Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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PARTE SEGUNDA
LAS DEVOCIONES Y EL APOSTOLADO

PREMISA

Ya hemos hablado, en la Introducción, de las devociones cultivadas y promovidas por el P. Alberione. Pero conviene reafirmar la importanca de estas piadosas costumbres, que precedieron y acompañaron la fundación de la Familia Paulina. El proprio P. Alberione refería, en Abundantes divitiæ gratiæ suæ, que la práctica de dedicar una semana cada mes a las principales devociones de la piedad cristiana regía en el seminario de Alba antes de 1912; él la había asumido e introducido en su nueva familia, adaptándola al espíritu particular del propio carisma (cf. AD 179-180).
Un sumario recorrido histórico nos ayuda a resaltar la importancia de las devociones en la vida de las comunidades paulinas. El 20 de marzo de 1917, el clérigo Giaccardo anotaba en su Diario que el discernimiento vocacional y el apostolado de la Buena Prensa están sostenidos por las devociones a Jesús eucarístico,
1 a María Reina de los Apóstoles, a san Pablo, a san José y al ángel custodio. Y el 1° de septiembre de 1919 reafirmaba en síntesis la colocación de las varias devociones según los días de la primera semana.2
El Fundador intervino repetidamente sobre este tema,
3 como veremos al introducir las fórmulas de cada devoción. También nos daremos cuenta de que hay un crecimiento en las expresiones verbales y en la explicitación de dichas devociones, según se desprende del orden cronológico con el que expondremos las fórmulas de oración en las respectivas secciones.
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1 Nótese que el título de “Maestro” referido a Jesús no era aún usual en la Casa.

2 «La primera semana de cada mes en Casa: Lunes: a san Pablo. Función por los Cooperadores B.P.; - Martes: almas del purgatorio; - Miércoles: san José; - Jueves: ángel custodio; - Viernes: Sma. eucaristía, sagrado Corazón, hora de adoración; - Sábado: María Sma.» (J.T. Giaccardo, Diario, Páginas escogidas, Nueva edición revisada, San Paolo, Roma 2004).

3 Una exposición de las devociones según los días de la semana la encontramos en el texto de una larga meditación (inédita), dictada por el P. Alberione en Tokyo en junio de 1949, durante su primera visita en Extremo Oriente. Y en junio de 1967 recomendaba a una hermana paulina «difundir nuestras estampas y nuestras oraciones entre los fieles, y no otras devociones. “Nuestras devociones y oraciones deben reparar -decía- este desbordamiento del mal producido por prensa, cine, radio, TV, discos, etc.”» (Diario, 26 de junio de 1967).