad respetada...; mientras que la palabra mordaz, vulgar, grosera, brutal, ¡cuántos desconciertos y descontentos produce en quien la dice y en quien la oye! No bastan la sensatez, instrucción o virtud; todo ha de completarse con modos y trato de verdaderos religiosos.
El niño puede estar acostumbrado a dar besos al Crucifijo sin amarlo de veras; puede rezar oraciones sin sentirlas; asistir a los más santos actos de religión aburriéndose. En cambio, la instrucción y el ejemplo vivo de quien habla, formarán su corazón y su vida.
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13. FORMAR EL CARÁCTER8
Hay que formar en los jóvenes el carácter, educando la voluntad. El joven de buen carácter tiene | un ideal que alcanzar: hacerse santo, consagrarse a Dios, al apostolado, etc.; y todo lo hace en esa dirección: piedad, estudio, apostolado, amor al instituto, docilidad a quien le guía.
El formado con una personalidad fuerte y decidida, fundada en profundas convicciones y siempre perseverante en seguirlas, será un día un hombre que arrastrará a los débiles e indecisos, dominará la variedad de las opiniones y el ambiente, será capaz de alcanzar con constancia el propio ideal. No es un testarudo; ni fuerte sólo físicamente.
Es sereno, sencillo, abierto.
Es benévolo con todos, moderado, calmo.
Es simpático, humilde, leal.
Quien quiere adquirir un buen carácter trabaja sobre sí mismo, domina pensamientos, sentimientos, fantasía, lengua, todo su comportamiento.
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14. FORMAR EL CORAZÓN
Se ha de procurar que el joven ame a Dios, que ame a los hombres, que sea compasivo, humilde, generoso. El corazón es una grande potencia.
Siempre hay que considerar la fuerza del ejemplo. La formación no puede ser cosa ficticia o superficial. Lo que viene de la vida forma una vida; lo que sale sólo de la boca, apenas roza la oreja. El niño que no ve practicado lo que se le aconseja o manda, lo hará quizás materialmente; pero a la vez suspirará por el momento de la independencia, para obrar según el propio instinto.
La religión no se reduce a fórmulas, ceremonias, actos externos: exige la instrucción, la fe, la persuasión.
Para formar el corazón hay que:
- guardarse de las simpatías o antipatías;
- infundir un odio eterno al mal;
- favorecer la tendencia de ir hacia los ignorantes para instruirlos, hacia los atribulados para consolarlos, hacia los infelices y los pobres para ayudarlos;
- radicar en el joven el ideal de la vocación;
- modelar siempre en la bondad, en los pensamientos benévolos, en el auténtico deseo del bien ajeno, con una continua lucha al egoísmo.
El corazón bien formado ama a todos, no nutre rencores ni envidias, huye de toda amistad peligrosa.
Quien se abre con los maestros, los padres y los confesores, es ayudado, goza de gran paz, en su oración es humilde y tiene una fe sencilla.
Hay que enseñar y especialmente educar en el recto cumplimiento de los deberes cotidianos de piedad, estudio, apostolado, rectitud.
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15. EDUCAR LA FANTASÍA
Es siempre necesario vigilar sobre la fantasía del joven; hoy más aún, porque cine, tebeos, extrañas narraciones habladas o escritas tienen a menudo el efecto dañino de sustituir la realidad con lo imaginario, la voluntad y el corazón con la fantasía.
Y sin embargo la fantasía educada y guiada tiene gran parte en la buena formación; a veces una parte decisiva.
Que el muchacho distinga lo real de lo imaginario es un primer paso. El muchacho debe servirse de la fantasía para recordar, para entender, para progresar; tiene que acostumbrarse a descubrir, con la observación y el razonamiento, su propia parte en la vida.
La fantasía puede siempre reproducir cosas o malas en sí o al menos peligrosas; y también puede siempre reproducir cosas buenas o al menos capaces de llevar a un mejoramiento. Hay que educar la fantasía considerándola en los diversos períodos del joven.
De aquí depende la suma atención en la elección de las películas.
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16. EDUCACIÓN FÍSICA
El recreo debe de ayudar a la salud y al espíritu. Para la salud es necesario el movimiento; hágase, pues, así en cuanto sea posible.
Hay que distinguir entre juego y juego; dentro siempre del decoro y, a la vez, un movimiento que no sirva sólo a robustecer piernas y brazos, sino para la salud y el desarrollo progresivo de los órganos más necesarios en la vida: pulmones, corazón con la circulación, la digestión, etc.
Para el espíritu, nada de ocio ni de distracciones o charlas que dejan el vacío en el alma e indisposiciones para los deberes de estudio, piedad y apostolado.
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Si todos los superiores están íntimamente unidos en caridad, podrán obtener un alto porcentaje de buenos resultados.
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17. CONCLUSIÓN
Formar primero el hombre sensato, justo, sociable, recto ante Dios, ante sí mismo y ante la sociedad;
- encima poner al cristiano, que sigue a Jesucristo, Camino, Verdad y Vida; mediante fe viva, imitación del Maestro, vida en Cristo y en la Iglesia;
- añadir luego el religioso santo, que tiende a la perfección en la vida común, en la práctica de los consejos evangélicos, en el apostolado paulino.
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1 Recordamos las obras principales de CHIESA: Formación pedagógica de los catequistas; Introducción a la Ascética; La llave de la vida; Lectiones theologiæ dogmáticæ (4 vol.); Historia de la Filosofía; Para la unidad en la formación del clero; Jesucristo Rey; Jesucristo Maestro; La llave de la Biblia; Reparación; Contrición perfecta; La sagrada Familia; Para pensar [“Pensarci su”]; etc.
2 Nicola Pende, médico y profesor universitario (1880-1970), fue afamado especialista en biofisiología y endocrinología.
3 En particular: R. LOMBARDI, Orientaciones fundamentales, Roma 1951.
4 SAMUELE GIROTTO, Lo humano y lo divino en la educación (1ª ed. 1955).
5 En particular: G. NOSENGO, Formación cristocéntrica, A.V.E., Roma 1941; G. NOSENGO, La pedagogía de Jesús, A.V.E., Roma 1947; A. BARONI, La educación, Roma 1946; G. BONOMELLI, El joven estudiante instruido y defendido en la Doctrina cristiana, Brescia 1926 (2 vol. Es interesante las referencias respectivamente a Jesús Verdad y a Jesús Camino).
1 Literalmente: «El bien deriva de una causa íntegra; el mal de cualquier defecto»; cita de santo Tomás tomada del neoplatónico Dionisio «...bonum procedit ex una et perfecta (íntegra) causa, malum autem procedit ex multis particuláribus (singuláribus) deféctibus» (Dyon. IV, XXII, 572).
2 En el original: «Omnia vestra sunt; vos autem Christi; Christus autem Dei».
3 En el original: «Talis effícitur homo, quali conversatione útitur».
4 En el original: «Mens sana in córpore sano» (Juvenal, Sátiras, X, 356).
5 En el original: «Cálcea te cáligas tuas!» (cf. He 12,8).
6 Se trata obviamente de normas procedentes del Código de Derecho Canónico de 1917.
7 Discípulo es el término propio del laico consagrado y asociado al sacerdote en la Sociedad de San Pablo.
8 Este capitulito falta en el San Paolo; fue añadido en el librito A las Familias Paulinas.